Economía | Sociedad

Ropa con valores en tiempos de pandemia

Cuatro organizaciones del sector textil que apuestan por una industria de la ropa justa y sostenible, explican cómo se han articulado para dar una respuesta solidaria a la crisis de la COVID-19

Fotograma del reportaje de Cotó Roig

En plena crisis sanitaria, económica y social provocada por la COVID-19, muchas organizaciones han cambiado sus prioridades para responder a las necesidades de las personas por encima de los intereses económicos. En el caso del sector del textil, hay proyectos que se han movilizado para tejer mascarillas o batas en sus barrios y ciudades, para garantizar salarios a sus trabajadores o para dar oportunidades de trabajo a personas en situaciones de necesidad. Hablamos con cuatro organizaciones que explican cómo han reaccionado ante esta pandemia y cuáles son los retos que ven por delante para impulsar un textil sostenible desde la economía solidaria.

Top Manta: mascarillas solidarias con mirada antirracista

Top Manta es la línea de ropa del Sindicat Manter de Barcelona, una marca creada con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los vendedores ambulantes en la ciudad y de denunciar el racismo y la persecución que sufren. El Sindicato de Vendedores Ambulantes de Barcelona fue uno de los primeros colectivos que se pusieron a fabricar mascarillas y batas desde su taller en el Raval. Han producido más de 15.000, que han dado a hospitales y otros equipamientos. Los vendedores ambulantes también han impulsado otras iniciativas solidarias como el banco de alimentos mantero, que ha dado comida durante la pandemia a 350 familias.

«Durante el confinamiento, como no hemos podido vender en la calle, veíamos que nuestra manera de aportar a la sociedad era cosiendo este material por gente vulnerable», explica Oumy Manga, una de las encargadas del taller. La vendedora ambulante recuerda, sin embargo, que la mayoría de las personas que trabajan en el taller están en situación irregular y que eso les impide poder llevar una vida digna. «Sin papeles, no podemos acceder a ninguna ayuda económica a pesar de estar en situaciones muy precarias y de vulnerabilidad, hay gente que ha sido expulsada de su casa y vive en la calle. Tampoco podemos comprar materiales o telas de fuera del país para trabajar mejor. Necesitamos que nos regularicen para no estar sufriendo», explica Manga.

El Sindicato de Manteros ha sido uno de los impulsores de la campaña #RegularizaciónYa, que pide una regularización permanente y sin condiciones de todas las personas migrantes y refugiadas ante la emergencia sanitaria y un futuro digno para los vendedores ambulantes.

Cotó Roig: un circuito textil de ‘kilómetro cero’

Cotó Roig es un proyecto que nace en el año 2014 en Manresa con un objetivo claro: demostrar que es posible hacer textil a nivel local con toda la trazabilidad del producto, y con una minimización de kilómetros, desde el cultivo en el campo hasta la confección de la camiseta. «Ofrecemos tejidos e hilos para diseñadores y artesanos y aparte tenemos una colección propia de productos básicos: pantalones, camisetas para grupos, tote bags o confecciones a medida dentro de nuestros conocimientos», explica Ángeles Perramon Serra, una de las dos fundadoras del proyecto junto con Rosa Escalé.

En el momento más duro de la pandemia, la Associació de Veïns del Barri Vell de Manresa impulsó un grupo de confección, formado mayoritariamente por mujeres, para coser mascarillas para residencias, asociaciones de vecinos y otros equipamientos, y Cotó Roig se unió a la iniciativa. «Cada semana nos repartían el material y recogían las mascarillas para distribuirlas a los diferentes lugares donde se necesitaban. Cuando tienes un objetivo común, la organización es mucho más fácil», explica Perramon.

La fundadora de Cotó Roig cree que, para que haya un cambio de paradigma es necesario reforzar la industria. «Hay que hacer crecer el sector de la confección textil de la economía solidaria y que tenga un volumen suficiente para que los mismos industriales vean que hay más necesidad de enfocarse hacia la producción local», explica. «Tenemos que apostar por proyectos que fomenten el consumo local y avanzar hacia la soberanía textil», concluye Perramon.

Xarxa de Dones Cosidores: poniendo manos a la obra al empoderamiento

Mamalyona es un colectivo de madres jóvenes de Barcelona y Hospitalet que se dedican a diseñar productos textiles y que reivindican poder hacer su trabajo sin tener que renunciar a la crianza de los niños. El colectivo forma parte de la Xarxa de Dones Cosidores de Barcelona, una iniciativa comunitaria que nació impulsada por la Fundación Pare Manel y la cooperativa etcéteras que cuenta con una treintena de mujeres y que apuesta por el autoempleo en el ámbito de la costura. «Este trabajo en red nos ha permitido compartir experiencias, aprender unas de otras y también tener más visibilidad y encargos», explica Tatiana Mishel Quispe Quintana, miembro de Mamalyona.

Durante la pandemia, ella y muchas otras mujeres de la red participaron en una iniciativa impulsada por Barcelona Activa donde se creó una red local de 200 puntos de costura para elaborar 300.000 mascarillas textiles para la protección del personal de los servicios esenciales no sanitarios. Las integrantes de la Xarxa de Dones cosieron, cada una desde su casa, más de 13.000 mascarillas, según explica Quispe Quintana.

La integrante de Mamalyona piensa que esta pandemia ha generado más conciencia colectiva en la manera de consumir, también en el textil: «La gente valora mucho más ahora lo artesanal y el comercio local porque, detrás de aquellos productos, se cuida más a las personas», afirma.

Veraluna: una respuesta global y local desde el comercio justo

Veraluna es una marca de ropa y complementos de comercio justo de Oxfam Intermón que produce productos textiles y también de piel. La mayoría de trabajadores y trabajadoras que fabrican esta ropa son de la India y lo hacen en organizaciones de comercio justo. El comercio justo es un movimiento global que tiene en cuenta los derechos de los trabajadores y valores éticos y medioambientales, frente a los criterios exclusivamente económicos del comercio tradicional.

Durante la pandemia, las organizaciones de comercio justo en la India, uno de los países más castigados por la COVID-19 en el mundo, han puesto por delante la salud y seguridad de los trabajadores: han pagado salarios a sus trabajadores, avanzaron dinero para poder comprar las materias primas y seguir con los pedidos y han colaborado en redes locales solidarias para hacer frente a los efectos del virus. «El comercio justo no sólo garantiza condiciones y salarios dignos para los trabajadores, sino que, al ser un movimiento global, también sirve para demostrar que es posible un comercio que ponga las personas y el planeta por delante de los beneficios y a la vez para presionar a las grandes marcas de ropa para que cambien su manera de producir y no a los derechos humanos», explica Eduard Sagrera, responsable de tiendas en Catalunya de Oxfam Intermon.

Sagrera ve que en esta «nueva normalidad» hay una oportunidad para apostar por otra manera de consumir y una economía más humana. «El comercio justo es un movimiento más dentro del mundo de las economías solidarias y alternativas que, desde una visión que va desde lo local hasta lo global, apuesta por un consumo que tiene un impacto beneficioso en las personas», explica.

Este reportaje se ha realizado con la colaboración de LaCoordi – Comerç Just i Finances Ètiques y el apoyo de la Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament y la Diputació de Barcelona

Texto traducido por Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.

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Comentarios
  1. Enhorabuena por el artículo que hace visibles estas iniciativas. Es muy esperanzador conocer este tipo de iniciativas en las que una producción con «conciencia» pueda tener éxito en el sector textil.
    Son demasiados los casos en los que grandes firmas textiles cuentan en su cadena de valor, en sus proveedores y suministros, con talleres en los que no hay respeto a los derechos humanos y no hay respeto al medio ambiente, ya sea en su propio país o mediante talleres en paises en vía de desarrollo.
    Es importante que se mejore la conciencia de los consumidores y la visibilidad de proyectos y empresas como las descritas en este artículo, en las que la trazabilidad del origen de los materiales y el tratamiento de los recursos humanos muestran una clara conciencia con la sociedad y el medio ambiente, evitando situaciones de explotación laboral y de contaminación ambiental.
    Existen formas de diferenciar a las firmas/marcas que actúan con responsabilidad, como las certificaciones ambientales (ecoetiquetas, certificados ISO 14001, y otros como se puede ver en https://sustant.es/medio-ambiente-y-sostenibilidad/ ) y las memorias de sostenibilidad y RSC o las certificaciones en Responsabilidad Social (como se puede ver en https://sustant.es/responsabilidad-social-corporativa/ ).
    Se hace necesario que se incremente la formación de profesionales que puedan ayudar a las empresas a comprender el valor del compromiso social y ambiental y aplicarlo de forma eficiente. Para ello existen opciones de formación específica en Gestión Ambiental (como se puede ver en https://sustant-academy.com/medio-ambiente-y-sostenibilidad/ ) y en Responsabilidad Social Corporativa ( https://sustant-academy.com/seguridad-y-salud-en-el-trabajo/ ) que pueden suponer una buena proyección profesional.
    Enhorabuena a Cotó Roig, Xarsa de Dones Cosidores, y Veraluna, ánimo con vuestro trabajo que espero que se siga viendo reconocido.

  2. podéis seguir llamándolo pandemia aunque se llame realmente nuevo orden mundial.
    efectivamente el nuevo orden mundial es racista porque va contra todas las razas pero sobre todo es superclasista.

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