Opinión

A las periodistas y a mi madre

"Como no hubo entrega de premio, y por si la pandemia se alarga, doy aquí las gracias a estas mujeres pioneras, luchadoras, incansables. Nombres históricos para rotular calles"

Pilar del Río y Mercedes de Pablos, en 1980.

En cada número de La Marea en papel, publicamos una sección denominada Gracias, en la que Olivia Carballar reivindica los agradecimientos como una práctica necesaria en nuestras vidas. Estos días de confinamiento lo han puesto de manifiesto. Este acaba de publicarse #LaMarea76. Aquí puedes leer más.

Excelentísimo señor alcalde, no hace falta seguir buscando. Nina Salvatierra, Marisa Carrillo, Conchichi Ribelles, María Esperanza Sánchez, María Jesús González, Mercedes Milá, María José Máñez, María Francisca Ruiz, Pilar del Río, Teresa Garrido, Pilar Suriñach, Margarita Jiménez, Margarita Seco, Gloria Gamito, Teresa Ortiz, Emilia Ors, Lola Cintado, Carmen Yanes, Charo Fernández-Cotta, Nani Carvajal, María Luisa Roldán, Alicia Bonachera, Rosa María Pinto, Meli Meléndez, Mercedes de Pablos, Marta Carrasco, Inmaculada Navarrete, María José Sánchez-Apellániz, Teresa Cárdenas, Carmen Carballo, Carmen Otero, Lourdes Lucio, Isabel Pedrote y muchas más. Si tiene que renombrar o rotular calles nuevas, aquí tiene una lista de mujeres pioneras, luchadoras, incansables. Algunas de ellas ya no están. Otras, todavía hoy, siguen dando guerra. De la buena. 

Así iba a comenzar mis agradecimientos por el premio que me acababa de conceder el Ayuntamiento de Sevilla a raíz de una investigación sobre las primeras periodistas que trabajaron en la ciudad. Estaba muy ilusionada porque por fin se iba a reconocer a unas mujeres imprescindibles a las que, como hemos venido haciendo con las trabajadoras esenciales, no hemos dado su sitio en la historia. Días antes de la ceremonia de entrega, había acompañado a mi madre a comprarse un conjuntito para ese momento. «Mira, esta es la abuela de Zoe», le dije mientras le presentaba a Anabel en la cola para pagar. Las dos hablaron un ratito –una en inglés y otra en español– y luego se abrazaron: «Pues ya nos vemos y practicamos», se entendieron. Confieso que durante tres días estuve dándole vueltas a aquel abrazo. Ya todo sonaba a coronavirus. Al cuarto día, compareció el presidente del Gobierno para anunciar el estado de alarma.  

Así que no hubo entrega de premio, prevista justo para esa primera semana de confinamiento. Y por si acaso todo esto se alarga, dejo aquí constancia de cuánto le debemos en la profesión a estas mujeres que tanto lucharon por la libertad aquellos otros días donde el confinamiento se llamaba dictadura. No solo se enfrentaron a la sociedad; en muchos casos, también a sus familias: ¿dónde iba una mujer a estudiar una carrera de hombres como era el periodismo? ¿Dónde iba una mujer a estudiar una carrera de hombres en una ciudad en la que hubo que soportar las arengas de Queipo de Llano en las ondas radiofónicas? ¿Dónde, en Andalucía? Esto aún lo seguimos soportando. Andalucía. ¿Dónde, si no había Facultad de Periodismo? Pues ahí estuvieron ellas. En Andalucía, y en el mundo. Ahí están.  ¿Saben ustedes quiénes fueron tratadas, en ocasiones, como las niñas que jugaban a ser periodistas? Ellas. ¿Saben ustedes quién narró el histórico 4-D en Sevilla? Ellas. ¿Saben quién fue la única persona de un medio que logró entrar el 23-F en la Capitanía General para ver lo que había ocurrido? Una de ellas. ¿Saben ustedes quién cuidaba de sus hijos? Ellas. ¿Saben quién cuidaba de sus hijos incluso trabajando ambos miembros de la pareja en el mismo oficio? Ellas. ¿Y saben ustedes quiénes han ganado este premio? Por supuesto, ellas. 

Y con ellas, con su trabajo, es con el que hemos crecido muchas de las que vinimos después, sin conocer sus nombres. Yo me hice periodista porque decidí no ser abogada. Y decidí no ser abogada porque quería ser periodista. Lo supe pronto, en la tienda de ultramarinos de mi madre, tal vez echando la cuenta en el papel de estraza; tal vez cortando lonchas finas de mortadela. El caso es que me crié escuchando las vidas de las mujeres que iban a comprar con sus cestas de mimbre o de tela, con sus botellas retornables y sus penas sin retorno. Y eso había que contarlo, a esas realidades había que dar voz. “Cuando vendamos las cabras, te pagamos, Agustina». Allí nos conocíamos –se conocen– los 1.600 habitantes. Por eso, junto a estas periodistas, le doy las gracias a mi madre, la mejor persona que conozco en este mundo, invencible. Lista, sagaz y generosa, también la mejor periodista que se perdió esta profesión. 

Afortunadamente, tengo la enorme suerte de trabajar en uno de los pocos periódicos que hoy, en pleno siglo XXI, está dirigido por una mujer, mi amiga Magda Bandera. Algún día lo contaremos TO-DO, nos decimos para seguir adelante. Pero luego llega Patricia Simón, la otra pata de nuestro pequeño matriarcado, y nos ponemos a bailar y hablar de amor. Y, cómo no, de cosas bonitas. 

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Comentarios
  1. RETIREN LOS CARGOS CONTRA ASSANGE El calvario de Jesús de Nazareth fué más benigno que el que sus verdugos han impuesto a Assange.
    Y suele pasar que quienes han luchado por un mundo mejor si acaban en manos de los verdugos, se vean abandonados incluso por lxs beneficiarixs de su lucha, incluso por lxs compañerxs de profesión:
    También suele pasar que
    «Primero vinieron a por los judíos, como yo no lo era no me preocupé….
    luego a por los comunistas, como yo no lo era no me preocupé…
    luego a por los periodistas, como yo no lo era no me preocupe….
    cuando vinieron a por mí, ya no quedaba nadie para defenderme»….
    RETIREN LOS CARGOS CONTRA ASSANGE, firmar:
    https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/eeuu-assange-libertad-feb20/?utm_source=Google&utm_medium=ppc&utm_content=firmas_display_pai_assange_abril20&utm_campaign=display_pai_assange_abril20&gclid=EAIaIQobChMI17eFtvWu6QIVqgHTCh21Ng4OEAEYASAAEgJSlfD_BwE

  2. Buena gente, a la mayoria de ellas entregué informaciones, hoy cuarenta años más tade sigo haciendo, o intentando, hacer lo mismo, intentando que se ejerza la libertad de información, cuestión más dificil cada día y no digamos ahora con el monotema del virus. No nos engañemos. Besos.

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