Opinión

Feminismo, historia y pandemia

“Esta crisis puede desencadenar una terrible tormenta antifeminista. No dejemos que eso ocurra. Pensar históricamente puede ayudar a que nos anticipemos”.

Marcha sufragista en octubre de 1917. Wikimedia Commons/The New York Times

El tiempo presente ha cobrado una densidad extraordinaria. Lo que sucedió ayer parece haber tenido lugar hace meses; lo que pasará mañana se prefigura remoto e inaccesible. Todo es cuestión de horas y días ‘decisivos’ y, simultáneamente, todo parece estar teniendo lugar en un plano secuencia filmado a cámara lenta, en el que se desenvuelve una acción cuyo resultado solo cobra sentido en un horizonte de eternidad.

Esta confusión se traduce en las vidas de cada una de nosotras cotidianamente en lapsus temporales que seguro que ya habréis tenido ocasión de experimentar. La comparecencia de Pedro Sánchez, ¿fue ayer o hace dos días? El confinamiento, ¿comenzó un lunes o un martes? ¿Fue el jueves cuando comimos tortilla o me confundo con el viernes de la semana anterior? ¿Ayer hablé con mis sobrinos; con mi abuela en la vivienda de mayores? Los acontecimientos se aglomeran y nuestra capacidad de colocarlos en un orden con sentido se pierde. Si perdemos la capacidad de ordenar con sentido, lo que hacemos tampoco lo tendrá.

No debemos dejarnos avasallar por lo perentorio de las informaciones, la urgencia de las tareas ni, sobre todo, por el temor a lo siguiente. Hay que poderle dar sentido a lo que acontece, porque de otra forma, perderemos nuestra agencia en esta crisis, es decir, nuestra capacidad de acción, de presión sobre los poderes públicos, de decisión, de respuesta; nuestra capacidad en suma ‘de ciudadanía’. De eso las feministas, sabemos bastante.

Después de la Primera Guerra Mundial, el término feminismo comenzó a asociarse a sufragismo y, por tanto, a un tipo de demandas de orden esencialmente político, que se tildaron de pasadas de moda y poco integradas en una nueva realidad que -supuestamente- habría dejado atrás, al menos parcialmente, antiguas reivindicaciones como el sufragio, toda vez que ya había sido graciosamente concedido en algunos lugares de Europa.

En las primeras décadas del XX, el feminismo comenzó a ser considerado un movimiento y un discurso antitético y desprendido de aquel magma intelectual teórico e histórico en el que se originó: el problema de la mujer y el problema social habían formado parte de un mismo espacio de reflexión histórica desde el último tercio del siglo XIX. Después de la Guerra ya no. Las feministas fueron sacadas de la ecuación del obrerismo. La guerra las había convertido en trabajadoras. No se entendían, por tanto, sus reivindicaciones en una marco posbélico, a pesar de que antes de la guerra eran perfectamente asumibles.

En adelante, los críticos con el feminismo –tanto liberales como socialistas– insistirían en tres ideas:

  1. Como las mujeres se pusieron muy pesadas desde finales del siglo XIX les dimos más o menos lo que querían;
  2. sus antiguas reivindicaciones ya fueron satisfechas, por lo que cualquier otra reivindicación que venga de ellas debe ser puesta en tela de juicio;
  3. en situaciones extremas -como pueda ser el contexto de las dos guerras-, este tipo de debates son egoístas, infantiles e impertinentes, por lo que a las feministas conviene no hacerles mucho caso.

No hará falta esperar a las Segunda Guerra Mundial para que el feminismo se vaya por el desagüe de la incomprensión. Después de conflicto habrá quedado totalmente desprestigiado. ¿Qué querían las mujeres ahora? ¿Qué añoraban? ¿De dónde provenía su insatisfacción? Betty Friedan bautizó esa insatisfacción como “el malestar que no tiene nombre” para referirse a la situación de millones de mujeres en Estados Unidos que, tras la guerra, habían retornado a sus hogares. Tenían derecho al voto, algunas tenían incluso una educación, pero se sentían deprimidas y abandonadas, insatisfechas con su condición de madres y esposas.

La receta que daba Friedan para romper con la monotonía y el desamparo en el que habían caído las mujeres: conciencia feminista. La recepción de la sociedad norteamericana a este tipo de ideas: incomprensión absoluta. Por las mismas razones que se esgrimieron tras la Gran Guerra, después de la Segunda, se tacharon las reivindicaciones políticas de las mujeres de egoístas, infantiles, secundarias y fuera de contexto.

En estos días en que la pandemia se representa recurriendo a la metáfora de la guerra y con independencia de la oportunidad o no de este recurso, es evidente que la crisis que supone y la suspensión temporal -temporal ha de ser; nunca permanente- de derechos y demandas va a implicar un repliegue de una sociedad muy intoxicada por la ultraderecha contra las demandas feministas. Solo el señalamiento del 8-M como un espacio de contagio masivo y de las feministas como cuerpos infectados y transmisores de la enfermedad debería alertarnos y colocarnos en la situación de ir armándonos intelectualment, y desde un punto de vista de tejido asociativo para enfrentar la reacción que cabe esperar que se produzca cuando se levante el confinamiento.

Van a decir que nuestras demandas carecen de fundamento y van a señalarnos como transmisoras de la pandemia. Esta crisis puede desencadenar una terrible tormenta antifeminista. No dejemos que eso ocurra. Pensar históricamente puede ayudar a que nos anticipemos.

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Comentarios
  1. Hay revoluciones necesarias no solo por justas. No sé si en la revolución feminista se da esta premisa. La historia nos enseña que lo que nos precede no siempre nos enseña grandes lecciones. En tu artículo hay algunas ideas efervescentes. Que no implican el pesimismo que te embarga. Creo que el roto que el feminismo ha conseguido hacer en el ideario machista es irrecuperable.

  2. Feminismo y laicismo, derechos humanos
    …Nadie puede pensar que una sociedad puede ser feminista sin ser laica, no hay cumplimiento de los Derechos Humanos si nos dejamos fuera a la mitad de la población.
    Una sociedad libre debe abarcar a toda su población sin distinción de etnia, creencia o sexo. Las mujeres y los hombres hemos luchado durante siglos para conseguir que esta sociedad del siglo XXI ofrezca garantías de igualdad en todas las facetas de nuestra vida, y esto es lo que reivindicamos todos los días, pero especialmente lo hacemos visible en el día Internacional de la Mujer en cada 8 de marzo.
    Recordemos El manual de la perfecta casada de Fray Luis de León o las observaciones de Calvino, que colocan a la mujer al servicio del hombre. Así comprobamos que la cultura patriarcal se ha fortalecido a través de las religiones y de los gobiernos conservadores que tienen en la religión un importante apoyo….
    https://www.infolibre.es/noticias/opinion/plaza_publica/2021/03/06/feminismo_laicismo_derechos_humanos_117468_2003.html

  3. ¿De verdad esta es la preocupacion de las «feministas» como usted ahora?
    ¿Que después del confinamiento no se ataque al feminismo? ¿Eso es lo que de verdad le preocupa a usted ahora mismo?
    Madre mía, lo que hay que leer…

    Tanto la celebración del 8M como del mitin de Vox, cuando autoridades europeas aconsejaron su NO celebración, es una irresponsabilidad absoluta y como tal, habrá que pedir responsabilidades cuando esto acabe. No he visto ni un alto cargo de este Gobierno pedir perdón por haber celebrado esta manifestación, al contrario, parece que si pudieran volver al pasado lo volverían a hacer. Y no conforme con eso, vienen aquí a escribir artículos diciendo que por favor no se ataque al feminismo después de esto… desde luego que al feminismo no, pero a los y las irresponsables que creyeron que reivindicar los derechos de la mujer (en un contexto tan peligroso) era más importante que la salud pública SI, a estas personas si se les debería atacar… Y seguro que aún se permitieron el lujo de llamar machistas a aquellos que aconsejaron su cancelación…

    Váyase usted a preocuparse por otras cosas más importantes como la crisis sanitaria que estamos viviendo, que el feminismo bien ha demostrado poder salir adelante en complicados contextos históricos y desde luego no gracias a artículos como este.

  4. Si Simone de Beauvoir bien lo dijo de que hay una crisis primero atacan a las mujeres y las quieren mandar a sus casas y todo lo que hemos obtenido es vano sino seguimos luchando para que a trabajo igual salario igual !!!

  5. No creo que desencadene ninguna tormenta anti-feminista, solamente hará, como mucho, que ocupe su lugar y se acabe con la estridencia del feminismo radical que poco ha aportado y más anti-feministas ha creado.

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