Los socios/as escriben
‘Las tres revoluciones que viví’. Capítulo 9.
Se murió Manolo. Voluntariamente, anunciado, sin dolor, pero ya no lo tenemos. La biblioteca lleva tres días llena desbordante de canciones de despedida y de poemas sobre reunirse con la Tierra. Muy bien. Los ritos de aquí. Precioso todo, pero sigue siendo un asco.
¿Cómo voy a perder, además, a Manolo? Perdemos a una persona, y pierde toda la Humanidad. Perdemos la incredulidad de Manolo por lo que le pasó al mundo que él había conocido y que ya solamente sigue vivo en libros, canciones y películas. Sus dudas sobre las probabilidades de ecofascismo y de ecoanarquismo de tener éxito, sobre si sería el fascismo o el anarquismo más eficaz a la hora de convencer a los humanos, de mantener el mundo habitable, de sobrevivir como sociedades en pugna. Toda la historia de su proceso de decisión, cómo decidió apostar por el servicio a la causa ecoanarquista, tras un recorrido vital muy lento, o al menos muy lento si lo comparo con el mío. Su culpabilidad por haberse identificado e integrado con sociedades dañinas, opresivas o tóxicas durante toda su vida, y a la vez su sensación de haber llevado una vida como víctima. Su sensación de inadaptación a los ideales anarquistas, que arrastró hasta el final. Muchos sentimientos negativos, pero en toda complejidad hay riqueza.
Esto no es vida. Tengo menos de 20 años, nací de mamá migrante, hace 3 años que escapé de la única sociedad que había conocido, y ahorita acabo de enterrar a la única figura de abuelo-tutor que todavía me unía a mi pasado, que me hacía a la vez de hermano mayor y compañero de aventuras. Por apasionada que sea una, no hay proyecto que compense esta tunda de palos.
Departamento Freire de la UL, NTec, diciembre de 2061
Ha sido una mañana fantástica, seguramente porque anoche dormí bien y esta mañana me levanté fuerte. Después de desayunar me encontré con que Ivana estaba organizando otra vez unos juegos de calistenia. Una carrera de tres piernas, una de esquí cooperativo y un rato de los ejercicios posturales que aquí llaman jocosamente «el taichí de la azada, el cedazo y la hoz». Tendría que unirme a estas actividades con más frecuencia. Me ayuda a conocer a personas con las que normalmente no tengo trato, y además así me lo pasaría mejor en los juegos que hacemos durante los intermedios de las asambleas largas. Siempre me siento un poco rara, me parece que todo el mundo lo hace mejor que yo. Pero nunca tengo tiempo, siempre estudiando y revisando mi proyecto.
Después de ducharme, pedí a Ivana que se quedara a compartir unas mazorcas conmigo y a platicar, porque quería consultarle unas cosas. Se ha ido hace un rato. Ponen por la radio comunitaria un poema de Bety Cariño:
«Aquí no más vergüenza por la piel,
por la lengua, por el vestido, por la danza,
por el canto, por el tamaño, por la historia.
Aquí el orgullo de sernos
morenitas, chaparritas, llenitas,
ñuu savis bonitas,
ñuu savos valientes,
con la frente digna
aquí no el silencio
aquí el grito
aquí la digna rabia.»
Me duele el corazón de escribirlo, porque NTec ya es mi casa y me ha dado mucha paz, pero cada vez lo tengo más claro, me tendré que ir de aquí. No se cuándo, pero voy a viajar. Voy a viajar muy lejos, casi tanto como Manolo. He de seguir adelante con mi proyecto de conseguir bioprocesadores cuánticos para nuestra sociedad, y no voy a poder hacer todo aquí.
Primero me tendré que mover por las regiones libres de Centroamérica.
Empezaré por las capacitaciones para los servicios industriales. El de bioquímica y biología molecular. El de electrónica.
O igual encuentro a los expertos que necesito en otro departamento de la universidad libre. O de la enciclopedia libre.
Viajaré, aprenderé lo que pueda y adelantaré las primeras fases del proyecto. Todo lo bio, o al menos buena parte. La programación del metabolismo de las bacterias, aunque sea la más rudimentaria.
Pero luego tengo que viajar de verdad y embarcarme hasta Europa, hacia las regiones libres escandinavas.
Allí tendrán la infraestructura que aquí nos falta para desarrollar las fases finales. Toda la parte óptica.
Y para ponerlo en marcha como servicio industrial nuevo. Pasar de que funcione en laboratorio, cuando funcione, a que llegue a todas partes, para que de verdad sea útil. A departamentos de la Universidad Libre, claro, pero también a los distintos servicios industriales, porque todos van justitos de potencia de cálculo. No quiero ni pensar en el caos climático al que tendrá que adaptarse la próxima generación, pero seguro que poder calcular fenómenos meteorológicos extremos deprisa puede salvar muchas vidas.
Para quien no conociera de antes a Bety Cariño (como me pasaba a mí antes de escribir esta entrega), y también para quienes sí la conocíais, os comparto este discurso suyo de dos meses antes de que la asesinaran:
https://youtu.be/LSk7drjmSx4