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‘O que arde’ somos nosotros

'O que arde', la cinta de Oliver Laxe nominada a cuatro Premios Goya, "es herida, es poema, es fotografía, es música, es pintura, es el cine que a través de unos pocos hechos –coyunturales, intrascendentes, intercambiables– nos está contando qué somos", escribe la autora.

Fotograma de 'O que arde'

Para cuando somos conscientes de qué significa estar vivos, ya estamos rotos. Vivir adrede es un acto de fe que sólo se obra cuando aceptamos que a partir de ese momento habrá que construir desde la certeza y rugosidad de la herida: plantar injertos en su tacto fangoso y acariciar las hojas vírgenes que se nutren de viejos desconsuelos y nuevos anhelos, cada vez más escépticos, más timoratos, menos perentorios. Para cuando somos conscientes de qué significa estar vivos, ya estamos un poco muertos. 

B.S.O. de ‘O que arde’

El arte es la vía que encontró el ser humano para preguntarnos en voz alta por este sinsentido –avanzar esforzadamente hacia el precipicio– porque en el cuestionamiento filosófico del qué -es, somos, podríamos ser– radica la capacidad de proyectarnos más allá de nuestra realidad: la perseguida ilusión de la inmortalidad

Por eso, la verdadera obra artística no es la que cuenta una historia muy bien, sino la que convierte a sus destinatarios en artistas, en obradores, narradores y actores de la misma. La que se convierte en espejo de nuestras incertidumbres, zonas oscuras y prejuicios y nos obliga a mirarlos cara a cara, dialogar con ellos y quebrarnos desde nuestras incoherencias. 

Y eso es lo que consigue Oliver Laxe con su última cinta, O que arde: trasladarnos a un contexto en el que los árboles y las vacas nos dicen tanto como las personas, que nos interpelan tanto con sus silencios como con sus pocas y concisas frases, artefactos tan incendiarios como las llamas que arrasan los montes y nuestra pantalla, y que nos seducen con la belleza de la destrucción, tan salvaje como lo que nos hace humanos. 

Las verdaderas heridas no sanan, han de ser cicatriz que reverbere como memoria de que estamos vivos porque vivimos, de que vivimos porque moriremos. O que arde es herida, es poema, es fotografía, es música, es pintura, es el cine que a través de unos pocos hechos –coyunturales, intrascendentes, intercambiables– nos está contando qué somos: una mano de madre que atiza la cocina de carbón para alimentar al hijo pirómano; una mano pirómana que acaricia la cabeza del perro, el lomo de la vaca, que saca de la caja los zapatos nuevos para ver a una mujer; una mano de mujer que pone un casete con el Suzanne de Leonard Cohen en el coche para el hombre; unas manos de anciano que se resisten a soltar la manguera con la que pretende, irracionalmente, salvar su casa del incendio; unas manos de bomberos y vecinos que se hunden en las llamas, que se hacen fuego, contrafuego, como último y desesperado recurso contra la inevitable catástrofe…

Todos ellos convertidos al final en soldados devastados que, en medio del paisaje carbonizado, son capaces de conmoverse ante las quemaduras del caballo que irrumpe entre los troncos aún humeantes. “Se le han debido quemar los ojos”, dice uno de ellos. Y en realidad son nuestros ojos los que arden, el socavón abierto en nuestro estómago el que humea, nuestra herida la que supura. Porque el arte está para recordarnos que somos el fatigoso esfuerzo de conjugar contradicción, instinto, emoción y raciocinio: lo que hacemos mientras morimos. Porque sin el arte solo viviríamos una vida antes de morirnos.  

Dedicado a Alicia G. Montano, uno de los grandes referentes periodísticos de este país. Hizo del periodismo un arte a través de su excelencia profesional, solidaridad, generosidad, sencillez y saber estar. Que la tierra te sea leve, maestra y compañera.

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Comentarios
  1. La película es un hermoso poema para mostrarnos lo pequeños que somos frente a la grandiosa naturaleza.
    Es una manera de lo más artística de enseñarnos nuestra insignificancia y nuesto estúpido deseo de ser estar por encima.
    La belleza del artículo Patricia es impresionante.
    Enhorabuena! Tus palabras también enseñan.

  2. Cuando le llama pirómano a amador lo está juzgando de una forma bastante contundente yo no lo veo asi y el texto deja de ser real y poético
    O que arde no juzga. Es belleza silencio amor soledad…

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