Sociedad
Balance de principio de año: esperanza
Noelia Adánez escribe sobre el presente y el futuro siguiendo las palabras de Carmen Martín Gaite ahora que comienza este nuevo año 2020
La escritora Carmen Martín Gaite, de cuya desaparición hará 20 años en este 2020 que comienza, murió sin saber que estaba gravemente enferma. Sabía que tenía una enfermedad, pero –según cuentan– no sabía que era fatal y que su vida estaba a punto de concluir. Por esa razón, o tal vez por la contraria, quizá porque no sabía, pero sospechaba, no dejó de anotar y escribir durante el curso de su enfermedad hasta que le fue imposible seguir haciéndolo.
Siempre me ha parecido que no saber qué va a suceder en el futuro es lo que nos hace vivir el presente de una manera activa, nos hace llevar una vida comprometida, con un alto nivel de riesgo. Conlleva un gran peligro estar vivas, aunque esta falta de seguridad no es igual para todas ni todos, ni lo es en la misma medida ni con las mismas implicaciones ni se tiene sobre él el mismo grado de conciencia siendo unas y otros; siendo blancas o negros, ricos o pobres, autóctonos o migradas, ni pudiendo conectarse con un movimiento o una identidad políticamente movilizada que no haciéndolo, ni integrándose en una asociación de vecinos que no teniendo ningún tipo de participación en la sociedad civil … en fin, no es lo mismo tener una vida activa, que no tenerla.
Después de un tiempo leyendo a Carmen Martín Gaite, familiarizándome con su narrativa y a través de ella con lo que quiso, pudo contar y elaboró de su propia vida, me afirmé en la convicción de que no poder predecir el futuro es un síntoma de que podemos cambiar el presente. Es decir, tanto si no sabemos, como si tenemos la certeza sobre lo que sucederá, lo que pasará nunca es exactamente lo que nos dijeron que ocurriría.
Por tanto, hay margen.
El margen lo da la vida activa.
En el caso de Carmen Martín Gaite lo que la mantuvo con vida, creo, no fue solo –y quién sabe si en menor medida– la escritura, sino sobre todo el deseo de conectarse, de entablar relaciones, de hablar, de acompañar, de jugar, de escuchar y de ser escuchada.
De ser escuchada.
Carmen Martín Gaite decía que a quién cuando le hablas no te mira, te niega el pan y la sal.
Es decir, niega que existas, que estés, que tengas algún tipo de entidad. Si acaso te estuviera escuchando lo hace otorgándote la condición de asunto, y desde ahí, te da una solución, como si tú fueras un problema.
Y como problema, respondes.
Y cuando eres esencialmente un problema, dejas de ser una persona cuya vida en esta hora, en este minuto, y en estos segundos que hay que masticar conforme leemos y digerimos lo leído, está bajo su mismo control, pierde la potencia de ser activa y, sobre todo, la posibilidad de importar, que pasa a transformarse en el designio de molestar, de estorbar, de interferir, y de suponer una carga.
Sería muy de agradecer que la legislatura que comienza tuviera en cuenta lo anterior. Que el futuro no está escrito y que por eso mismo vale la pena intervenir el presente, que la sociedad civil está en marcha y que a los problemas formulados por actores políticos –individuales y colectivos– hay que mirarles a la cara, escuchar y aceptar su subjetividad sin desplazar la solución a la objetivación del problema, que suele querer decir, a la negación de las subjetividades que lo formulan y, al final, a la negación de la existencia de estos interlocutores que sin embargo están ahí, hablando para nosotras y exponiendo problemas que nuestras políticas y políticos tienen la obligación de resolver.
La política exige grandes dosis de empatía, altos niveles de escucha y comprender que escuchar es ya en sí mismo (re)conocer. El año 20 es muy simbólico; en realidad es posible que nuestra conciencia histórica active ahora precisamente la noción de que ha comenzado el siglo XXI. Lo sucedido hasta ahora ha tenido lugar sin que se hubiera despertado aún esa conciencia. El futuro es incierto, y da vértigo, y provoca ansiedad, pero solo se puede alcanzar viviendo el presente.
Carmen Martín Gaite decía que el tiempo es materia que, cuando se habita, se redime de la muerte. En sus palabras, además de un torrente de inteligencia, siempre había esperanza.
«Que tiempos son éstos que tenemos que defender hasta lo obvio» Bertolt Brecht.
Pablo Hasel nos ofrece un interesante repaso al panorama político mediante esta entrevista (vídeo).
https://insurgente.org/pablo-hasel-nos-ofrece-un-interesante-repaso-al-panorama-politico-mediante-esta-entrevista-video/