Sociedad
Veneno neoliberal
¿Cuántas nuevas formas de envenenamiento se están extendiendo y normalizando sin que seamos conscientes de las consecuencias?, se pregunta Mónica G. Prieto, que dedica su artículo semanal a los gases lacrimógenos como forma de represión y sus consecuencias.
‘La mirada’ es una sección de ‘La Marea’ en la que diversas autoras y autores ponen el foco en la actualidad desde otro punto de vista a partir de una fotografía. Puedes leer todos los artículos de Mónica G. Prieto aquí.
La Cumbre del Clima es un somero repaso de las infinitas formas inventadas por los seres humanos para acomodarse hasta límites absurdos y enriquecerse, aun a costa de la viabilidad del planeta. Lo difícil, en el mundo actual, es saber qué no nos está envenenando. La contaminación y la emisión de gases tóxicos, los químicos añadidos a los cultivos, las hormonas administradas al ganado, los conservantes, colorantes y antioxidantes, una pesca que se alimenta de los desechos plásticos –cuando no de metales pesados– arrojados al mar, el omnipresente azúcar, los refinados y los procesados.
Pero ¿cuántas nuevas formas de envenenamiento se están extendiendo y normalizando sin que seamos conscientes de las consecuencias? En Hong Kong, seis meses de protestas con su correspondiente y desproporcionada represión policial han sido suficientes para que la ciudadanía repare en algo: los gases lacrimógenos empleados de forma abusiva por los agentes para dispersar a los manifestantes y los líquidos rociados para marcarles e identificarles podrían tener consecuencias en la salud a medio y largo plazo. Aunque la policía se niega a difundir la composición de los gases lacrimógenos, la definición engloba a un tipo de arma química prohibida para su uso en tiempos de guerra por la Convención de Ginebra, pero común en el arsenal de cualquier fuerza antidisturbio que se precie. Los gases lacrimógenos suelen estar compuestos por clorobenzilideno malononitrilo (CS), que produce irritaciones cutáneas y afecciones respiratorias como las que han desarrollado adultos y niños que no participaban en las marchas de Hong Kong, algo que no debe extrañar dado que la represión no ha esquivado hospitales, colegios, centros comerciales o estaciones de metro en áreas residenciales.
Se estima que la policía ha lanzado más de 12.000 proyectiles de este tipo de gas en una de las ciudades más densamente pobladas del planeta. Los mandos descartan que la sustancia química esparza dioxinas en la atmósfera, pero tampoco divulgan la composición de los gases y la población está asustada. En los barrios más afectados, los padres ya no llevan a los niños a los parques. Algunas madres han dejado de amamantar por miedo a envenenar a sus hijos. Muchos lavan su ropa con bicarbonato sódico, o incluso se bañan en una solución con ese desinfectante, para eliminar las toxinas de la piel. Descartan comer comida callejera para evitar una potencial intoxicación.
Aunque no hay pruebas científicas, es lógico pensar que el uso continuado y desproporcionado de gas lacrimógeno sobre una ciudad tan sobrepoblada como Hong Kong es algo experimental y sus consecuencias se manifestarán en el futuro, en forma de enfermedades. El gas suele permanecer cinco días en el ambiente, pero la continuidad de las protestas y la represión hace que los hongkoneses vivan desde hace casi seis meses en medio de una nube química.
Por el momento, un estudio realizado por una organización salida de las manifestaciones que incluye profesionales sanitarios ha concluido que el 23% de las personas expuestas a los gases han padecido problemas respiratorios y oculares, así como irritación en la piel. Un 16% además ha padecido diarreas, y un 5,5% tose sangre. Pero las autoridades insisten en que como se trata de un arma no letal es lícito usarla, pese a la escasa eficacia demostrada a la hora de desactivar las protestas. También argumentan que el líquido azul lanzado desde cañones de agua contra los manifestantes para marcarlos no es dañino, pese a las irritaciones cutáneas que produce.
Greenpeace, que examinó muestras, no comparte esa opinión: considera que incluye gas lacrimógeno y que, por tanto, tiene consecuencias adversas en las vías respiratorias, en la visión y en la piel. ¿Y a largo plazo? Sobre el caso de Hong Kong es pronto para saberlo, pero un estudio turco publicado en la Revista Científica Mundial concluyó que los sujetos expuestos a gas lacrimógeno son susceptibles de desarrollar bronquitis crónica; otro, elaborado por el Ejército norteamericano para medir las consecuencias de la exposición de sus tropas a agentes químicos durante los entrenamientos, hallaron “riesgos respiratorios inesperados” que implican altas posibilidades de desarrollar infecciones tras los entrenamientos.
En Chile los manifestantes se quejan de hemorragias nasales, conjuntivitis, tos aguda y dermatitis. En algunos barrios, los vecinos han colgado pancartas rogando contención a la policía ante esta intoxicación masiva ordenada por el Estado: cada proyectil propaga sus químicos en un radio de entre 60 y 300 metros. Y no se trata solo del uso de gases lacrimógenos: como ocurre en Hong Kong, los cañones de agua para dispersar a los manifestantes no solo empapan, sino que también queman.
El Departamento de Derechos Humanos del Colegio Médico de Chile ha presentado pruebas ante una comisión del Senado sobre los efectos del agua lanzada, que según los expertos puede provocar quemaduras graves no relacionadas con reacciones alérgicas sino con compuestos químicos. “Se va generando un patrón de casos que nos va dando luces de que no son hechos aislados”, explicó el cirujano Roberto Machiavello. “Es muy importante saber cuál es la composición” del agua que usa la policía, añadió el doctor, que ha atendido a numerosos manifestantes.
Como ocurre en otros escenarios de protestas, el objetivo de la represión, como señalaba en un informe Amnistía Internacional, es claro: “Herir a los manifestantes para desalentar las protestas, incluso hasta el punto de utilizar la tortura y la violencia sexual contra los manifestantes. En lugar de tomar medidas para frenar la grave crisis de derechos humanos, las autoridades, bajo el mando del presidente Sebastián Piñera, han seguido una política de castigo durante más de un mes, agregando aún más personas a la asombrosa cantidad de víctimas que no para de crecer”. Todo con tal de defender el estatus quo, ese orden económico que no solo explota, reprime, miente, manipula y en ocasiones mata: también.
la peor las mentiras a jovenes ,
como comparar a Corbyn cn ls comunistas
P.D.
El objetivo más visible es la destrucción de las nubes naturales. Esto es algo que se puede comprobar a simple vista: los aviones fumigan por encima de las nubes naturales, estas se desintegran, quedando a veces aplanadas, y como consecuencia de ello no llueve.
A veces, en el proceso de aplastamiento, las nubes atacadas por los aviones fumigadores adquieren la forma de un tazón vuelto del revés o de una columna de platos invertidos, dando lugar a las conocidas como nubes lenticulares.
La destrucción sistemática de las nubes que vienen cargadas de agua significa ni más ni menos que nos están robando este preciado recurso desde hace décadas.
Lo peor es que nos están envenenando a conciencia y a quienes avisamos nos llaman conspiranoicos.
Se sabe por ejemplo de las grandes multinacionales farmaceúticas ó de la multinacional Monsanto que emiten virus al medio ambiente para vender sus productos.
Hay muchas evidencias, además, de que algo negativo emiten los aviones chemtrails que en ocasiones se cruzan decenas y decenas y dejan la bóveda celeste hecha un mar de nubes artificiales. Muchas personas, de distintos territorios, hemos observado que nos quedamos sin fuerzas, con mal de cabeza y mal rollo, otras te explican que les producen dolores musculares o tos e incluso pérdida de memoria. Algunos ancianos han dicho que les dejan como si les hubieran dado una paliza.
No tengo noticias de que Asociación Ecologista alguna haya pedido explicaciones al respecto, pero más que pedir explicaciones se deberían prohibir, ya sólo por dejar el cielo cubierto de nubes artificiales no pueden ser positivos.
La gente aún no se cree que estamos regidos y sometidos por monstruos, los más grandes capos del capital, que sólo ven en el ser humano algo con lo que ellos, raza superior «inteligente» tiene derecho a usar, igual que nosotros utilizamos animales indefensos para alimentarnos.
…distintas voces nos alertan a través de Internet de que la manipulación de los fenómenos meteorológicos no es el único objetivo de estas operaciones. Las fumigaciones secretas podrían estar relacionados con la difusión de enfermedades, con programas de control de la mente y del comportamiento de los seres humanos, con la destrucción intencionada del mundo vegetal para sustituir las plantas naturales por plantas sintéticas, y con la modificación del ADN de las personas.
La destrucción sistemática de las nubes que vienen cargadas de agua significa ni más ni menos que nos están robando este preciado recurso desde hace décadas. (Dicen que las guerras futuras serán precisamente por este preciado y cada vez más escaso recurso)