Feminisimo

Fíjate, ya entonces jugaban al fútbol

El Mundial femenino ha marcado un antes y un después en una historia de desigualdad en un deporte dominado por los hombres que viene de lejos y aún continúa.   

Dibujo de uno de los primeros encuentros de fútbol femenino, en Gran Bretaña. FIFA

Artículo publicado en #LaMarea71: ‘¿De quién es España?’ (julio-agosto de 2019). A la venta aquí

La escena sucede en Le Havre, una de las ocho ciudades francesas que acogieron el Mundial femenino de fútbol. Y la protagonizan dos señoras de unos 70 años que pasean por la Fan Zone. Se paran frente a una fotografía que muestra a un grupo de mujeres pateando un balón y, sorprendida, una le dice a la otra: “¡Fíjate, ya entonces jugaban al fútbol!”. Sonríen y continúan caminando. La imagen, en blanco y negro, es de 1925 y forma parte de una exposición que el Museo Nacional del Deporte francés ha montado en la pequeña ciudad normanda para ilustrar la historia de las mujeres en el fútbol. Algunos de los datos que ofrece son reveladores.

Según se recoge, el primer partido internacional del que hay constancia se remonta a 1881 y lo disputan un equipo de Inglaterra y otro de Escocia. Es un inicio. Catorce años más tarde (1895), se crea The British Ladies Football Club, el primer equipo exclusivamente de mujeres. Es la continuación. En plena Primera Guerra Mundial (1917), el Dick, Kerr & Co, el primer gran club femenino patrocinado por una fábrica de munición, es capaz de convocar a 10.000 hinchas en una cancha. Y tres años más tarde, a 53.000. Es el apogeo. En 1921, la Federación inglesa de fútbol prohíbe este deporte a las mujeres. Las considera una competencia para los hombres. Se trunca todo.

Hay que esperar un largo medio siglo para ver de nuevo partidos femeninos, primero en competiciones oficiosas, después de manera oficial, si bien jugar al fútbol continúa siendo considerado “muy desaconsejable” para las menores de 16 años. Desde entonces hasta ahora, es evidente, las cosas han cambiado. Entre los años 70 y 80, algunos países europeos alumbran las primeras ligas nacionales, lo que permite a las mujeres jugar de una manera más o menos regular a un cierto nivel. En 1984, la UEFA, el organismo que rige el fútbol en Europa, crea el primer campeonato continental femenino. El masculino había nacido en 1960. 

La FIFA, el rector mundial del fútbol, no se sumó a la causa hasta 1991, año en el que se disputó la primera Copa del Mundo. La de hombres se remonta a 1930. El movimiento olímpico la siguió en 1996, cuando los Juegos de Atlanta de 1996 inauguraron la competición femenina. Finalmente, con el cambio de milenio llegó también la apertura al torneo de clubes más importante de Europa, la Liga de Campeones, en 2001.   

El repaso merece la pena para poner en perspectiva el momento actual, que es, probablemente, el mejor de la historia, con sus luces pero también sus sombras. El sustancial avance logrado en las últimas décadas en algunos países de Europa y en parte de Norteamérica no ha tenido la misma réplica en el resto del mundo, donde, salvo en contadas excepciones (Japón, China y Sudáfrica son algunas de ellas), el fútbol sigue siendo un deporte de muy difícil acceso para las mujeres. Sin ir más lejos, en el ranking oficial de la FIFA, aparecen 155 selecciones femeninas frente a las 211 masculinas y hay que bajar hasta el décimo lugar para encontrar a Brasil, la primera suramericana. 

fútbol femenino
La jugadora de la selección española Irene Paredes y la estadounidense Megan Rapinoe durante el encuentro celebrado entre ambas selecciones en el último mundial. Panoranic / REUTERS

El panorama actual contempla todavía muchos países que no tienen ningún tipo de campeonato organizado para mujeres y no pocos que cuentan con un torneo no profesional que sobrevive como puede en el amateurismo. En esta última categoría entran naciones de gran tradición futbolística masculina como Chile e incluso Argentina, que, si bien aprobó la profesionalización de la liga femenina el pasado marzo, aún debe implementar la medida. “De a poquito estamos demostrando que podemos ser profesionales, que nos podemos dedicar de lleno a entrenarnos, a lo que es ser una jugadora profesional. Ojalá este Mundial sea un gran inicio y el puntapié para que empiece a crecer el fútbol femenino”, señaló la argentina Miriam Mayorga después de que su selección se estrenara en Francia 2019 arrancando un punto ante la todopoderosa Japón. 

“Sin duda ha sido un avance para el fútbol femenino (chileno) el que hayamos clasificado a esta primera Copa del Mundo, y este debe ser el principio de un trabajo, de un desarrollo de un profesionalismo en Chile”, añadió Christiane Endler, portera de la selección suramericana, que disputa el primer Mundial de su historia en Francia. “Tenemos nosotras que abrirles las puertas a las niñas más pequeñas que quieren dedicarse al fútbol femenino en Chile y demostrarles que sí se puede, que hay un fútbol profesional fuera y que con trabajo y lucha se pueden cumplir los sueños de estar aquí hoy jugando frente a 45.000 personas en uno de los estadios más lindos del mundo”, continuó tras haber protagonizado una espectacular actuación frente a Estados Unidos, la tricampeona mundial. 

Consolidada entre las mejores guardametas del mundo, Endler disfruta a sus 27 años del ‘privilegio’ de jugar en el Paris Saint Germain (PSG), uno de los equipos que mejores condiciones ofrecen a sus jugadoras, que pueden vivir exclusivamente del fútbol. Sus salarios oscilan entre los 5.000 y los 10.000 euros brutos frente a los 2.500-3.000 que se suelen pagar en la Liga francesa. Estas cantidades, que resultan nimias si se las compara con los sueldos de los hombres, son, sin embargo, auténticas fortunas para la mayoría de futbolistas que juegan en Suramérica, África y Asia, pero también en Europa, donde las diferencias entre países y clubes son más que notables. 

En España, que empezó a caminar hacia la profesionalización del campeonato femenino en 2015, la mayoría de jugadoras aún compagina el fútbol con otro trabajo o con estudios porque, según cuentan las protagonistas, lo que cobran no les da ni para pagar el alquiler del piso donde viven. Esa, no obstante, no es la realidad de las estrellas del Barcelona y del Atlético de Madrid, dos de los clubes que más han apostado por sus equipos femeninos, ni la de la mayoría de futbolistas que hoy componen la selección española. No en vano, La Roja contó con diez azulgrana y cinco rojiblancas entre las 23 elegidas por Jorge Vilda para disputar el Mundial que concluyó el 7 de julio. 

“Hemos conseguido algo que hace unos años era impensable. La gente nos sigue, los medios de comunicación también. Eso tiene también su lado negativo, pero nosotras lo demandábamos porque queremos que nuestro trabajo se vea recompensado de alguna manera y ahora nos conoce la gente, se habla de nosotras, España nos están viendo en la televisión, en los diarios, y eso es súper positivo para el fútbol femenino español”, aseguró a La Marea Marta Corredera, después de que La Roja lograra, por primera vez en su historia, clasificarse para los octavos de final de un Mundial.  “Estados Unidos y Francia nos llevan años de ventaja, no nos vamos a engañar. Son potencias mundiales, llevan muchos años trabajando a distancia nuestra, pero cada vez estamos más cerca”, prosiguió la delantera del Levante. 

“Estamos trabajando en una buena línea, tanto las jugadoras como el cuerpo técnico, la Federación y los patrocinadores. Creo que estamos en el camino de hacer algo grande y de que esto siga creciendo”, agregó la futbolista catalana, de 27 años, convencida de que “el tiempo” acabará limando las diferencias. 

El empuje feminista

Esa parece ser la tendencia, favorecida por la presión de los movimientos feministas, que han conseguido llegar también al fútbol. Hoy en día, no apoyar a las mujeres en el deporte, sea este cual sea, es una incorrección política. Y, además, una torpeza estratégica que descarta una posibilidad de negocio creciente. Desde el pasado Mundial de Canadá, las principales ligas del mundo y la FIFA vienen comprobando cómo dotar a las mujeres de más y mejores condiciones para que jueguen al fútbol beneficia a todos. La competición aumenta su calidad, la afición se engancha, la rentabilidad es mayor. Esta última está todavía a años luz de acercarse a la de las competiciones masculinas, claro está, y es uno de los argumentos más recurridos para justificar la evidente desigualdad que existe en el fútbol. No tiene en cuenta, sin embargo, la tremenda desventaja desde la que parten las mujeres y lo rápido que han recorrido parte del camino con medios aún muy escasos. 

Sólo hay que mirar a los Estados Unidos, donde las mujeres han logrado ganar tres  Mundiales pese a la sonrojante desigualdad salarial que han denunciado tener respecto a sus colegas masculinos, cuyo mejor resultado es el tercer puesto que obtuvieron en el lejano 1930, en la primera Copa del Mundo que se organizó. 

Mujeres, el próximo gran negocio del fútbol

Detrás del notable crecimiento del fútbol femenino en los últimos tiempos hay una razón tan poderosa como la supuesta lucha de sus estamentos por la igualdad: la posibilidad de negocio que le han visto. Más de un cuarto de siglo después de la disputa del primer Mundial femenino (1991), la FIFA, la UEFA, los responsables de las ligas nacionales y los patrocinadores han intuido los réditos que les puede dar invertir en un área tan poco explotada como el fútbol practicado por mujeres. 

Con apenas las primeras inversiones de calado, los resultados ya han sido notorios. TF1, la cadena francesa que junto a Canal Plus retransmite el Mundial de Francia, ha podido aumentar entre un 50 y un 60% el precio de sus espacios de publicidad gracias a las audiencias millonarias que tuvo desde el estreno del campeonato con el duelo entre las anfitrionas y Corea del Sur: 10,7 millones de televidentes. 

La cifra, inesperadamente alta, hizo que en el segundo partido de Francia, ante Noruega, 30 segundos de publicidad de la cadena pasaran de costar 63.000 euros a valer 95.000, según datos publicados por el diario galo Le Parisien. Además, el anuncio más caro en el descanso del duelo se elevó a 116.000 euros frente a los 73.000 previstos antes de que arrancara el torneo. 

En España, GOL, la cadena temática que ofrece los partidos del Mundial de Francia, también vio cómo el debut de la selección española frente a Sudáfrica disparó sus audiencias a su máximo diario de la temporada. Hasta 1.967.000 de personas vieron al menos un minuto del encuentro, que tuvo 859.000 telespectadores. 

En Inglaterra, los números de los partidos de su selección también son de récord, lo que confirma los halagüeños cálculos que había hecho la FIFA, el organismo que rige el fútbol mundial: Francia 2019 tendrá más de 1.000 millones de televidentes en los 135 países del mundo que emitirán el evento. En el pasado Mundial de Canadá, se quedaron en 750.000. Previamente, las cadenas de televisión también tuvieron que rascarse el bolsillo como nunca antes lo habían hecho. Y si la francesa W9 pagó 850.000 euros en 2015 por los derechos de emisión de aquel campeonato, TF1 ha desembolsado ahora algo más de 10 millones de euros por los del torneo que concluirá el próximo 7 de julio. El negocio, en cualquier caso, no solo se hace en televisión. La organización ha vendido ya más de un millón de entradas y todas las disponibles para los 14 encuentros que ya colgaron el cartel de no hay billetes. Los de la final, que se disputará en Lyon, se agotaron en 30 minutos. 

Las ciudades que acogen los partidos –ocho en este pasado Mundial– no habían ofrecido cifras del balance que les dejará esta Copa del Mundo a la finalización de este artículo. Pero sus hoteles, restaurantes y bares notaron ya los efectos del campeonato en la facturación. Lo mismo sirve para las marcas deportivas, que han visto una nueva rama de negocio en el fútbol femenino y han empezado a diseñar prendas y calzado específico para mujeres.  Por primera vez en su historia, la todopoderosa Nike ha confeccionado camisetas exclusivas para las selecciones femeninas que viste, entre ellas, la anfitriona Francia. Adidas, el otro gran gigante del sector, se estrenó en Argentina con la venta de camisetas con el nombre de las futbolistas de La Albiceleste. Hasta ahora, solo estaban disponibles las rotuladas con el nombre de Lionel Messi y sus compañeros. 

El margen de negocio es todavía muy amplio y es fácil pensar que no tardarán en surgir iniciativas para explotarlo. De hecho, algunas futbolistas ya se han lanzado a ello, en un intento de compensar los beneficios que con el fútbol femenino obtienen las grandes marcas y no revierten en ellas. Antes de aterrizar en Francia para intentar revalidar su título de campeonas, las estadounidenses Megan Rapinoe, Christen Press y Tobin Heath, y su excompañera Meghan Klingenberg, también campeona del mundo, lanzaron al mercado Re-Inc, una línea de ropa que busca la neutralidad en cuestión de género a través de las tallas y del diseño. 

La igualdad que las mujeres persiguen en el fútbol es también un excelente reclamo comercial que las cuatro jugadoras quieren aprovechar y quizás ampliar a otras líneas de producto. 

En España no se conocen iniciativas similares de momento. Pero varias marcas que patrocinan a la selección masculina hacen ahora lo propio con la femenina. Una de ellas, una firma automovilística, tuvo incluso la iniciativa de agasajar a las jugadoras con un coche antes de su partida para Francia. Nunca les había sucedido semejante cosa.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.