Análisis

Somos la antiespaña (II)

"Cabe pensar que el siglo XIX en España terminó en 1975. O no, ya que otra idea interesante es que nuestro autoritarismo del XIX está enlazando directamente con el del XXI".

Concentración en la plaza de Colón, en Madrid, el pasado 10 de febrero. EDUARDO ROBAINA.

Traidor, felón, ilegítimo, chantajeado, deslegitimado, mentiroso compulsivo, ridículo, adalid de la ruptura de España, irresponsable, incapaz, desleal, catástrofe, ególatra, chovinista del poder, rehén, escarnio para España, incompetente, mediocre y okupa. En febrero de 2019, Pablo Casado pronunció 21 insultos al presidente del Gobierno en una comparecencia de unos minutos. Casi paralelamente, se convocaba de manera improvisada una concentración en la madrileña plaza de Colón con el objetivo de desalojar al ‘inquilino de la Moncloa’. Es complicado encontrar un homenaje más redondo a la historia de España. Concretamente, al pensamiento conservador, llamado moderantismo o nacional-catolicismo. Los insultos de Casado podrían estar en un texto de Girón de Velasco, Gil Robles o Donoso Cortés, y ese acto en la plaza de Colón, que el periodista Enric Juliana llamó manifestación destituyente, estaba más en la tradición del pronunciamiento. Civil y pacífico, claro. Posmoderno, podría decirse.

Para contextualizar todos esos insultos y el acto de Colón, es necesario ir al siglo XIX y recuperar a tres figuras clave en el pensamiento conservador español. La más influyente: Jaume Balmes. Tras ser un activo militante de la causa de Don Carlos en la guerra carlista (1833-1840), fue el primero que entendió que la restauración del absolutismo era imposible y que había que formular un proyecto ideológico renovador que uniera a isabelinos, carlistas moderados, élites tradicionales, burgueses enriquecidos con el comercio de personas o bienes, burgueses enriquecidos con la desamortización, pequeños propietarios, artesanos, menestrales, etcétera. Es decir, la gente de orden. Balmes hizo la tarea de Aznar 150 años antes.

El pensamiento conservador debía pasar de la contrarrevolución pura y dura a un planteamiento nacionalista, imitando al liberalismo, es decir, la constitución de España como una comunidad política moderna con alianzas entre élites y clases populares, como había ocurrido en la Guerra de la Independencia. Si el liberalismo de Cádiz se asentaba en la democracia y los derechos individuales, su idea lo hacía en los dos pilares tradicionales: la monarquía y el catolicismo.

Su nación no es una reunión de ciudadanos que se constituyen como sujeto político bajo un mismo gobierno y unas mismas leyes, como defendía el liberalismo. Tampoco una comunidad cultural con unas características homogéneas, como religión, lengua y tradiciones, como sostenía el romanticismo. De esto último, sólo podía salvarse lo primero por la heterogeneidad del territorio de la monarquía, algo que Balmes conocía bien. España no había tenido una construcción nacional, sino imperial. Los territorios acumulados sólo tenían dos características en común: la pertenencia a la monarquía y la religión católica.

Para aglutinar estos territorios, era necesaria una tercera vía que crease esa comunidad política a través de esos dos pilares tradicionales. Ambas instituciones, de una manera paternalista, regían los destinos de un pueblo que debía ser atendido y confortado, los trabajadores debían crear asociaciones para la asistencia mutua y encauzar sus peticiones (Balmes también figura entre los antecedentes del catolicismo social). Sin embargo, la participación política debía limitarse y ese pueblo no debía acceder al poder, ya que el orden social, lo mismo que las tradiciones, era la garantía de la consistencia de los pilares. El alejamiento de la política, el uso de las tradiciones y el control de la educación eran buenas herramientas.

Podríamos decir que, añadiendo la monarquía, el lema de la CEDA (religión, patria, familia, orden, trabajo y propiedad) es un buen resumen del proyecto. A nivel práctico, esto se concretó durante la Restauración en una democracia controlada por el sufragio censitario o el caciquismo, la preferencia por los impuestos indirectos (consumos) frente a los directos (contribuciones), la visión asistencial o caritativa de los servicios públicos, el control religioso de la educación, el militarismo con reclutamiento discrecional (evitable con el pago de una tasa), la represión social e ideológica o la ausencia de una política económica fija, ya que el gobierno defendía sectores económicos concretos, ya fueran cerealistas castellanos o industriales textiles catalanes.

Ya tenemos la base del sentimiento patrimonialista que tiene la derecha española de las instituciones. Hay personas que deben estar en el poder, mientras que otras lo ocupan; lo mismo que los godos ‘entran’ y los musulmanes ‘invaden’. Según esta visión, el acceso de cualquier otro grupo a una institución es ilegítimo porque hace peligrar los pilares de la comunidad política y, por tanto, la misma esencia de España.

Cualquier proyecto alternativo, denuncia, cuestionamiento o análisis crítico es peligroso porque socava la base misma. No hay consenso. No se puede negociar porque quieren acabar con España. El cambio sólo es posible mediante posiciones de fuerza; las constituciones no se negocian: se imponen las propias y se boicotean las ajenas hasta poder quitarlas. No importa usar las instituciones como contrapoder porque el prestigio de las mismas no importa: son accidentales frente a la base tradicional.

Balmes no necesitó reescribir la historia. Sobre todo, porque había muy poca. Juan de Mariana había publicado la última Historia general de España a principios del siglo XVII. Su relato partía de la antigüedad mítica y se quedaba en los Reyes Católicos, para “no molestar”, según sus palabras. Mariana desarrollaba la idea de España como un territorio disperso aglutinado por la religión católica y dirigido por la monarquía castellana. La mayoría de las publicaciones parciales, no todas, abundaban en esa idea, recalcando la vinculación a los godos y la condición de extranjeros de los musulmanes. La obra de Modesto Lafuente de 1866 actualizó ese relato providencial y, además de popularizar el término Reconquista, señaló que el carácter español era indómito e individualista en defensa de su identidad y estableció sus mitos: de Numancia y Guzmán el Bueno a María Pita o Agustina de Aragón. Los mayores de 50 años seguro que los conocen.

El pensamiento conservador de Balmes se desarrolló en otros dos grandes intelectuales: Donoso Cortés y Menéndez Pelayo. El primero, por ejemplo, teorizó sobre la legitimidad de la dictadura o la reformulación de la palabra libertad. Para él, el liberalismo, que había defendido, era una doctrina inconsistente, ya que carecía de un cuerpo dogmático. Es decir, no es posible una sociedad abierta, con pactos y consensos, porque no ofrece seguridad. El liberalismo destruye por omisión los pilares de la comunidad política y ese vacío es ocupado por el socialismo, que sí tiene una base ideológica no negociable. Para evitar esa deriva hacia la tiranía, había que defender la monarquía y, sobre todo, la religión católica, base de la libertad española y occidental. Desde la democracia, si se vota bien; si no, con una dictadura. También, por ejemplo, hay que desconfiar de cualquier descentralización. El concepto de choque de civilizaciones ha recuperado su pensamiento, ya elogiado y desarrollado por el alemán Carl Schmitt en los años 30.

El otro pensador fue el polígrafo Menéndez Pelayo, otro antiguo liberal. En su Historia de los heterodoxos españoles estableció un concepto clave que aglutina el pensamiento anterior: la antiespaña. Los heterodoxos eran españoles sólo por razones de nacimiento; pero carecían del rasgo más profundo de la ‘raza’, una manera de ser y pensar unida a la religión católica. Para él, la religión prevalecía respecto a la monarquía y el resto de instituciones. Este criterio étnico enlazaba con los estatutos de limpieza de sangre, un mecanismo discriminatorio que, con altibajos, segregó a la población por su origen desde el siglo XV hasta el XIX. En esa lista de antiespañoles, estaban los judíos, los musulmanes, los apostatas, los herejes, los erasmistas, los protestantes, los renacentistas, los jansenistas, los ilustrados, los afrancesados, los krausistas y los liberales. Podría actualizarse con los masones, los ateos, los regeneracionistas, los marxistas y los separatistas. E incluso, con el feminismo.

La construcción nacional acostumbra a partir de una dinámica amigo-enemigo que establece alianzas entre élites y clase populares a través de unas instituciones de independencia o resistencia que después evolucionan a estatales. Era lo que había pasado en la Guerra de la Independencia, pero las instituciones no tuvieron continuidad por el regreso del absolutismo. El proyecto moderantista o nacional-católico necesitaba esa dinámica y Menéndez Pelayo se la ofreció creando ese enemigo interno que recorre la historia con diferentes caras en esa eterna lucha entre el bien y el mal. Adhesión o traición.

Ya tenemos prácticamente todos los conceptos clave para entender el discurso de la derecha española. Cualquier proyecto político alternativo no llega al poder por medios legítimos y es una tiranía impuesta previa a una deriva apocalíptica, un plan oculto avivado por enemigos extranjeros, que acabará con la destrucción de la religión, la familia, la nación, la propiedad, las tradiciones y, en general, el mundo tal y como lo conocemos. Este plan siniestro para acabar con España lo tenían los liberales o los republicanos, pero también Zapatero, que iba a acabar con la familia. Y, como ha quedado claro en la campaña electoral, Pedro Sánchez. También tenían planes ocultos Manuela Carmena con las procesiones o Ada Colau, que ha convertido Barcelona en el Chicago de los años 30.

La mención a Colau es pertinente porque hay muchos puntos en común entre el pensamiento político de la derecha española y la derecha catalana. Es fácil reconocer esa patrimonialización del poder. Recordemos al ‘intruso’ Montilla, y que existe una anticatalunya, un proyecto eterno en el tiempo, siempre deseoso de diluir la nación, un arcano cultural que sólo algunos, vinculados por procedencia, saben interpretar. No hay pacto posible con ese grupo. Adhesión o traición.

Balmes acabó asqueado de Madrid y sus camarillas, preocupadas de sus haciendas particulares y demasiado devotas del ejército. Llamó a la capital cloaca corrompida y ciudad ganada al desierto. Sus alusiones al carácter africano e irreformable de los españoles podrían aparecer hoy en el tuiter procesista.

La importancia de este proyecto nacional-católico es su éxito y su continuidad, proporcionando a la historia de España ciertos hitos que la desligan de la europea. No son los únicos. Nuestra Edad Media está ligada a la larga ‘Reconquista’ que, según Eric Wolf, configuró una estructura de “tomadores de tributos”. “La guerra y apoderamiento de pueblos y recursos, no el desarrollo comercial e industrial, llegó a ser el modo dominante de reproducción social”, concluye. La Edad Moderna está determinada por la Contrarreforma, el aislamiento intelectual voluntario y el control social a través de las instituciones represivas.

La Edad Contemporánea está marcada por el fracaso del proyecto liberal democrático frente al nacional-catolicismo en dos momentos: la Restauración y el Franquismo. En España, a diferencia de los países que denominamos ‘de nuestro entorno’, el Estado nunca se impuso a la Iglesia. Cabe pensar que el siglo XIX en España terminó en 1975. O no, ya que otra idea interesante es que nuestro autoritarismo del XIX está enlazando directamente con el del XXI. Esta tradición explica ciertas particularidades de la ultraderecha española, como la defensa del orden social existente, incluida la monarquía, o la vinculación religiosa.

Los discursos se repiten en el tiempo. En la nota explicativa de la Causa General de 1940, la base ideológica de la represión posterior a la Guerra Civil, se lee: “El Frente Popular, desde que asumió el Poder, a raíz de las elecciones de febrero de 1936 —falseadas en su segunda vuelta por el propio Gobierno de Azaña, asaltante del mando político—, practicó una verdadera tiranía, tras la máscara de la legalidad, e hizo totalmente imposible, con su campaña de disolución nacional y con los desmanes que cometía o toleraba, la convivencia pacífica entre los españoles. El Alzamiento Nacional resultaba inevitable, y surgió como razón suprema de un pueblo en riesgo de aniquilamiento, anticipándose a la dictadura comunista que amenazaba de manera inminente”.

Hagamos un juego y cambiemos algunos nombres: “El gobierno de Sánchez ha practicado una verdadera tiranía, tras la máscara de la legalidad, y ha hecho totalmente imposible, con su campaña de disolución nacional y con los desmanes que ha cometido o tolerado, la convivencia pacífica entre los españoles. Hay que desalojarlo porque hay un pueblo en riesgo de aniquilamiento por la actuación de populistas y separatistas”. Esto lo pudieron decir en Colón Santiago Abascal, Pablo Casado o Albert Rivera. Manuel Valls puede ser conservador, puede tener un punto racista, puede ser elitista, puede amar el orden, pero pertenece a otra tradición política. Tarde o temprano iba a chocar.

El periodista Joaquín Estefanía se preguntaba hace meses por la evolución de Ciudadanos: “cómo un partido que citaba a Isaiah Berlín o Karl Popper ha acabado en Onésimo Redondo”, se lamentaba. Le responde Karl Marx: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando estos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal”.

Leer Somos la antiespaña (I): los árabes fuimos nosotros

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Comentarios
  1. mi padre que era un facha de camisa azul a los siete me dijo que mi abuelo paterno osea su padre ,había inventado la rueda y yo ni corta ni perezosa le dije a mis compis de curso en la escuela esa buena noticia y una me dijo oye repu y entonces que inventaron los hombres primitivos????me quedé petrificada y en voz alta dije tienes razón es imposible en casa me han dicho tontadas, nos reímos mucho y eso hizo que desde ahí no creyese nunca mas bobadas que me decían los que saben todo y no dudan de nada y me sacan librejos sagrados para esto o lo otro.

  2. «el militarismo con reclutamiento discrecional (evitable con el pago de una tasa); Pues bien le recuerdo al señor Dioni que el tradicionalista Maeztu, de familia bien, se negó a que su familia le pagara la redención en metálico de la mili en plena guerra hispano-americana; Azaña por contra se libró de la mili por 2.000 ptas, averigüe usted a cuál de los dos admira Jorge Dioni…

  3. La introducción del estudio de Copérnico en los estatutos de la Universidad de Salamanca, se debió a Juan de Aguilera profesor de astrología en Salamanca de 1550 a 1560. La enseñanza del heliocentrismo fue aprobada por el Obispo Diego de Covarrubias y confirmada por Felipe II el 15 de Octubre de 1561. No hay evidencia de que los inquisidores persiguiesen a nadie por sus hipótesis científicas. Si es cierto que en 1559, Roma erigió una oficina especial del Santo Oficio que publicaba el Index Librorum Prohibitorum. La Inquisición Española tenía su propio Index, índice en el nunca fueron incluidos los trabajos de Copernico, Galileo y Newton. Copérnico, un canónigo polaco, en su libro De revolutionibus orbium coelestium, enseñaba, frente al geocentrismo de Aristóteles y Tolomeo, que es la Tierra la que gira en torno al Sol. La mayor parte de las universidades europeas, rechazaron la obra de Copérnico. Especialmente hostiles hacia los nuevos descubrimientos astronómicos fueron protestantes como Lutero, Melanchton y Calvino. Melanchton, amigo personal de Lutero dijo lo siguiente con respecto a Copérnico: “Muchos son los que consideran meritorio hacer lo que ese buscador de estrellas prusiano (sic), que pone en movimiento a la Tierra y deja inmóvil al Sol. En verdad los gobernantes, si son sabios, deberían poner freno al desencadenamiento de los espíritus”. Lutero aseguró que el heliocentrismo era herético, pues, según la Biblia, Josué mandó que se detuviera el sol, no la Tierra. Calvino se preguntaba: ¿Quién osará colocar la autoridad de Copérnico por encima de la del Espíritu Santo? En 1551 Kaspar Peucer15, yerno de Melanchton y profesor como él de la protestante Universidad de Wittemberg, pedía que se prohibiera la enseñanza de la teoría heliocéntrica. Fue condenada formalmente en las Universidades de Zurich (1553), Rostock (1573) y Tubinga (1582)16. Por el contrario, España fue una excepción: la Universidad de Salamanca en los Estatutos de 1561 establecía que en la cátedra de Astronomía podía leerse a Copérnico. En 1594, esa lectura se declaraba obligatoria. ¡Cuánta ignorancia muestra la ilustración francesa sobre los clérigos españoles! El fraile dominico Domingo de Soto fue el primero en establecer en 1551 que un cuerpo en caída libre sufre una aceleración uniformemente acelerada y su concepción sobre la masa (resistencia interna) es extremadamente avanzada. Según parece, Galileo conoció la obra de Domingo a través de un alumno del segundo, Francisco de Toledo, al que conoció en Roma en 1587.

  4. Para empezar, es una gran falsedad decir que la Contrarreforma ha sido un obstáculo para la Ciencia. De hecho, el periodo posterior al Concilio de Trento fue testigo de la aparición de una legión de jesuitas, carmelitas, benedictinos, escolapios, dominicos, capuchinos y mínimos dedicados a los estudios científicos: Ignazio Danti (obispo, matemático y cosmógrafo), el benedictino, matemático y astrónomo Francesco Maurolico, el monje Benedetto Castelli (inventor el pluviómetro), Atanasius Kirchner, el padre Gassendi (el primer científico en medir la velocidad del sonido),el escolapio Giambattista Beccaria (investigador de la física atmosférica), Averani, Galvani, el jesuita Grimaldi, Laura Bassi (catedrática de Física nombrada por el Papa), Lagrange, el abate Guglielmini (el primero en experimentar mecánicamente la rotación de la Tierra en 1791), Ampere (enamorado del rosario), Ardinghelli (otra mujer), Marsigli (un naturalista trabajando para los dominicos), Volta, Avogadro, Cannizzaro, el sacerdote escolapio Eugenio Barsanti inventó el motor de explosión en 1854, entre otros muchos. Como ya señaló Arnol Lund hace 60 años la mayoría de los logros científicos están relacionados con devotos católicos: la astronomía moderna es copernicana; el calendario, gregoriano; el hierro se galvaniza; la electricidad se mide en amperios, voltios y culombios; la mejora animal es mendeliana; la leche se pasteuriza; los médicos aplican los rayos Röntgen y Marconi aportó la posibilidad de poner en comunicación a los que afirman que la Iglesia es enemiga de la ciencia.

  5. Pero lo que más sorprende de esta leyenda negra no es sólo su falsedad sino que los presuntos “villanos” señalados como responsables de un pretendido atraso científico español, Vgr: Felipe II, lejos de oponerse de forma oscurantista a la ciencia moderna la promovieron enormemente. Felipe II9 adoptó siempre una generosa labor de mecenazgo de numerosas iniciativas científicas. El rey prudente10 fundó la Academia de Matemáticas en 1583 y para ella adquirió un edificio a la vera del Palacio real; fue la primera de Europa. En 1552 se había creado la cátedra de Cosmografía en la sevillana Casa de Contratación donde se explicaba el famoso libro de Pedro de Medina, leído en todo el continente. Otras muestras de interés del rey por la ciencia fueron la creación del Gabinete de Alquimia y la creación de la biblioteca11 del Escorial, de cuya organización se encargó su amigo personal y humanista Benito Arias Montano. Arias Montano dispuso que los libros se ordenaran por lenguas, y que se clasificaran en 74 materias, 21 de las cuales eran científicas. El rey también dispuso que los inventores depositaran sus modelos en el Alcázar y El Escorial. Debe señalarse también los códices de Leonardo da Vinci que fueron traídos a España por Pompeo Leoni desde Milán a instancias de rey Felipe II, mucho antes de que se reconociese el valor científico de Leonardo. En 1562 se creó en Salamanca la cátedra de Matemáticas, donde el copernicanismo se asentaría confortablemente, encomendado la enseñanza a García de Céspedes. Respecto a la Pragmática de 22 de noviembre de 1559 que prohibía estudiar en las universidades extranjeras, (exceptuando las de la Corona de Aragón, la portuguesa de Coimbra y las universidades italianas: la de Bolonia, la de Roma y la de Nápoles): ¿Servirá para algo insistir12 una vez más en que no hubo tal prohibición de estudiar y tampoco tal prohibición de importar? La prohibición de 1559 de estudiar en las universidades extranjeras (similar a otros decretos emitidos en otros países) sólo se dirigía a los castellanos y no al resto de los españoles, quienes continuaron estudiando libremente en el extranjero. Y mucho después de esta fecha, los pocos castellanos y aragoneses que lo deseaban continuaron estudiando fuera, mientras el estado se hacía el ignorante. Los controles lejos de restringir la educación quizás más bien la fomentaron: Castilla después de 1559 tenía proporcionalmente más estudiantes en sus universidades que Inglaterra o los Países Bajos. Y por si esto fuera poco nos dice el gran Marcelino Menéndez y Pelayo: “Pero ¿cómo hemos de esperar justicia ni imparcialidad de los que, a trueque de defender sus vanos sistemas, no tienen reparo en llamar sombrío déspota, opresor de toda cultura, a Felipe13 II, que costeó la Políglota de Amberes, grandioso monumento de los estudios bíblicos, no igualada en esplendidez tipográfica por ninguna de la posteriores, ni por la de Walton, ni por la de Jay; a Felipe II, que reunió de todas partes exquisitos códices para su biblioteca de San Lorenzo y mandó hacer la descripción topográfica de España, y levantar el mapa geodésico, que trazó el maestro Esquivel, cuando ni sombra de tales trabajos poseía ninguna nación del orbe; y formó en su propio palacio una academia de matemáticas, dirigida por nuestro arquitecto montañés Juan de Herrera; y promovió y costeó los trabajos geográficos de Abraham Ortelio; y comisionó a Ambrosio de Morales para explorar los archivos eclesiásticos, y al botánico Francisco Hernández para estudiar la fauna y la flora mejicanas?”

  6. Se alega que en 1836 al reconocerse la libertad de imprenta todavía se ponían trabas a la libre enseñanza de la geología. Pero lo cierto es no hubo ni entonces ni antes represión alguna sobre los descubrimientos geológicos: será una “víctima” de la inquisición quien lo demuestre. Mateo Orfila, científico y químico español, nos dice que en su juventud (1805) había ganado en la universidad de Valencia un certamen público sobre Geología; alguien denunció a la Inquisición las ideas sobre la antigüedad geológica del mundo expuestas por él, por lo que fue interrogado por el inquisidor Nicolás Lasso. Es el propio Orfila quien nos cuenta su experiencia: «Me encontré delante de un sacerdote de unos cincuenta años, de buena planta y de aspecto majestuoso, de maneras nobles y distinguidas. Pronto me di cuenta de que sus conocimientos y espíritu le colocaban en primera fila de los hombres de la Ilustración. Ayer por la tarde me dijo tuvisteis un gran éxito que aplaudo, tanto más cuanto que aprecio a la juventud estudiosa y procuro estimularla con todos los medios de que dispongo. ¿Quién sois? ¿De dónde venís? ¿Qué queréis hacer? De repente, sus amistosas palabras desvanecieron el miedo que tenía y me cohibía en una conversación que podría tener consecuencias desagradables para mí. Le contesté respetuosamente, procurando demostrar que no estaba intimidado. Me preguntó: ¿Es verdad que en la sesión de ayer por la noche, cuando se os preguntó, dejasteis entrever, siguiendo los conocimientos físicos y geológicos que habéis aprendido en los libros franceses, que el mundo es más antiguo de lo que se ha creído hasta ahora, y que al mismo tiempo dejasteis traslucir que vuestras opiniones sobre la creación de tantas maravillas no son completamente ortodoxas? Decidme la verdad. Mi contestación fue clara, de modo que quedó satisfecho. Entonces se levantó y me invitó a entrar en su hermosa biblioteca, señalándome, entre otros libros, las obras completas de Voltaire, de Rousseau, de Helvetius y de otros autores modernos. Para terminar me dijo: Marchaos, joven; continuad tranquilamente vuestros estudios y no olvidéis desde ahora que la Inquisición de nuestro país no es tan rencorosa como se dice, ni se preocupa tanto en perseguir como dice la gente». Testimonio recogido por José Luis Martínez Sanz en Una comparación necesaria en la Europa de la Edad Moderna: la Inquisición de la Iglesia y la justicia del Rey. Consultado en revista Arbil : http://www.arbil.org/117inqu.htm 22 Aunque un decreto de 1558 amenazaba con la pena capital a los contrabandistas de libro prohibidos, esta pragmática regia nunca fue aplicada. (Henry Kamen, la Inquisición Española. 6. El impacto sobre la literatura y la ciencia, pág.107). Otros países como Inglaterra y Francia no eran tan tolerantes como España, en este último país la posesión de libros prohibidos se castigaba con la condena a galeras a perpetuidad.

  7. Américo Castro, uno de tantos intelectuales lobotomizados por las mentiras de la Leyenda Negra, sostuvo que la obsesión inquisitorial con la limpieza de sangre impidió la consolidación de una burguesía nacional y como consecuencia la ruina de la ciencia española. Según Castro y sus seguidores (Gilman, Sicroff) la supuesta obsesión española por la limpieza de sangre provoco la exclusión de los conversos de los puestos de honor y reducidos a la miseria lo que presuntamente causaría la esclerosis de la economía y la ciencia. El problema con esta hipótesis es que ignora que los estatutos nunca consiguieron ser parte de las leyes españolas. Ningún código legal reconocía la discriminación por limpieza27. Sólo un número pequeño de corporaciones privadas tenía estatutos: la Inquisición, los seis Colegios Mayores de Castilla, las Órdenes Militares, tres órdenes religiosas, una docena de catedrales y algunos gremios locales. Los conversos podían, normalmente, asistir a cualquier Universidad u ocupar cualquier puesto de gobierno, entrar en la nobleza o en la Iglesia28. No afectaban, pues, a todo el mundo. Por otro lado durante el reinado de los Reyes Católicos la administración está plagada de conversos: Luis de Santángel, escribano de ración, cuya familia emparentará con los Villanueva; Gabriel Sánchez y sus descendientes serán tesoreros generales del reino; Sancho Paternoy, maestre racional; Alfonso de la Caballería, que emparentará con los Justicia de Aragón, vicecanciller; Felipe Climent, protonotario; secretarios reales, Juan de Coloma y Miguel Pérez de Almazán, señor de Maella, quien construirá una capilla en la iglesia de Santa María del Pilar. Gabriel Zaporta29 fue banquero de Carlos V. Por si fuera poco ya en el siglo XV Díaz de Toledo, Alonso de Cartagena, Lope Barrientos y Juan de Torquemada (tío del inquisidor) denunciaron la discriminación de los conversos. En 1599 el dominico Salucio publicó un Discurso en el que atacaba los estatutos. Contaba con el apoyo de miembros de la Inquisición

    y de eminentes prelados y políticos que rechazaban el racismo y antisemitismo implícito de los estatutos. Ya mucho antes la limpieza de sangre fue criticada libremente por innumerables intelectuales, teólogos y clérigos: Melchor Cano, Arias Montano, Padre Mariana, Covarrubias, Azpilcueta, Francisco de Vitoria etc. El duque de Lerma, valido Felipe III, también se opuso a los estatutos de limpieza de sangre; con Olivares y a instancia suya publicó la Inquisición en 1622 «el más extraordinario documento que jamás saldría de su seno» (Kamen), y que entre otras cosas manifestaba: «resulta pues que aviendo cessado totalmente lo que dio causa a los estatutos, será prudencia civil y política por lo menos que cesse el rigor de la execución de ellos». Este documento afirma, que los bautizados, tanto hebreos como gentiles eran miembros de la Iglesia de Cristo. Esta impresionante marea contestataria contra la limpieza de sangre obligó a la Inquisición a revisar su política antisemita con Inquisidores generales (Portocarrero30, Niño de Guevara, Sandoval y Rojas Pacheco), netamente partidarios de la supresión de los estatutos

  8. Durante el siglo XVI el heliocentrismo gozó de amplísima tolerancia en España. La introducción del estudio de Copérnico en los estatutos de la Universidad de Salamanca, se debió a Juan de Aguilera profesor de astrología en Salamanca de 1550 a 1560. La enseñanza del heliocentrismo fue aprobada por el Obispo Diego de Covarrubias y confirmada por Felipe II el 15 de Octubre de 1561. No hay evidencia de que los inquisidores persiguiesen a nadie por sus hipótesis científicas. Si es cierto que en 1559, Roma erigió una oficina especial del Santo Oficio que publicaba el Index Librorum Prohibitorum. La Inquisición Española tenía su propio Index, índice en el nunca fueron incluidos los trabajos de Copernico, Galileo y Newton. Copérnico, un canónigo polaco, en su libro De revolutionibus orbium coelestium, enseñaba, frente al geocentrismo de Aristóteles y Tolomeo, que es la Tierra la que gira en torno al Sol. La mayor parte de las universidades europeas, rechazaron la obra de Copérnico. Especialmente hostiles hacia los nuevos descubrimientos astronómicos fueron protestantes como Lutero, Melanchton y Calvino. Melanchton, amigo personal de Lutero dijo lo siguiente con respecto a Copérnico: “Muchos son los que consideran meritorio hacer lo que ese buscador de estrellas prusiano (sic), que pone en movimiento a la Tierra y deja inmóvil al Sol. En verdad los gobernantes, si son sabios, deberían poner freno al desencadenamiento de los espíritus”. Lutero aseguró que el heliocentrismo era herético, pues, según la Biblia, Josué mandó que se detuviera el sol, no la Tierra. Calvino se preguntaba: ¿Quién osará colocar la autoridad de Copérnico por encima de la del Espíritu Santo? En 1551 Kaspar Peucer15, yerno de Melanchton y profesor como él de la protestante Universidad de Wittemberg, pedía que se prohibiera la enseñanza de la teoría heliocéntrica. Fue condenada formalmente en las Universidades de Zurich (1553), Rostock (1573) y Tubinga (1582)16. Por el contrario, España fue una excepción: la Universidad de Salamanca en los Estatutos de 1561 establecía que en la cátedra de Astronomía podía leerse a Copérnico. En 1594, esa lectura se declaraba obligatoria. ¡Cuánta ignorancia muestra la ilustración francesa sobre los clérigos españoles! El fraile dominico Domingo de Soto fue el primero en establecer en 1551 que un cuerpo en caída libre sufre una aceleración uniformemente acelerada y su concepción sobre la masa (resistencia interna) es extremadamente avanzada. Según parece, Galileo conoció la obra de Domingo a través de un alumno del segundo, Francisco de Toledo, al que conoció en Roma en 1587.

  9. Lejos de despreciar los inmensos logros científicos andalusíes (como, por ejemplo, el descubrimiento de la órbita elíptica de Mercurio por Azarquiel), los cristianos españoles se dedicaron con ahínco a las traducciones científicas. El patrocinio del obispo Miguel de Tarazona (1119-1151) facilitó la traducción de la biblioteca, descubierta en Rueda del Jalón, del rey-matemático al-Mutaman. Y lo mismo hicieron los arzobispos de Toledo, Raimundo y Juan, con las bibliotecas árabes encontradas tras la reconquista de la ciudad del Tajo. Por cierto, poca gente sabe que los santos medievales fueron consumados tecnólogos: Al patrón de Burgos, san Adelelmo o Lesmes, se le recordó porque había construido un sistema de alcantarillado para la ciudad, sistema sanitario posteriormente copiado en otras ciudades castellanas.

  10. Mientras los progres sigáis convencidos de que los Reyes Católicos eran franquistas no habrá posibilidad de un debate serio; en su ignorancia desconocen que la ayuntamiento republicano celebraba por toddo lo alto la Fiesta de la Toma.
    La opinión del historiador británico Derek William Lomax, experto en la historia de la reconquista :»la naturaleza endémica y popular de la guerra entre cristianos y musulmanes, pues en ese período (1086-1340), a pesar de las treguas reales, los cristianos corrientes lucharon continuamente contra los musulmanes.Los pocos signos de tránsito pacífico a través de la frontera están superados con mucho por las correrías de saqueo y los actos de violencia; y aunque pudo haber algunos contactos pacíficos a nivel gubernamental, las masas eran tan permanente e irreconciliable mente hostiles como los indios y los blancos de Estados Unidos o de Argentina en el siglo XIX. Hay que descartar la idea de que la coexistencia pacífica de la gente corriente era ocasionalmente perturbada por la guerra que provocaban los dirigentes políticos y religiosos;sería más justo decir que los reyes trataron a veces, y sin resultado, de limitar la interminable guerra de que disfrutaban sus súbditos… Los conceptos de reconquista y cruzada pudieron tener su origen en los dirigentes de la cristiandad, pero la práctica de la guerra permanente contra los sarracenos fue una creación del pueblo. Y, a despecho de los huecos en la documentación, parece claro que las ideas de reconquista, guerra santa y cruzada se difundieron y aceptaron ampliamente en los estratos inferiores de la sociedad.»

  11. El Catecismo de la Iglesia enseña que “el amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad” (art 2239), pero como habrá quien nos diga que su patria es Cataluña o Vasconia yo voy a hacer las siguientes reflexiones. A mi como cristiano (no como ciudadano, qué conste) la unidad constitucional de España me importa un bledo, la razón es obvia me niego a defender un patriotismo basado en una constitución laica, proabortista y homosexualista. Ahora la cosa cambia cuando medito en la Gesta Española de una nación católica que alumbró la evangelización del Orbe, por ejemplo). ¡Cuanta razón tenía Berta Pensado cuando decía que era curioso que los enemigos de Cristo y de España a lo largo de la historia hayan sido los mismos! Esto nos lo confirma el gran apologista Messori : Messori: «El vuestro es un país extraño, donde se olvidan las verdaderas glorias de vuestra historia» Posdata :En algunas librerías del País Vasco y Cataluña no se venden sus libros por «españolistas».
    Para ilustrar lo que digo : La masonería catalana a favor de la independencia de Catalunya http://infocatolica.com/blog/friocaliente.php/1309220840-la-masoneria-catalana-a-favor

  12. El pobre que expropia para comer es «terrorista»…
    El rico que roba para hacer y aumentar fortuna es un patriota español y «muy español».
    (copio comentario de Oliver Rodrigo Loren Martín)

  13. En Colón no estaba el trío sino los cuatro jinetes del Apocalipsis : Casado , Abascal, Ribera y su Primo.

  14. Los señoritos del cortijo son grandes patriotas pero de la España cortijera.
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    EL NACIONAL CATOLICISMO SIGUE BIEN ATADO EN ESPAÑISTAN
    Pedro Sánchez echó marcha atrás al retirar de su programa de 2016 la derogación de los acuerdos del Concordato con tintes franquistas de 1979, para devolver al dominio público los inmuebles inmatriculados por la Iglesia -unos 3.000- durante el gobierno de Aznar, y retirar la clase de religión católica de los centros estatales.

    Ha desaprovechado, en el caso de llegar al poder, de convertir España en un estado laico como Francia, para que la Iglesia católica tenga los mismos derechos y deberes que cualquier institución, sin privilegios distintivos, asumiendo el principio democrático de la igualdad. Esos privilegios de la Iglesia católica, incompatibles con la democracia y un obstáculo para su credibilidad, decidió mantenerlos Pedro Sánchez, probablemente por el temor electoralista de que muchos católicos socialistas moderados le retiraran el voto y se lo diesen a los partidos de derecha.

    Con esa decisión, Pedo Sánchez pretendió no provocar a los obispos ni al catolicismo español, con un 50% de creyentes, contribuyendo a que se mantenga latente el nacionalcatolicismo. (José Melero – «El Periódico)
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    JUICIO CONTRA EL PROCES
    Manifiesto conjunto de la Assemblea Nacional Catalana, Òmnium Cultural y los partidos soberanistas ERC, la CUP y PDeCAT concentradas de forma unitaria en la plaza Catalunya bajo el lema «Llibertat: L’autodeterminació és un dret», en respuesta al final del juicio contra el procés:
    “La desobediencia siempre pacífica es un deber ante el autoritarismo de un estado anémico de democracia”.
    La unidad de España no puede estar por encima de los derechos fundamentales, “Este Estado quiere ciudadanos sumisos pero hoy volvemos a demostrar que somos ciudadanos críticos y que, ante la represión, la respuesta es la firmeza. Los derechos fundamentales no se tocan y no renunciaremos a nada: tampoco el derecho a la autodeterminación”.
    “Ante la represión, más movilización. Y para la autodeterminación, más unidad y más dignidad que nunca”.
    Responder a las sentencias con “firmeza, ingenio, coraje, inteligencia colectiva y siempre desde la ética resistente de la no violencia”. “Siempre desde la unidad, en nuestra diversidad y pluralidad”.
    El texto unitario considera que la única sentencia posible es la absolución porque advierte de que este juicio puede ser un punto de inflexión en la historia del Estado: “Si la sentencia no es absolutoria, creará jurisprudencia y marcará un precedente que pondrá en peligro todos los movimientos sociales en Catalunya, pero también en el Estado español y en toda Europa”.

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