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“Hay muchos ‘think tanks’ pensando en cómo quitar la monarquía sin que nada cambie”
Alberto San Juan estrena, junto a Valentín Álvarez, 'El Rey', la versión cinematográfica de la obra teatral. "No nos inventamos nada. Lo que hemos hecho ha sido reunir lo que nos parecía más significativo", explica San Juan en esta entrevista.
¿Con quién soñará Juan Carlos I por las noches? En sus sueños –o pesadillas– se han querido adentrar Alberto San Juan y Valentín Álvarez, codirectores de El Rey (Producciones del Barrio). Interpretado por Luis Bermejo, por la cabeza del monarca pasan fantasmas, al más puro estilo shakesperiano, como el dictador Francisco Franco, Adolfo Suárez, Juan Luis Cebrián, Felipe González, Chicho Sánchez Ferlosio, Salvador Puig Antich, Luis Carrero Blanco y hasta Henry Kissinger (personajes interpretados por Alberto San Juan y Guillermo Willy Toledo).
Después de la temporada sobre las tablas, El Rey da el salto ahora a la gran pantalla. Se estrenará el próximo 5 de diciembre en Madrid, Barcelona, Bilbao y Pamplona. Hablamos con San Juan sobre realidad y ficción.
¿Cómo surge la obra de teatro El Rey?
Pues surge dentro de las producciones del Teatro del Barrio, que se plantean como una mirada teatral directa sobre nuestra realidad política e histórica. En Ruz-Bárcenas se trató la corrupción político-empresarial de este país; en El Rey se trata la máxima figura institucional de nuestras estructuras estatales, que es la monarquía; en Masacre se trató la historia del poder económico, y en Mundo Obrero se trata ahora un relato sobre la clase trabajadora. El Rey nace porque la monarquía es un elemento del poder en España.
¿Por qué deciden llevarla al cine con este formato de un cierto lenguaje teatral?
En primer lugar, por el puro deseo de hacer una película, que era algo que compartíamos Valentín Álvarez y yo. Nos parecía que El Rey era una buena historia, primero porque los actores ya nos sabíamos el papel y así podríamos rodarlo en una sola localización en una semana, que fue lo que hicimos.
Además de esto, creo que nos hallamos en plena batalla cultural de la memoria contra el olvido. Una batalla perdida en la Transición que se ha reabierto hoy en día. A partir del impulso del 15-M se cuestiona nuestra democracia, nuestro sistema, nuestra historia. En los años 2000 surge también el movimiento para la recuperación de la memoria, protagonizado por los nietos que empiezan a buscar a sus abuelos. Podemos decir que de todos esos movimientos surgidos de la ciudadanía, cada vez son más evidentes las debilidades del sistema y este cada vez reacciona con más fuerza. Por su parte, el sistema tiene dos formas de pervivir: a través de la represión y a través de la propaganda. En el aspecto de la propaganda tratan de convencernos de que la monarquía parlamentaria basada en dos grandes partidos sigue siendo lo mejor para el funcionamiento de España. Por eso conviene entrar al trapo, entrar en el debate.
Estos días se celebrarán consultas en las universidades…
Sí, se van a celebrar referendos simbólicos sobre monarquía o república en barrios, universidades… Y eso forma parte de la batalla cultural en la que participa también un resurgir del franquismo al calor de la defensa de la nación española frente al independentismo catalán.
Esta sociedad tiene como cuentas pendientes las fosas comunes y la información y el conocimiento del genocidio franquista. También hay una realidad actual que se expresa en el suicidio hace apenas dos días de una mujer en Chamberí que iba a ser desahuciada. Eso forma parte de una realidad que la clase política y mediática se empeñan en tapar con la guerra de banderas.
¿El Rey es una película de ficción?
Es una ficción sobre una realidad actual cuya estela viene de muy atrás. El Rey no es un documental hecho con imágenes reales sino que es una ficción donde la materia prima son personajes reales pero abordados desde la ficción. Intentamos ser rigurosos con una cierta idea de verdad. No se plantea ningún dato que no haya sido previamente publicado, ya sea probado o como indicios. No nos inventamos nada. Lo que hemos hecho ha sido reunir lo que nos parecía más significativo.
Jesús Hermida, interpretado por Guillermo Toledo, le hace preguntas a Juan Carlos de Borbón sobre la supuesta recepción de comisiones por parte de la monarquía saudí, sobre el apoyo a las familias más influyentes del franquismo, etcétera. Pero, ¿le hace preguntas o le lanza afirmaciones?
No, no, le hace preguntas. No obstante, cada vez hay más pruebas. Las grabaciones de [José Manuel] Villarejo aluden con contundencia a mordidas millonarias del rey. Y sobre esto también hay mucha gente que lo ha dado a entender o lo ha afirmado en público, como Jaime Pañafiel o como Jorge Verstrynge, que han hablado de las comisiones que el rey se habría llevado del petróleo saudí. Pero bueno, mientras no sea juzgado y haya una sentencia o una documentación clara que lo pruebe, lo que hay son unos indicios. Para empezar, la fortuna que ha acumulado y nadie sabe cómo.
Además de todo esto, en ningún caso, mi intención nunca es, ni en esta película ni en otras, ofrecer verdades alternativas a la oficial, sino compartir preguntas.
Ha hecho referencia a las consultas que se van a celebrar sobre monarquía o república, a las declaraciones de Jaime Peñafiel… Todo se empieza a levantar, aparentemente, a raíz del suceso con el elefante. ¿Cuál es el proceso natural que se le viene a la monarquía en España?
Hay un problema de fondo siempre: el capitalismo. Los grandes propietarios tienen que mantener sus privilegios. El 18 de julio de 1936 se produjo un golpe de Estado encaminado a mantener los privilegios de los grandes terratenientes e industriales en España, que se sentían cuestionados, en su afán depredador, por el ciclo político de la II República.
En la Transición, esos privilegios no se tocaron tampoco. Y eso es lo que arrastramos hoy, que esas mismas empresas saquean los recursos comunes. Hablo de bancos, eléctricas o constructoras, todas intoxicadas del afán depredador. Lo que hoy es BBVA o el Grupo Santander, en su día fueron bancos que aumentaron su patrimonio durante y gracias a la dictadura franquista, y en una relación ineludible con el genocidio franquista.
Entiendo, entonces, que en el caso español el capitalismo tiene esa debilidad. Quitar una pieza puede hacer que todo se tambalee. Entonces, abrir las fosas comunes o acabar con la monarquía puede genera una onda expansiva que no saben hasta dónde puede llegar. A pesar de todo esto, creo que la monarquía española se cae a pedazos y por eso hay muchos think tanks pensando en cómo quitarla sin que nada cambie.
La película ha tenido un presupuesto muy bajo y lo habéis conseguido a través de un crowdfunding, incluso el elenco no ha cobrado. ¿Han hecho esto por trabajo o por militancia?
Ha cobrado todo el mundo excepto actores y directores, aunque es cierto que en algunos casos ha habido gente que ha cobrado menos de lo que cobra de forma habitual. Yo, personalmente, he hecho esta película porque mi oficio es el de contar historias, ya sea en el teatro o en el cine, y esta es una historia más.
¿Qué significa para una película que cuenta con actores tan significados políticamente como es su caso o el de Guillermo Toledo, cuando además los dos han vivido episodios de censura?
En una sociedad democrática no debería suponer ningún problema. En esta supone seguramente muchos prejuicios, incluso algo peor. En muchas entrevistas me dicen que soy una persona polémica o radical. Frente a esto me he dado cuenta de que es tal el proceso de despolitización de la sociedad española consolidado por el PSOE en los 80 y 90, que hoy en día ejercer la ciudadanía a través de la libertad de expresión y de la participación en el debate político se considera polémico o radical. Lo normal sería no expresarse políticamente, es decir, inhibir una parte importante de nuestra condición ciudadana.
Hay actores que están todo el día en la tele, en concursos, en anuncios… y a esos nadie les dice que se dediquen exclusivamente a hacer películas o a hacer teatro. Sin embargo, a los que aparecemos en los medios, no solo por nuestro trabajo sino hablando también de política, se nos critica, se nos niega el derecho. Esto es sintomático de nuestra sociedad.
¿Cómo es meterse en la piel de Franco, que en la película es un ser desprovisto de cualquier atisbo de humanidad?
Hay algo, no sé si divertido o qué palabra utilizar, a la hora de representar a un psicópata, a una persona que sabe que dispone del poder absoluto y no hay sentimientos que interfieran en el sentimiento del poder. A mí nunca me había tocado, pero hay algo en eso que supongo que es una forma de sublimar al criminal que todos llevamos dentro potencialmente. Entonces, pues sí, da gusto hacerlo.
¿Qué hacemos con Franco ahora?
Yo se lo daría a su familia, por piedad, porque lo que merecería es ser enterrado en la fosa anónima más profunda que exista. Pero como no creo en la venganza, pues se lo entregaría a su familia para que lo pongan donde quieran. En cualquier caso, en ningún espacio público, en ninguno.
¿Cree que Juan Carlos de Borbón tiene este tipo de pesadillas que se reflejan en la película?
No tengo ni idea, pero los seres humanos nos parecemos en muchas cosas. Por ejemplo, en la necesidad de amor. No sé si esta persona tiene pesadillas o no, pero motivos tiene: un niño abandonado por su padre en la infancia, un joven que mata a su hermano menor por accidente o por lo que sea y una persona que convive con un genocida y después lo defiende. Hay mucha sangre en la historia de Juan Carlos I, mucha sangre.
¿Creé que Juan Carlos I verá la película?
No tengo ni idea, pero no creo que se moleste.
Qué gusto oirte, Alberto.
Que puñado de verdades, compromiso sociopolítico sin complejos, que tío más legal. Cuanto es de agradecer todo ésto hoy día ya que como bien dices:
«hoy en día ejercer la ciudadanía a través de la libertad de expresión y de la participación en el debate político se considera polémico o radical».
«hay un problema de fondo siempre: el capitalismo». Sí, Alberto y siempre nos gana. Nos ganó en el 36 y nos tiene contra las cuerdas ahora. La gente sigue adoctrinada por el franquismo porque entre los designados para que todo siga atado y bien atado y la iglesia católica seguimos con el guión que escribieron los vencedores, vencedores materiales, que no morales.
Como bien dice Albert Pla «La culpa es de Rufián».
A la puta calle. Bien hecho, señora Pastor, usted que viene de una familia y un entorno de demócratas ejemplares, sabe bien lo que hay que hacer.
Si le permitimos estas barbaridades, puede acabar diciendo que todos los parlamentarios mienten. Acabará diciendo que el rey es un ladrón, acabará diciendo que el PSOE montó su propio grupo terrorista, que el partido popular está repleto de criminales. Acabará diciendo que partidos tan demócratas como Ciudadanos y Vox son unos fachas. Con lo fácil y respetuoso que sería llamarles ultraderechistas a los fachas.
Acabará diciendo que en este país los banqueros y las grandes empresas que dan esos servicios a los que todos tenemos derecho especulan, malgastan, desvían fondos y arruinan deliberadamente a los españoles con la complicidad de diputados, senadores, caciques, alcaldes y ediles, sin ningún tipo de remordimiento, solo por enriquecerse y comprarse otro chalet y otro yate donde follarse a más putas (cuanto más jóvenes mejor).
Acabará diciendo que las fuerzas de seguridad del estado están repletas de altos mandos que adoran a Franco. Es más, acabará diciendo que Franco puso al rey en el trono, y que los hijos y nietos de sus ministros montaron los partidos que, aún hoy, manejan el cotarro. Acabará hasta cometiendo herejía contra la santa Iglesia Católica española.Este niñato maleducado no puede llamarles franquistas solo porque no condenan el franquismo.
https://blogs.publico.es/dominiopublico/27138/la-culpa-es-de-rufian/