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Nos dirigimos a un caos climático y hay que tomar medidas ya (y V)
#EnPiePorElClima es una marcha en todo el mundo este 8 de septiembre contra el cambio climático y en defensa de una vida digna para todas las personas en este frágil planeta.
Como el calor que te golpea la cara al abrir el horno, o la ventana en mitad de agosto, el verano que dejamos atrás nos vuelve a dejar claro que el cambio climático ya está aquí: son las temperaturas por encima de 33ºC en el Ártico, son incendios nunca vistos en Suecia y 96 muertos en Grecia atrapados por las llamas, son olas de calor que rompen récords por todo el suroeste peninsular: 43, 44, 45ºC. Es el mayor incendio de la historia de California, pero, sobre todo, es la asfixiante sensación de que este será otro más en una larga serie de aterradores veranos a menos que hagamos algo. Y que lo hagamos pronto.
Durante siglos, las sociedades humanas han disfrutado de un clima particularmente estable. Ya no. 150 años de crecimiento capitalista sostenido en la quema de carbón, petróleo y gas natural han cambiado completamente el aire que respiramos. El aumento en la concentración atmosférica de CO2 resultante de su combustión, la mayor en 800.000 años, está calentando el planeta. Y las consecuencias de este cambio climático están siendo más extremas y están ocurriendo antes de lo que los científicos esperaban. Nos dirigimos hacia un caos climático que, si no se empieza a tomar medidas radicales de forma urgente, podría llegar a ser irreversible. Estas medidas pasan por descarbonizar la economía y por adaptarnos a algunas consecuencias inevitables del cambio climático en marcha. Pero no se están tomando. No tan rápido como hace falta.
En el fondo, todos sabemos que el gran problema a la hora de afrontar el cambio climático es político. Tenemos los medios técnicos y sabemos qué transformaciones sociales nos ayudarían a empezar a frenar el cambio climático: cerrar las centrales de carbón cuanto antes, invertir en energías renovables, prohibir nuevas exploraciones de gas y petróleo, fomentar el tren y el transporte público, reducir el consumo de energía de los más ricos, etc. Sin embargo, las élites nacionales y globales, presionadas y financiadas por las grandes multinacionales del lobby fósil, no están muy por la labor de ponerlas en marcha: en 2015, los países firmantes del Acuerdo de París se comprometieron a evitar que la temperatura media global superase los 2ºC por encima de la época preindustrial. Al mismo tiempo, dichos países presentaron una serie de medidas completamente insuficientes que nos llevarían a aumentos de temperatura muchísimo mayores. Esta disonancia entre lo que se dice y lo que se hace podría ser cómica si no fuese tan terriblemente trágica.
Lo mismo ocurre en nuestro país. Comparado con el nefasto duo [de los exministros] Nadal-Tejerina, que hizo todo lo posible por no hacer nada, el Ministerio de Transición Ecológica del gobierno Sánchez, con Teresa Ribera al frente, supone un paso hacia adelante tan claro como insuficiente. Este gobierno tiene algunas tareas importantes por delante como establecer cuanto antes un calendario del cierre de las centrales de carbón (apoyando a las comunidades afectadas por el mismo), fomentar las renovables o sacar adelante la tan esperada como necesaria ley de cambio climático. Sin embargo, la historia nos dice que los gobiernos del PSOE siempre tienden a mostrarse más bien tibios con los poderosos y, como muestran sus últimos bandazos en migración, Sánchez suele dejarse llevar por el calor mediático que más le convenga.
Lo queramos o no, el calentamiento global va a cambiar el mundo en el que vivimos. La sociedad tendrá que adaptarse a sus consecuencias y, tarde o temprano, dejará de depender de combustibles fósiles para su funcionamiento. Lo que está en disputa ahora mismo es quién va a sufrir y quién se va a beneficiar de dicho cambio. ¿Serán los que más tienen y, por tanto, los que más contaminan o serán los más pobres del sur global? ¿Viviremos en sociedades más justas, sostenibles y democráticas o más autoritarias en las que una vida digna sea el privilegio de unos pocos?
Solo con un plan de transición ecosocial que ponga en el centro las necesidades de la mayoría es posible que los perdedores del cambio climático no sean, seamos, los de siempre. Es necesario recurrir a lo que llamamos el espíritu de 2025, poner ya en marcha el movimiento que fuerce esa transición para dentro de diez años o menos. No tenemos tiempo, pero sabemos que el pragmatismo climático, la dilación de las soluciones, es criminal, y solo las acciones que ahora se consideran imposibles son realistas. Tenemos que actuar ya.
Entre el 12 y el 14 de septiembre, gobernantes locales de todo el mundo se reunirán en California en la Cumbre Global de Acción Climática. Por eso, este 8 de septiembre miles de trabajadoras, estudiantes, feministas y migrantes saldremos a la calle en ciudades y pueblos de todo el mundo para exigir el fin inmediato de las nuevas inversiones en proyectos fósiles y una transición ecológica rápida y justa a un modelo 100% renovables. A las 19.00 en la plaza Juan Goytisolo (museo Reina Sofía) de Madrid, Contra el diluvio y otras organizaciones ecologistas os llamamos a poneros #EnPiePorElClima contra el cambio climático y en defensa de una vida digna para todas en este frágil planeta.
DERECHO A LA TIERRA YA. MOVILIZACION GLOBAL ALREDEDOR DEL DIA MUNDIAL DE LA ALIMENTACION, 15 al 26 octubre 2018.
Miles de individuos y organizaciones alrededor del mundo nos uniremos para elevar nuestras voces con el fin
de celebrar el papel crucial que juegan los habitantes autóctonos y las comunidades locales en nuestra nutrición y la alimentación del mundo y con el fin de detener la expropiación como paso esencial en la prevención del hambre y el aseguramiento de la diversidad de
nuestro alimento.
El día mundial de la alimentación está dedicado a erradicar el hambre para el año 2030. Asegurar el derecho a la tierra que tienen los habitantes autóctonos y las comunidades es una medida esencial para detener la expropiación que amenaza la seguridad global de la alimentación.
El Día Mundial de la Alimentación es un momento importante para que los activistas de la tierra se vinculen con
pequeños agricultores, movimientos ecológicos, organizaciones urbanas y todos aquellos a quienes interese la seguridad alimenticia, de manera que
puedan continuar ejerciendo presión por los derechos de la tierra. Debemos unirnos todos para detener las amenazas que se ciernen en torno a nuestra tierra y nuestra agua.
Hagamos un fuerte llamado global para que los gobiernos adopten, implementen y hagan cumplir las leyes que protejan los derechos a la tierra de los habitantes autóctonos y las comunidades, y para que las corporaciones los respeten. Muchas personas, incluyendo aquellos que formulan leyes, ya han comenzado a
pensar seriamente en los derechos a la tierra, y los beneficios que ellos conllevan: este año queremos demostrar que las leyes promulgadas hasta el momento realmente protegen nuestras fuentes alimenticias y el planeta, en el momento actual y en el largo plazo.
Tu voz es importante.
https://landrightsnow.contentfiles.net/media/assets/file/Mobilization_Guide_LRN_2018_spanish.pdf