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“El problema del agua no será una guerra dentro de 15 años. Lo tenemos encima”

La Marea conversa sobre los conflictos por el agua con el profesor Aaron Wolf, una de las figuras más prestigiosas en la negociación internacional por los recursos hídricos.

Vista de las cataratas de Chocolate de Arizona, Estados Unidos, tras una tormenta. Foto: Cebi / CC BY-NC 2.0.

El profesor Aaron Wolf, de la Universidad del Estado de Oregón (EEUU), es una de las figuras más respetadas en el mundo de la negociación internacional por los recursos hídricos. Hablamos con él tras una charla en Madrid sobre la gestión y transformación de los conflictos generados en torno al agua. Cuando inevitablemente le hacen la pregunta desde el público, a Wolf se le cambia la cara: “¿Es optimista?”. En ese momento, todo lo que eran sonrisas y notas de humor cambia. “No, soy pesimista”, responde el profesor y mediador internacional.

«No creo que el agua vaya a ser la causa de guerras entre Estados, pero sí que vamos a seguir viendo ejemplos intranacionales como el de Siria en el mundo subdesarrollado”, explica. En este país, incide el investigador, una sequía hizo que la gente migrara del campo a las ciudades, creando el caldo de cultivo necesario para una guerra civil que en marzo cumplirá siete años. “Suben los precios de los alimentos, se multiplica el desempleo, decenas de miles de personas sin trabajo, desarraigadas, enfadadas… Antes de que te des cuenta, tienes Siria. El problema del agua no será una guerra dentro de 15 años. El problema ya lo tenemos delante de los ojos”, afirma.

Aaron Wolf se define como “persona de agua”, y explica que él ve el mundo como una cuenca hidrológica, en la que las líneas sinuosas de los ríos no se ven interrumpidas por las fronteras. “Pero las fronteras existen, y existen por varias razones, así que tenemos que hacer lo posible por reconciliar esos dos mundos”, afirma. A ello se ha dedicado desde principios de este siglo, facilitando la negociación entre Estados para cooperación en temas de agua. Una cooperación que espera que resista los embates del cambio climático.

Para el académico estadounidense, la percepción pública de la conflictividad internacional sobre el agua es exagerada, y responde a la lógica mercantil de medios de comunicación sensacionalistas y políticos demagogos. “Nadie quiere ir a la guerra por el agua. Es tremendamente poco eficaz desde cualquier punto de vista, ya sea político, económico o estratégico”, afirma Wolf, que se apoya en datos compilados durante más de 20 años. De 310 cuencas internacionales, sólo hay tensiones en seis, y el 80% de los conflictos no pasa de la fase verbal: “Solo hemos registrado 38 casos de conflictos violentos. 26 de ellos han sido entre israelíes y árabes, de los cuales el último caso fue en los años 70”. Wolf añade que sólo ha habido una guerra internacional cuyo motivo específico haya sido el agua: la librada entre las ciudades-estado de Lagash y Umma, en la cuenca del Tigris y el Éufrates, alrededor del año 2500 A.C.

Curiosamente, todas las cuencas consideradas en riesgo (Nilo, Indo, Ganges, Jordán y Tigris-Éufrates) corresponden a áreas que pertenecieron al imperio británico. “Cuando se rompe un imperio surgen decenas de nuevos países, que antes no necesitaban tratados para colaborar en asuntos hídricos, y ahora sí los necesitan. Tienes unas normas para un gobierno, y de repente tienes dos, cinco o diez gobiernos sin tratados previos”. El tamaño de las cuencas y la situación geopolítica de los países afectados también influye. Wolf pone como ejemplo la Unión Soviética, cuya ruptura ha incrementado las tensiones en cuencas del Cáucaso y Asia Central, pero nunca al nivel de las ex colonias británicas.

El profesor Aaron Wolf, durante su charla en Madrid / Foto: Santiago Sáez

El profesor Aaron Wolf, durante su charla en Madrid / Foto: Santiago Sáez

Negociación no convencional

“Cuando entras en una habitación llena de personas enfadadas, que normalmente son hombres, lo que quiere todo el mundo es hablar. Pero si todos hablan ¿quién escucha?”, explica Wolf. Por eso, en su faceta de mediador, a menudo el profesor aboga por dejar de lado la ciencia y la política, típicos encuadres occidentales, y confiar en acercamientos a la negociación basados en otras tradiciones, así como en el instinto y la experiencia de las comunidades locales. “El enfoque occidental casi siempre trata de buscar datos y aplicar soluciones técnicas, pero en muchas ocasiones esto, simplemente, no es posible. Resolver las cuestiones técnicas es sólo la mitad del camino”, explica.

Al profesor no le da miedo implementar medidas basadas en la tradición al más alto nivel político. Desde técnicas de meditación budista para calmar los nervios propios y ajenos y escuchar con más atención , la disposición de las mesas de negociación, para obligar a los participantes a sentarse unos al lado de otros (como se hace al rezar) en lugar de enfrentados. “Estas son herramientas que vienen de las comunidades religiosas, pero es que funcionan. Yo soy científico, pero esto es muy útil”.

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Comentarios
  1. ENFRENTAMIENTOS POR EL AGUA EN LA PENINSULA IBERICA.
    La aparente situación de sequía que se vive en Almería, Murcia y Alicante tiene menos que ver con la escasez real del recurso que con una cuestionada gestión del agua. Son varias las organizaciones que llevan años denunciando “el expolio”, “la trama” y “el negocio” que se ha creado en torno al agua en esta cuenca.
    “En el Segura no hay una sequía meteorológica, sino que se ha creado de manera insostenible. Hay un exceso de demanda del agua disponible que está presionando los ecosistemas. Lo que hay es un problema de gestión”, Julia Martínez, directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua.
    Según un informe de Greenpeace, la superficie regable en la zona aumentó un 80% entre 1991 y 2002. Además, muchas son ilegales. A pesar de que un decreto ley de 1986 prohibió las nuevas concesiones de agua, el nuevo Plan Hidrológico del Segura (2015-2021) reconoce que hay unas 60.000 hectáreas de regadío posteriores a su entrada en vigor. En paralelo, se ha ido propiciando una mayor agricultura de cultivos que necesitan mayor consumo de agua como las hortalizas.
    La cuenca del Segura es de las más ricas en aguas subterráneas de la Península Ibérica. Sin embargo, el Plan Hidrológico del Segura no calcula el agua que hay en sus embalses subterráneos, según denuncia el informe de Greenpeace. El Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona estimó que el flujo subterráneo de agua en el caso del mar Mediterráneo puede ser hasta 15 veces mayor al del caudal de los ríos.
    “Los acuíferos del Segura están en una situación excelente. Se podrían utilizar con cabeza y habría suficiente para mantener la demanda en la cuenca”, señala en conversación con Público Julio Barea, responsable de Agua de la organización.
    “El agua subterránea no es negocio para las grandes constructoras de desaladoras, presas, grandes conducciones y trasvases. Reconocer que existe suficiente agua subterránea en cantidad y calidad sería un problema para el negocio de la sequía”, apunta el informe, realizado por el hidrogeólogo Francisco Turrión.
    PERSECUCION AL PEQUEÑO AGRICULTOR
    Son muchos los pequeños agricultores de la zona que han denunciado la represión contra sus explotaciones agrícolas, mientras a las grandes empresas no se les sanciona o se les aplica una amnistía para su legalización. El informe de Greenpeace está lleno de ellos. “Soy víctima de un grupo de empresarios y del ministerio que aprovechándose la infraestructura del trasvase Tajo-Segura, amplían regadíos y le roban el agua a miles de ciudadanos”, señala el agricultor Pedro Morales. “Cuando vas para Murcia ves regadíos que antes no existían y que tienen agua, cuando tú, ahí en tu tierra, ves que la gente no la tiene”, señala Carlos Sánchez, presidente de la comunidad de regantes de Elche de la Sierra.

  2. Espero que no hayan guerras, lo que si es seguro rs que el agua de calidad cada vez escasea más. La de boca llena de nanopartículas de plástico, la de riego cargada de pesticidas y nitratos.

  3. Sí, el agua será la causa de las futuras guerras entre estados así lo vienen advirtiendo desde hace años científicos independientes, reconocidos ambientalistas y hasta filósofos.
    No es difícil predecirlo dado que no es un lujo y sí una necesidad para vivir y cada vez va a escasear más.
    Activistas defensores de la naturaleza están pagando con la vida su oposición a las presas y grandes embalses que inundarán su territorio para favorecer los intereses de pudientes especuladores.
    Con respecto a Siria, profesor Aaron:
    Yankees & astute Israelians: Go home, out of Siria. Sing Mea Culpa.

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