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Y la política catalana se mudó a las redes
La campaña electoral catalana se ha trasladado a Twitter, lo que no solo supone un cambio, sino ciertas dudas sobre la validez de lo que allí sucede.
Todo empezó en el Instagram de Carles Puigdemont, y en un cielo decorado de gárgolas que aquel lunes 30 de octubre no era el cielo del 30 de octubre. O sea, que el expresident Puigdemont se había largado ya a Bruselas, pero aquella mañana despejada de Barcelona colgó en su cuenta de Instagram la foto de un cielo con cuatro nubes. Eso lo explicaron a posteriori los expertos en nubes –que el cielo era otro cielo–, pero los comentaristas radiofónicos andaban aquel amanecer dándole vueltas a la posibilidad o no de que Puigdemont hubiera “ido a trabajar”, pese a haber sido cesado tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Quien sí había ido a trabajar era el conseller Josep Rull. “Al despatx, exercint les responsabilitats que ens ha encomanat el poble de Catalunya”, publicó en su cuenta de Twitter. Podría ser verdad o no, podía estar trabajando o, como barajaban algunos periodistas, “recogiendo sus cosas”, ya que menos de una hora después volvía a Twitter para anunciar que dejaba el despacho. Lo único cierto es que aquella mañana de lunes en la que el Govern ya estaba cesado, hace una semana, los asuntos catalanes se mudaron a las redes. Y ahí siguen.
Al despatx, exercint les responsabilitats que ens ha encomanat el poble de Catalunya. #seguim pic.twitter.com/npc6vFH0rB
— Josep Rull i Andreu (@joseprull) 30 de octubre de 2017
Surto del Departament per anar a la reunió del Comitè Nacional del @Pdemocratacat. Continuem amb l’agenda prevista #seguim
— Josep Rull i Andreu (@joseprull) 30 de octubre de 2017
UN BARULLO
De hecho, el preludio al traslado virtual del Govern arrancó cuatro días antes de aquella jornada nublada en el Instagram presidencial, el jueves 26, justo en el momento en el que parecía que Carles Puigdemont había decidido convocar elecciones autonómicas en lugar de declarar la República.
Los estudiantes universitarios atestaban la Plaça de Sant Jaume al grito de “Puigdemont traidor” y en Twitter se multiplicaban insultos e improperios hacia un gobernante que no había tomado ninguna decisión ni había aplicado medida alguna. Pero así son las redes, y los diputados Jordi Cuminal y Albert Batalla, a las 13.27 y las 13.34 respectivamente, presentaron su dimisión. “Respeto la decisión, pero no la comparto nada”, escribía Batalla. “No comparto la decisión de ir a elecciones”, afirmaba Cuminal. Pero, ay, lo cierto es que no había ninguna decisión tomada. No solo eso, sino que acabaría declarándose la República, más o menos. Sin embargo, en las redes ya había sucedido lo contrario.
No comparteixo la decisió d’anar a eleccions. Renuncio a la meva acta de diputat i em dono de baixa del @Pdemocratacat
— Jordi Cuminal ? (@jordicuminal) 26 de octubre de 2017
Respecto la decisió, però no la comparteixo gens. Avui mateix renuncio com a diputat i em dono de baixa del @Pdemocratacat. pic.twitter.com/Zmq06fHmUI
— Albert Batalla ? (@albertbatalla) 26 de octubre de 2017
En el vaivén de aquel jueves aciago, unas horas después quien dimitía era Santi Vila, entonces aún conseller d’Empresa i Conseixement de la Generalitat. Vila, no obstante, dimitía justo por las razones opuestas a las que habían llevado a sus correligionarios a hacerlo. “Dimito. Mis intentos de diálogo nuevamente han fracasado”, publicaba en su cuenta de Twitter. Aún no había pasado nada exactamente, pero en las redes la suerte ya estaba echada.
Dimiteixo. Els meus intents de diàleg novament han fracassat. Espero haver estat útil fins l’últim minut al president @KRLS i als catalans
— Santi Vila (@SantiVila) October 26, 2017
Y tal era el barullo, que el presidente del Gobierno de España decidió lanzar uno de sus “mensajes de legalidad” a la población. ¿Y dónde lo hizo? En su cuenta de Twitter. “Pido tranquilidad a todos los españoles. El Estado de Derecho restaurará la legalidad en Cataluña. MR”, publicó a primera hora de la tarde del viernes 27. En el Senado se iba a aprobar la aplicación del 155 y en el Parlament catalán, la declaración de la República independiente. Pero nada de eso había sucedido aún en el mundo real. Las iniciales MR al final del mensaje querían decir que era el propio presidente quien había “escrito” la frase.
Pido tranquilidad a todos los españoles. El Estado de Derecho restaurará la legalidad en Cataluña. MR
— Mariano Rajoy Brey (@marianorajoy) October 27, 2017
COSAS QUE NO SUCEDEN
A última hora del viernes 27 de octubre, finalmente se aprobaron la República catalana en el Parlament y la aplicación del artículo 155 en el Senado, algo que ya había sucedido horas antes en Twitter. Los diputados Albert Batalla y Jordi Cuminal, por cierto, volvieron a sus escaños como si tal cosa, ya que la dimisión había sucedido solo en Twitter.
Y ahí está el meollo de la cuestión. ¿Hasta qué punto suceden las cosas que suceden en Twitter?
No se trata de una cuestión baladí, ya que la marcha del expresident Puigdemont a Bruselas no solo ha reubicado allí su ejercicio como “presidente en el exilio”, según sus términos, sino que allí se traslada también su campaña electoral de cara a los comicios del 21 de diciembre. Para abrir boca, allí anunció el pasado día 4 de noviembre su opción por una lista unitaria.
És el moment que tots els demòcrates s’uneixin. Per Catalunya, per la llibertat dels #presospolitics i la República https://t.co/W4WDeUIB43 pic.twitter.com/FwbnA2wMQE
— Carles Puigdemont ? (@KRLS) 4 de noviembre de 2017
¿Y qué es una campaña electoral tuitera? Para empezar, lo contrario de la imagen de Miquel Iceta bailando aquel 11 de septiembre de 2015 junto a un pasmado Pedro Sánchez en el arranque de la campaña electoral del PSC.
Si las cosas siguen como están, podríamos vivir la primera campaña electoral en redes de la historia. Pese a que ya ha habido comicios en los que Twitter, Facebook, etc. han jugado su papel, el hecho de que un candidato se postule desde fuera del territorio añade cambios sustanciales. Para empezar, la idea de la gestualidad, tan importante en campaña, y los viejos mítines tendrán por fuerza que cambiar. Pero es que, además, los mensajes en la red tienen la particularidad de que van directamente del político al ciudadano, sin pasar por los medios de comunicación, y de igual forma reciben respuesta inmediata. O sea, que los analistas políticos, cuyo papel ha sido fundamental hasta el momento, no se dedicarán a desmenuzar lo que el candidato hace o dice, ni la asistencia de público, sino lo que el candidato ya ha publicado.
Queda por saber, no obstante, si lo que sucede y se afirma en Twitter se puede dar por cierto o si, como en el caso de Batalla y Cuminal, solo vale por un par de horas.