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“Vergüenza” de un veterano republicano

"Yo estuve allí la tarde en que Tarradellas llegó a la Generalitat. Este señor [Puigdemont] la ha profanado con su actitud", responde el editor y escritor Ramón Serrano Balasch.

El expresident de la Generalitat Carles Puigdemont. (Flickr CHATMAN House)

La noticia de que Puigdemont y cinco de sus consellers se encuentran en Bruselas todo indica que con la intención de pedir asilo corre ya cuando recibo un mensaje que me sorprende.

“¡Qué desastre! Estoy muy cabreado por esa cobarde decisión de Puigdemont y cinco o seis consellers de esconderse en Bélgica para pedir asilo político como si fueran un último reducto de los que, con riesgo de ser fusilados, se marcharon cuando la Guerra Civil”. Quien me escribe es el veterano editor y escritor Ramón Serrano Balasch (Barcelona, 1933), hombre de izquierdas moderado, culto, novelista, poeta y radical republicano, autor de libros como 89 republicanos y el rey o Encuentros republicanos. “Me lo temía, pero no lo esperaba”, añade. “Es el único momento de toda esta desgraciada historia que me ha sobrepasado. ¿Y los dos millones que, de buena fe, los siguieron y los votaron? ¿Y los funcionarios?”.

Le pregunto cómo se encuentra, hace tiempo que no nos vemos. Junto al también escritor y editor Rafael Borrás (Barcelona, 1935) me introdujo en los círculos de los irreductibles republicanos catalanes, hombres y mujeres cultivados que con palabras y en interminables charlas alternaban citas, poemas y chanzas. Ellos vivieron la Guerra, la dictadura franquista, la Transición y estos cuarenta años de democracia, y lucharon con libros y palabras, enconadamente, contra Franco y sus gentes, primero, y después contra los borbones. Sin descanso, contra los borbones. Serrano, además, recibió en 1999 el Premio a la Lealtad Republicana entregados por la Asociación Manuel Azaña, y un par de años después fundó junto a Julio Anguita y un nutrido grupo de opositores a la monarquía el Foro para la III República.

“Yo estuve allí la tarde en la que Tarradellas llegó a la Generalitat. Este señor [Puigdemont] la ha profanado con su actitud”, me responde. “Es una vergüenza”.

A veces, cuando el ruido que nos aturde y la rapidez de los acontecimientos me despistan, acudo a mis viejos amigos incorruptibles. Hasta este momento no lo había necesitado. Esta vez, mi querido Ramón Serrano se me ha adelantado. Y sí, lo necesitaba.

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Comentarios
  1. Y quienes eran los responsables de esta emigración. Vosotros, como ha dicho Anguita, solo salís de la caverna cuando los catalanes o los vascos respiran. Nunca estáis en otras protestas.

  2. El señor Serrano será lo que quiera pero no tiene mucha idea de las cosas. La Generalitat actual ha hecho mas en un mes por la independencia y libertad de Catalunya, que Tarradellas (y también Aguirre) en cuarenta años de siesta.

  3. Hay días en los que los periodistas estarían mejor en su casa, tranquilos, con la familia, viendo llover…que pena de artículo, madre.

  4. COSAS A HACER (Empar Moliner – Ara cat)

    Ignoro a estas alturas qué hacen y qué no hacen los miembros del gobierno de Cataluña. Ignoro si somos una República del todo o en parte o si lo seremos. Pero me levanto y miro al cielo y pienso que el rey Felipe, puesto por su padre, puesto por Franco, está un poco más lejos de encima de mi cabeza. La ciudad está como siempre o no exactamente como siempre. Todos nos miramos más. Nuestras bocas se están acostumbrando a las muecas simpáticas o preocupadas.

    No sé si el Gobierno puede hacer leyes o no puede hacer ninguna. No sé si esto de la República es una cuestión de fe o de perseverancia. En todo caso, si dependiera de mí, os digo que haría.

    Todos estamos de acuerdo, diría, que mantener abierto el CIE es una vergüenza. Lo tenemos en Barcelona y la alcaldesa nos prometió que lo cerraría, pero no ha podido, porque no depende de ella sino del gobierno de España. Lo cerró unos días aprovechando un defecto de forma (cuando no tenemos leyes, todos tiramos mano de la astucia) pero la cosa no duró. ¿No estaría bien que lo cerráramos? ¿Que hiciéramos una ley para cerrarlo para siempre? Del mismo modo, los refugiados eran otra de las metas de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona, ??pero, también, como siempre, no han podido hacer nada, porque manda el gobierno español. Con la culpa lógica, el Ayuntamiento instaló un «contador de muertes del Mediterráneo». No lo he ido a ver. Allí debe estar, contando. Pero ¿no sería fantástico que, como tenemos lugar, pudiéramos hacer venir algunas de las familias que malviven en campamentos, con niños comiendo en el suelo, como perros, sin escolarizar y sin abrigar? ¿Y no sería fantástico volver a escribir la ley de pobreza energética que tumbó el Tribunal Constitucional, ahora que viene el invierno?

    Sería fantástico que la República
    tuviera en cuenta que a nuestro alrededor todo se derrumba mientras los dueños del reino lo miran sin ninguna emoción en los ojos. Porque para ellos ya está bien que todo siga igual, igual, igual que siempre.

    • Pudisteis hacer lo mismo con los miles de andaluces,extremeños,murcianos que en los años60 explotabais y humillabais y despreciabais y se quebraban las espaldas para que a burguesia catalana , de llenase los bolsillos . Pero claro eso no eran emigrantes eran españoles .Despreciables españoles despreciativo, para vosotros , españoles

      • alias:
        Hablas sin conocimiento de causa alguno.
        En los años 60 los que se fueron a Cataluña, huyendo de la miseria, no estarían tan mal pues antes de un año ya volvían de vacaciones al pueblo, con coche(4×4), con las manos cuidadas y ya habían dado la entrada para un piso de su propiedad.
        No estarían tan mal en Cataluña ya que el hermano mayor, el heredero , les decía, ¡oye, buscarme un trabajo que yo también me voy.

        • Son bastantes los antropólogos y sociólogos que han hecho comparaciones entre las migraciones a Cataluña de los 60 y las recibidas desde los 90 en toda España: las acusaciones, los clichés, la idea de «no se estará tan mal cuando vienes…» son comunes a ambas. Cataluña fue una pesadilla de explotación para muchas personas que no tenían otra opción que la emigración, pero el resto de España no ha tenido problemas en adoptar el modelo de trato a inmigrantes que sólo sirven mientras trabajan duro y barato.

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