Internacional
El antifascismo resiste en las calles alemanas
Las elecciones las ganó el conservador Friedrich Merz y la ultraderecha obtuvo un resultado histórico, pero hay una parte de los alemanes que no se resigna a ver el auge del neofascismo con los brazos cruzados.
El reportaje ‘El antifascismo resiste en las calles alemanas’ se publicó originalmente en #LaMarea105. Puedes conseguir la revista aquí o suscribirte para recibirla y apoyar el periodismo independiente.
Las encuestas lo vaticinaban y finalmente sucedió. La extrema derecha obtuvo en Alemania su mejor resultado desde la Segunda Guerra Mundial, con un 20% de los votos, quedando en segunda posición en el país que vio nacer el nazismo. Pero todavía hay resistentes. Casi 2 millones de personas han salido a la calle desde principios de enero en manifestaciones multitudinarias contra la extrema derecha y contra los discursos antiinmigración asumidos por el ganador de las elecciones, el conservador Friedrich Merz, de la Unión Demócrata Cristiana (CDU). El ascenso ultra, además, provocó una gran movilización en las urnas: votaron el 84% de los alemanes. En Berlín incluso ganó Die Linke (conocido como ‘El Partido de la Izquierda’), que empezó la campaña temiendo por su desaparición pero acabó logrando un 9% de los votos.
En Alemania, definirse como antifascista no implica en absoluto responder a la imagen de un activista de izquierdas. De hecho, la Oficina para la Protección de la Constitución señala que, por su carácter democrático, el término «antifascismo» no tiene exclusivamente connotaciones de «extrema izquierda». Así pues, la resistencia en las calles contra la extrema derecha ha sido masiva y transversal. Instituciones de lo más diverso se sumaron a las manifestaciones: la Iglesia evangélica y la católica, sindicatos, partidos políticos democráticos y también organizaciones de la sociedad civil como Amnistía Internacional o el movimiento Fridays for Future. Se unieron incluso las grandes empresas bajo el lema «Defendemos los valores», con el que alertaban de que las posturas extremistas dividen a la sociedad y ponen en riesgo lo que se ha construido en términos de estabilidad y crecimiento económico.
El movimiento Omas gegen Rechts (‘Abuelas Contra la Derecha’), que centra su acción en combatir en las calles el discurso de Alternativa por Alemania (AfD), recuerda que el punto de inflexión fueron las informaciones de enero de 2024 en las que Correctiv informó sobre un «plan secreto» de la extrema derecha: altos cargos del AfD se reunieron con ultraderechistas y empresarios para discutir la expulsión del país de millones de inmigrantes, aunque estos tuvieran la ciudadanía.
Frenar la amenaza
«La mayoría de la población alemana tenía poca conciencia de las intenciones de la AfD. Afortunadamente, esto ha cambiado en los últimos meses. Hay una nueva ola de manifestaciones antifascistas en Alemania con el objetivo de trabajar por la protección y preservación de nuestra democracia parlamentaria liberal y por frenar la amenaza del fascismo», asegura a La Marea la secretaria de esa organización, Irene Fromberger, de 71 años.
Fromberger está comprometida con lo que llama «una cultura de la memoria», que, dice, se basa en ir al encuentro de la ciudadanía y concienciarla de que el discurso del partido de Alice Weidel tiene las mismas raíces que el que llevó a Hitler al poder en 1933. «Nuestra generación, en algún momento, preguntó a nuestros padres qué habían hecho ellos contra los nazis, por qué habían mirado hacia otro lado. No quiero que las generaciones futuras me hagan a mí esas preguntas», explica. Con aproximadamente 280 grupos locales y alrededor de 40.000 miembros, Abuelas Contra la Derecha se ha movilizado en el último año con vigilias, manifestaciones, concentraciones y mesas informativas para alertar a la población contra el discurso extremista de la AfD.
La organización juvenil y ecologista Fridays for Future, junto con Campact, una plataforma que lleva más de 20 años impulsando peticiones ciudadanas, están también detrás del éxito de las convocatorias. Las protestas, impulsadas en más de 60 puntos del país, excedían la alerta más allá de AfD, porque el ganador de las elecciones, Friedrich Merz, dejó claro que no piensa conformar un gobierno que no tenga entre sus prioridades la reforma de la política migratoria. Sus planes incluyen restringir drásticamente la entrada de solicitantes de asilo y reforzar los controles fronterizos, además de expulsiones en caliente. La propuesta, no vinculante, la aprobó en el Parlamento junto a AfD, rompiendo por primera vez el estricto cordón sanitario que hasta ahora se había aplicado a los ultras. Pero gobernar con los herederos del nazismo es ir demasiado lejos incluso para alguien tan de derechas como Merz. Lo hará previsiblemente con los socialdemócratas, dispuestos a reeditar la tradicional fórmula alemana de la «gran coalición» y asumiendo, a priori sin reparos, los postulados de Merz.
«La adopción de una agenda de derechas por parte de la CDU es un peligro para todos nosotros. Los ‘fascistas fósiles’ [en referencia a la extrema derecha negacionista que defiende los hidrocarburos] están en aumento en todo el mundo y atacan frontalmente la democracia, los derechos humanos y el clima, y la CDU les está haciendo un gran favor», critica Carla Reemtsma, de Fridays For Future.
Iglesias, organizaciones en favor de los migrantes y abogados advierten de las consecuencias inhumanas y jurídicamente cuestionables del plan de la CDU, que durante la campaña ha instrumentalizado el miedo que han causado entre la población los ataques terroristas para desplazar el discurso político hacia la derecha, cada vez con menos oposición.
Miedo al discurso ultra
El temor a las consecuencias de la ultraderecha se está extendiendo también a gran velocidad entre la población de izquierdas y, sobre todo, a la de origen migrante. Zaroh, de 30 años y procedente de Afganistán, tiene la ciudadanía alemana y trabaja como educadora en un centro de refugiados de Berlín. Ella vive cada vez con más angustia y miedo: «Al llegar a Alemania yo no percibía el racismo que sufro ahora. Cuando salgo a la calle con mi madre o mi hermana, escucho cómo la gente nos dice “marchaos a vuestro país” o cómo habla de nuestra ropa. En verano nos gritan “qué calor”, porque no nos vestimos como ellos. Me gustaría contestar, pero me tengo que callar, porque no quiero tener problemas. He sufrido tanto en Afganistán… Y ahora que por fin tengo una vida feliz, me toca lidiar con el racismo», explica a La Marea.
Y Zaroh no es la única. Investigadores y sociólogos temen que la ola ultra vaya a más. Beate Küpper es una de las principales expertas en populismo y el extremismo de derechas en Alemania y ha analizado cómo la crisis económica, la pandemia y la inseguridad han favorecido la implantación de discursos xenófobos y antidemocráticos. «En Alemania sabemos lo rápido que puede ocurrir todo. Hace 80 años, el partido nazi obtuvo por debajo del 3% de los votos en 1928 y pocos años después se le entregó el poder», recuerda.
La democracia está en riesgo y la única esperanza es que en Alemania, el país que aupó el nazismo y que provocó la Segunda Guerra Mundial, sus ciudadanos recuerden hasta dónde pueden llevar las ideas y los lemas que hoy están en auge.
El Partido Die Linke, que se presentara a las elecciones de hace unas semanas como el valuarte de la izquierda, no ha tardado mucho en enseñar lo que realmente es, En efecto, en los dos estados federados donde participa en los gobiernos de coalición con su hermano mayor, el socialdemócrata SPD, en Mecklemburgo-Pomerania Occidental y Bremen, Die Linke ha votado a favor de los créditos de guerra en el Bundesrat, la cámara alta del Parlamento alemán, permitiendo que el país se endeude para financiar una ambiciosa agenda de militarización. Esta decisión, aprobada el pasado 21 de marzo, relaja el conocido ‘freno de la deuda’ (Schuldenbremse) en materia de defensa, marcando un punto de inflexión que muchos consideran una traición a los principios fundacionales del partido. Son lo que son, funcionarios del SPD hambrientos de sueldos generosos ( Insurgente.org)
Salud y anarkia
Estaría bien poder leer en este artículo contra la intolerancia,el resugimiento del nazismo de Alemania, que muchas empresas que se beneficiaron del gobierno (liberal,como se hacen llamar, ahora)de Hitler…wolwagen, Audi, BMW, Mercedes, Benz, porsche ,…se sumarán a estos actos de repulsa de la intolerancia, fascismo.ya que reconocieron su implicación y beneficios de esclavos (comunistas, judíos, homosexuales, conservadores,….)de personas que no comulgaban,no eran afectos al nacional socialismo.como mano de obra sin remunerar, por un trozo de pan y agua.