Opinión
Las mentiras en la guerra de la propaganda
Aumentar el gasto en armamento nos hará más dependientes de Estados Unidos y no menos, sostiene el economista Fernando Luengo. A su juicio, todo responde a una estrategia de “tensión y confrontación” y no de defensa.
Algunas de las mentiras más frecuentes que se pretenden hacer pasar por verdades indiscutibles.
Mentira número 1:
La comunidad internacional piensa, opina. Falso. Esa supuesta comunidad internacional, que sugiere la existencia de intereses compartidos, simplemente no existe. Son los países más poderosos, los ricos del planeta y las grandes corporaciones los que determinan la hoja de ruta, los que toman las decisiones, los que, en definitiva, establecen las políticas a implementar. Esto vale como principio general y también en lo que concierne a la guerra de Ucrania.
Mentira número 2:
Rusia representa una amenaza militar para Europa. Una mentira de gran calibre. Ucrania no representa el primer aldabonazo de una estrategia de invasión de otros países europeos. Mucha propaganda, pero no existe ninguna evidencia al respecto, ni en las declaraciones de los jerarcas rusos ni en los movimientos políticos y militares de Rusia. Una mentira que ha sido y es muy útil, la amenaza rusa, para confundir al personal y para dar a alas a los que defienden la estrategia de la confrontación y del aumento del gasto militar.
Mentira número 3:
Convertir Europa en un actor relevante exige aumentar el gasto militar. Uno de los mantras más repetidos en estos tiempos, igualmente falso. En realidad, el crecimiento de dicho gasto hace a Europa política y económicamente más débil. La relevancia que, en teoría, se busca depende de que la Europa comunitaria sea capaz abanderar un proyecto articulado en torno a la equidad social, la sostenibilidad, la democracia y la paz. Este escenario, del que cada vez estamos más alejados, es lo que nos haría más fuertes e influyentes en el actual contexto internacional dominado por la confrontación.
Mentira número 4:
El aumento del gasto militar presenta una naturaleza defensiva. En absoluto. Es un paso más en la estrategia de la tensión y de la confrontación. Es suficiente con seguir las declaraciones de buena parte de los dirigentes políticos europeos —que hablan, por ejemplo, de desplegar tropas en territorio ucraniano para la “salvaguarda de la paz” o incluso de activar el armamento nuclear— para saber que dicho aumento está al servicio de proseguir la estrategia de confrontación con Rusia y para preparar a Europa a la hora de intervenir en otras zonas de conflicto, donde se entienda que los intereses económicos y políticos europeos se vean amenazados o comprometidos.
Mentira número 5:
La expansión del gasto militar no tendrá un impacto en los capítulos social, productivo… Otra de las grandes mentiras que continuamente se repiten. Las políticas de cohesión social (ya muy debilitadas), las destinadas a enfrentar el cambio climático (a todas luces insuficientes), la reconfiguración del modelo productivo (que no se acaba de acometer), y la exigua ayuda al desarrollo se verán indudablemente afectadas, tanto porque los pilares de la austeridad presupuestaria se mantendrán en lo fundamental (e incluso se acentuarán) como porque el gasto militar, en una dinámica de confrontación creciente, exigirá cada vez más cantidad de recursos.
Mentira número 6:
El aumento de las capacidades militares de Europa nos hará menos dependientes de Estados Unidos. Otra falsedad que se añade al torrente de mentiras con las que se intoxica a la ciudadanía. Al menos en los próximos años, la estrategia militarista en Europa abrirá nuevas posibilidades de negocio a las empresas de armamento estadounidense, que cuentan con capacidad productiva y logística para atender este mercado, lo cual, en consecuencia, nos hará más y no menos dependientes de este país. Por otro lado, el objetivo no puede ser tanto independizarnos de Estados Unidos en materia militar como imprimir un viraje fundamental a la estrategia de confrontación. Y me parece evidente que Europa está apostando por sumarse a esta estrategia.
Mentira número 7:
Ucrania ha contado con la ayuda de Estados Unidos y de Europa. Sigue la propaganda. Desde hace años, la OTAN y Estados Unidos, con la complicidad de la Unión Europea, han perseguido de manera deliberada y persistente la confrontación con Rusia; y el resultado ha sido la guerra, que ha supuesto un coste enorme en cuanto a pérdidas de vidas, desplazamientos masivos de población y destrucción generalizada de infraestructuras y capacidades productivas. Eso no es ayuda. Y tampoco lo es el formidable negocio que supone el conflicto, del que poco o nada se habla: jugosos contratos para las empresas de armamento, acceso a minerales estratégicos abundantes en suelo ucraniano, control del enorme potencial agrario del país y programas de reconstrucción de una economía devastada por la guerra y con unos niveles de deuda insoportables donde las grandes corporaciones entrarán —ya están entrando— a saco. Esto tampoco es ayuda.
Mentira número 8:
O apoyas el aumento del gasto militar o eres cómplice de Rusia. Un dilema inaceptable, pura demagogia para descalificar a los que nos oponemos a la estrategia militarista que recorre Europa. Rechazarla en absoluto significa respaldar la inaceptable agresión militar rusa a un país soberano. Supone, por el contrario, apostar por la paz, el progreso social y el respeto de los derechos humanos.