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‘Con el agua al cuello’: la violencia calculada en las fronteras europeas
'Con el agua al cuello' es un libro desgarrador pero necesario que nos obliga a mirar de frente la violencia en las fronteras como una estrategia de disuasión diseñada para aterrorizar a las personas migrantes que intenten cruzarlas. Un ensayo imprescindible para comprender el precio que pagan miles de personas por buscar un futuro mejor.
Estupefacción. Esa es la primera sensación que genera el libro Con el agua al cuello (Capitán Swing, 2025), un ensayo periodístico sobre las políticas migratorias en Europa, con especial foco en Grecia, que te hace pensar que lo que tienes entre las manos es una obra de ficción. La crudeza de las escenas que narra su autor, el periodista y abogado Hibai Arbide Aza, es necesaria para mostrar que la violencia en las fronteras marítimas griegas y en las devoluciones en caliente puede ser cruel y salvaje, pero no ciega. “Es una violencia racional, hay una lógica detrás: aterrorizar a estas personas que están en tránsito para que decidan no volver a intentarlo”, denuncia el autor en conversación con La Marea.
Una muestra de esa barbarie medida es la historia de Said, un joven de 19 años que murió ahogado mientras los guardacostas le apuntan con un foco. Una escena que, de haber salido en la película Mediterráneo, nos parecería exagerada. Sin embargo, no solo es real sino frecuente. El caso de Said es uno de las decenas –quizá cientos– de historias narradas en las más de 300 páginas de una obra que busca retratar las prácticas de devoluciones en caliente o pushbacks (que han afectado a más de 100.000 personas en los últimos años) y a los países que las consienten. Repito: 100.000. El hombre al que le arrancaron un diente de oro porque era lo único de valor que llevaba, las mujeres a las que les han amenazado con tirar a sus bebés por la borda, los hombres cuyas manos han roto a golpes o las personas que han sido empujadas al agua con las manos atadas son solo algunos ejemplos de lo que sucede en las costas griegas.
Por muy duro que sea el libro, desgraciadamente se queda corto. Y no solo porque es imposible contar cada amenaza, cada golpe, cada cacheo, violación, devolución y asesinato, sino porque, como lectoras, es casi imposible asimilarlo. Y entender que, además, incluso en una lógica de supervivencia donde hablamos de grupos vulnerables que buscan un futuro mejor, somos nosotras, las mujeres, las que siempre nos llevamos la peor parte.
“Los campos de refugiados reproducen y amplifican muchas opresiones, porque cuando la gente está sometida a muchísima presión, tiende a descargar esa presión precisamente en base a las cuestiones estructurales que nos atraviesan”, reflexionaba el periodista en una entrevista realizada a finales de febrero por videollamada desde la isla de Lesbos, donde reside. Así, en esos campos se reproduce una jerarquización social, donde se diferencia entre blancos y negros, sirios y afganos, hombres y mujeres, heterosexuales y homosexuales… donde los oprimidos oprimen. Y esto le sucede a los que, en el mejor de los casos, llegan a uno de esos campos.
Las mafias y el precio del viaje
Muchas de esas personas migrantes son devueltas en caliente al mar que transitaron arriesgando sus vidas. Otras muchas terminan en las cárceles griegas “acusadas o condenadas de sujetar un timón para emigrar, con penas de cárcel de más de 100 años, sin ser las beneficiarias de ningún tipo de estructura mafiosa o criminal”, argumenta el periodista.
Y es que, como se cuenta en el libro, para conducir esas lanchas no se necesitan pericia ni conocimientos. Basta con ir con recto. Esto hace que las propias mafias (una mezcla de “oportunistas y redes criminales de Turquía”) elijan a migrantes para el trabajo como parte del pago por su viaje. “La enorme mayoría de las personas que están en la cárcel en Grecia acusadas de formar parte de estas mafias son chivos expiatorios; son solamente hombres que pilotan las barcas porque alguien les dijo que debían hacerlo”.
¿Hasta qué punto son las mafias un chivo expiatorio de los gobiernos? “La gente paga mucho más por viajar en una patera que por viajar en business en avión. Quien está creando las condiciones para que fletar pateras sea un negocio tan lucrativo es precisamente quien impide que haya otras maneras de llegar a la Unión Europea”, sentencia. “Las muertes en el Mediterráneo no son muertes naturales, sino la consecuencia de decisiones políticas”.
Migrantes versus refugiados
El libro también desmonta la dicotomía entre refugiados y migrantes, una clasificación que nació en la Guerra Fría y que hoy se usa para legitimar quién merece protección (los primeros) y quién no (los segundos). En ese contexto, se celebraba a quienes escapaban del bloque contrario, pues su huida servía como propaganda. Sin embargo, en la actualidad, las políticas europeas han dado un giro. “Ahora hay muchísimos más muros, mucho más altos, muchos más difíciles de franquear que el Muro de Berlín. Y el salto no se considera heroico, sino una afrenta que Europa debe evitar a toda costa”, opina Arbide. “El exilio es una figura jurídica creada en un mundo que ya no existe”, subraya.
Hoy en día, las reformas legislativas en Europa tienden cada vez más a restringir el derecho de asilo y a radicalizar la distinción entre las migraciones legítimas e ilegítimas. No obstante, “la vida es mucho más compleja de lo que las leyes pretenden restringir y la casuística muchas veces solo entra en las leyes cuando se simplifica hasta el extremo”.
Criminalización de la ayuda humanitaria
Un año después de la llamada “crisis de los refugiados” europea de 2015 se firmó el Acuerdo entre la UE y Turquía. A partir de entonces, Grecia empezó a restringir el acceso a organizaciones humanitarias en los campamentos de refugiados. De manera gradual, se han implementado políticas cada vez más restrictivas por parte del primer ministro Kyriakos Mitsotakis, hasta que en 2021 y 2022 se llegaron a realizar juicios contra voluntarios y ONG bajo cargos como tráfico de personas, espionaje y pertenencia a organización criminal.
“Cuando hablamos de criminalización de la ayuda humanitaria en las islas griegas no es un término metafórico. Ahora mismo esperar a una barca en una playa griega puede significar más de 10 años de cárcel porque está prohibido hacer rescates si no es con autorización previa de la Guardia Costera, que es algo que es imposible de obtener”, aclara el abogado y reportero. “Ahora en el mar hay más muertes porque los barcos que patrullan estas zonas no tienen como objetivo rescatar personas, sino impedir llegadas”.
Con el agua al cuello es un libro desgarrador pero necesario que nos obliga a mirar de frente lo que muchos prefieren ignorar: que la violencia en las fronteras no es un accidente, sino una estrategia de disuasión diseñada fríamente. Un ensayo imprescindible para comprender las dinámicas migratorias actuales y el precio que pagan miles de personas por intentar alcanzar un futuro mejor.