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‘La Marea’ investiga a fondo el entramado empresarial dedicado al alquiler de vientres
En la revista de marzo/abril viajamos a Ucrania, Georgia y Grecia, donde la llamada «maternidad subrogada» es legal. También ponemos el foco en España, donde es fácil regularizar un acto que, de haberse cometido en el país, sería delictivo, aunque existen múltiples agencias intermediarias que lo facilitan. Un caso especial es el de GestLife, registrada en EE.UU., que ofrece sus servicios a través de múltiples empresas españolas cuyo administrador único es Diego Prados Hill, condenado en 2007 por pederastia.
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La Marea ha dedicado el dossier especial de su próximo número a una investigación sobre el opaco entramado empresarial que se lucra con el alquiler de vientres. El trabajo (realizado con el apoyo de Journalismfund Europe) ha durado varios meses y ha estado realizado por Patricia Simón, Queralt Castillo Cerezuela, Maria Volkova y Liza Torosyan. Sus pesquisas les han llevado a Ucrania, Georgia, Grecia y España, donde esta práctica no es legal y se considera una forma de violencia contra las mujeres.
La portada está diseñada por la ilustradora María Hesse y representa el lado más industrial de una actividad irregular basada en el comercio con seres humanos, en este caso, los bebés con los que se enriquecen unas empresas que usan a las mujeres y los menores «como meros objetos», según una sentencia del Tribunal Supremo de 2022.
Nuestras compañeras han visitado agencias, bufetes de intermediación y clínicas por toda Europa, y han entrevistado (siempre que ha sido posible) a sus responsables. También han recabado testimonios de mujeres que ceden su cuerpo como gestantes, figuras en las que muchas veces se han centrado las denuncias de una actividad ilegal en España. Ellas nos dan claves para entender el proceso al que se enfrentan; sin embargo, el foco principal de este trabajo ilumina a los hombres que manejan y se enriquecen con el negocio.
Su trabajo se complementa con una investigación sobre las empresas y despachos de abogados que operan en España, realizada por Marco dalla Stella, Magda Bandera, Dani Domínguez y Patricia Simón. Sus resultado se publicarán en lamarea.com, pero en el dossier de la revista se adelanta el reportaje dedicado a la agencia GestLife y al entramado de empresas españolas que ofrecen sus servicios desde España.
El dossier se estructura en las siguientes partes:
- España: La legislación española prohíbe que se alquilen vientres en su territorio (incluso que se haga publicidad de esta actividad) pero permite a sus ciudadanos que lo hagan en el extranjero y que regularicen fácilmente su situación cuando vuelven a casa con el bebé obtenido previo pago. Conseguimos hablar con el responsable de una agencia en España y nos contó cómo trabajan en países donde sí está permitida la llamada «maternidad subrogada». El intermediario incluso especuló con el futuro de esta práctica en nuestro país: a su juicio, primero se regulará la modalidad «altruista» (que también es remunerada) y luego la puramente comercial. «Tarde o temprano va a pasar», aseguró.
- Ucrania: Desde la invasión rusa, las clínicas ucranianas han ampliado su mercado a China y los países árabes y han aumentado la oferta de servicios con envíos de semen por correo o partos programados en Grecia, Chipre y Georgia (con los que favorecen el futuro papeleo de sus clientes al ser países pertenecientes a la Unión Europea). Visitamos la clínica Feskov, en Kiev, una de las más famosas. También hablamos con miembros de la Fiscalía que indagaban sobre las irregularidades de BioTexCom hasta que desde el poder político se abortó esa investigación.
- Georgia: Viajamos a este país del Cáucaso, que ha sido uno de los principales beneficiados de la crisis que sufren las clínicas ucranianas a causa de la invasión rusa. El principal problema allí es la falta de mujeres georgianas que quieran convertirse en gestantes. En la sala de espera del Georgian-German Reproduction Center nuestras compañeras pudieron ver a «tres chicas negras jóvenes acompañadas por una señora blanca bastante más mayor que ellas».
- Grecia: En el país heleno los procedimientos de gestación subrogada altruista son legales desde 2002 para parejas nacionales heterosexuales y mujeres solas, y desde 2014 para parejas extranjeras, siempre y cuando haya una aprobación judicial. Ese «altruismo» es una fórmula para que florezca, de facto, el negocio puro y duro del alquiler de vientres: legalmente, las gestantes pueden cobrar un máximo de 20.000 euros por gastos médicos; la realidad es que pueden llegar a embolsarse hasta 50.000 euros bajo cuerda.
- GestLife: Aunque esta agencia de gestación subrogada, que insiste en diferenciarse de las agencias «intermediarias», está registrada en Estados Unidos (donde el alquiler de vientres es legal), esta empresa desarrolla su operativa desde Barcelona sin ser fiscalizada. Para esquivar la legislación española utiliza un complejo entramado de sociedades que, a simple vista, nada tienen que ver con el negocio de los vientres de alquiler, sino que se dedican a publicidad y marketing, ventas, gestión y «otras actividades de apoyo a las empresas». Todas ellas tienen en común su administrador único: Diego Prados Hill, condenado en 2007 a más de ocho años de prisión por abusar de un menor del Casal del Raval.
Mucho más en La Marea 105
Además del dossier dedicado al negocio del alquiler de vientres, la revista de La Marea contiene muchos otros temas de interés. Fieles a nuestras convicciones feministas, publicamos un año más el gráfico con las mujeres que ostentan un cargo directivo en la prensa; spoiler: estamos estancadas.
También viajamos hasta El Estor, en Guatemala, donde la población indígena lucha por mantener el lago Izabal (su principal medio de vida) a salvo de la contaminación provocada por una compañía minera extranjera.
Tratamos el ascenso de la ultraderecha en Alemania a través de los ciudadanos y ciudadanas que se rebelan y que han salido a las calles para demostrar que no se van a quedar con los brazos cruzados mientras los herederos del nazismo (AfD) acceden en tropel al Bundestag.
Analizamos la obsesión de Donald Trump (y de todas las autocracias de la historia) por cambiar el nombre de los accidentes geográficos en los mapas (sus primeras víctimas han sido el golfo de México y el monte Denali).
Dedicamos un reportaje a la creciente importancia de ser tío o tía (en el sentido literal, claro, el de «tener sobrinos»).
Entrevistamos a una de las sensaciones de la actual literatura española, el joven escritor leonés Óscar García Sierra, que acaba de publicar su segunda novela: Ropa tendida.
Nos fijamos en un curioso fenómeno: en el Congreso de Estados Unidos han superado su miedo al frikismo y hablan abiertamente de ovnis.
Y volvemos por enésima vez (y las que hagan falta) a la primera preocupación de la ciudadanía española: la vivienda. Esta vez desde el caso de los trabajadores y trabajadoras a las que les es imposible alquilar un piso en el Pirineo aragonés y que se ven obligados a vivir en furgonetas y caravanas por el monocultivo inmobiliario impuesto en la zona por el turismo de nieve.
Por si fuera poco, tenemos un gran suplemento cultural, El Periscopio, en el que entrevistamos a la escritora y activista rusa Daria Serenko, desmontamos unos cuantos mitos musicales y hablamos de una de las series del momento: Severance.
Como veis, la revista de marzo/abril viene cargada, como siempre, de investigación, análisis críticos y cultura.
No os la perdáis.