Opinión
El amigo americano
“Detengámonos un momento en una idea que se maneja de manera insistente: la (supuesta) amistad que ha existido entre EEUU y Europa”, escribe el economista Fernando Luengo.
Sobre “el amigo americano” que ahora ha dado la espalda al “proyecto europeo”, algunas precisiones. Que hay un cambio de calado en la política exterior estadounidense en relación con la guerra que enfrenta a Rusia con Ucrania es evidente; una guerra cuyas causas de fondo, seamos serios, no residen en la maldad de Putin y en la naturaleza imperialista del régimen ruso.
Pero detengámonos un momento en una idea que en estos días se maneja de manera insistente: la (supuesta) amistad que ha existido entre Estados Unidos y Europa, y que ahora la Administración Trump tira por la borda.
Plan Marshall
Propongo que, sin pretender un análisis exhaustivo, hagamos un poco de historia y nos remontemos al Programa de Recuperación Europeo, más conocido como Plan Marshall (apellido del entonces secretario de Estado de Estados Unidos), a través del que la Administración estadounidense volcó una sustanciosa cantidad de dólares para apoyar la reconstrucción de las economías europeas sacudidas por la Segunda Guerra Mundial.
A ese plan le podemos llamar ayuda y a Estados Unidos dispensarle el calificativo de “amigo” (creo que las palabras han perdido buena parte de su significado), pero un análisis más fino y riguroso apunta a una realidad que, en mi opinión, no encuentra acomodo en esos calificativos.
Hay que saber que detrás (y delante) de esa ayuda había toda una estrategia destinada a contener el avance de las izquierdas en Francia y sobre todo en Italia, donde los partidos comunistas, que habían jugado un papel clave en la resistencia contra el nazismo y el fascismo, salieron políticamente fortalecidos, con un sustancial apoyo entre la ciudadanía y con posibilidades ciertas de entrar en los gobiernos. Un objetivo central del poder hegemónico en esos años, Estados Unidos, era evitar, costase lo que costase, ese escenario, proporcionando financiación que facilitara la recuperación económica y un poderoso balón de oxígeno a los “partidos de orden”.
Estados Unidos y el régimen franquista
También era clave ayudar a la reconstrucción de Alemania, cuya economía había quedado completamente devastada por la guerra; urgía convertir a este país en un poderoso muro de contención ante la (supuesta) amenaza soviética, apoyándose y apoyando a la oligarquía nazi (pasando página – ¡pelillos a la mar!– del proceso de desnazificación del país).
En este contexto, el de la formación de un bloque anticomunista en Europa, Estados Unidos, con el presidente Eisenhower a la cabeza, no tardó en reconocer, en septiembre de 1953, al régimen franquista (un poco antes había hecho lo propio el Vaticano), legitimando de esta manera el golpe de Estado, los encarcelamientos masivos, las torturas y los asesinatos. Hasta ahí llegaban las convicciones democráticas de Estados Unidos y la jerarquía eclesiástica.
Los negocios
Además de todo eso, el “amigo americano” también tenía en el punto de mira, claro está, el negocio. Su intervención en la guerra –que, salvo el bombardeo japonés de la base militar de Pearl Harbor, situada en Hawái, se desarrolló fuera de su territorio– hizo posible un enorme aumento de la producción, volcado en el esfuerzo bélico destinado a abastecer las enormes necesidades de armamento de los países europeos, alcanzando prácticamente niveles de pleno empleo.
La conclusión de la guerra condujo a un rápido descenso de la producción y a un sustancial aumento del desempleo. ¡Pero estaba el enorme mercado europeo, y el de muchos países del denominado “¡Tercer Mundo”, para paliar esa situación!
En un contexto de reconstrucción de las economías europeas y de marcada superioridad productiva y tecnológica de la economía estadounidense, la llegada masiva de dólares –una moneda fuerte, plenamente convertible en oro– sirvió para abrir un enorme y creciente mercado a los productos estadounidenses, evitando de esta manera una segura recesión. Ese dólar también fue la puerta de entrada a las empresas multinacionales de Estados Unidos, que de esta manera se convirtieron en poderosos actores de la incipiente construcción europea.
Tan sólo es un breve apunte de la “ayuda proporcionada por el amigo americano”. Hay mucho más que contar, pero valga esta sucinta nota para mostrar otro relato muy distinto del habitual, tramposo e interesado.
Lo dijo John Stockwell, agente de la CIA: “En 40 años, matamos al menos a 6 millones de personas…”
(Insurgente.Org.)
Fue en 1988 cuando lo dijo, y no está de más recordarlo. John Stockwell fue agente de la CIA durante 13 años y, en esta intervención del citado año, reconoce los crímenes que el imperialismo yanqui provocó contra los pueblos de África, Asia y América Latina. Fue la tercera guerra más sangrienta de toda la historia; asesinaron a al menos 6 millones de personas.
Así es cómo lo dijo: “Estuve en la CIA y me di cuenta de que solo estábamos atacando a la gente pobre del Tercer Mundo, hicimos la tercera guerra más sangrienta de toda la historia. En 40 años, matamos al menos a 6 millones de personas, siempre del Tercer Mundo, nunca europeos”.
MÁS DE 1 MILLÓN DE MUERTOS: MENTIRAS, PETRÓLEO Y CADÁVERES: ASÍ ENCUBRIÓ EE.UU. SUS GUERRAS DE CONQUISTA DESDE 1989.
¿Por qué todos los presidentes, de Bush a Biden, siguieron ejecutando la misma agenda de muerte y saqueo?
Desde Panamá hasta Afganistán, cada guerra de los EE.UU. ha dejado un reguero de sangre oculto tras discursos de «seguridad» y «justicia». Más de un millón de muertos son el precio real de un imperio que nunca dejó de expandirse, cueste lo que cueste. Conozca la responsabilidad de cada uno de los mandatarios estadounidenses en ese gigantesco genocidio. ¿Qué intereses ocultos se esconden trás de cada invasión estadounidense desde Panamá hasta Siria?
POR EL «EQUIPO NIXOR» PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
https://canarias-semanal.org/art/36701/mas-de-1-millon-de-muertosmentiras-petroleo-y-cadaveres-asi-encubrio-eeuu-sus-guerras-de-conquista-desde-1989
…Europa ha sido asesinada. Ha sido un asesinato colectivo. El primer y fundamental asesino permanece en la sombra y no suele hablarse de él. Es un hijo de la propia Europa y lo parió Gran Bretaña, se llama capitalismo.
El segundo son las degeneradas, corruptas, cobardes, analfabetas e incompetentes élites europeas (la UE es un ejemplo espléndido al respecto).
Finalmente, el tercero es el imperialismo norteamericano que nos está utilizando y destruyendo en un intento vano de salvarse a sí mismo de la extinción…
(«Réquiem por Europa, réquiem por Occidente», F. Morón, Insurgente.org)
Que vienen los rusos!
Como si viniera una legión de asesinos, pero claro, el fascismo español se sublevó en nombre de la oligarquía y los rusos, el comunismo, era el enemigo a abatir por la oligarquía. Los rusos, precisamente los que más apoyaron la lucha del pueblo.
Que vienen los rusos!, nos fue inyectado en el subconsciente colectivo durante toda la dictadura. Y algo parece que aún ha quedado a pesar de que Rusia sea hoy un país capitalista.
Muy acertado el artículo.
EEUU de América, el capitalismo anglosionista es tan astuto como perverso.
EEUU no sólo apoyó a la oligarquía nazi de la posguerra para evitar la influencia del comunismo, igual que hizo con la dictadura franquista, sino que además los nazis más cualificados y preparados en todos los campos, fueron contratados por EEUU para aprovechar su maestría profesional. EEUU los protegió y encubrió y sigue haciéndolo con los que todavía viven.
Si hay dinero o cerebro EEUU de América no expulsa a nadie.(Igual que el Opus Dei)
El capitalismo no tiene amigos. Quién va a lo suyo, utiliza, pero no respeta.
Tiene compinches para hacer negocios, pero sobre todo tiene millones de víctimas
que deja tiradas allí por donde pasa.