Opinión
Fediverso, ¡qué nombre tan raro tienes!
El colectivo de cultura digital Club Manhattan ofrece cuatro consejos para habitar un mejor Internet y entender qué es el fediverso.
Tal vez haya llegado el momento de avanzar en nuestro diván tecnoterapeútico. Hemos hablado de «¿Qué hago con mi X?». Y ahora llega la hora de un #cibernautadatecuenta. Lo que queremos hacer es llevar de la mano a tanta gente amable y querida que se interesa por el fediverso… sin tener aún ni idea de qué es ese palabro.
Recapitulemos un segundo, la travesía hasta aquí ha sido dura. ¡Es que menudo resacón! Hace sólo 15 años estábamos en plena luna de miel con nuestro quehacer internauta. Atrás quedaban muchas dudas sobre si estar en Facebook o Twitter y de qué forma esas plataformas servían para al cambio social y para llegar de verdad a la gente. Podíamos expresarnos abierta y libremente, estar en ese ágora fabuloso y tremendo donde la farándula más gozosa se mezclaba con un activismo de pantalla pero que «llegaba a la gente». Vale, es verdad que al poco de empezar la relación estas redes empezaron a pedirnos revisar nuestros datos o a espiar nuestra navegación, y que sólo nos querían por el dinero que hacían con todo lo que nos vendían… pero estábamos enamoradas, ¡qué esperabas! El pacto era claro: ella era una plataforma capitalista, contaminante y maliciosa pero nos iba a dejar decir lo que quisiéramos cuando quisiéramos y, además, nos iba a dar cantidades ingentes de dopamina a cambio.
A mis amigas periodistas las veía encantadas, y eso que estas redes se pasaron un poco al principio. Que si ahora te muestro en Google News, que si ahora matan esa aplicación, que si ahora Facebook News lo peta, cambia el código, ahora lo cierro, ahora Twitter la lleva, ahora lo compra un señor tecnofeudal… ¡Joder, no nos lo han puesto nada fácil!
Como sea, hemos llegado aquí, a una situación bastante insostenible en la que nos hemos dejado la piel, los likes y nuestra comunidad hundiéndonos en un silo de odio en el que sólo dialogamos con bots fachas. Ya casi no hay personas. Ese es hoy el gran dilema: ¿dónde estará la gente? Porque necesitamos difundir lo que hacemos. Pero, para difundir, necesitamos saber qué canal usar para optimizar nuestros esfuerzos.
Esta dinámica es la propia de las redes digitales en la que nos hemos metido. Llegadas a este punto, podemos elegir quedarnos en el bar de nazis a hablar con ellos o intentar conocer cómo funciona ese invento tan cuqui llamado fediverso y empezar una relación más sana. De todo se sale. Y de las redes de mierda, también.
Venga, al lío. Ahora que ya sabes que la toxicidad pasa factura y que podemos habitar barrios algo más saludables, vamos a dejar cuatro pistas con las que empezar a hacerlo. Aviso para navegantes: esto va a llevar un poco de esfuerzo, no te vamos a engañar; y a lo mejor esa es la gran diferencia: no te vamos a engañar.
Primer paso
Mira qué simpáticos estos gatetes y perretes explicando el fediverso. Echa un ojo al vídeo y sigue al paso 2. Que no se diga que nuestra pedagogía es para nerds.
Segundo paso
Elige un barrio. Porque esto no va solo de abrirte una cuenta en una plataforma y desde ahí conquistar el mundo. Después de eso, debemos escoger desde qué nodo / instancia / plataforma / web (todos prácticamente sinónimos) quiero yo hablar con el resto. Esto es importante: elegir un lugar desde el que hablar no te limita. Puedes buscar gente de otros barrios y contactar con ellos sin problema. El barrio, para que nos entendamos, es el servidor en el que se almacenan las cuentas y las publicaciones. La diferencia es que Twitter es un solo servidor gigantesco (que Elon Musk maneja a su antojo) y en el fediverso hay cientos de servidores, conectados libremente entre sí y sin algoritmos que te enseñen o te escondan lo que le conviene económica o políticamente al magnate de turno.
En cuanto a los barrios, si hablamos de la red Mastodon, puedo elegir masto.es porque hay mucha gente de habla hispana, o social.coop porque me va el rollito cooperativo, o mastodon.green porque la ecología es lo mío… Desde cualquiera de ellos podrás hablar con los otros. Hemos mencionado solo tres lugares o barrios posibles pero hay muchos, muchos más. Mira este mapa y lo entenderás.
Y no te preocupes si de repente ves otro barrio más molón; podrás cerrar tu cuenta y mudarte. Te llevarás a quien sigues y se avisará a tus seguidores, aunque no podrás llevarte tus publicaciones. Es un «pero» que compensa la libertad de vivir donde quieras.
Tercer paso
Pasa, ponte cómoda. Mira las configuraciones, asimila lo que ves, lo que puedes hacer… Camina un poco por ese lugar donde has abierto una cuenta. Ya sea Mastodon (para micropublicaciones), Pixelfed (para fotos) o Peertube (para vídeos) en todas hay siempre una fase de aprendizaje. ¡Como en cualquier lado! ¿Os acordáis de todos los cambios tortuosos a los que nos enfrentaba Facebook cada poco para aprender dónde estaban los botones? Bueno, pues ahora lo que aprendas al menos será para mejorar el lugar donde estás.
Cuarto paso
Preséntate, la educación es muy importante. Somos gente civilizada, ¿no? Haces una publicación que incluya #presentación y ahí te explayas con lo que más te gusta, tus intereses, tus fobias. Todo ello con sus adecuados # para que así otra gente que lo vea pueda empezar a seguirte y tú a ellas. El hashtag es fundamental para darte a conocer y ampliar tu red. Piensa que aquí no hay algoritmo, es decir, que no hay una empresa detrás interesada en conocer qué te gusta, qué haces, qué no… para así luego poder vender patrones de conducta. Vamos, que esto es como llegar a una fiesta donde te invitó tu colega y donde te encuentras a 25 personas que no conoces. Antes de sacar tus pasos de baile prohibidos será mejor que saques conversación y les cuentes un poco de ti. Así irás poco a poco construyendo tu comunidad. Y luego, obviamente, está el buscador, que funciona como en cualquier red social: teclea dentro para buscar cuentas o personas que te interesen y empieza a seguirlas.
¿Es durillo? Al principio sí. ¿Es inmediato? Ni de coña. ¿Merece la pena? Creemos que total y absolutamente. ¿Por qué? Porque el concepto de comunidad va de que yo hablo y alguien escucha y me responde. Va de que recibo la información que me interesa cuando me interesa. Y va de poder volver a creer que podemos hacer sostenibles redes de conexión (y al mismísimo Internet) sin necesidad de que el turbocapitalismo medie en todo ello.
Vamos a dejarlo por aquí hoy. No sin antes recomendaros que leáis esta guía tan chula que hizo La Intersección o que sigáis a La Marea en Mastodon o al Club Manhattan.
Estaremos muy atentas a los comentarios de esta entrada así que podéis dejar dudas o peticiones de guías donde expliquemos más de esa-movida-rara-del-fediverso.