Internacional
Comienza en París el juicio a los carceleros del Daesh
Están acusados de pertenencia a grupo terrorista, secuestro y tortura contra 25 periodistas y trabajadores humanitarios occidentales secuestrados por Estado Islámico entre 2013 y 2014.
PARÍS. ENVIADA ESPECIAL // “Jamás fui carcelero de los rehenes, ni de ellos ni de nadie. Siempre fui un soldado de primera línea contra el régimen de Bashar Al Assad”, declara Mehdi Nemmouche nada más comenzar el juicio “de los rehenes del Daesh”, como lo ha llamado la justicia francesa.
Frente al mutismo que le caracterizó en su anterior juicio, en el que fue condenado a cadena perpetua por asesinar a cuatro personas en el atentado contra el Museo Judío de Bruselas, en esta ocasión muestra desde el principio sus interés por manifestarse. Lo hace desde la cabina de cristal de más de diez metros de largo en la que permanece sentado junto a otros dos de los cinco acusados de pertenencia a grupo terrorista, secuestro, torturas físicas y psicológicas, así como actos de barbarie contra veinticinco periodistas y trabajadores humanitarios occidentales secuestrados por Estado Islámico entre 2013 y 2014.
En medio, el sirio Kis Al Abdallah, licenciado en Químicas, trabajador de la industria petrolífera hasta su presunto ingreso en Estado Islámico, donde se convirtió en uno de sus expertos en explosivos. Está acusado de haber organizado el secuestro, por lo que la Fiscalía pide 20 años de prisión. Escondido en Alemania durante el verano de 2015, fue denunciado por una organización de refugiados sirios. A su derecha, el franco-argelino Abdelmalek Tanem, quien luce la cabeza rapada, barba larga y aparece vestido con un conjunto negro de pantalón y camisa. “Me declaro culpable de integración en un grupo terrorista, de haberme juntado con personas que han cometido crímenes y ataques, pero nunca he sido un carcelero. Tampoco he cometido jamás atentados en Francia ni amenazado a este país”, manifestó frente a algunas de sus presuntas víctimas, los periodistas franceses Nicolás Hénin, Didier François, Edouard Elias y el fotoperiodista español Ricardo García Vilanova.
Comenzaba así uno de los juicios más importantes contra la organización Estado Islámico en Europa. En la imponente sala Voltaire del Palacio de Justicia de Francia, envueltos en los frescos que cubren sus paredes y techos con escenas sobre la Justicia en la República, presentaba la causa el presidente de un tribunal conformado por una decena de magistrados especializados en terrorismo. A un lado, tres de los fiscales más reconocidos en Francia en esta materia. En frente, una decena de abogados en representación de las partes civiles y una veintena de periodistas para seguir una causa que se prolongará durante cinco semanas y en la que testificarán un centenar de personas, entre víctimas, testigos, acusados y especialistas. Todo ello envuelto en medidas de seguridad extraordinarias.
Ante la prohibición de tomar fotografías del proceso, las cámaras de televisión permanecen durante toda la jornada en uno de los pasillos que dan lugar a la estancia. Allí, el abogado de Nemmouche, Francis Vuillemin, despliega todo su histrionismo en el primer receso para denunciar una supuesta irregularidad cometida en el juicio. La Fiscalía incluyó en las pruebas una serie de anotaciones realizadas en la celda por su cliente y guardadas en un sobre con el nombre de su abogado.
Vuillemin expuso durante la vista que aunque el derecho sobre actos terroristas admite medidas excepcionales, conservaba la inviolabilidad de la relación entre acusado y abogado. La Fiscalía explicó que había sido la Policía la que había fotografiado parte de su contenido, lo cual ciertamente era ilícito, pero que igualmente Nemmouche debía explicar por qué en esos documentos había escrito un listado con los policías envueltos en la investigación, así como los de todos los testigos citados, incluidos los de los familiares de estos que residen en Siria, con sus direcciones y teléfonos de contacto incluidos.
La tesis de la Fiscalía es que así podrían ser presionados –de hecho, uno de los testigos citados ha rechazado prestar testimonio por las amenazas que dice haber sufrido-. Vuilleman sostiene que el acusado contaba con esa información porque él mismo se la había trasladado, ya que aparecía en el dossier de la causa.
El abogado Francis Vuilleman es conocido en Francia por representar a grandes villanos mediáticos. Lo hizo con Maurice Papon, condenado a diez años de prisión por crímenes de lesa humanidad al haber colaborado en el secuestro y traslado de judíos al campo de Drancy –en Burdeos–, desde donde fueron trasladados al centro de exterminio de Auschwitz. También defendió a Ilich Ramírez Sánchez y a los corruptos de la venta de fragatas y submarinos conocido como asunto Karachi.
Los otros dos abogados de la defensa apenas han intervenido. En el caso de la abogada de oficio de Abdelmalek Tanem, incluso ha reconocido durante la sesión su falta de experiencia en este tipo de causas.
Otro de los enjuiciados es Salim Benghalem, acusado de participar en la preparación de los atentados de Estado Islámico en París en noviembre de 2015 y quien sería supuestamente asesinado en Siria dos años después. Y finalmente Oussama Atar, acusado de organizar los ataques terroristas cometidos en París en 2015 y en marzo de 2016 y jefe de Estado Islámico en Europa hasta su supuesto asesinato en Siria en 2017 mediante el ataque de un dron estadounidense. En ambos casos, al no haber podido identificar su cadáver, siguen bajo orden de detención.
El hermano de Atar, citado como testigo por la Fiscalía, afirmó ante el Tribunal que no podría declarar por problemas de salud. El presidente de la misma le respondió que tendría que acreditarlo con alguna documentación a lo que él, malencarado y mientras se marchaba, respondió que ya se inventaría una excusa.
Por la tarde, un investigador de contraterrorismo de la Dirección General de Seguridad de Francia explicó, mediante videconferencia y de manera anónima por motivos de seguridad, cómo había surgido Estado Islámico y señaló su origen en la invasión ilegal de Irak y en los centros de tortura estadounidenses como Abu Graib, donde muchos de los que después serían sus líderes se radicalizarían junto a miembros de Al Qaeda.
El origen del juicio tiene lugar en 2014. Tras permanecer secuestrados diez meses, varios de los periodistas franceses liberados reconocieron a Mehdi Nemmouche en las imágenes que se difundieron de él tras cometer el atentado contra el Museo Judío de Bruselas en mayo de 2014. Varias de sus víctimas subrayan su carácter sádico durante las torturas, pero también su pasión por la geoestrategia, así como su cultura literaria y cinematográfica. Varios periodistas franceses denunciaron que los secuestrados los torturaron mediante simulaciones de ejecuciones, extracción de uñas y descargas eléctricas, entre otros métodos.
Una de sus presuntas víctimas, el periodista francés Nicolas Hénin, ha publicado en Le Monde una carta dirigida a sus captores en la que les dice: “No podéis imaginar mi alegría al ver a Siria libre mientras comienza vuestro juicio. Soy consciente de que aún quedan grandes retos que nos obligan a ser cuidadosos, ¡pero ella es libre! Liberado del yugo de Bachar, y del vuestro”.
El juicio, la historia y la vida continúan su transcurso.