Cultura
‘El 47’ y ‘La infiltrada’ ganan el Goya ex aequo a la mejor película
Granada fue escenario de una gala marcada por la reivindicación del derecho a la vivienda y por un hecho inédito: nunca antes había habido un empate en los premios del cine español.
Vivienda y migraciones. Esos fueron los dos grandes asuntos que protagonizaron los discursos de agradecimiento en la gala de los premios Goya. Al menos los más interesantes. Vivienda digna y accesible para todos. Y dignidad y acogida para los migrantes. Esos dos temas son, precisamente, la esencia de la historia de El 47, triunfadora de la noche y protagonista junto a La infiltrada de un hecho inédito: ambas ganaron el Goya a la mejor película. Nunca antes había ocurrido algo así en los premios del cine español. Se trata del primer empate en los 39 años de historia de los Goya.
Granada acogió una ceremonia en la que los premios estuvieron muy repartidos. O, por mejor decir, en la que no hubo perdedores. Si bien El 47 encabezó el palmarés con cinco galardones, las máximas categorías tuvieron una gran variedad: Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez ganaron el Goya a mejor dirección por Segundo premio, Pedro Almodóvar el del mejor guión adaptado por La habitación de al lado y Eduard Sola el de mejor guion original por Casa en flames. De igual forma, Eduard Fernández alzó la estatuilla a mejor actor por Marco y Carolina Yuste la de mejor actriz por La infiltrada.
La noche arrancó con el emocionado discurso de Salva Reina cuando recogió su premio como mejor actor de reparto por El 47. Su alegato en favor de los derechos de los migrantes y del acceso a la vivienda marcó la pauta de una noche que sería muy reivindicativa en ese aspecto. «Gracias por permitirme interpretar a Felipín, un cateto andaluz que tuvo que emigrar de su tierra, como millones de andaluces exiliados. Gracias por darle voz a esta gente humilde, honorable, valiente, poderosa», dijo entre lágrimas. «Ninguna persona es ilegal», añadió.
Clara Segura, compañera de reparto en El 47, se expresó en los mismos términos: «Todos fuimos extranjeros en algún momento. La tierra no nos pertenece. Sólo nos acompaña un rato mientras vivimos».
Otro de los discursos más aplaudidos lo pronunció alguien que no está delante de las cámaras sino detrás. Fue Eva Valiño, sonidista galardonada por Segundo premio: «Todos deberíamos actuar para proteger, para acoger, para comprometernos y defender lo que nos hace humanos». En su intervención recordó a su hermana, Vanessa Valiño, una activista que trabajó «para que el derecho a la vivienda no fuera un privilegio de unos pocos».
Por su parte, Marcel Barrena, director de El 47, subrayó la coincidencia que existe entre el número del autobús que secuestró Manolo Vital y los artículos 47 de la Constitución española y del Estatut d’Autonomia de Catalunya: ambos consagran el derecho a una vivienda digna.
Todos estos alegatos, que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pudo oír en persona en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Granada, se sucedieron en una gala cuya retransmisión televisiva estuvo patrocinada, paradójicamente, por Airbnb, empresa de viviendas turísticas que está contribuyendo en gran medida a la subida de los alquileres en España.
Oscuridad y luz
Como siempre ocurre en estos casos, las redes combinaron los humores que han partido en dos las sociedades de todo el mundo: había quien aplaudía la defensa de los derechos humanos y quien se quejaba por el contenido político de las intervenciones. Estos últimos, muy activos en X, tuvieron que ver cómo Richard Gere, que recogió el Goya internacional como homenaje a toda su carrera, cargaba contra su ídolo Donald Trump: lo llamó «a bully and a thug» (‘un abusón y un matón’). «Este tribalismo tan tonto está tomando el control (…) Estados Unidos se ha convertido en un lugar muy oscuro», agregó. Unas horas antes, en Madrid, un grupo de políticos de extrema derecha aplaudía esa oscuridad y rendía pleitesía al presidente estadounidense. Mientras en el aquelarre ultra Matteo Salvini decía «bye-bye Open Arms», Richard Gere elogiaba explícitamente el trabajo de esa ONG en la gala de los Goya. Oscuridad y luz. Dos visiones del mundo.
En el lado luminoso, claro, estuvo Aitana Sánchez-Gijón, que recogió el Goya de honor y quiso citar a una de las actrices más combativas del cine español, Marisa Paredes, fallecida recientemente: «No hay que tener miedo de la cultura. Hay que tener miedo a la ignorancia, a la indiferencia, a la mentira, al fanatismo y a la violencia. Hay que tener miedo a la guerra. Y me gustaría añadir, y creo que Marisa estaría de acuerdo conmigo, hay que tener miedo a los nuevos imperialismos y a las limpiezas étnicas».
Esto último, obviamente, era una alusión al genocidio perpetrado en Gaza por el Gobierno de Israel. Y no fue la única. Miguel Ríos terminó su actuación gritando «Free Palestina!» y Eduard Fernández advirtió del «peligro del fascismo, el peligro de un saludo ambiguo». El actor, que ganó el Goya por su interpretación del impostor Enric Marco, recomendó no olvidar «los campos de concentración, los Flossenbürg, los Mauthausen, los Guantánamo, los Gaza. Cuidado, que vienen a caballo. Vienen tiempos difíciles».
En cuanto a los números musicales de la gala, no hubo ninguno bochornoso como sí ha ocurrido otros años. Todo lo contrario: fueron muchos (Amaral, Estrella Morente, Rigoberta Bandini, Zahara, Dora, Dellafuente…) y todos bastante buenos. Pero hubo uno que destacó sobre todos los demás: la extraordinaria versión que hizo Alejandro Sanz del clásico de Triana Abre la puerta.
Qué gran título para dedicárselo a Trump.
Todos los premios
- Película: El 47 y La infiltrada
- Dirección: Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez por Segundo premio
- Actriz: Carolina Yuste por La infiltrada
- Actor: Eduard Fernández por Marco
- Actriz de reparto: Clara Segura por El 47
- Actor de reparto: Salva Reina por El 47
- Actriz revelación: Laura Weissmarh por Salve María
- Actor revelación: Pepe Lorente por La estrella azul
- Dirección novel: Javier Macipe por La estrella azul
- Guión original: Eduard Sola por Casa en flames
- Guión adaptado: Pedro Almodóvar por La habitación de al lado
- Película Iberoamericana: Aún estoy aquí (Brasil)
- Película Europea: Emilia Pérez (Francia)
- Documental: La guitarra flamenca de Yerai Cortés
- Película de animación: Mariposas negras
- Cortometraje de ficción: La gran obra
- Cortometraje documental: Semillas de Kivu
- Cortometraje de animación: Cafunè
- Fotografía: La habitación de al lado
- Montaje: Segundo premio
- Música original: La habitación de al lado
- Sonido: Segundo premio
- Diseño de vestuario: La virgen roja
- Efectos especiales: El 47
- Dirección de producción: El 47
- Dirección de arte: La virgen roja
- Maquillaje y peluquería: Marco
- Canción: La guitarra flamenca de Yerai Cortés
- Goya de Honor: Aitana Sánchez-Gijón
- Goya Internacional: Richard Gere
Nada que sorprenda: El policía retratado en la película “La infiltrada” era un torturador.
En esa época la tortura no fue ejercicio aislado, sino sistemático en cuarteles y comisarías.
Se trata de Fernando Sainz Merino, que en 1980 torturó al menos a tres personas en Barcelona. Posteriormente, entre 1992 y 1999, en Gipuzkoa, bajo su responsabilidad, la policía torturó a 100 personas, por lo menos.
Premiada en los Goyas y publicitada hasta el hartazgo, la película “La infiltrada” que, siempre se dijo, está basada en hechos reales, trata de cómo un jefe de policía española ordena a Elena Tejada (interpretada por Carolina Yuste) infiltrarse en ETA.
A pesar de basarse en hechos reales, nunca trascendió quién fue, en la vida real, el policía que ordenó la infiltración (Luis Tosar en la película). Pero, recientemente, El Mundo se encargó de revelar que este, el responsable de la infiltración, era el comisario Fernando Sainz Merino.
El propio Tosar llegó a decir en algunas entrevistas que el policía “anónimo” que interpreta en la película era conocido anteriormente en las comisarías con el apodo de Inhumano. Lo que nunca dijo el actor, no sabemos si por ocultarlo o por desconocimiento, es que era un torturador. que practicó y facilitó tan deleznable ejercicio en Catalunya y en Euskal Herria.
Los torturados en Barcelona, en la comisaría de Vía Laietana, fueron tres militantes independentistas detenidos en 1980. Antoni Massagué, Ferran Jabardo y Xavier Barberá, del grupo Exèrcit Popular Català, fueron los primeros en identificar a este agente, junto con otros cuatro policías, por las torturas que habían sufrido.
Como hemos señalado, Fernando Sainz Merino también ejerció como jefe de policía en Gipuzkoa entre 1992 y 1999, principalmente en la lucha contra ETA. Trabajó mano a mano con el siniestro Enrique Rodríguez Galindo de la Guardia Civil, condenado, éste, a 71 años de prisión en 2000 por el secuestro y asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala. Durante esa época, bajo el mando de Sainz Merino, fueron torturadas muchas personas; al menos 100.
En 1998, Sainz Merino fue nombrado “asesor antiterrorista” de la Policía. Al principio compaginó este trabajo con sus responsabilidades en Gipuzkoa; posteriormente se centró en su segundo nombramiento. Actualmente, está jubilado.
(Insurgente.org)
Los Gaudí, los Goya y la hipocresía del progresismo.
…Si «El 47» borra la militancia y la organización política de la historia, como ya se ha desarrollado en varios artículos, «La infiltrada» exalta la figura de una policía que se infiltra en ETA.
Qué coincidencia que se estrene esta película después de que se destaparan los casos de infiltraciones a movimientos sociales de todo el estado español, incluido el de la vivienda.
No es casualidad que esté producida por Bowfinger Int. Pict. de Santiago Segura y financiada por Atresmedia y su productora, M. Luisa Gutiérrez se dedique a elogiar a los policías «que arriesgan su vida por el bien común, los principios de la democracia y la libertad de expresión» y sea ampliamente aplaudida por los youtubers y tuiteros reaccionarios de turno…
(C. Ruscadella, Insurgente.org)
La tal María Luisa, sabiendo de la ley mordaza, de cargas contra antifascistas y protección a nazi fascistas, hubiera quedado mucho mejor callada.
Respecto a El 47 se ha querido ocultar que era una lucha más de clases de las muchas que había en la Barcelona de izquierdas de las décadas 70/80.
Para cooperar en ir hacia atrás no faltan cooperantes, incluso entre los artistas, que se supone son gente con más sensibilidad. Pocos artistas hay hoy comprometidos con un mundo más justo.
Que viva el 47 y la Barcelona roja de aquellos años. Quién los pudiera traer de vuelta.
Jamás los castellano parlantes, los que fuimos de otras provincias del estado español nos sentimos nunca inmigrantes en Catalunya. Al contrario, fuimos muy bien acogidos.
Eduard Fernández hubiera quedado «de maravilla» si hubiera recordado ya no el impune genocidio español, sino que después de Camboya, España es el país mundial con más desaparecidos. Muchos de ellos están todavía en cunetas y descampados esperando a ver si llega de una vez la democracia.
Y Sanz mejor que se esté calladito. Supongo que le debe pagar la Corina para que hable mal de Maduro mientras mira para otro lado con el genocidio contra el pueblo palestino.