Cultura | Entrevistas
John Carlin: “Ser corrompido por el poder no es una cuestión de izquierda o derecha, es muy humano”
El periodista John Carlin y el ilustrador Oriol Malet son los autores de 'Bestias', una fábula satírica que parte desde la situación en Nicaragua para contarnos un problema universal: cómo el poder corrompe a quien lo ostenta. O lo que es lo mismo, cómo "todo cambia para que nada cambie".
Puedes conseguir un ejemplar de ‘Bestias’ con tu suscripción Mecenas a La Marea. O comprándolo aquí.
«El contexto de Nicaragua es dramático», dice John Carlin. El periodista conoce bien el país, donde se casó y residió durante años. Su larga trayectoria profesional, que incluye ser el biógrafo de Nelson Mandela, transcurre por medios como el Times y la BBC. Ahora dedica su último libro, ‘Bestias’, a describir en formato cómic los últimos años de la historia de este país, desde que en 2007 Daniel Ortega derrotó a la dictadura de la familia Somoza y se convirtió en presidente. Lo hace de la mano de Oriol Malet, con quien que ya creó su primer cómic (Mandela y el general) e ilustra su columna dominical en La Vanguardia.
Se menciona mucho que esta historia bebe de Rebelión en la granja, de George Orwell. ¿Pero cuál es la principal diferencia?
JC. La historia, la moraleja, la fábula… es básicamente la misma; los detalles son diferentes. En este caso, se basa en Nicaragua durante los últimos 40 años, mientras que Orwell se basaba en la Unión Soviética. Además, nosotros nos pegamos mucho más a la historia de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua y sacamos muchos hechos reales, aunque no mencionemos nombres para que se la pueda universalizar. Porque, como el libro de Orwell, habla de un fenómeno absolutamente universal repetido a lo largo de la historia: personas que derrocan al tirano y llegan al gobierno con grandes ideales pero que acaban traicionando esos ideales y volviéndose iguales que el dictador al que derrocaron. Esa es la vieja historia que contamos, que es aplicable en contextos dramáticos como el de Nicaragua, pero también es aplicable en contextos más mansos, como puede ser la alcaldía de un pequeño pueblo en España. Hay ejemplos de todas las ideologías y en todos lados. No es una cuestión que sea de izquierda o de derecha, es algo que es muy humano, lamentablemente.
Una ilustración del libro recuerda a Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya. ¿En qué otras se han basado (o referenciado)?
OM. Esta es la más evidente. Pensé en dibujar con un estilo muy goyesco y entonces me vino a la cabeza el cuadro e hice esta revisión. Es una táctica que apela a la cultura del lector o lectora que de repente ve que es evidente lo que hay detrás; y te ahorras cinco o seis páginas ilustrando matanzas. También fue una manera de decir: esto es un libro donde hay cómic, pero es periodístico, histórico o como lo quieras llamar. Vengo de la ilustración periodística, del cartoon político. Y aquí hay mucha sátira periodística dentro de los ingredientes.
Sobre el tipo de ilustración, ¿cómo le contarían a los lectores y lectoras qué es lo que se va a encontrar?
OM. Lo primero que hago siempre antes de empezar a ilustrar un texto es decidir qué estilo va a ser el que más se va a adecuar. Aquí la historia siempre me llevaba a una cosa muy bestia, muy grotesca, y por lo tanto para mí la mejor manera de contarlo pasaba por que el estilo fuera de línea sucia y temblorosa. Hacer una cosa muy preciosista y muy amable hubiera sido un absurdo.
Hay escenas donde se relatan abusos sexuales de una manera muy sutil y velada. ¿No quisieron ser muy crudos porque asumen que todos entendemos ese código?
JC. Sí, bueno, no queríamos a hacer un libro pornográfico, para empezar. Y segundo, yo creo que a través de la sugerencia es incluso más potente que si vas al extremo de contarlo todo gráficamente.
OM. Además, como el tema del abuso es tan actual y tenemos relatos tan bestias, nunca mejor dicho, creo que se entiende. No hace falta ir al detalle, ya tenemos todos en la cabeza relatos constantes. Al principio de la historia, sí que nos interesaba mostrar las cosas de forma cruda para explicar las vidas duras y desgraciadas de las que parten algunos personajes.
En el libro destacan la frase “todo cambia para que nada cambie”. ¿Creen que estamos abocados a ser corrompidos por el poder o hay esperanza?
JC. En cuanto a si el libro es una expresión de pesimismo y de inevitabilidad, yo creo que sí que hay una especie de gen defectuoso que tenemos los seres humanos y que después de equis tiempo en el poder, la gente se corrompe casi de forma garantizada. Hay muchas cosas muy malas en la humanidad, como la envidia, la avaricia, la crueldad… Pero creo que se debe seguir luchando contra eso y seguir con la esperanza de que de que algo se podrá hacer para que los seres humanos seamos menos malos. Sería absolutamente lamentable, terrible y triste que nos resignáramos a que todos los políticos van a ser unos cretinos como Donald Trump. Hay que seguir en la lucha por un mundo mejor. Y nuestro libro es eso, es un libro satírico que ridiculiza a esta gente y que tiene un mensaje implícito de que esto es el mal camino y hay que ir por otro.
Por otro lado, al inicio de la historia vemos también como el líder de la revolución está encarcelado y reniega de la causa. ¿Creen que los ideales desaparecen cuando se alcanza el poder pero también cuando se pasan penurias?
JC. Ahí interpretaste cosas que yo no vi pero es lo bonito de los buenos lectores, que sacan sus conclusiones. La primera visión que tenemos de Ortega es en la cárcel, lamentándose y quejándose de sus compañeros; y creo que eso ya plantea una semilla del tipo de persona que es, bastante ruin. No es una persona noble, no es una persona realmente valiente. Entonces ese personaje que mostramos al principio es coherente con un tipo de personaje en el que se convierte. Si hubiera sido más estoico, en plan Mandela en la cárcel, la transición sería menos convincente.
Hay dos mujeres clave en la obra. La primera sería la que representa a Rosario Murillo, que llega al poder con su pareja. Si lo leemos desde la universalización, sin tener presente la historia de Nicaragua, choca que sea ella presentada como más mala que su marido, que es quien ostenta el poder.
JC. Creo que ella es más mala que él en cuanto a la corrupción del poder. Ella toma una decisión terrible que la deshumaniza y es escoger a su marido por encima de su hija, por aferrarse al poder. No quiero menospreciar en absoluto lo abusivo y atroz que hace el personaje que representa a Ortega. Pero el hecho es que no hemos exagerado, porque es la realidad. Rosario Murillo es la principal responsable hoy de la tiranía en la que se está sumida Nicaragua.
OM. Yo digo que es un libro básicamente de mujeres, porque luego está la otra de la otra cara de la moneda: el personaje de la guerrillera que se mantiene fiel a los ideales, y que se basa en la poeta, activista y luchadora Dora María Téllez. O la mismísima hija, que se refiere en la vida real a Zoilamérica Ortega Murillo y que tiene un discurso feminista muy interesante. Sí que es cierto que la mención a las mujeres es complicada si pensamos en la universalización de la historia, pero en realidad es también una manera de decir que las mujeres están presente en todos los ámbitos del desarrollo humano. Siempre ha sido así.
JC. Una cosa importante de este libro es que ya ha tenido mucha resonancia en Nicaragua; o al menos entre los exiliados, los que han sido expulsados del país o los que han estado encarcelados.
El segundo personaje femenino es la hija, que representa a Zoilamérica, y que es protagonista de la portada. Esa mujer joven que sufre la peor parte cuando son pobres y también cuando se enriquecen. ¿Consideran que las mujeres y jóvenes son siempre las que más violencias sufren?
OM. Totalmente. Para nosotros, ella es el hilo conductor de la historia. Es un personaje clave en este cómic y era un personaje que nos interesaba mucho. Es ella quien lo ve todo y todo pasa por sus ojos redondos. Además, es la que está recibiendo la peor parte constantemente. Hablamos con Zoilamérica y nos dijo que este comic “la honraba mucho” y con eso nos quitamos un peso de encima porque, así como el resto de opiniones de los personajes representados nos daban igual, la de ella para nosotros era muy importante.
¿Es importante para el lector ser consciente de que esto trata de la historia de Nicaragua?
OM. Mira, no lo sé. En un momento decidimos partir de un hecho concreto, pero de repente se nos antoja que lo queremos universalizar y que no vamos a ser rigurosos en el trato concreto de la realidad de Nicaragua. Creemos que no es necesario que el lector conozca la realidad de Nicaragua para entender la historia pero sí es cierto que, si no la conoce, puede pensar que la historia no es muy original. Digamos que preferimos que el lector empiece desde un lienzo en blanco pero sí creemos que, si se informa tras la lectura, podrá ver más matices. Queremos que les entren ganas de saber más sobre esta historia.
Derecho a réplica de un artículo sobre Nicaragua. La izquierda necesita un baño de lucidez con respecto a Nicaragua.
(Nacho Dueñas, Comité Óscar Romero, Cádiz).
De poco valen las ansias de justicia y el hambre de utopía si nos falta la lucidez. Y esto nos pasa con Nicaragua hoy, con Cuba ayer y con Venezuela mañana (y sino al tiempo). No nos puede fallar la lucidez cuando el arma de las oligarquías es el engaño y la manipulación.
Decía Bolívar: «Nos ganarán no con la espada sino con el pensamiento» y Antonio Machado «Distinguir las voces de los ecos».
… Conclusión: Ortega no es un líder de la talla de un Fidel, un Chávez, un Correa o un Evo. Ejerce la represión y la manipulación, probablemente sea corrupto y violador intrafamiliar. Que esté en el poder no es una buena noticia.
Pero sobre él recae la legitimidad de origen del gobierno. Que ganó en elecciones libres y limpias hasta 4 veces y la legitimidad de ejercicio en cuanto que ha cumplido con creces el deber de todo gobernante de un país empobrecido: el radical descenso de la pobreza. Sobre él recae el deber de desactivar cualquier golpe de estado, como sin duda ha hecho.
La represión es la consecuencia, que no la causa, de la violencia de las protestas, aún mayor que aquella.
Ya con las fuerzas de seguridad en la calle sí hubo represión brutal por lo que el gobierno debería ser investigado y juzgado, pero también la oposición.
Ya en frío, con posterioridad, Ortega retiró a la policía, destituyó al máximo responsable de las fuerzas de seguridad, convocó a un diálogo nacional, creó una comisión de la verdad y promulgó una amnistía que incluía a gente con delitos de sangre.
Por qué se omite la actitud más que conciliadora de Ortega ya en frío y la violencia altamente letal previa a la represión?: Para blanquear un golpe de estado a toda regla y para cargar toda la responsabilidad sobre Ortega, cuando la de la oposición es mucho mayor.
Ortega no es un bien. Pero la oposición golpista es un mal mayor. Y Ortega tiene el deber de acabar con el golpismo.
La izquierda debe hilar muchísimo más fino para no acabar haciendo el juego a un golpismo que es un mal mayor. Debe ser muchísimo más lúcida.
Hoy el sistema no reprime a las izquierdas, sencillamente las manipula.
Involuntaria y pasivamente podríamos ser cómplices de una oposición golpista y violenta, perteneciente, como en los años 70/80, a la oligarquía alineada con EEUU.