Opinión
Españoles, Franco ha resucitado
«Los malos convocan a los espectros de su pasado, y los buenos debemos convocar a los nuestros y combatir también a los suyos, porque pueden ganar batallas después de muertos. Medio siglo después sigue haciendo falta luchar contra Franco», escribe Pablo Batalla
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Franco está muerto, pero puede revivir. El franquismo ha sido durante mucho tiempo un pasado del que quedaban restos más o menos robustos, como las últimas y molestas flemas de un formidable catarro: la judicatura y las fuerzas de seguridad nunca depuradas, las fortunas acumuladas merced al trabajo esclavo y a las que no se hizo indemnizar a sus víctimas, el mito tardofranquista de la España cainita y democratizable tan solo con sumo cuidado, tan útil a la Transición. Etcétera. Pero medio siglo después, entramos en un terreno distinto. El franquismo es ahora, puede serlo, no un persistente pasado, sino un futuro del que estemos empezando a advertir los primeros brotes.
Walter Benjamin, el gran filósofo de la historia, dejó dicho que nada de lo que una vez aconteció debe darse para la historia por perdido. El pasado, como la piedra del poema de León Felipe, se hunde en la tierra, pero a veces centellea bajo los cascos, bajo las ruedas, y puede convertirse en piedra de las hondas del futuro. Franco, su reivindicación como inspirador de la construcción del porvenir, empieza a gozar de preocupante buena salud. Los actos en su memoria ya no solo congregan a vejestorios nostálgicos, con trazas de personaje de Martínez el Facha, sino a más jóvenes cada vez; chavales que, en clase, en el instituto, tal vez provoquen a su profesor gritándole «¡viva Franco!».
El franquismo es un nuevo punk y hoy prospera en las aulas una acracia facha, un franquismo spontex, como aquel maoísmo sesentayochista que no sabía realmente nada de Mao Tse-Tung, pero percibía en él un campanazo subversivo, una completa revolución cultural. No siempre se combate este problema con cabeza. Un profesor valenciano de Secundaria explica a este columnista cómo lo hace él: no escandalizándose, no regalando a los estudiantes el placer del espanto que buscan en él, sino replicando la insolencia con insolencia; diciéndole al chaval en cuestión «¿sabes qué es lo único que yo echo de menos del franquismo? Que un profesor podía calzarle una hostia a un alumno impertinente».
Nada debe darse por perdido y tampoco a este sátrapa que goza de creciente prestigio incluso fuera de España, en sectores de ultraderechas como la trumpista estadounidense, que aprecian en Franco un referente histórico más interesante incluso que Hitler o Mussolini. El Führer era «nacional-socialista», pero el general ferrolano no tenía de socialista ni una etiqueta tramposa, engatusadora de incautos. Su fascismo no era civil, sino militar, armado hasta los dientes, derrotador de la izquierda en el campo de batalla; y no era pagano, ni tan siquiera paganizante, sino vociferantemente cristiano. En la serie Succession, Jeryd Mencken, pujante candidato neofascista a las elecciones yanquis, lo menciona como referente.
Franco ha resucitado, o puede resucitar, y en un siglo malista (lean el ensayo, estupendo, de Mauro Entrialgo), cada vez más cruel, más desinhibidamente violento cada año, no bastará recordar que mató industrialmente para conjurar su regreso, que antes bien podrá acabar acelerándose. En un planeta encaminado a la catástrofe, se piden, se irán pidiendo, líderes fuertes, presidentes malvados. No corren malos tiempos para ser genocida; no hace falta siquiera serlo por lo bajini: la era retransmite el genocidio en TikTok, se mata con transparencia y se admira al matachín, los Auschwitz y Sobibor del siglo XXI postean en Twitter/X el orden necrofílico del día.
Benjamin Netanyahu no pierde a su legión de seguidores en cuanto se viraliza el primer vídeo de un bebé mutilado, llorando a la vera del cadáver de su madre. Se sigue diciendo que «Israel tiene derecho a defenderse» incluso cuando defenderse consiste en eso; en mutilar bebés en los tabucos de Gaza, en prender fuego a cunas con diluvios terribles de fósforo blanco. Y en un mundo así, ¿qué problema hay con Franco y sus paseos de zurdos? Franco fue a la vez Bukele, Milei y Putin.
¿Pesimista? Y cómo no serlo. Pero nada de lo que una vez aconteció debe darse para la historia por perdido. Podrá volver Franco, podrá volver Mussolini, pero también podrán regresar los partisanos que lo colgaron, cabeza abajo después de lincharlo, de una gasolinera de Giulino di Mezzegra. Podrá volver 1933 y también reeditarse 1789. Hace 30 años se proclamaba el «fin de la historia», pero la historia no se acabó. Vuelve a nuestra centuria su estrépito de efemérides, la frenética redacción de páginas que los niños del futuro habrán de estudiar. Los malos convocan a los espectros de su pasado, y los buenos debemos convocar a los nuestros y combatir también a los suyos, porque pueden ganar batallas después de muertos. El tiempo no pasa –nos enseñó también Benjamin–, sino que se acumula, y medio siglo después sigue haciendo falta luchar contra Franco, colgar una y otra vez a Benito Mussolini, llevar de nuevo a Hitler al búnker de su suicidio.
El franquismo es un nuevo punk y hoy prospera en las aulas una acracia facha, un franquismo spontex, como aquel maoísmo sesentayochista que no sabía realmente nada de Mao Tse-Tung, pero percibía en él un campanazo subversivo, una completa revolución cultural
Clichés y más clichés que denuncie como los de los maoístas del 68, pero que no ha gustado al lamarea me lo han censurado
Como no comulgues con los datos del que escriba el artículo te censuran, ya van 3 veces que lo hacen
Mucho dice de la libertad de expresión
Salud y anarkia que os vaya bien
Bendito Maoísmo, quién lo volviera a pillar.
Como el día y la noche con el franco/fascismo.
Comparar a Franco con Bukele, Milei y Putin, aunque sea con los tres juntos, casi es santificarlo. Está a la altura de los Netanyahus y de sus socios por lo menos.
No es que sienta simpatía alguna por Bukele y Milei dada su trayectoria acordé con su ideología.
Tampoco por Putin, presidente de la Rusia capitalista, pero me guardaré bien de culparle de la invasión de Ucrania.
Bastantes avisos dió antes de invadir. Esta guerra empezó en 2014, auspiciada, como no, por el provocador y manipulador amo gringo, golpe de estado incluido, como es su especialidad, y amiguete nazi, Zelenski, al poder. Hasta febrero 2022 había causado más de 14.000 muertos en la zona ruso parlante del Donbass. Entre ellos cientos, si no miles, de niños muertos y cerca de un centenar de sindicalistas quemados vivos en la Casa de los Sindicatos de Odessa.
La izquierda en Ucrania está ilegalizada. Incluso el partido socialista. Recientemente los socialistas ucranianos han dirigido una carta abierta a Pedro Sánchez como presidente de la Internac. Socialista esplicandole su desesperada situación, demandando auxilio, algunos han sido encarcelados, otros asesinados. Dicen que no entienden que se desentiendan así de ellos e invocan al socialismo de Olof Palme y Willy Brandt.
Muy acertado: «sabes que es lo único que yo echo de menos del franquismo:
Que un profesor podía calzarle una hostia a un alumno impertinente».
Esta chavaleria son un rebaño de manipulados. Tenían que haber vivido el franquismo como lo vivimos otros. En España sigue existiendo lo que llaman el franquismo sociológico. Muchas de las familias de esta juventud están desde siempre manipuladas. Sigue vigente el guión de los vencedores con el incondicional, tradicional e importantísimo apoyo de la iglesia católica.
Todo quedó bien atado y aquí sigue pendiente de que se imponga la verdad sobre la falacia, la justicia y la reparación.
Solamente Camboya tiene más desaparecidos que España en la guerra de clases (que no fue civil).
En un artículo de El Viejo Topo titulado «Cuando la historia oculta el pasado», dice el Dr. en Ciencias de la Educación, Francisco Javier Díez Gutiérrez:
La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado.
…Nuestros estudiantes saben más del nazismo que del fascismo patrio.
….Los contenidos escolares se ven influenciados por los intereses y perspectivas de quien los diseña y confecciona.
…El mito de la objetividad y neutralidad en las ciencias sociales pretende asegurar lo establecido por el establishment.
…La Memoria Histórica sigue siendo una asignatura pendiente en el currículum escolar. La Memoria Histórica Democrática de lxs vencidos, de lxs fusilados, de lxs torturados y humillados por el fascismo civil y militar que auspició un golpe de estado y una dictadura consentida y auspiciada por los países supuestamente democráticos.
La Memoria de quienes lucharon y defendieron los valores democráticos de la II República, de quienes fueron derrotados y cuya memoria se ha tratado de olvidar y silenciar.
…Lo que habitualmente se plasma en los contenidos de los libros de texto es la historia de los vencedores.
Cuando no es su ideología la que se imparte, la derecha siempre asegura demagógicamente que la escuela adoctrina.