Sociedad
Cuando la ceguera no frena la diversión y el aprendizaje: cómo son los juguetes para niños con discapacidad visual
Mucho se ha avanzado en los últimos años en cuanto a la inclusividad de los juegos para personas con discapacidad visual, aunque las familias reivindican una mayor presencia de ellos en las aulas y avanzar hacia la accesibilidad total.
Ni Sara ni Laura alcanzan los 10 años, pero llevan toda su vida sin poder elegir en un catálogo qué juegos y juguetes les hace más ilusión encontrar debajo del árbol por Navidad. Estas dos niñas con ceguera tienen más complicado el acceso a estos productos, esenciales para el desarrollo de cualquier criatura. Desde la ONCE se esmeran en desarrollar juegos accesibles a personas con discapacidad visual mientras que familias y maestras se afanan en convertir colores en texturas y sonidos en información.
Eva Sánchez, maestra de atención temprana y miembro de la ONCE, recuerda que el juego cumple funciones a todos los niveles en el desarrollo de cualquier niño. “Es una forma de socializar en familia o con amigos, de establecer relaciones, trabajar las emociones, compartir tiempo y estimular habilidades, como aprender por imitación”, sostiene. En este sentido, ya hay juguetes que son inclusivos por su propia razón de ser, como los muñecos. En cambio, en otras ocasiones la imaginación debe echarse a volar para hacer accesibles aquellos juegos no pensados inicialmente para niños con discapacidad visual.
Ciertas estratagemas hacen más fácil tan ardua tarea. Para Sánchez, es habitual el uso de la silicona para marcar el recorrido en un tablero. También juega con las texturas valiéndose de goma eva, por ejemplo, u otras texturas más acartonadas y rugosas para marcar los colores a un chaval que es incapaz de verlos. Para fijar las piezas en los tableros, utiliza velcro o imanes. “Son diversas técnicas del día a día que pueden implementar las familias, aunque no es fácil”, añade.
Esta especialista incide en que no solo se trata de aplacar la dificultad a nivel físico visual, sino también en torno a los retos que plantean los juegos: “Si juegan a las cartas, deben tener en cuenta las jugadas de las demás personas. Un niño con ceguera no tarda lo mismo en explorar ese movimiento que alguien que sí ve. Por eso, también hay que intentar adaptarlos para que sea didáctico, interesante y divertido para todos los participantes”.
La existencia de ciertas páginas web que clasifican los juegos en función de las necesidades de los jugadores ayudan a poder salvar estas dificultades de los más pequeños en un aspecto tan importante para su desarrollo como es el juego. “Prácticamente, el 99% de los niños con discapacidades visuales acude a colegios ordinarios, así que entre mis funciones está visitarles para asesorar a sus tutores y al resto de especialistas”, comenta Sánchez, quien normalmente trabaja en el Centro de Recursos Educativos (CRE) de la ONCE en Madrid.
Faltan juguetes accesibles en las aulas
Desde su punto de vista, la existencia de estos juegos en las aulas no se trata de una cuestión económica, sino informativa. “Los juegos no son baratos nunca, pero a medida que van conociendo su existencia sí se va expandiendo su presencia”, defiende. Esta postura entronca directamente con la experiencia que Macu del Pozo, madre de Sara y de Laura, lleva percibiendo desde hace años: “Cuando eran más pequeñas todo era más fácil, porque los juegos son más manipulativos”, comienza a explicar.
En su casa no faltan el parchís y la oca accesibles que la propia ONCE ha desarrollado, al igual que un ajedrez. A ellos se suman otros de cartas, como el conocido ‘Virus’ o las ‘UNO’, lo que ayuda mucho a Del Pozo a entretener a sus dos pequeñas durante los periodos vacacionales. A nivel particular también han adaptado otros juegos, como el Monopoly Junior, con pintura de relieve, donde lo único no accesible a las jóvenes jugadoras son las preguntas que hay que leer.
Aunque admite que en los últimos años se ha avanzado mucho en torno a la presencia de juegos accesibles, Del Pozo se queja de que apenas todavía han llegado a las aulas. “Las dos van a ajedrez como actividad extraescolar, y el colegio costeó el ajedrez accesible. Así pueden jugar con otros compañeros. Además, juegos que en casa tenemos algo más trillados, los he llevado al cole para que los puedan seguir utilizando allí”, señala.
Ahora, con la llegada de Papá Noel y de los Reyes Magos, Sara y Laura no tienen un catálogo en el que poder elegir los juguetes que quieren, tal y como su madre recalca. Por lo pronto, la familia ha decidido dar el salto a lo tecnológico. “Hemos comprado un iPad para que puedan jugar también ahí, aunque la accesibilidad no llega a ser total. Muchos juegos sí están adaptados a personas con baja visión, pero para invidentes no hay tanto, y en los videojuegos creo que pasa algo parecido”, añade.
Videojuegos adaptados
La realidad de los videojuegos accesibles también ha cambiado mucho en los últimos cinco años, según incide Javi Andrés, periodista especializado en videojuegos y trabajador en el Grupo Social ONCE. “Antes no, pero ahora cada vez más se tienen en cuenta las posibles discapacidades de una persona, incluso las situaciones concretas de un jugador, como no tener una pantalla grande”, ilustra.
Grandes marcas como PlayStation, Nintendo o Xbox y otros estudios de desarrollo de videojuegos sí se están esforzando por potenciar la accesibilidad de sus productos. “Una persona que no ve puede jugar a algunos de los mejores juegos del momento únicamente por señales sonoras, porque la tecnología lo permite, como en The Last of us 2, donde las secuencias más cinematográficas son descritas por una voz en off y las señales sonoras permiten saber por dónde vienen los zombis o dónde pueden esconderse”, se explaya Andrés.
El desarrollo de la tecnología, de la inteligencia artificial y unas tarjetas gráficas más potentes y baratas son los aspectos que han propiciado este progreso en el sector, a tenor de lo expresado por el experto. “Además de una sensibilidad mayor por parte de las empresas. Han visto que aquí pueden sacar beneficios económicos”, añade. Gracias a ello, muchos chavales que no ven pueden llegar a experimentar cómo se conduce un coche como cualquier otro compañero gracias tanto al sonido del videojuego como a la vibración del mando, ejemplifica el periodista especializado.
Los aparatos periféricos, como los mandos, también han sufrido un desarrollo orientado a mejorar su accesibilidad. Tal y como apunta Andrés, para la PlayStation 5 existe un mando que permite colocar los botones dónde el jugador elija, son más grandes, con gran relieve y vibración propia. “Lo bueno de los videojuegos es que ya no hace falta configurarlos únicamente para la persona con discapacidad, sino que permiten que haya partidas compartidas disputadas por varios jugadores en igualdad de condiciones”, detalla Andrés.
Trabajo conjunto con instituciones
La ONCE tiene cinco Centros de Recursos Educativos (CRE) repartidos por toda España. Al ya citado de Madrid se le suman otros cuatro en el territorio nacional. Uno de ellos está ubicado en Alicante, la cuna del juguete, cuya directora es Mariluz Menéndez. “Nosotros partimos de la base de que un niño o niña con discapacidad visual puede disfrutar del juguete a través del tacto y el sonido”, comienza a explicar.
El centro alicantino trabaja estrechamente con el llamado Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio, conocido como el Instituto del Juguete. Así pues, desde la ONCE y sus alumnos se testean los productos que desarrollan a través de prototipos y realizan fichas en las que aportan sugerencias ligadas a su accesibilidad, algo que también lleva a cabo Javi Andrés con algunos estudios de videojuegos. “Estos juguetes están orientados al público en general, así que se pueden encontrar en muchas jugueterías ordinarias”, remarca Menéndez.
Por el momento, no existe ningún distintivo que acredite que un juguete es accesible a personas con ceguera, o su grado de accesibilidad, aunque la directora del CRE de Alicante sí defiende que un adelanto sería este sello que los identificara como tal. En cuanto al precio, Menéndez admite que aquellos juegos creados desde la ONCE, y comercializados desde su Centro de Tiflotecnología e Innovación, pueden tener un coste más elevado.
Del Pozo, madre de Sara y Laura, cifra en unos 30 euros la oca y el parchís accesible comercializado por la ONCE. “Todo es más caro. Nosotros hemos tenido que comprar un iPad porque las funciones de accesibilidad son mucho mejores ahí que en cualquier otra tablet”, dice con la esperanza de que el sector del juego y del juguete potencia la accesibilidad de sus productos.