El mejor cine de 2024

2024 termina y, con ello, un año de buen de cine, también en España. En este artículo, nuestro crítico Manuel Ligero selecciona las cinco películas que más le han gustado este año. Si no las has visto todas, aún tienes unos días antes de que termine 2024 para hacerlo.

No Other Land

¿Y si la mejor película del año no fuera un largometraje de ficción sino un documental? Podría ser así perfectamente, ¿por qué no? En ese caso, la ganadora indiscutible sería No Other Land, el filme del palestino Basel Adra y el israelí Yuval Abraham. Juntos narran, en primera persona, la expulsión ilegal de una comunidad palestina de la que ha sido su tierra durante siglos: Masafer Yata, en Cisjordania. Conectar con el público a través de la realidad es algo extremadamente difícil y ellos lo han conseguido. Su película remueve. Es imposible verla y permanecer indiferente. Por eso acumula ya más de 50 premios en certámenes internacionales (incluido el de mejor documental en los Premios del Cine Europeo y el del público en el Festival de Berlín). También está nominada a los Globos de Oro. Si la política no se inmiscuye, debería optar al Oscar. No Other Land es una barbaridad.

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La sustancia

Qué difícil es impactar en una época en la que nos parece haberlo visto todo ya. Pero Coralie Fargeat es una cineasta libre y salvaje. Es una guerrillera del arte en el sentido más exacto de la palabra: utilizará las armas del rival para emboscarlo y aniquilarlo. En La sustancia usa los códigos del videoclip y el chorreo de imágenes instagrameras para golpearnos sin piedad. ¿Te gusta hacer scroll y ver vídeos de chicas perfectas meneando el culo? ¿Es ese el canon de belleza impuesto globalmente a golpe de pulgar en un bucle infinito? ¿Es que sólo los jóvenes tienen derecho a ser idolatrados por su aspecto? ¿Es que hay que escupir sobre las mujeres mayores de 40 años? ¿Pero qué mierda de apartheid edadista nos estamos comiendo? Fargeat convierte todo esto en una película de terror gore, hiperbólica, repulsiva, divertidísima. Ganó el premio al mejor guión en el festival de Cannes.

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Anora

Y hablando del festival de Cannes, hay que destacar su maravillosa Palma de Oro de 2024. Quien haya visto esa obra maestra titulada The Florida Project sabrá de la sensibilidad de Sean Baker para retratar al género humano. En Anora reelabora el cuento de la Cenicienta, o mejor dicho, su versión más atroz (Pretty Woman), para dinamitar el cliché del amor interclasista. Basta de películas donde un millonario rescata a una chica pobre y la rodea de lujo y son felices y comen perdices. Eso no es que no exista (habrá ocurrido alguna vez, claro), pero desde luego no existe en la proporción en la que nos lo tenemos que tragar en el cine y en los cuentos. Y eso sin contar el lugar en el que ese tipo de narraciones deja a la mujer, siempre en apuros, sin iniciativa, siempre esperando a su príncipe azul. Baker hace con todo eso una comedia tan fina, tan compasiva, tan hermosa, y a la vez tan incisiva, que sólo podemos aplaudir.

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La zona de interés

Como se estrenó en España en enero de 2024, esta cinta portentosa opta al Goya a la mejor película europea en la ceremonia que se celebrará en Granada el próximo 8 de febrero. Poco se puede decir que no se haya dicho ya del filme de Jonathan Glazer, que ganó el Oscar a la mejor película internacional. Podemos añadir una particularidad quizás no lo suficientemente destacada: no es cine mainstream, es una obra de arte, un ejercicio de reflexión, una narración que camina entre la historia y la filosofía, una traslación a imágenes y sonidos del concepto que acuñó Hannah Arendt: la banalidad del mal. Todo eso podría parecer que no está al alcance del entendimiento de las masas (por recoger el peyorativo y odioso concepto orteguiano), pero no es así. Todo el mundo puede entender La zona de interés en todos sus matices, incluso en aquellos más intelectuales. Es lo que ocurre con el gran arte.

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Emilia Pérez

Un collage fascinante que mezcla thriller, musical y telenovela. Es tan rara, en el buen sentido, que no puedes dejar de mirar. Sorprende que un director de 72 años (Jacques Audiard) haya sabido captar tan bien el aire de los tiempos, tanto en el fondo (a través de lo trans) como en la forma (es imposible concebir una película más posmo). Incluso quienes tengan prejuicios contra todo este discurso no podrán dejar de admitir que Emilia Pérez es maravillosa. Disparatada, sí, pero maravillosa. Porque, efectivamente, con todos esos elementos culebronescos podría haber salido un churro, pero no. Audiard sale ileso de un peligrosísimo triple salto mortal artístico. Además, sólo por ver a Zoe Saldaña cantar, bailar y actuar como sólo las diosas del celuloide saben hacerlo, ya vale la pena darle una oportunidad.

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