Sociedad

10.457 migrantes murieron este año en su intento de llegar a España

Caminando Fronteras ha contabilizado 293 tragedias ocurridas en las diferentes rutas migratorias que llegan a España y un notable aumento del número de mujeres, niños y adolescentes que tratan de llegar al país

Imagen de archivo de un cayuco que estaba próximo a la playa de Maspalomas, en Gran Canaria. QUIQUE CURBELO / EFE

Un total de 10.457 personas murieron en 2024 en su intento de llegar a las costas españolas, lo que supone una media de casi 30 al día y un incremento del 58% respecto al año anterior, según el balance que el colectivo Caminando Fronteras ha hecho público este jueves.

Se trata de un cifra nunca antes registrada desde que esta ONG comenzó a investigar las desapariciones de migrantes en el mar de camino a España y que refleja el notable aumento de los fallecidos en los dos últimos años, pues ya en 2023 los 6.618 muertos casi triplicaban los registrados un año antes.

Respecto a 2024, Caminando Fronteras subraya que del total de personas que perdieron la vida, 421 eran mujeres y 1.538 niños o adolescentes, y recalca que la ruta Atlántica hacia las Islas Canarias «se mantiene como la más letal a nivel mundial», con 9.757 víctimas, es decir, el 93% del total. En la ruta argelina, su parte, 517 personas perdieron la vieda, mientras que 110 murieron en el Estrecho y 72 en la ruta de Alborán.

131 embarcaciones desaparecidas sin dejar rastro

El informe Monitoreo Derecho a la Vida 2024, cerrado a 15 de diciembre y que detalla 293 tragedias ocurridas en las diferentes rutas migratorias, ofrece también otro dato: 131 embarcaciones desaparecieron sin dejar rastro, con todos los inmigrantes que llevaba a bordo. Asimismo, la ONG también recalca el «notable aumento» en este año de salidas desde Mauritana, un país que «se ha consolidado como principal punto de cruce migratorio» hacia las Islas Canarias. En ella se produjeron 6.829 muertes.

Además, recuerda que la ruta argelina hacia Baleares también está considerada como una de las «más peligrosas» debido a su longitud y la dificultad del trayecto, como lo es igualmente, dentro de la ruta atlántica, la que acaba en la isla canaria de El Hierro.

Por meses, abril fue el que registró más muertes, con 1.284, por delante de mayo (1.103) y de febrero (1.093).

Los 10.457 fallecidos que Caminando Fronteras ha contabilizado pertenecían a 28 nacionalidades diferentes: Argelia, Bangladesh, Burundi, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Egipto, Etiopía, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea Bissau, Guinea Conakry, Irak, Islas Comores, Mali, Marruecos, Mauritania, Nigeria, Pakistán, República del Congo, Somalia, Senegal, Sierra Leona, Siria, Sudán, Túnez y Yemen.

Las causas del aumento de los naufragios

La ONG analiza las causas de aumento de los naufragios y entre ellas apunta hacia la omisión del deber de socorro. En este sentido asegura que «la falta de activación oportuna de los protocolos de rescate y la escasez de recursos en las operaciones de salvamento han incrementado las muertes».

Advierte, además, que se prioriza el control migratorio sobre el derecho a la vida, ya que las políticas migratorias se centran en evitar la llegada de personas migrantes, «incluso a costa de vidas humanas», lo que aumenta el número de naufragios y de desapariciones.

También subraya como otra causa de ese incremento la externalización de fronteras. «La responsabilidad del rescate se traslada a países con recursos limitados, empeorando la capacidad de respuesta ante estas emergencias», indica el informe.

La organización denuncia que muchos rescates «no se activaron a tiempo», incluso cuando se conocían las ubicaciones de las embarcaciones en riesgo. «La falta de coordinación internacional y las demoras en la ayuda fueron factores determinantes para que se den estas cifras tan devastadoras», recalca. A ello añade la «criminalización y estigmatización» de organizaciones sociales y de familiares que alertan sobre personas en riesgo afecta a la eficacia de las operaciones de rescate.

Y enumera una última causa: las condiciones de extrema vulnerabilidad que se traducen en el uso de infraembarcaciones precarias, la escasez de agua, comida y de materiales de navegación, y las condiciones meteorológicas adversas que dificultan el trayecto.

Ante todo ello, Helena Maleno, coordinadora de la investigación, alerta del «fracaso profundo» de los sistemas de rescate y protección, y urge a que «se priorice la protección del derecho a la vida, se refuercen las operaciones de búsqueda y rescate, y se garantice la justicia para las víctimas y sus familias».

Las mujeres y la infancia en la frontera

El informe hace hincapié en la presencia de mujeres en las rutas migratorias, con el porcentaje más alto en los cruces de las atlánticas, especialmente en las neumáticas entre Agadir y Dajla (Marruecos).

Estas mujeres, en su mayoría en tránsito, «enfrentan violencia, discriminación, racismo, deportaciones y violencia sexual«, asegura el informe, que precisa que muchas viajan con hijos nacidos en el trayecto y sobreviven en condiciones extremas a través de la mendicidad, la prostitución y trabajos precarios, lo que las hace más vulnerables a la captación por redes de trata. También se ha registrado un incremento en el número de mujeres que viajan en cayucos desde Senegal, Gambia y Mauritania, huyendo muchas de ellas de conflictos bélicos y del impacto del cambio climático.

Asimismo, ha crecido la presencia de mujeres en la ruta hacia Baleares, procedentes de África Central y Occidental, que atraviesa Libia y Túnez.

Caminando Fronteras ha constatado también un aumento de la presencia de niños, niñas y adolescentes en las rutas migratorias atlánticas, el Estrecho y hacia Baleares, y denuncia «la desprotección y la falta de garantías por parte de las autoridades». A su juicio, a menudo los menores son tratados como migrantes antes que como niños, y están siendo utilizados como «moneda de cambio política, quedando expuestos a discursos de odio y vulnerabilidad«.

La organización hace también hincapié en la situación de Ceuta, donde el cruce a nado sigue siendo una de las principales rutas migratorias, especialmente para niños y adolescentes de Marruecos y Argelia. «El resultado de este contexto político y social ha sido la desaparición de numerosos menores, dejando a muchas víctimas fuera del alcance de la protección pública, y enfrentando riesgos graves para su salud física y mental», concluye.

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