Internacional
Estas son las condenas por las decenas de violaciones a Gisèle Pelicot
«Todos los que están aquí son culpables, como yo», aseguró Dominique Pelicot en su última declaración durante el juicio por las decenas de violaciones a su exmujer, Gisèle Pelicot.
Dominique Pelicot ha sido condenado a 20 años de cárcel por sedar a su esposa y violarla durante años junto con decenas de hombres. Este es el veredicto, conocido este jueves, tras el juicio que empezó el 2 de septiembre en el Tribunal de Aviñón (sureste de Francia) por las múltiples violaciones que sufrió Gisèle Pelicot en un plan urdido por su entonces marido. «Todos los que están aquí, a pesar de la presunción de inocencia, son culpables, como yo», aseguró Dominique Pelicot en su última declaración.
Las penas para los demás acusados son, en general, menores a lo que solicitaba la Fiscalía. Así, las menos severas ascendieron a tres años, y el total de las condenas para los 51 acusados ascendió a algo más de 400 años de encarcelamiento, una cifra significativamente inferior a los 652 años que sumaban las penas reclamadas por la Fiscalía.
Después de la del propio Pelicot, la pena más amplia fue para un hombre de 63 años que llegó a ir hasta seis veces al domicilio de la entonces pareja en la pequeña localidad de Mazan (próxima a Aviñón), para violar a la víctima. A él se le castigó con 15 años, tres menos de los que pedía la Fiscalía.
Otro de los acusados principales en este juicio, Jean-Pierre Maréchal, acusado también de replicar junto a Dominique Pelicot sus métodos de sumisión química con su propia esposa, fue condenado a 12 años frente a los 17 solicitados por la acusación pública.
Además, seis de los acusados quedarán en libertad, ya sea porque las penas están exentas de cumplimiento en la cárcel o porque ya han cumplido parte de ellas en detención provisional.
Esas diferencias, unida a que varios de los condenados no deberán ingresar en prisión, desató inmediatamente el disgusto de los cientos de personas que se habían apostado desde primera hora para seguir el juicio y respaldar a la víctima.
«Vergüenza de Justicia», gritaron muchos de los presentes, la mayoría de ellos mujeres, que se sumaron a las convocatorias de las asociaciones feministas francesas que han estado acompañando este proceso durante algo más de tres meses.
Que la vergüenza cambie de bando
«Para que la vergüenza cambie de bando», defendió Gisèle Pelicot durante el juicio. Por pura supervivencia y sin buscarlo, Gisèle Pelicot se convirtió a sus 72 años en un icono feminista, para alzar la voz y seguir con vida, tras pensar en el suicidio al descubrir las 200 violaciones por sumisión química que sufrió durante una década.
«Gracias a todos vosotros tengo fuerzas para llevar esta lucha hasta el final. Esta lucha que dedico a todas las personas, mujeres y hombres, que en el mundo son víctimas de violencia sexual. A todas esas víctimas, quiero decirles: mirad a vuestro alrededor, no estáis solas«, declaró a la prensa el 16 septiembre, la primera vez que habló al mundo.
Desde entonces recibe avalanchas de muestras de apoyo, en forma de manifestaciones, aplausos multitudinarios y carteles de respaldo pegados en decenas de calles de la pequeña ciudad de Aviñón, donde el juicio ha concluido esta semana.
A pesar de la entereza con la que se ha mostrado a lo largo del proceso, al que asistió sin esconder su rostro y en el que miró fijamente la pantalla en la que se mostraban las decenas de violaciones que sufrió, registradas en miles de fotos y vídeos que hacía Dominique Pelicot, y que son la prueba clave del juicio, Gisèle reconoce que no sabe si será capaz de reponerse.
«Soy una mujer completamente destruida y no sé cómo me voy a levantar. No sé si mi vida dará para entender todo lo que me ha ocurrido«, confesó.
Los actos del hombre que estuvo a su lado durante medio siglo, un narcisista egocéntrico con múltiples desviaciones sexuales, como describieron los expertos psiquiatras, lo pusieron todo en cuestión.
«Nos acordaremos de la señora Pelicot»
La historia de vida de Gisèle Pelicot está marcada por una infancia feliz, un desempeño profesional exitoso en la eléctrica pública francesa EDF y un matrimonio unido, tras una breve separación, como ella misma expuso ante el tribunal.
Gisèle y Dominique se casaron en 1973, con 20 años, en una unión que los padres de él rechazaron. Tras una vida en la región de París, en 2013 la expareja se instaló en Mazan, un pueblo de apenas 6.000 habitantes en el sureste de Francia, para disfrutar de la jubilación. Allí fue, en 2011, cuando comenzó todo el infierno.
Hasta 2020 estuvo atentando contra la integridad física de su mujer, a la que puso en peligro de muerte por las altas dosis de ansiolíticos que le suministraba a escondidas, además de por las enfermedades de transmisión sexual que le contagiaron, que le expusieron a graves problemas de salud.
Por el camino, Gisèle vivía con múltiples pérdidas de memoria, que su entorno percibía con preocupación, especialmente sus hijos, que pensaban que padecía alzhéimer o una enfermedad similar, al constatar también una reducción de peso importante en pocos años. Ella temía por su vida y estaba angustiada por la posibilidad de no ver crecer a sus nietos, como relató ante el tribunal.
El divorcio no llegó hasta tres años después de la detención de su marido y el descubrimiento de la amplitud de sus delitos. Habían sido 51 años de matrimonio con tres hijos, David, Caroline y Florian.
«Tengo nietos que se apellidan Pelicot y no quiero que sientan vergüenza por su apellido sino orgullo de su abuela», defendió al ser cuestionada por la abogada de un acusado, que le preguntó por qué decidió mantener el apellido de casada, a pesar de haberse divorciado de su violador.
«Nos acordaremos de la señora Pelicot, mucho menos del señor Pelicot. Ya no habrá vergüenza de apellidarse así», añadió con firmeza.
Con la violencia machista hay que hacer como con la pandemia: todos los tíos con pulsera telemática hasta que se «vacunen» de primero de feminismo. Y los negacionistas y curas aislados y en cuarentena.
CONTRA LA CULTURA DE LA VIOLACIÓN
Cuando muchas mujeres provocaron olas de indignación ante los abusos sexuales laborales, ME TOO, especialmente en el mundo del cine, algunas actrices muy famosas francesas dijeron que ellas nunca lo habían sufrido, que se exageraba, que era cosa de quejicas y otros comentarios despectivos. En España no lo entendimos, porque aunque haya actrices, espero que muchas, que nunca hayan sufrido acoso sexual, violaciones o discriminaciones, tan solo por empatía y solidaridad con las que sí lo han sufrido y lo siguen sufriendo, esas declaraciones estarían fuera de lugar.
Me gustaría saber qué dicen ahora que ha salido la sentencia del caso Pelicot y el comportamiento social de buena parte de la sociedad francesa a favor de la víctima, aireando numerosas experiencias sobre la cultura de la violación en Francia, haciendo que el miedo, la vergüenza, cambie de bando. Ha bastado la actitud de esta mujer para que estallaran los apoyos, empatías, YO SÍ TE CREO, ocupando las puertas del tribunal y las calles de París.
Giséle está siendo un icono del feminismo mundial porque lejos de sucumbir ante la presión social de la cultura hegemónica está comportándose, y haciendo que mucha gente la imite, contraculturalmente. Y ya se sabe lo que le pasa a quien va contra la corriente mayoritaria, no suele salir bien parada dado el infinito poder de quien maneja los hilos de los privilegios, de los prestigios heredados y de ideologías, economías, religiones, trabajos, empresas y tradiciones patriarcales.
Cuando se le dice VALIENTE nos quedamos cortos. El feminismo actual, sin ningún tipo de apellidos, ha aprendido a dar la cara y conseguir cambios reales con esta mujer y su más que inmoral caso machista y patriarcal. El valor de sortear todo tipo de sesgos, insinuaciones, insultos, dudas, desprecios y demás discriminaciones por parte de muchos medios de comunicación, muchos estamentos jurídicos, muchos sectores sociales, es el valor de toda una cultura de la DIGNIDAD HUMANA, una contracultura hoy en día por desgracia.
Espero que se hable mucho de esta sentencia judicial condenatoria a los abusadores, violadores y mentirosos hombres franceses, padres de familia, trabajadores de muchos y diferentes oficios. Ojalá se recurra y sean mayores las penas, al menos que estén a la altura de la gravedad de los hechos. Deseo que se enseñe en las facultades de Derecho, que siente jurisprudencia, que entre en los temarios de acceso al funcionariado de ministerios, conserjerías, delegaciones y palacios de Justicia no solo de Francia.
A partir de ahora, estaría bien revisar sentencias sobre violencia de género y comprobar si han sido todo lo justas que debieran, especialmente si se ha revictimizado a la víctima, si los jueces y fiscales son machistas, si los servicios de abogados/as están libres de presiones, de todo tipo, y trabajan con autonomía real.
La cultura la hacemos las personas con nuestro comportamiento.
lalechuzaendiciembre.blogspot.com
VIOLENCIAS NO, LO DE ISRAEL ES UN GENOCIDIO.
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Balance 2024
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Aunque Madame Pelicot tenga nietos con ese apellido, espero que recupere el de soltera para vivir más tranquila. Es muy valiente esta mujer pero no hace falta seguir llevándolo. Las personas que nos definimos como antipatriarcales o feministas, antirracistas, antixenófobas, ecologistas y que estamos en contra de la cisheteronormatividad y de la supremacía blanca debemos estar más unidas. Confío en que esta sea una herramienta para lograrlo. infinito5.home.blog