Política

El juicio contra el “Clan Pujol” llega en mal momento

El juicio contra la familia Pujol comenzará en la Audiencia Nacional el 10 de noviembre de 2025, una década después de la confesión de Jordi Pujol sobre los fondos que guardaba en Andorra y doce años desde la denuncia que dio origen al proceso judicial. Una “patata caliente” para todos aquellos que, por interés, han ido blanqueando progresivamente la figura del expresidente.

Jordi Pujol, en una foto de 2011/Convergència Democràtica de Catalunya.

Este artículo ha sido publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.

El juez Santiago Pedraz, titular del juzgado de instrucción número 5, ordenó la apertura de juicio oral en 2021 contra Pujol, sus siete hijos y otras 16 personas, incluyendo destacados empresarios como Luis Delso, Carles Sumarroca, Carles Vilarrubí y la expareja de Jordi Pujol Ferrusola, Mercè Gironés. Marta Ferrusola, esposa de Pujol, que murió el 8 de julio de 2024, mientras también era una de las personas investigadas.

El proceso judicial, que constará de 55 sesiones, se extenderá durante varios meses, con fechas programadas a partir de noviembre de 2025 y a lo largo de diciembre, enero, febrero, marzo y abril de 2026. La última sesión está prevista para el 23 de abril. Los delitos investigados incluyen asociación ilícita, blanqueo de capitales, falsificación de documentos, delitos contra Hacienda y frustración de la ejecución.

El ‘Gran Catalán’

El juicio al ‘Clan Pujol’ era una patata caliente, una bomba de relojería que quemaba en manos de todos aquellos con quienes, durante décadas, había compartido espacio político. También afectaba a aquellos que le habían dedicado columnas serviles en los medios de comunicación y que habían omitido sistemáticamente la oscura realidad que rodeaba al ‘Gran Catalán’, ya fuera porque habían sido cómplices necesarios, o porque, como muchos otros, veían en el expresidente al Padre que hubieran querido tener.

Pero como la Justicia es injustamente lenta, el tiempo fue pasando y la desmemoria fue abriéndose camino. Impulsados por el deseo de capitalizar todo lo que Jordi Pujol había representado (principalmente, millones de votos, seis victorias electorales consecutivas, tres de ellas con mayoría absoluta), varios políticos del “gran centro” ideológico se han ido acercando al expresidente. Lo han hecho poco a poco, paso a paso, para así evaluar su grado de radioactividad. Ya se sabe que los políticos son, por naturaleza, estratégicamente cautelosos. Pero eso no quiere decir que siempre acierten en sus apuestas.

La «reintegración» de Pujol

El primer acto público de “reintegración” tuvo lugar en 2016, con motivo del homenaje fúnebre a Muriel Casals. A partir de entonces, poco a poco, se sucedieron las apariciones de un Jordi Pujol que siempre mantenía un perfil bajo; el Procés llegaba a su momento climático en octubre de 2017, y para entonces el discurso negociador del “peix al cove” tampoco interesaba mucho al espacio posconvergente, dominado en ese momento por el arrebato.

Una vez muerto el Procés, la reactivación pública de Pujol se aceleraba. En febrero de 2023, la librería ONA de Barcelona fue testigo de que el proceso de rehabilitación pública llegaba a su fin. El expresidente presentaba la reedición de Desde las colinas al otro lado del río, la recopilación de los escritos de prisión de aquellos dos años que pasó en la cárcel, mientras, acompañado de una multitud que lo escuchaba embelesada y lo ovacionaba largamente y sin complejos. Cabe decir, también, que ese día Pujol jugaba en casa. Desde la elección de la librería (propiedad del empresario e independentista Tatxo Benet), hasta el hecho de que gran parte del ruido de aplausos provenía de unos chicos bien vestidos, integrantes de las juventudes nacionalistas (JNC).

Salvador Illa recibe a Pujol

Pero el paso definitivo para cerrar este particular archivo de amnistía tuvo lugar en septiembre de este año, cuando Salvador Illa recibía al expresidente Pujol en su despacho, con toda la normalidad institucional, como parte de la ronda de visitas que el presidente de Cataluña suele realizar una vez ha alcanzado el cargo más alto del ejecutivo catalán. Perdonado por un político perteneciente a su enemigo histórico (PSC), el ciclo del perdón quedaba cerrado y sellado.

El problema de toda esta historia es que el juicio real aún ni ha comenzado. Ciertamente, no se trata de querer agrandar una cultura de la cancelación ya suficientemente desbordada. El perdón y la rehabilitación son mecanismos de curación. Pero aquí puede ser que lo que ha pasado es que se ha querido cerrar una herida por la vía no adecuada por interés político, y ahora, ésta, puede volver a supurar.

¿Qué sucederá, cuando se vaya descubriendo la verdad concreta del engaño perpetuado durante décadas? ¿Perdurará la voluntad de amnesia, o se revivirá el trauma de la muerte del Padre? Quizás — solo quizás —, algunos de los que han querido correr más de prisa de lo debido, acaben lamiéndose las heridas.

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