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Erica Sagrans, activista y asesora política: “Hay muchos lugares en Estados Unidos donde la marca demócrata no ayuda”
La asesora política Erica Sangras cree que "la estrategia demócrata sigue enfocando demasiado en las campañas" y apuesta por apoyar a candidatos independientes
Erica Sagrans (1983) es activista y asesora política que lleva más de una década con un pie dentro y un pie fuera del Partido Demócrata norteamericano. Fue ella la que, en 2014, lideró la primera iniciativa para reclutar a la senadora Elizabeth Warren para las primarias demócratas; en 2019, se integró en su equipo de campaña. De 2020 a 2022, Sagrans fue jefa de organización de Swing Left, una entidad que busca reforzar las redes de apoyo para candidatos de izquierdas en todo el país. Actualmente vive en Chicago, donde trabaja con comunidades migrantes y una organización que lucha por los derechos de las y los trabajadores domésticos.
Usted no estuvo directamente involucrada en la campaña de Harris, ¿verdad?
No, aunque la organización con la que trabajo, Care in Action, se pronunció a favor de ella. Y acabo de regresar de Arizona, donde estuve para hacer canvassing, yendo de puerta en puerta para hablar con votantes.
¿Cuál es su lectura de lo que pasó el 5 de noviembre?
Hay que reconocer que Harris tuvo muchas dificultades que vencer. Tuvo un camino cuesta arriba desde el comienzo. Además de tener la dinámica mundial en contra, la situación económica no le favorecía. Y porque Harris tomó el relevo de Biden tan tarde, le quedaba muy poco tiempo para montar una campaña y presentarse antes un electorado que apenas la conocía. Por no hablar de factores como la misoginia y el racismo.
¿Harris cometió errores?
Creo que pudo haber hecho más por distanciarse de Biden. Muchos progresistas habríamos preferido, por ejemplo, que se pronunciara más sobre la necesidad de terminar la guerra en Gaza e incluir a más voces palestinas. No solo habría sido más decente, sino que le habría ayudado en lugares como Michigan, donde hay muchos votantes muy enojados por lo que está pasando en Medio Oriente y en sus comunidades.
Esa falta de distanciamiento con respecto a la política internacional de Biden, ¿obedeció a la posición ideológica de la propia Harris o a fuerzas sistémicas en el Partido Demócrata?
Me parece que es un tema más bien sistémico, aunque no sé exactamente cuáles son las fuerzas operantes. Desafortunadamente, el Partido Demócrata se ha derechizado en cuestiones de política internacional, como también vemos en el tema de la frontera. No solo es Harris; es todo el establishment. El lobby pro-israelí ejerce un control muy fuerte sobre el partido.
¿Cabe comparar la influencia sobre el Partido Demócrata de organizaciones como AIPAC o la Liga Antidifamatoria (ADL) con la que ejerce la Asociación Nacional del Rifle (NRA) sobre el Partido Republicano? En ambos casos, esos grupos imponen políticas que, según las encuestas, no son las que prefiere la mayoría de los votantes.
Sí, creo que son casos comparables. Eso sí, en el caso del Partido Demócrata esa influencia se siente menos en muchas carreras locales o regionales, donde hemos visto que, a veces, pueden ganar candidatos bastante más críticos con Israel. Por otra parte, también hemos visto cómo Cori Bush o Jamaal Bowman perdieron sus primarias por negarse a seguir al partido en su apoyo a Israel.
Se ha criticado el claro giro de Harris hacia la derecha en la fase final de su campaña, cuando quiso convencer a votantes republicanas desafectas, en lugar de apelar a votantes de clase obrera. ¿Es justa esa crítica?
Sí, me parece justa, y coincido en ese sentido con lo que han dicho Elizabeth Warren y Bernie Sanders. De hecho, cabe dudar si había tanto republicano desafecto como se pensaba. Sirva como prueba anecdótica una experiencia que tuve en Arizona: llamé a la puerta de una casa que llevaba una pancarta que decía “Republicanos con Harris”. Después su inquilino me confesó susurrando que no era republicano de verdad.
Las críticas desde la izquierda que formulan Sanders, Warren y otros, ¿calará en la cúpula del partido?
Lo dudo. Lo que sí me parece probable es que surjan candidatos exitosos que sí apelen a la clase obrera como vimos en su día con el propio Sanders. Pero eso tomará algún tiempo.
Si tuviera que explicar a un extranjero dónde reside el poder verdadero en el Partido Demócrata, ¿qué diría?
Uf. Hay tantas dinámicas diferentes. Diría que el poder lo tienen los donantes, los empresarios de Silicon Valley que básicamente son los que recaudan y donan la mayor parte de los fondos. Después, están los encargados de los Comités de Acción Política (PACs).
Con esa gente a cargo, ¿es difícil que las cosas cambien?
No. De hecho, creo que las cosas pueden cambiar rápidamente. Al fin y al cabo, es lo que presenciamos cuando Harris sustituyó a Biden. Es difícil exagerar la sorpresa que eso supuso. Fue algo sin precedentes. Es verdad que mucha gente dentro del Partido llevaba casi un año avisando de que la edad de Biden creaba un problema, pero nadie pensó que fuera a retirarse.
¿Quiere decir que un aparato capaz de hacer algo tan radical es capaz de implementar otros cambios?
Exacto. Muestra cierta capacidad interna para repensar las cosas. Con respecto al futuro, me parece positivo que en 2028 haya primarias completamente abiertas, mientras que, si Harris hubiera ganado, se habría presentado para la reelección. Podemos esperar que haya importantes recambios de liderazgo.
Una cosa es que salgan candidatas y candidatos nuevos. Otra cosa es la estrategia electoral. Harris perdió a pesar de que tenía una campaña mucho mejor organizada. O al menos contaba con mucha más pericia profesional. ¿Es hora de repensar todo aquello?
Sí. La estrategia demócrata sigue enfocándose demasiado en las campañas. Lo bueno es que hay cada vez más grupos que desarrollan una labor organizadora continua, intensificándola en periodos de campaña. El desafío ahora es desplegar ese tipo de labor en comunidades diferentes a las usuales: comunidades blancas, más rurales, obreras, y quizá relativamente conservadoras en algunos temas, o que no se alineen al cien por cien con el Partido Demócrata. No son votantes que podamos permitirnos descontar.
¿Hay un tejido social existente que se pueda aprovechar en ese sentido?
Sí, hay. He trabajado con el Movement Voter Project, que vierte fondos y energía en grupos grassroots, muchas veces dirigidos por jóvenes o personas no blancas, en lugares como Milwaukee o Phoenix. Pero también se puede trabajar más a través de sindicatos o iglesias o incluso con sociedades de apoyo mutuo, de las que hay bastantes aquí en Chicago.
¿El Partido Demócrata se prestaría a ese tipo de tácticas diferentes?
No lo sé. El problema es que las campañas duran mucho tiempo y cuestan mucho dinero. Las elecciones en Estados Unidos están muy profesionalizadas. Se gastan millones en asesores profesionales, anuncios, encuestas, apoyos de personas famosas, etc. Todo eso distrae del trabajo de organización a nivel local.
¿Cuánto pesan las identificaciones culturales y el rechazo que sienten ciertos votantes al Partido Demócrata como tal?
Pesan bastante. Hay muchos lugares donde la marca demócrata no ayuda. Es llamativo que Dan Osborn, el candidato progresista al Senado por Nebraska, decidiera no presentarse como demócrata. Esto quiere decir que el Partido Demócrata debe aceptar que, en algunos sitios, haya otras fórmulas que funcionan mejor. Mira, en Arizona, una mayoría de los votantes aprobaron la enmienda a la Constitución estatal que garantiza el acceso al aborto. Muchas de esas personas, en cambio, no votaron por Harris, aunque la protección del acceso al aborto era una pieza central de su campaña. En estos casos, los temas pesan más que los partidos.
En otras palabras, es hora de que el Partido Demócrata se abra a la posibilidad de apoyar a candidatos independientes.
Exacto. El Partido Demócrata debe reconocer que también necesitamos a votantes que no necesariamente se sienten apelados por la marca del partido, incluso si esto significa apoyar a otros candidatos en base a valores compartidos.
*Actualización: 10/11 a las 17:40h
GRACIAS RUSIA.
CUBA. Rusia, 80 millones en solidaridad
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha aprobado el envío de 80.000 toneladas de diésel a Cuba, valoradas en 60 millones de dólares, en un intento de apoyar a la isla en su crisis energética. Este respaldo forma parte de un esfuerzo por parte de Rusia para ayudar a estabilizar el suministro eléctrico cubano, que se ha visto severamente afectado.
El anuncio se hizo durante la reunión de la Comisión Intergubernamental para la Colaboración Económico-Comercial y Científico-Técnica, que se celebra en La Habana, con la participación del vicepresidente del Gobierno ruso, Dmitri Chernyshenko, y el viceprimer ministro cubano, Ricardo Cabrisas.
“Bajo las instrucciones de nuestro presidente, Vladimir Putin, Rusia está lista para brindar apoyo a Cuba ante la situación crítica en su sector energético”, indicó Chernyshenko en el encuentro. Este apoyo llega tras un grave apagón que afectó a gran parte de la isla el 18 de octubre y que se prolongó durante tres días, con el servicio restablecido el 21 de octubre.
Las autoridades energéticas cubanas informaron el 1 de noviembre de que el déficit en la generación eléctrica persiste, aunque se ha descartado el riesgo de una nueva desconexión de la red.
Rusia ha ofrecido un crédito de 60 millones de dólares a Cuba para la compra de diésel y ha donado 2 millones de dólares en componentes y piezas para restaurar el sistema eléctrico nacional, dañado en parte por el bloqueo económico de Estados Unidos. Rusia también enviará kits de reparación para los equipos energéticos afectados, detalló Chernyshenko, mencionando que estos llegarán a través del Ministerio de Situaciones de Emergencia ruso.
Ese lobby también ejerce control sobre el PSOE y el Gobierno progresista, claro y también sobre los gobiernos de los 27 países de la Unión Europea.