Un momento para respirar
El desánimo y la voluntad
"El odio y la mentira generados por una derecha desesperada por conseguir el poder hacen que cualquier noticia arrastre tras de sí un lodazal del que es muy difícil escapar", anota José Ovejero en su diario.
31 de octubre
Me encuentro con la lista que hice, un día que debía de estar muy aburrido, con las provincias en las que no he estado nunca en la función de escritor. Son ocho, tres de ellas catalanas. No extraeré conclusiones apresuradas.
También me doy cuenta de que hay tres provincias en las que no he estado, ni como escritor ni por otro motivo. Dos son de Castilla-La Mancha. También evitaré las conclusiones.
Veo un tuit con cuatro portadas de periódicos, tres que podemos situar claramente en el espectro conservador. Ninguna de estas tres lleva como noticia principal de portada la devastadora tormenta que acaba de producirse en Valencia. La noticia principal es que un juez ha abierto una nueva investigación por posibles delitos a la mujer del presidente (no se trata de una condena, tampoco del inicio de un juicio). La noticia de la tormenta que ha provocado muertes, desaparecidos y daños muy cuantiosos ocupa un lugar minúsculo de la portada. ¿Se deberá esta jerarquía informativa a que el gobierno valenciano está en manos de la derecha y a que ha sido extremadamente negligente en la gestión de la catástrofe?
En las facultades de periodismo de dentro de unas décadas se estudiarán ejemplos como este para hablar de la manipulación informativa y de los intereses creados en los medios.
Si la gestión de la catástrofe hubiera estado en manos de la izquierda la noticia habría ocupado entera la portada de esos periódicos.
2 de noviembre
La derecha se dio cuenta hace tiempo de que, si cuentas con el apoyo de tu partido, buena parte de la prensa, la judicatura y el sector empresarial, no hay nada, pero absolutamente nada que te pueda llevar a dimitir.
Así que si alguien espera que dimita Mazón, lo lleva claro. Salvo que a quienes manejan la calculadora en Génova les parezca conveniente que lo haga.
Seguimos las noticias sobre la situación en Valencia. Escribimos a amigos y conocidos a los que suponemos que puede haber afectado la catástrofe. Evitamos que nos emponzoñe la maldad desplegada en redes y en los sectores políticos más rastreros.
Empiezo a leer Resurrección, de Tolstoi. Me confirma que un libro puede ser más inteligente y mostrar más sensibilidad que su autor. Esto es, que lo escrito escapa en buena medida al control de quien escribe, quien puede opinar y comportarse de manera zafia en la vida cotidiana y, mientras crea, acceder a verdades que no sabría enunciar sin la ficción.
Decidí hacer una pausa en la escritura de columnas de opinión porque sentía la necesidad de alejarme de las noticias diarias. Pero no consigo esa distancia. No es que no quiera estar informado, por ejemplo, de los daños producidos en Valencia y de sus causas. Pero sí me gustaría no tener que dejar entrar en mi casa, en mi escritura, en mi ánimo la basura que últimamente se produce alrededor de cualquier acontecimiento: el odio y la mentira generados por una derecha desesperada por conseguir el poder hacen que cualquier noticia arrastre tras de sí un lodazal del que es muy difícil escapar.
No quiero vivir en una torre de marfil, quiero y necesito estar en el mundo. Pero me desalienta ver en qué se está convirtiendo la sociedad a la que pertenezco.
Este diario iba a ser un momento para respirar, una forma de pensar despacio, fuera del torbellino de las noticias y las redes, pero se me está llenando de la rabia que pretendía evitar. Tengo que rescatarlo.
Vemos Conversaciones sobre el odio, la película de Vera Fogwill, en sesión de tarde. Es rarísimo que veamos una película a media tarde, pero como nos habíamos prometido no trabajar y estamos cansados de leer, nos ha parecido buena idea ver esta película que teníamos en la lista de pendientes. Muy buen guion, muy buenas actuaciones. Sobre las relaciones de poder entre seres vulnerables, y con una considerable dosis de mala leche dirigida hacia el mundo del cine. Un huis clos de solo dos personajes, dos mujeres, que no pierde tensión en ningún momento. Me sorprende que haya tenido tan poca repercusión.
6 de noviembre
Hoy sí leo al despertarme las noticias porque me inquieta lo que pueda estar sucediendo en Estados Unidos. El panorama es desolador: va a ser presidente de Estados Unidos un psicópata, abusador de mujeres, que propone un día de violencia brutal para acabar con los delincuentes, que ha llevado sus empresas a la bancarrota, que ha alentado un ataque al Congreso y anunciado que si gana no serán necesarias más elecciones en el futuro. Una persona sin escrúpulos y con un discurso que no va más allá del de un bully de colegio. Eso es lo que elige la mayoría de los votantes, es decir, el odio, el desprecio al diferente, la mentira constante, el machismo, la brutalidad contra inmigrantes, el supremacismo blanco, la subversión de las instituciones.
Y este triunfo dará esperanzas a quienes en la política europea y latinoamericana están proponiendo la misma senda.
Yo, viendo la política informativa de buena parte de lo que se supone prensa seria, cómo se difunden bulos en programas televisivos de máxima audiencia –bulos que van siempre en el mismo sentido: enfadar al público, romper su confianza en la política, atacar cualquier propuesta de izquierdas– ahora mismo no tengo ninguna esperanza.
Habrá que recurrir al famoso «pesimismo de la inteligencia y optimismo de la voluntad». A veces hasta eso me resulta difícil y solo salgo de la espiral de negatividad diciéndome que ese es precisamente el objetivo de los medios de intoxicación masiva: acabar con nuestro deseo de mejorar la sociedad en la que vivimos.