Cultura
Biznaga, canciones de amor y acción directa para actuar contra los malestares del presente
El grupo publica '¡Ahora!', un alegato contestatario, con letras directas y sin florituras, en el que llaman a la acción desde el entusiasmo y convencidos de que es posible cambiar las cosas.
La precariedad, la vivienda, el futuro, la falta de tiempo, la salud mental y un largo etcétera de males contemporáneos más son la gasolina que hace prender las letras del grupo Biznaga. Unos malestares que recogen, analizan con mirada crítica y que enfrentan con el fin de hacer posibles otros presentes más amables. Después de su disco Bremen no existe, con el que se dieron a conocer ante un público más generalista, regresan con ¡Ahora!, un alegato contestatario, con letras directas y sin florituras, en el que llaman a la acción desde el entusiasmo y convencidos de que es posible cambiar las cosas.
Si no es ahora, ¿cuándo?
Nunca. Quizá haya otros ahoras en el futuro, pero vivimos en este.
Por eso el disco lo cargáis de entusiasmo para enfrentarnos a este ahora e intentar cambiarlo.
Todo de lo que hablamos en el disco, tanto lo bueno como lo malo, tiene lugar en el momento presente. Es aquí donde hay que enfocarlo: para solucionar unos y hacer realidad los otros. Es un disco muy presentista, pero somos conscientes de que las cosas de las que hablamos no surgen de forma espontánea, sino que vienen fraguándose de tiempo atrás. Por lo que si no se solucionan ahora, seguirán vigentes en el futuro.
Esas problemáticas de las que habláis son la vivienda, la precariedad, la falta de tiempo… Las ponéis encima de la mesa a través de la música.
Estas son problemáticas estructurales y sin soluciones cortoplacistas. No se abordan por una cuestión de voluntad política y egoísmo, pero sobre todo porque la gente que tendría que hacer algo no lo está haciendo.
También de salud mental. Dos canciones incluso tienen por título ansiolíticos.
El malestar mental está relacionado con las crisis que comentabas antes. Es lógico que si las condiciones materiales no son buenas, eso va a repercutir en la salud física y mental. Se trata de un triángulo cuyos vértices están estrechamente relacionados: la vivienda, la precariedad y la salud mental. Por eso era importante acercarnos a la salud mental, sobre todo teniendo en cuenta que España es uno de los principales consumidores de psicofármacos. En el disco anterior ya le habíamos dado una vuelta, pero no encontrábamos la perspectiva concreta. Ahora sí que lo hemos conseguido.
Ese triángulo hace que sea complicado imaginar alternativas.
Ese mantra ya lleva en el imaginario colectivo desde los años 80 y 90. El abrazar el libre mercado cuando se ha caído el antagonista tradicional del capitalismo. Eso nos dice que no hay alternativa. Por eso nosotros intentamos imaginar lo contrario. En las estrofas de la canción de Imaginación política vamos enumerando lo que vivimos hoy en día, es decir, la destrucción de lo público, de las ciudades, etc., y en los estribillos vamos rebatiendo todo ese marco planteando la duda de que hubiera una alternativa a todo eso.
¿Podría ser vuestra música la banda sonora del momento actual? ¿A medio camino entre el entusiasmo y el desencanto? ¿Canciones de amor y declaraciones de guerra?
Quizá suena arrogante, pero son canciones que están en consonancia con el tiempo actual y el sentir general. Con ese entusiasmo por querer cambiar el presente y, por otro lado, el sentido crítico por miles de mierdas que hay que enfrentarlas o reírse de ellas. Es algo que llevamos haciendo un tiempo. Hay que darle importancia al entusiasmo por encima del desencanto. Sin él no se van a llevar a cabo acciones que combatan la realidad. Es importante trabajar en la convicción de esa conciencia: si no crees que puede ser posible un tipo de cambio o transformación, difícilmente se va a llevar a cabo. El entusiasmo es vital en este punto.
¿De dónde nace ese interés por esta música contestataria?
Nos nace así. Estas cuatro cabecitas pensantes hemos ido cambiando y creciendo como músicos. Y en el plano individual, algunos estábamos menos politizados, pero nos hemos ido reeducando. Ha sido una evolución personal que se ha transferido de manera natural al grupo. Si vas a describir la realidad, incluso tu realidad desde un punto de vista emocional, creemos que lo íntimo tiene relación con lo que nos rodea. Por supuesto que las circunstancias materiales repercuten en nuestras vivencias y relaciones con los demás. Aunque no hables sobre ello de manera explícita, todo eso está atravesado e influye. Hablar de la ciudad, del barrio, de tu calle, reclamando algo mejor para tu contexto, es una canción de amor también. Si todo a tu alrededor está mal, por muy enamorado que estés, tu vida va a ser una mierda. Hacemos más cosas que estar enamorados. Para nosotros es casi indisociable.
Vuestra música es muy reivindicativa, pone las realidades actuales encima de la mesa y llegan al gran público. Aunque cantáis que ‘lo social pasó de moda’, ¿creéis que más grupos deberían mojarse y dejar de lado esa inacción que quizá creen que les penalizaría?
Más que los artistas, tendría que estar la gente más comprometida. Cada artista hace lo que le da la gana, pero creo que somos una reacción sosegada a un montón de bandas que están haciendo música que no va a trascender. Están hablando de chorradones actuales cuando la situación es complicada para todo el mundo. Pero eso no me empuja a pensar que la música se tiene que mojar más. Vivimos en una sociedad individualista y eso se traduce en los modos discursivos de las canciones. Incluso el consumo de la música a día de hoy: un consumo muy privado, individual, etc. Todo el contexto rema para que sea así, por lo que es hasta cierto punto comprensible. Aun así, creo que los músicos, como la gente, deberían de tomar conciencia de lo que nos concierne. Yo no voy a decir a la gente lo que tiene que hacer.
Aun así, rechina que no se haya creado más movimiento reivindicativo desde la cultura.
¿Cuándo no ha sido así? ¿Cuándo la cultura hegemónica no ha sido evasiva, escapista o vacía de contenido? Hemos mencionado los techos de cristal o los miedos de los músicos. Es más sencillo ir con la corriente que hacerlo en contra. En ese sentido, quizá deberíamos zarandearnos a nosotros mismos. Nosotros los primeros. La cultura oficial ha adolecido siempre de un exceso de evasión y escapismo. Más entretenimiento que arte. No digo que el primero no sea honroso, pero hay veces que les ponen la etiqueta y es discutible.
En vuestro caso, se trata de unas letras muy directas, sin florituras. ¿La canción contestataria tiene que ser así?
Sí. Tiene que ser directa, concreta y que apele a los sentimientos. No se puede andar con grandes recursos literarios porque busca crear una conciencia. Si debe recibirla la mayoría social de manera clara, no se pueden utilizar muchas figuras poéticas porque lo enmascaran. Es difícil el punto intermedio y nos parecen muy interesantes los pulsos con el lenguaje que se producen. Que la gente lo entienda pero que no pierda belleza.
Hemos hablado de letras, hablemos de música. ¿Qué ha cambiado con respecto a otros álbumes?
Es un desarrollo del disco anterior, en el que buscábamos hacer un sonido con más músculo, asentado y grande. Además, nos hemos dado cuenta de que si tienes más tiempo, dinero y te conoces mejor, vas a llegar a un resultado que sigue siendo tuyo pero que es más complejo y rico. Las canciones ya no son tan aceleradas y colocamos la melodía en el centro, lo que ha hecho que sean más populares. Por el contrario, hemos perdido en agresividad y velocidad. Antes era como una torta y ahora es un puñetazo. Las canciones son igual de rotundas, pero atacan por otro lado.
¿A quiénes habéis escuchado para llegar a este cambio?
Siempre hemos tenido una serie de referencias muy variadas. En Bremen no existe ya mencionábamos a The Cure o a REM, grupos de la resaca del punk de finales de los 70 y principios de los ochenta, que luego hicieron su estilo propio y tuvieron mucho éxito comercial. Esos fueron los puntos de partida, pero ahora hemos incluido también referencias de los 90. Creo que es una consecuencia de ir avanzando e ir conquistando territorios musicales. De irnos sintiendo a gusto con tipos de canción más versátiles. No te tenemos miedo a casi nada.