Sociedad

Catalunya Media City: las Tres Chimeneas echan humo

El éxito de la bienal Manifiesta 15 en las Tres Xemeneies del Besòs ha reavivado las expectativas del hub audiovisual Catalunya Media City. El proyecto se enmarca en el plan urbanístico integral en torno a la antigua térmica, que algunos ven como especulativo. Hacemos un recorrido por el pasado, el presente y el futuro que parte de la historia del obrerismo en Catalunya y se proyecta hacia la modernidad.

Central térmica del Besòs. WIKIMEDIA COMMONS/DESSAN.

Este artículo se ha publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.

Carles Blanco | Catalunya Plural.- La bienal cultural Manifesta 15, que se ha celebrado en el área metropolitana de Barcelona y que tiene una de sus principales sedes en el espacio de las Tres Xemeneies de la antigua central térmica del Besòs, en la playa de la Mora, frontera de Sant Adrià del Besòs con Badalona, ha vuelto a reavivar el debate sobre la reordenación urbanística de la zona y el destino a dar al conjunto arquitectónico, convertido en un referente simbólico de Sant Adrià.

“Son las tres chimeneas a las que pertenezco al igual que una tribu india puede pertenecer a una montaña sagrada (…) Las tres chimeneas de la central eléctrica, con su voltaje, que escuchábamos callados los días de humedad, su zumbido atmosférico, su aspecto de central atómica…”, escribe Javier Pérez Andújar, en Paseos con mi madre, una deliciosa obra de carácter autobiográfico que es a la vez un homenaje a Sant Adrià del Besòs y, por extensión, a todas las periferias urbanas de la Barcelona central.

El proyecto de hub audiovisual Catalunya Media City y el plan urbanístico integral en torno al que fueron los terrenos donde se ubicaba la térmica pretenden transformar radicalmente esa zona. Dada la limitada oferta de suelo urbanizable en la ciudad, encajonada entre la sierra de Collserola y los ríos Besòs y Llobregat, el plan ha despertado de nuevo la codicia de los inversores inmobiliarios.

La Canadiense

“Les tres xemeneies treuen fum blanc”, cantaba Jaume Sisa en una de sus canciones: A sota l’alzina. Pero el cantautor hablaba de otras chimeneas, las del Poble Sec, su barrio. Al pie de la Montaña de Montjuïc y pegado al Paral·lel se encuentra el Parque de las Tres Xemeneies, competidoras simbólicas de las del Besòs.

En una de las calles laterales que rodean el parque, en el Pasaje de la Canadiense, hay una placa que recuerda a la histórica Huelga de la Canadiense. En 2012, Xavier Trias, que había sido elegido alcalde de la ciudad el año anterior, sustituyó la placa por otra dedicada a Fred Stark Pearson (que ya da nombre a una avenida en la parte alta de la ciudad), el fundador de la Barcelona Traction Light and Power, conocida popularmente como La Canadiense –ya que el empresario residía en Canadá– que dio nombre a la huelga que sacudió Barcelona durante 44 días, afectando a los suministros de luz, agua y gas y al transporte y logró reducir la jornada laboral en Catalunya hasta las 8 horas diarias.

Las protestas políticas y ciudadanas hicieron que Trias, semanas más tarde, repusiera la placa original con la mención a la huelga que había intentado omitir. En 1919, en una magna asamblea en la plaza de toros de Las Arenas, que reunió a más de 20.000 obreros, Salvador Seguí, el Noi del Sucre, el histórico dirigente de la CNT, defendió el acuerdo alcanzado con la patronal de las principales industrias barcelonesas que pondría fin a la huelga.

Los empresarios firmaron el acuerdo, pero al mismo tiempo impulsaron un sindicato del crimen, y pistoleros a sueldo asesinarían a los principales líderes sindicales de la ciudad. En noviembre del año siguiente, el abogado laboralista Francesc Layret fue abatido por siete impactos de bala a las puertas de su casa, en la calle Balmes, cuando se dirigía a visitar a Salvador Seguí y también al futuro president de la Generalitat, Lluís Companys, que habían sido detenidos por la Policía. Tres años más tarde, Salvador Seguí correría la misma suerte y sería asesinado de un disparo de pistola en el barrio del Raval. Habría cientos de víctimas más.

Una muerte en la memoria

50 años más tarde de la muerte de El Noi del Sucre, al pie de las chimeneas de la térmica del Besòs, otra huelga se cobraría un nuevo tributo de sangre con la muerte a manos de la Policía de uno de los obreros que la construían. Una huelga que reclamaba, entre otras reivindicaciones, la reducción horaria a 40 horas semanales, pues trabajaban 56. Comisiones Obreras, aún en la clandestinidad bajo la dictadura de Franco, había convocado la huelga.

En homenaje a Manuel Fernández Márquez, el obrero asesinado, 30 años más tarde, el sindicato publicó un informe sobre aquel evento que Pérez Andújar nos narra así:

“El lunes día dos de abril los trabajadores que construían la térmica fueron a la huelga, se constituyeron en asamblea permanente y organizaron los piquetes.

Después de la primera jornada de lucha, volvieron todos a sus casas (…) A la mañana siguiente, la Policía Nacional había ocupado la obra y cuando los que trabajaban en el primer turno, el de las siete de la mañana, quisieron entrar para continuar la asamblea, se encontraron con las puertas cerradas. Se celebró la asamblea enfrente, en la playa, con las olas del mar escupiendo todo el rato una espuma marrón de vertidos químicos, de uñas sucias, de manos llenas de polvo de ladrillos, y se votó ocupar los puestos de trabajo.

Acordaron entrar en la obra; pero entonces la empresa les dijo que no podían pasar en grupo como tenían por costumbre, que solo podían pasar de tres en tres. Los trabajadores se negaron. La empresa propuso que entraran de cinco en cinco. Tampoco aceptaron esto los obreros y se dirigieron todos juntos hacia las puertas. La Policía les interceptó el paso y les ordenó suspender la manifestación.

Así empezaron las cargas y las carreras (…) la Policía respondió con otra carga y los obreros arreciaron la granizada de piedras. Entonces se oyeron unos tiros y la manifestación se disolvió en el acto. Pero quedaron dos trabajadores tirados en el suelo. Uno estaba herido, se llamaba Serafín Villegas Gómez, tenía 25 años y un disparo le había rozado el cuello. El otro era Manuel Fernández Márquez. Yacía sobre un charco de sangre muerto por una bala que le había atravesado la cabeza. Eran las ocho de la mañana. Todo había ocurrido en una hora”.

Nunca nadie asumió la responsabilidad de esa muerte, como tampoco nadie fue juzgado por la de Salvador Seguí, que tiene una placa conmemorativa en la Rambla del Raval, cerca de donde fue abatido. Manuel Fernández Márquez tiene una calle a su nombre en el barrio de la Mina de Barcelona. Antes la calle se llamaba Avenida de Carrero Blanco, quien también fue asesinado ese año 1973, en circunstancias muy diferentes. Manuel Fernández, dejaba mujer e hijo, de dos años. Había llegado de niño a Catalunya con sus padres, desde Villafranca de los Barros, provincia de Badajoz y se habían instalado en Santa Coloma de Gramanet.

Eran unos más de los cientos de miles de inmigrantes que, llegados a la metrópoli barcelonesa a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado, han influido más en la construcción de su identidad urbanística y social actual que Cerdà o los modernistas; construyendo ciudad con sus propias manos, como nos explica Marcel Barrena en El 47, película sobre el barrio de Torre Baró que hoy está consiguiendo atraer a muchos espectadores a las salas de Catalunya. Aún no se ha reconocido suficientemente el papel de las Comisiones Obreras y de partidos como el PSUC o Bandera Roja, implantados en los barrios populares, en aquella transformación urbana, indisociable de la lucha por las libertades democráticas.

Una operación urbanística y una coartada

Hoy, a través del Plan Director Urbanístico de las Tres Xemeneies, aprobado en marzo del año pasado –dando por completo la espalda a los problemas de degradación crítica de los barrios vecinos de La Mina o La Catalana– se abre paso a construir 1.844 viviendas, destinados a economías de rentas medias o altas, agrupados en 30 edificios de hasta 10 plantas, distribuidos en 30 bloques de viviendas con 20.000 m² de hoteles, 70.000 m² de oficinas y 10.000 m² de comercios, desde el río Besòs hasta el barrio de La Mora de Badalona, ??en zona potencialmente inundable y con la arena de la playa contaminada por los sedimentos industriales tóxicos, entre el ferrocarril y el mar.

Una gran operación de especulación urbanística, típica de la economía del ladrillo, sobre 134 hectáreas de terreno, propiedad de Endesa y del Banco Santander, a través de Metrovacesa una inmobiliaria de la que el banco es accionista, que ya vislumbran las plusvalías que obtendrán. El Plan ha sido aprobado por los Ayuntamientos de Badalona y de Sant Adrià del Besòs, y el de Barcelona por unanimidad, por el Consell Metropolità del área de Barcelona y por la Generalitat.

Esta unanimidad institucional contrasta con la oposición frontal de 40 asociaciones vecinales, unidas en una plataforma que, apoyada por Ecologistas en Acción, han presentado una denuncia contra el plan por vía de procedimiento contencioso administrativo que el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ha admitido a trámite.

Esta gran operación urbanística se presenta a la opinión pública asociada al impulso de un Hub Audiovisual, Catalunya Media City, que se ubicaría en las antiguas instalaciones de la térmica y que ha empezado a recibir subvenciones oficiales. Entre ellas destaca, por mucho, la del Ministerio de Hacienda, de 60 millones de euros, ejecutables a lo largo de tres años. Muy lejos de los 450 millones a los que inicialmente se calcula que podría subir la inversión necesaria.

El Media City, decía hace un año el entonces presidente de la Generalitat, Pere Aragonés: “permitirá que la industria digital y de audiovisual de Catalunya se convierta en un motor a nivel europeo” (…) Desde el Govern hemos hecho de Catalunya Media City una de las grandes apuestas estratégicas del país, porque tenemos claro que es necesario reforzar y promover uno de los sectores con más futuro, para convertirnos en referentes como potencia creativa en Europa y para atraer inversión extranjera con grandes producciones internacionales”. Y también, quizás refiriéndose al vecino barrio de La Mina: “… se transforme en prosperidad compartida, para dar oportunidades, en primer lugar, a los vecinos y vecinas de la zona más inmediata en el Catalunya Media City, pero también en el conjunto del país”.

Radiografía del sector audiovisual

Según los datos oficiales más recientes, el sector audiovisual catalán concentra 1.105 empresas que facturan más de 6.700 millones de euros y emplean a cerca de 26.700 personas. Pero de manera muy desigual: tenemos grandes empresas como Mediapro o la CCMA (Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals), que ocupan a miles de personas, otras como Lavinia, Gestmusic y alguna más que ocupan cientos y después hay una miríada de pequeñas empresas con unas pocas decenas de empleados. La precariedad laboral es la norma en la mayoría de ellas y hay cientos que no tienen ningún trabajador en nómina.

Casi ninguna de estas empresas existía antes de la creación de TV3 y en su gran mayoría nacieron gracias a su auspicio financiero, principalmente a través de encargos o compras de producto. Las pocas que, como Benecé, propiedad de Xavier Atance, asociadas a proyectos de autor, mantenían una actividad anterior a los años 90 en que la televisión pública adoptó el papel de impulsora de la producción audiovisual privada, constituyen una honorable excepción.

Las más relevantes y de mayor peso en el sector fueron creadas por profesionales provenientes de TV3 o gracias al posicionamiento de sus programas en la emisión. Es el caso de Gestmusic (La Trinca) o Diagonal TV (Joan Bas y Jaume Banacolocha), que hoy forman parte del imperio mediático del millonario francés de extrema derecha Vincent Bolloré, o de Mediapro (Jaume Roures, Gerard Romy y Tatxo Benet) hoy en manos de un opaco fondo de inversión chino… Otras han sido completamente dependientes de los encargos de TV3, llegando al parasitismo en casos como el de Triacom, del antiguo Gerente de TV3 Oriol Carbó, hoy procesado por la emisión de facturas falsas a la cadena pública en el caso 3% por la financiación irregular de Convergència Democràtica de Catalunya.

Pulso público-privado

Estos antecedentes no impidieron que, ante la aplicación de una reducción de plantilla de más de 300 trabajadores en la CCMA, en 2013, la industria privada mordiera la mano que les había dado de comer durante tanto tiempo y aplaudiera la reducción presupuestaria radical que los despidos debían favorecer y la amputación de la capacidad industrial de la empresa pública, al tiempo que reclamaba que el dinero que se ahorraría la Generalitat en esos aspectos les fuera asignado a ellos para subvencionar la producción a sus empresas privadas.

No sucedió exactamente así por la resistencia al ERE que los trabajadores protagonizaron, pero los responsables de las asociaciones empresariales que se habían dejado manipular por Brauli Duart, director de la CCMA, sí mejoraron su relación con la empresa pública: Raimon Masllorens, presidente de PROA (Productors Associats Federats), vio incrementados los encargos de TV3 a su productora, Brutal Media; Isona Passola, directora de la Academia del Cine Catalán, activa agitadora política del campo independentista, especialmente beligerante con los trabajadores públicos de la emisora, recibió financiación para sus largometrajes y encargos y emisiones de panfletos documentales independentistas a través de la su productora Massa d’Or.

En una entrevista posterior afirmaría: “En la televisión pública se recortó el presupuesto destinado a la ficción externa de 25 a 5 millones y hundieron al sector. Para 2018 me había propuesto conseguir más dinero de TV3 y creo que lo conseguiremos”.

Por suerte, el talento puede más que la mezquindad o la ceguera ideológica y en el cine catalán han emergido con fuerza talentos como los de las jóvenes directoras Clara Roquet, Carla Simó y otras muchas que se añaden a la precursora Isabel Coixet para exhibir un acceso femenino incontestable a la primera línea de excelencia cinematográfica en Cataluña. Completan esta cosecha excepcional obras como Suro, El 47, La casa en llamas o El maestro que prometió el mar y la lista se podría extender aún más.

En el marco de las negociaciones del Contrato-programa de la CCMA suscrito con la Generalitat el año pasado, los rumores sobre un traslado de parte de los trabajadores de los estudios de TV3 a Sant Joan Despí a Sant Adrià del Besòs y la dedicación de parte de los presupuestos aprobados en la financiación del proyecto del hub despertaron la suspicacia de los sindicatos.

No es verosímil que, a pesar de que los principales dirigentes han cambiado; a pesar de que el Cluster del Audiovisual de Cataluña se ha consolidado gracias a un trabajo constante de mucho mérito y agrupa ya a más de 200 empresas del sector, salga de la iniciativa privada la financiación del prometido Hub en las tres chimeneas. Por lo que se puede ver, el tan cacareado emprendimiento empresarial no llega a tanto.

La Generalitat aspira a obtener más subvenciones provenientes de los fondos Next Generation europeos que distribuye el Estado, pero existe mucha competencia. Además, en el entorno catalán no se puede obviar el esfuerzo ya realizado desde hace años por consolidar un polo industrial del audiovisual en Terrassa y la medida contemporizadora que se ha tomado ha sido integrarlo en el proyecto del Hub, aunque ambas poblaciones distan 30 kilómetros, y acordar traspasar una parte de las futuras deseadas subvenciones para construir nuevos platós en el Parc Audiovisual de Terrassa.

Ante la satisfacción general por la instalación en las Tres Xemeneies del montaje dedicado a la bienal Manifesta 15 y los intentos propagandísticos de algunos medios de comunicación de extrapolar este éxito a los planes futuros para el espacio, Sisa, el cantautor galáctico, se muestra más realista cuando, en un verso de la misma canción en que habla de las chimeneas, influido por Dylan y quizás también por Foix, nos advierte: “Llegeixo el diari i ja estic plorant / no toquis l’alarma o et multaran”…“

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