Cultura

El ángulo correcto

Paula Ortiz vuelve en ‘La virgen roja’ sobre un caso que conmocionó a la España de la República y que ha sido narrado en innumerables ocasiones. Ella lo hace desde un punto de vista novedoso: dando el protagonismo a Hildegart (la víctima) antes que a Aurora (la asesina).

Alba Planas en una escena de 'La virgen roja'. CONCHA DE LA ROSA

Aurora Rodríguez Carballeira ha fascinado a intelectuales y artistas desde el mismo día en que asesinó a su hija, en 1933. Carmen Domingo le dedicó un ensayo en el que señalaba el interés que han tenido por ella Isabel Coixet, Juan Marsé, Ignacio Martínez de Pisón o Almudena Grandes. Esta última la convirtió en el eje central de La madre de Frankenstein. Eduardo de Guzmán, que la conoció personalmente, contó su historia en Aurora de sangre, adaptada al cine por Fernando Fernán Gómez y Rafael Azcona. Todos estos acercamientos podrían resumirse en el título del libro de Erich Hackl: Los motivos de Aurora. Todos son intentos de explicar lo inexplicable: por qué una madre asesina a su hija.

Hildegart Rodríguez fue concebida por Aurora con el grandilocuente propósito de redimir a la humanidad, liberar a las mujeres y emancipar a la clase obrera. Era su proyecto personal, una estatua viviente que pretendía moldear y manejar a su antojo. Era su «muñeca de carne», a tenor de sus propias palabras. La educó con mano de hierro según sus convicciones ideológicas (singularmente en la eugenesia, un atroz proyecto de ingeniería social que, por aquellos años, seducía tanto a la izquierda como a la derecha) y la convirtió en una niña prodigio que encandiló a los círculos progresistas de Madrid. Y después la mató, porque intuía que se estaba desviando del camino que le había marcado.

Esto es, más o menos, lo que ya nos habían contado, pero faltaba algo, y ese es el gran acierto de la nueva película de Paula Ortiz: faltaba la víctima.

La virgen roja, el ángulo correcto
Najwa Nimri interpretando a Aurora Rodríguez Carballeira en ‘La virgen roja’. CONCHA DE LA ROSA

Es lógico quedar atrapado por el misterioso pensamiento de Aurora Rodríguez, por sus contradicciones, por su elocuencia, por su (valga la paradoja) brutalidad racionalista. Pero, ¿qué hay de la víctima? ¿Dónde queda Hildegart? Hasta el momento, a la hora de contar esta historia, la figura de Aurora se imponía sobre todas las demás. Aquí y en casi todas las narraciones. De Hitchcock a Fincher, del vampiro de Düsseldorf a Hannibal Lecter, el asesino es siempre el principal objeto de atracción. Eso cambia en La virgen roja, y no parece casualidad que el guion lo firme Clara Roquet (junto a Eduard Sola), con su habitual perspicacia y sensibilidad.

Por supuesto, Aurora sigue teniendo un protagonismo fundamental (y Najwa Nimri, que la encarna, consigue una de las mejores interpretaciones de su carrera), pero aquí Hildegart no es un personaje secundario. La historia se cuenta desde su perspectiva y Alba Planas consigue darle a su personaje y al relato una enorme fuerza emocional. Paula Ortiz, Clara Roquet (y otras, como la recordada Almudena) aciertan al elevarse sobre la farfolla psicoanalítica y describir este crimen como lo que es: machismo en su grado máximo. En 2024, hoy lo sabemos, ese es el ángulo correcto para contar esta historia.


‘La virgen roja’, de Paula Ortiz, se estrena en cines el 27 de septiembre.

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