Cultura

Gloria Fuertes, una poeta fuera de la norma

La editorial Dos Bigotes publica una obra colectiva dedicada a analizar y recordar a la escritora madrileña: ‘Gloria. La poeta de los amores prohibidos’.

La poeta Gloria Fuertes. Foto: ARCHIVO PERSONAL DE BELÉN REYES

«Yo prefiero que os emocionéis con mis poemas a que me estudiéis», solía decir Gloria Fuertes. Su deseo se cumplió durante varias décadas, pero ya no. Cualquier persona interesada en la literatura (es decir, una minoría) sabía que había otra Gloria, además de la señora que aparecía rodeada de niños y niñas en programas infantiles como La cometa blanca. Había otra poeta, grande, adulta, por decirlo así, que había sido glosada, estudiada en detalle y publicada por Cátedra. Esa minoría, en los últimos años, ha crecido exponencialmente. Su obra no ha sido sólo redescubierta y revalorizada por el gran público, también lo ha sido su persona. En este último aspecto se centra el libro Gloria. La poeta de los amores prohibidos, editado por Dos Bigotes y que hoy sale a la venta.

Coordinado por Lola Lapaz, el volumen reúne textos de personas que la conocieron, la estudiaron, la leyeron (emocionándose con sus poemas, como ella pretendía) y, sobre todo, la quisieron. «No queríamos hacer algo estrictamente académico, sino combinar ese perfil con el de otras personas a las que les dejó un poso, de la manera que fuera. Hay quienes han sido influenciados literariamente, como es el caso de la poeta Gloria Fortún. Otros se acercan a su figura de manera sentimental, porque la leyeron cuando eran pequeños. Quería que la lista de personas que colaboraran en el libro fuera muy heterogénea, que no estuviera reducida a los expertos en su obra», explica Lapaz.

Y tampoco es que abunden los expertos en su obra, al menos en España. Gloria Fuertes vive un revival, en buena medida, por el éxito de los dos títulos publicados por Blackie Books en el centenario de su nacimiento, en 2017: El libro de Gloria Fuertes y El libro de Gloria Fuertes para las niñas y los niños. «Al margen de eso y de los libros de Cátedra, hay alguna tesis doctoral pero poco más», señala Gloria Fortún. «Cuando estuve en Estados Unidos, a principios del siglo XXI, y hablábamos de literatura española, siempre me citaban a Gloria Fuertes y yo flipaba. Incluso me prestaron algunas antologías en las que aparecía ella con poemas no infantiles. Fue entonces cuando me di cuenta de que era más importante en Estados Unidos que en España», añade.

«Yo soy filóloga de formación –explica Lola Lapaz–. Estudié en los noventa y Gloria Fuertes nunca apareció en el programa académico, en ninguna asignatura, ni por asomo. Lo he comprobado: 25 años después he revisado los apuntes y no está. Como tantas otras».

«De otro mundo»

Hasta muy recientemente, Gloria Fuertes fue víctima del más absoluto encasillamiento. Era la poeta de los niños. «Y encima, cuando te hacías mayor, te la quitaban», recuerda Fortún. Ese era el perfil aceptado, el de la escritora infantil, pero había otro. «¿Por qué no se reivindicó antes a esta poeta? Pues porque está completamente fuera de la norma», agrega.

«Creo que es necesario que se conozca que Gloria Fuertes tuvo novios y tuvo novias. Ella misma no quería ser etiquetada. Y está muy bien que reivindiquemos su forma de ser no normativa. Era alguien universal. Ni hombre, ni mujer, ni lesbiana, ni bisexual… es que ni siquiera queer. Y también, por supuesto, era todo eso. Era gorda, vestía como le daba la gana, fumaba, bebía whisky… Y me parece estupendo. Hoy estamos metidas dentro del corsé de lo normativo, de los cuerpos perfectos y jóvenes. Y está muy bien que haya referentes de lo contrario. Gloria era de otro mundo», ilustra Lola Lapaz.

Gloria Fuertes
Portada de ‘Gloria. La poeta de los amores prohibidos’. DOS BIGOTES

El escritor Darío Gael Blanco es otro de los participantes en esta obra colectiva y recuerda a la autora madrileña desde la cercanía personal. A pesar de su juventud, reconoce la suerte que tuvo de coincidir varias veces con ella –califica esa experiencia como «un absoluto tesoro»– y confiesa ser un lector atípico de su obra: «Tuve acceso a sus libros desde que puedo recordar y a mí Gloria Fuertes no me ha abandonado nunca. Hay personas de mi edad que la leyeron siendo críos y que luego perdieron el contacto… para quizás recuperarlo después, a raíz de haberse reivindicado en los últimos años. En mi caso, nunca dejó de estar ahí. Su poesía fue cambiando conmigo, fue creciendo, y en el libro cuento cómo me ha acompañado toda la vida. Es un texto muy personal».

Junto a Lapaz, Fortún y Blanco, completan la lista de participantes en el libro la exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena, la poeta Luna Miguel, la investigadora Ana Isabel Simón Alegre, el escritor Carlos Barea, y la poeta Belén Reyes, que además fue amiga íntima de Gloria Fuertes y que ha cedido una serie de poemas y de fotografías de su archivo personal para la ocasión.

Los detractores

Gloria Fuertes está fuera de la normalidad «por su cuerpo, por su sexualidad… y por su poesía», asegura Gloria Fortún sobre el estilo literario de la autora de Cuando amas aprendes geografía. En 2017, el año de su centenario, la obra de Gloria Fuertes se vio mayoritariamente reivindicada y hubo autores a quienes aquello les pilló con el pie cambiado. Uno de ellos fue Javier Marías, que le dedicó una durísima columna en El País restándole méritos: «Sufrimos una campaña orquestada según la cual Gloria Fuertes era una grandísima poeta a la que debemos tomar muy en serio. (…) Me resulta imposible suscribir tal mandato», escribió.

«Es la típica pataleta de señoro cabreado», responde Lola Lapaz. «Su poesía no entra en el canon universal, que al final es el canon masculino, blanco y hetero», argumenta, por su parte, Gloria Fortún en defensa de una poeta «queer, disidente en todos los sentidos».

Es conveniente recordar que Gloria Fuertes, a pesar de la animadversión de Marías, tuvo muchos amigos y fervientes defensores en el mundo literario. Entre ellos se contaban, por ejemplo, Vicente Aleixandre, Jaime Gil de Biedma, José Hierro o Camilo José Cela.

A otros, seguramente, lo que les desconcertaba era el estilo de unos versos tan sencillos, en su forma, como profundos. Y quizás, también, su facilidad para escribir. «Esto jode mucho a los guardianes de la poesía», dice Darío Gael Blanco. «Gloria no retocaba ni reescribía un poema. Le salía del tirón y así lo dejaba. Lo que leemos es siempre la primera versión. Era una genio», añade Lola Lapaz.

Además, como indica Blanco, no se parecía a nadie. Así como ha influido en muchos autores posteriores, es difícil encontrar influencias de otros en su poesía. «Hay muy pocos precedentes de ese estilo, de su manera de crear ritmo, del uso de metáforas cotidianas ni, sobre todo, de esa voluntad tan clara de utilizar un lenguaje sencillo», explica Blanco.

Gloria Fuertes fue una niña pobre del barrio de Lavapiés y no tuvo acceso a la alta poesía hasta que fue adulta. Aunque los entendidos pueden encontrar en sus versos trazas del Siglo de Oro, del postismo (por su relación con Carlos Edmundo de Ory) y del surrealismo, «Gloria Fuertes fue una poeta autodidacta –explica Fortún–. Cuando fue a Estados Unidos, dijo que era la primera vez que pisaba una universidad, y lo hacía como profesora. Ella escribió versos y cuentos desde muy niña, y si tiene alguna influencia sería la de las canciones infantiles y populares. Su primer poemario lo escribió con 17 años y no formaría una comunidad literaria hasta mucho después. Fue poeta antes de leer poesía».

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