Crónicas | Política

Dinamita y 1.000 tuercas como metralla: el primer atentado indiscriminado de ETA medio siglo después

El 13 de septiembre de 1974 fue el día elegido por ETA para cometer el primer atentado indiscriminado de su historia. Dos libros bucean en cómo fueron aquellos momentos.

Detalle de la portada de 'Dinamita, tuercas y mentiras. El atentado de la cafetería Rolando' (Tecnos, 2024).

Eran las 14:30 horas y la cafetería Rolando, al lado de la Puerta del Sol en Madrid y la todavía franquista Dirección General de Seguridad (DGS), estaba atestada de personas. Aquel 13 de septiembre de 1974, del que ahora se cumplen 50 años, fue el día elegido por ETA para cometer el primer atentado indiscriminado de su historia. La masacre se saldó con 13 muertos. Solo uno de ellos era policía. Pronto comenzó una campaña de mentiras apoyada por algunos sectores de la izquierda para hacer creer que la banda armada vasca no había sido la responsable del atentado. ETA negó su autoría, lo que llevó a la escisión dentro del grupo terrorista entre ETA militar y ETA político-militar.

Los autores materiales e intelectuales de la violenta acción nunca llegaron a ser juzgados al ser excarcelados por la amnistía aprobada en 1977. “No podemos olvidar que el régimen había sufrido un duro golpe por el asesinato de Carrero Blanco en diciembre de 1973, mientras que en ETA todavía se estaban definiendo sus líneas a nivel interno”, comenta Ana Escauriaza, historiadora contemporánea y autora de Dinamita, tuercas y mentiras. El atentado de la cafetería Rolando (Tecnos, 2024) junto a Gaizka Fernández, responsable de Investigación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.

Según la también investigadora de la Universidad de Navarra, “los terroristas ya habían visitado la cafetería antes del atentado, en la calle del Correo, por lo que pudieron ver que la frecuentaban mujeres, niños, ancianos y trabajadores, no solo policías llegados desde la cercana DGS”. Dio lo mismo, pues el artefacto, compuesto de dinamita goma 2E-C y 1.000 tuercas como metralla –y que dos franceses se encargaron de dejar en la cafetería–, se activó según lo previsto. En la explosión, además de las 11 muertes, 70 personas fueron heridas. Más tarde, murieron otras dos personas a causa de las graves secuelas causadas. Entre ellas, Félix Ayuso Pinal, el único policía de la lista, que perdió la vida el 11 de enero de 1977.

Aquel 1974 fue un año sangriento a nivel europeo: “Esta acción se enmarca en una sucesión de atentados indiscriminados en otros países de Europa. También se dieron en Irlanda por parte del Irish Republic Army (IRA), con quien ETA tenía conexión”, dice Escauriaza.

La gota que colma el vaso: llega la escisión

Una vez vistos los fatídicos resultados de la acción terrorista, en el seno de ETA emergieron dos posturas enfrentadas desde hacía algún tiempo atrás. “Estuvieron un mes entero deliberando si aceptaban la autoría del atentado o no. Algunos pensaban que había sido un fracaso por la imagen que proyectaba de la banda, sobre todo después de lo bien que habían salido parados tras el asesinato de Carrero Blanco, tanto en España como a nivel internacional”, explica la investigadora.

Por el contrario, el frente militar de ETA apostaba por la reivindicación del atentado. En ese contexto, se produjo la escisión entre ETA militar, que apostaba únicamente por métodos violentos para conseguir sus fines, y ETA político-militar, que prefería una combinación de métodos para materializar sus ideales. Esta última rama de la banda anunció su disolución en 1982, pactando su fin a cambio de la reinserción de sus integrantes, sin que muchos de ellos llegaran a ser juzgados por sus crímenes.

La ‘Operación Caperucita’

Entre tanto, los integrantes del conocido como Comité Karl Marx, asentado en Madrid, fueron detenidos y encarcelados acusados de haber perpetrado la masacre de la calle del Correo. La Operación Caperucita, como los autores del atentado la denominaron, llevaron al encarcelamiento de Eva Forest: “Ella suministró la información e infraestructura necesaria a ETA para que pudieran atentar. Yo la describiría como una mujer fanática de la revolución cubana, entusiasmada por la guerra de Vietnam y absolutamente a favor del uso de la violencia para conseguir sus fines políticos”, según Escauriaza.

Forest pasó tres años en prisión preventiva. Desde la cárcel de Yeserías, en Madrid, no dejó de escribir diarios y cartas. Entre ellas, estas citas: “El mal, como en tantas otras cosas, hay que buscarlo en el origen” o “si no hay información correcta, los datos sobre los que se asienta el pensamiento conducen a caminos sin salida”.

Esta última enunciación no es baladí. Tras el atentado, diversos elementos de izquierda se sumaron a una teoría de la conspiración que apuntaba a la extrema derecha como autora del atentado en la cafetería Rolando. Finalmente, ETA se sumó a ella. “Lanzaron un comunicado en el que negaron su participación en los hechos y acusaron a grupos de extrema derecha apoyados por el franquismo como autores. Es quizá una de las mentiras más importantes de la historia de ETA”, apuntilla la autora del citado libro. La banda no admitiría su participación en el atentado hasta 44 años después, cuando llegó su disolución en 2018.

Xuan Cándano, periodista y autor del recién publicado Operación caperucita. El comité Karl Marx y el atentado de la calle del Correo (Akal, 2024), considera que “el régimen franquista se ocupaba de ETA poco y mal, a pesar de que Eva Forest y su grupo de apoyo estaban fichados por la Policía desde hacía mucho tiempo”. Por otro lado, en esa espiral de acción-reacción-acción, la dictadura volvió a golpear con los últimos fusilamientos del franquismo, un año después, en septiembre de 1975. 

Conmoción social

Según la investigación realizada por Cándano, el atentado creó una fuerte conmoción social, ya que era la primera vez que ETA mataba de esa forma. “Al final, todo quedó entre tinieblas, con cierto misterio, por la campaña de intoxicación que culpaba a la extrema derecha”, comenta. Para Cándano, después de la masacre en la calle del Correo, “la izquierda perdió cierta inocencia” para con ETA.

A él tampoco se le escapa el “prestigio” que había adquirido la banda terrorista tras asesinar a la segunda figura más importante del régimen unos meses antes, tanto en sectores de la izquierda como en algunas democracias occidentales. “Si ahí ETA hubiera dejado las armas, no sé si hubiera pasado a la historia por la puerta grande, pero sí la recordaríamos como otra cosa”, opina Cándano, quien añade que la banda protagonizó la mayor parte de sus crímenes tras la muerte de Franco, “insistiendo en esa tesis de fanatismo revolucionario por la lucha armada”.

Escauriaza estima que el 95% de los atentados cometidos por ETA fueron perpetrados tras la muerte del dictador. “Aunque algunas personas los vieron como un grupo opositor al régimen, ellos desde el principio dicen que son antiespañolistas”, explica. Además, considera una gran escalada en la lucha armada de la banda el atentado en la cafetería Rolando: “El efecto de terror que produjo entre la población civil fue muy alto porque mucha gente tuvo la sensación de que podría haber estado ahí, en ese momento”.

Por último, la investigadora recalca que la inmensa mayoría de las víctimas con las que se ha entrevistado y los numerosos testimonios de los que se ha valido recogen un sentimiento de olvido. “Por eso, tratamos de reconstruir de manera rigurosa el atentado, también como una forma de honrar a las víctimas, dentro de nuestros límites”, finaliza.

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Comentarios
  1. La Banda?. Movimiento Vasco de Liberación los denominó Aznar.
    Sentimiento de olvido y de ingratitud lo tienen las víctimas Republicanas, las que defendían la legalidad, los derechos y las libertades del pueblo que a día de hoy los vencedores que escribieron la historia aún las siguen señalando como las asesinas, las culpables de toda la tragedia desatada por el golpe de estado, guerra y dictadura.
    El terrorismo es la guerra de los pobres, la guerra es el terrorismo de los ricos.
    ——————-
    Respecto a ETA no se quiere recordar que al abrirse las mazmorras a la muerte de Franco había 749 presos vascos, de ellos tan sólo uno del PSOE, tres del PNV y cuatro del PCE. Aquella foto de salida ilustraba muy bien quién había tomado partido hasta mancharse contra la dictadura.
    Pero el estado español reconoce como víctimas del terrorismo, con todos los honores y cuantiosas compensaciones, a los esbirros de la dictadura, como el mismo Carrero Blanco o el torturador Meliton Manzanas. La continuidad del franquismo en la transición política quedaba patente…
    (Apología, Txalaparta)

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