Cultura
‘Cómo cazar a un monstruo’: no es ‘true crime’, es periodismo
'Cómo cazar a un monstruo' transforma el formato documental y coloca a Carles Tamayo en una posición destacada como periodista de investigación
Lluís Gros pretendía lograr una película sobre su vida pero Carles Tamayo decidió hacer periodismo. Así se podría resumir Cómo cazar a un monstruo, la miniserie documental dirigida por el periodista y creador de contenido que se estrenará el 6 de septiembre en Prime Vídeo y que revoluciona el formato al conseguir trasladar los códigos de YouTube a una plataforma de vídeo bajo demanda.
Durante los tres capítulos de esta docuserie, Tamayo acompaña a Gros, el antiguo regente del cine La Calandria, en el Masnou, la localidad catalana donde se crió este youtuber y donde corrían rumores sobre supuestos abusos sexuales a menores que, finalmente, se transformaron en verdad judicial: Gros está condenado a 23 años de prisión por pederastia y se encuentra en busca y captura mientras se graba el documental, un hecho que el propio Tamayo irá conociendo a la par que realiza su trabajo.
Sin embargo, fue el propio Gros quien, en un ejercicio de narcisismo y sensación de impunidad tras décadas de abusos sexuales sin consecuencias, el que pidió al youtuber que grabara una película sobre su vida. Tras las primeras reticencias, el periodista aceptó al creer que el pederasta tiene intención de pedir perdón a sus víctimas.
La realidad, sin embargo, se torna bien distinta. En las grabaciones, Gros niega los abusos y hace gala de un egocentrismo desmedido. Incluso cuando el periodista deja clara su intención de investigar los hechos por los que ha sido condenado: “¿Y cómo sabrás la verdad?”, le pregunta.
Cómo cazar a un monstruo transforma el formato documental por diferentes motivos. En primer lugar, porque cuenta con la participación en primera persona del agresor, quien, lejos de mostrarse a la defensiva, se deja ver al natural, mentiroso, manipulador y, sobre todo, impune. Ingresar en prisión no entra en sus planes a pesar de la condena.
Por otro lado, Tamayo incluye en la narración elementos propios de su contenido en YouTube, acercándose así a los códigos de generaciones más jóvenes y participando de manera activa en el documental como un actor indispensable: “Pide perdón a las víctimas”, le espeta a Gros cuando se produce su detención para ingresar en prisión, la cual se produce en plena grabación del documental.
El montaje, además, consigue mantener la atención del espectador amarrada a la pantalla, con giros inesperados cada pocos minutos y atmósferas de tensión, de tristeza, de rabia, e incluso momentos cómicos y de incomodidad.
Pero Cómo cazar a un monstruo no es solo una pieza audiovisual exquisita, sino un ejercicio de periodismo de investigación de primer nivel. El objetivo queda claro desde el principio: el documental no trata de generar dudas en el espectador sobre la culpabilidad de Lluís Gros, como sí lo hacen otras series de true crime recientes, sino que persigue sustentar la verdad jurídica con pruebas, algunas de ellas novedosas, además de demostrar las fallas de un sistema que permite a un pederasta condenado vivir en la impunidad más absoluta.
El trabajo de documentación e investigación es impecable y coloca a Tamayo en una posición destacada dentro del sector tras otros trabajos que han culminado en la desarticulación de estafas piramidales y de sectas que ofertaban retiros espirituales en los que se consumía ayahuasca. El creador de contenido puede sonreír al recordar a quienes, no hace tanto, pedían no llamar periodista a un youtuber.
La participación de Tamayo en el documental dista mucho de ser neutral. Su intención no es solo recopilar testimonios y presentar nuevas pruebas contra Gros, sino lograr que se haga justicia y el pederasta termine cumpliendo condena. Un objetivo que el propio sistema judicial y policial le pone difícil.
Gracias Carles Tamayo por tu valiosa aportación por un mundo más justo.
Cada vez está más claro que somos la ciudadanía quienes debemos movilizarnos, que no podemos esperar a que lo haga este sistema capitalista putrefacto ni sus políticos ni sus instituciones y menos el poder judicial, fascista, corrupto y arbitrario, salvo una minoría del cuerpo que lucha por cambiarlo.