Internacional

Y sí, también nos olvidamos de Afganistán

A pocos días de que se cumpla el tercer aniversario de la toma de Kabul por parte de los talibanes, las potencias de Occidente que tantos esfuerzos invirtieron en el país parecen ahora darlo por perdido. Mientras, la población afgana ve cómo el régimen fundamentalista se asienta en el poder, las dificultades para sobrevivir se acumulan y les resulta casi imposible imaginar un futuro mejor sin tener que huir.

Latifa defiende durante un partido entre Afganistán y Camboya. UNICEF

“No te olvides de Haití”, nos pedía Forges con una insistencia casi quijotesca. En ese momento, el país devastado por un terremoto era el último ejemplo de cómo los focos y la comunidad internacional se volcaban con una crisis para, apenas unos meses después, desaparecer de los telediarios y de los temas prioritarios en las cumbres internacionales. No hace falta recurrir a la inteligencia artificial para imaginar que, si el genial viñetista siguiera ilustrándonos la vida y sus contradicciones, nos colocaría en una esquina de nuestras conciencias un “pero no te olvides de Afganistán”.

Porque en este caso, el olvido es algo objetivo, desde que el 15 de agosto de 2021 los talibanes tomaran Kabul y con ella el gobierno del país. En las dos décadas anteriores, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, entre ellos España, se gastaron cientos de miles de millones de dólares en el país, principalmente debido a la presencia militar, pero también en inversiones con el objetivo declarado de reconstruir y modernizar.  

Ahora, desde la oficina que coordina las emergencias globales de Naciones Unidas (OCHA), señalan que este año apenas se ha cubierto un 23% de los fondos que solicitaron a la comunidad internacional para paliar el drama humanitario que vive el país. El número de personas cuya vida depende de esa ayuda no deja aumentar, y supera ya los 23 millones. Mientras que el porcentaje cubierto respecto a las necesidades dibuja una caída casi lineal: 91% en 2021, 75% en 2022, 51% el año pasado, menos del 25% en el actual… Estados Unidos, Reino Unido, Comisión Europea, Banco Mundial, Australia. Da igual el actor relevante que elijas, en mayor o menor medida, ahora todos miran para otro lado cuando se les pide esfuerzos para atender la emergencia en la que vive el país.

La comunidad internacional

La periodista Mónica Bernabé, corresponsal durante años en el país y autora de libros como Crónica de un fracaso, nos habla de un “desinterés generalizado” y de los “intentos nulos” por buscar una salida o mejorar la situación de la población afgana. Al mismo tiempo, la reportera reconoce la difícil encrucijada a la que se enfrenta la comunidad internacional: si aumenta las relaciones con el país es una forma de legitimar en el poder a los talibanes; pero si no lo hace y mantiene el bloqueo en las relaciones comerciales, inversiones y las transacciones bancarias seguirá estrangulando la economía afgana, perjudicando así a la población. Mientras, el gobierno afgano parece estar rompiendo poco a poco ese aislamiento internacional descongelando sus relaciones con potencias como China, Rusia o Irán.

Por su parte, el investigador afgano asociado del instituto CIDOB, Malaiz Daud, descarta esta posible contradicción por parte de la comunidad internacional y señala que ésta tiene dos intereses principales: frenar la emigración y desactivar cualquier amenaza de atentado terrorista proveniente del país, como el que sucedió en un teatro de Moscú el pasado marzo. Para ello, según Daud, la comunidad internacional “mantiene abiertos los canales diplomáticos y de inteligencia” y “no tiene problemas en integrar al gobierno talibán en las organizaciones internacionales”. Este especialista en procesos de paz y recuperación tras conflicto cita el ejemplo de Alemania, que se ha planteado acordar con el gobierno talibán deportaciones desde su país a nacionales afganos que hayan cometido algún delito o que la policía alemana considere peligrosos.

Para Daud, los países occidentales no han aprendido de los errores y sigue relacionándose con los antiguos señores de la guerra, en lugar de apoyar a las bases de la sociedad civil. Y al mismo tiempo señala que sus gobiernos habrían tirado la toalla después de tantos años de intervenciones. “Es un caso cerrado para la comunidad internacional. Hay otros asuntos que están por encima de Afganistán”, concluye.

Cuando parece que nada puede ir peor

Restricciones asfixiantes a las mujeres en cualquier ámbito de la vida cotidiana. Prohibición a las niñas de estudiar más allá de primaria. Abusos generalizados, castigos colectivos, ejecuciones públicas, matrimonios forzados a niñas, y pena de muerte a personas LGTBI. Este es el panorama que han dibujado las organizaciones de derechos humanos en sus informes durante los últimos tres años de gobierno talibán.

Sin embargo, los males que asolan el país no se han quedado ahí. El Estado Islámico ha empezado a realizar atentados en varias zonas del país y amenaza con deslucir quizás el único avance significativo en este trienio: una evidente mejora de la seguridad al finalizar los combates en todo el territorio. Los terremotos del pasado octubre y de junio de 2022 han dejado miles de fallecidos, casas e infraestructuras destruidas. Y este año varias inundaciones habrían dejado a más de 12.000 personas sin casa y han hecho todavía más difícil el acceso a agua potable para muchas más.

Las necesidades sanitarias

Julia García, coordinadora de los proyectos de Médicos Sin Fronteras en el país, nos cuenta cómo tampoco antes de agosto de 2021 estaban cubiertas, ni mucho menos, las necesidades sanitarias de la población. Pero desde entonces sí ha comprobado un alarmante aumento de las personas que atienden porque no pueden permitirse los servicios privados. Desde su base en Kabul, García señala que muchos pacientes llegan con las enfermedades muy avanzadas porque han tenido primero que vender sus propiedades y reunir así el dinero para pagar el transporte hasta sus centros. Además, a las mujeres se les exige ir acompañadas a los centros sanitarios de un familiar varón, lo que retrasa, o a veces incluso impide, que reciban atención por su parte. 

“Somos testigos de las consecuencias de la reducción del apoyo de los donantes”, apunta García desde la primera línea de esa situación agravada por la falta de ayuda internacional desde agosto de 2021, y que muestra su cara más dramática en el aumento de casos de desnutrición infantil. Además, la cooperante explica que la crisis económica que se desató hace 3 años con la retirada de ayudas e inversiones, junto al hecho de que una mayoría de mujeres perdiera entonces sus empleos, provoca que cada vez más familias no puedan permitirse ir al médico o comprarse los medicamentos que necesitan.

La huida como único futuro

En ese agosto de 2021, cerca de 150.000 afganos y afganas fueron evacuadas. La mayoría formaba parte del estrato social más preparado, el músculo que hacía funcionar el país y trataba de modernizar sus estructuras. Desde entonces, ya no se han producido las escenas de aviones llenos despegando del aeropuerto de la capital afgana, sino que se ha producido un goteo incesante de huidas por sus permeables fronteras, principalmente con Pakistán.

ACNUR calcula que ya son 5,3 millones las personas de nacionalidad afgana que viven en países vecinos. Ahí son considerados muchas veces como ciudadanos de segunda. Organizaciones de Amnistía Internacional o la propia ACNUR han denunciado devoluciones forzosas desde Pakistán, Turquía o Irán, incluyendo disparos y torturas contra quienes había cruzado la frontera.

“Al final de todas las entrevistas, hombres y mujeres, ricos y pobres, todos te piden ayuda para salir del país”, recuerda Bernabé, quien pudo entrar en Afganistán en la primavera de 2023 y ver las “colas kilométricas” para pedir un permiso para salir. Unas súplicas que concuerdan con las que recibe en su móvil el que fuera también corresponsal en el país, Antonio Pampliega. “Me escriben cada semana para que les ayude en conseguir el visado para llegar a España. Allí, si eres mujer, no tiene sentido vivir. Están desesperadas por marcharse”.

El olvido desde el exilio

“Cuando hablo con mi sobrina, ella mucho llorar”. A pesar de pequeños errores como este, Latifa Sakhizada, se hace entender perfectamente en el español que ha aprendido en los dos años y medio que lleva en Madrid. Esta joven afgana de 28 años pasó seis meses viviendo en Kabul bajo el régimen fundamentalista. “Antes de talibanes mi vida era muy bien, podíamos ir solas a hacer ejercicio”, recuerda Latifa, que llegó a ser jugadora del equipo nacional de baloncesto en silla de ruedas.

Durante medio año supo lo que era ser mujer en el Afganistán actual: “No podemos tener trabajo, ningún derecho, solo estar en casa”. El principal motivo del llanto de su sobrina es precisamente ese, no puede seguir estudiando y tiene que permanecer en casa todo el día para evitar cualquier incidente con los milicianos que pasean por la capital. Pero esa no es su única denuncia, también la discriminación a su comunidad, la minoría religiosa hazara, y la falta de libertad de cualquiera “para hablar, para quejarse”.

Latifa ha podido rehacer su vida y trabaja como ortopedista en un centro de Madrid, pero sigue preocupada cada día por su familia, sus compañeras de equipo y por el futuro de su país. “No va a mejorar mientras talibanes estén en el poder, y eso puede ser mucho tiempo. Ahora es imposible luchar contra ellos”, lamenta. Y cuando le preguntan si quiere añadir algo, su tono cálido se vuelve contundente: “No olviden a las mujeres de Afganistán, me duele mucho en el corazón”.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Comentarios
  1. Represión, pobreza y aislamiento: los talibanes celebran tres años en el poder en Afganistán, (El Periódico, Adriá Rocha).
    El grupo, que tomó Kabul el 15 de agosto de 2021 por sorpresa de todo el mundo, ha celebrado un desfile militar de victoria dentro de una antigua base estadounidense
    Con blindados, humvees, helicópteros y armamento de los Estados Unidos y de soldados de la OTAN: así han celebrado este miércoles los talibanes el tercer aniversario de la toma de Kabul —y de todo el poder en Afganistán—.
    https://laicismo.org/represion-pobreza-y-aislamiento-los-talibanes-celebran-tres-anos-en-el-poder-en-afganistan/296888

  2. ¿Quienes son los terroristas? Si siembras vientos recogerás tempestades. Poco, muy poco están recogiendo las potencias occidentales para lo que han sembrado y siguen sembrando en el mundo.

    Profesora Neta C. Crawford (Prof. Ciencias Políticas Univ. Boston):
    Estados Unidos invadió Afganistán a fines de 2001, según se pretextó en aquel momento, para eliminar a Al Qaeda, derrocar a los talibanes y reconstruir el país. El 30 de agosto de 2021, Estados Unidos completó su retirada de tropas de Afganistán, poniendo fin a dos décadas de conflicto de forma desastrosa .
    La guerra de Afganistán ha tenido muchos costes ocultos, falseados, o no reconocidos por las autoridades estadounidenses, después de que se decidieran responder con la fuerza militar bruta al todavía lleno interrogantes, ataques a las Torres gemelas neoyorquinas.
    La “Guerra contra el Terrorismo” global no se limitó a las operaciones en Irak y Afganistán. Estados Unidos tiene actualmente operaciones antiterroristas en 85 países.
    (Canarias Semanal)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.