Sociedad
Cuna del Alma: activistas contra el capital extranjero
Dos familias inversoras belgas han puesto sus ojos en la última playa virgen del sur de Tenerife. Allí están construyendo un macrocomplejo con 420 villas de lujo. Los activistas ponen su propio cuerpo ante unas excavadoras que amenazan el patrimonio natural y arqueológico de la isla.
Este reportaje es el segundo de una serie dedicada a los megaproyectos turísticos en España y sus impactos.
En Tenerife hay un megaproyecto turístico que conviene mirar con detenimiento. En el Puertito de Adeje se plantea, desde 2022, un complejo hotelero, Cuna del Alma, que ocupa 430.000 m2 en una ubicación rodeada por la Zona de Especial Conservación Teno-Rasca y el Sitio de Interés Científico de La Caleta.
«Hablamos del último reducto, de la última playa virgen que quedaba en el sur de Tenerife». Quien habla es María González, una de las activistas que estuvo ocupando las obras y frenando el trabajo de las excavadoras. Aquellas acciones han dado lugar a una larga cadena de conflictos. Por ellas, los activistas han tenido que enfrentar agresiones por parte de H5 Los Olivas, la empresa subcontratada para llevar a cabo los trabajos. En vídeos subidos a Instagram por la plataforma Salvar el Puertito de Adeje (@salvarelpuertito) puede verse cómo los operarios retoman las obras y mueven las palas sin importarles quién esté delante.
Otro vídeo recoge incluso cómo el propio director de Cuna del Alma, Andrés Muñoz, agrede a una activista que protestaba en el piso piloto. La violencia sufrida, sin embargo, no ha mermado su empeño por paralizar el proyecto. «Era una pérdida muy cuantiosa en cuanto a ecosistemas y patrimonio arqueológico», argumenta.
La plataforma Salvar el Puertito de Adeje lleva dos años alertando del daño que puede provocar la construcción de un macrocomplejo con 420 villas de lujo, cada una con su piscina privada, además de un spa y un tramo de costa privado. En esa zona, que las familias inversoras belgas Vandermarliere y Van Biervliet están ansiosas por edificar, todavía viven algunos locales. María González denuncia que son «vecinos a los que se les propone vender sus propiedades, incluso coaccionándolos».
Pero no solo preocupa el daño a la población local, también a la fauna, a la flora e, incluso, a la propia historia de la isla. En 2022, se emitieron tres órdenes de paralización cautelar de las obras: suponían una amenaza inminente para la viborina triste, una especie protegida; el proyecto carecía de una evaluación de impacto ambiental y, además, estaban dañando los yacimientos arqueológicos que se encontraron en los terrenos.
Dos años después, la administración ha dejado caducar dos expedientes, la Agencia Canaria de Protección del Medio Natural se ha declarado incompetente en el tercero y las obras en el Puertito de Adeje se han reanudado.
«Seguir contribuyendo a una industria turística vendiéndole a la gente que da puestos de trabajo… son puestos de trabajo muy precarizados y quienes van a sacar el máximo beneficio de construir esas villas de lujo no va a ser la clase trabajadora, no van a ser los vecinos de Adeje, va a ser el capital extranjero belga que invierte ahí», concluye González.
Violadores contra obreros, qué novedad.
Contigo María y con todxs lxs activistas.
Más personas sensatas y luchadoras como vosotras necesitan las Islas, la Península y los Continentes.
Me llenais de esperanza y deseo fuertemente que persistais en esta lucha hasta que triunfe la razón.
Los belgas que especulen en su país si se lo permiten. En Aragón empresarios belgas han comprado pueblos enteros con fines turísticos y especulativos. Venden parcelas a sus paisanos y ya no queda ningún aragonés en aquellos pueblos. Son pueblos belgas.
Me parece que se pasan de listos los belgas.
Es el capitalismo invasivo y depredador…