Política
Antoni Segura: “Estamos aceptando discursos repugnantes y peligrosos”
El catedrático de Historia Contemporánea acaba de publicar 'El món d’avui', un libro de más de 1.200 páginas
Esta entrevista se publicó originalmente en ‘Catalunya Plural’ el pasado 27 de junio, por lo que algunas referencias a acontecimientos electorales han quedado desfasadas. Puedes leer la entrevista en catalán aquí.
El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona Antoni Segura i Mas ha publicado un libro de 1.223 páginas que es una guía ideal para entender la geopolítica actual. El món d’avui. De la guerra freda als reptes de la interdependència global es el resultado de la colaboración de Edicions de la Universitat de Barcelona y Publicacions de la Universitat Rovira i Virgili.
El trabajo “ofrece las claves para entender el pasado a fin de no repetir sus errores y encontrar nuevas vías para superar los retos complejos que tiene la humanidad hoy”. En la dedicatoria tiene un recuerdo para el periodista Josep Cabayol, “comprometido con el ejercicio de periodista”, y en el epílogo reflexiona sobre “la banalidad del mal” en la historia reciente de la Humanidad.
¿El mundo de hoy está mejor o peor que el que salió de la Segunda Guerra Mundial?
El momento inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial fue duro. El nivel de destrucción, tanto en Europa como en Japón, en el Pacífico, había sido muy intenso, pero también es verdad que la recuperación, salvo en Europa del Este, fue muy rápida. Desde el punto de vista socioeconómico, en Occidente estamos mejor. Digo Occidente porque en el Sur global hay que hacer varias matizaciones. Hay países que están mucho mejor. Por ejemplo, India y China, que en ese momento eran países todavía pobres. China estaba en plena guerra civil que no acabaría hasta 1949. Obviamente, estos países no sólo han crecido mucho, sino que el nivel de vida de sus habitantes ha subido considerablemente. Con grandes desigualdades en la India, pero es que la desigualdad empieza ya a ser una característica casi estructural del mundo en el que vivimos. Desigualdades internas en los países más ricos y desigualdades entre países a nivel internacional.
En este sentido, pienso que estamos peor, porque tenemos una crisis climática que no sabemos cómo hacerle frente, porque tenemos un agotamiento de determinados recursos que tampoco sabemos muy bien cómo saldremos adelante. Tenemos cincuenta y pico conflictos abiertos.; algunos de ellos, guerras a gran escala, como la de Ucrania o Palestina, que es la mayor crisis de Oriente Medio después de las cuatro guerras árabe-israelíes. Y ahora ya no se trata de una guerra con países árabes sino que es por algo tan limitado como la franja de Gaza, que está siendo sometida a un castigo dantesco, con una cantidad de muertes civiles que no tiene ningún tipo de justificación.
Hay que añadir la crisis económica que hemos sufrido y que no está claro que no suframos más porque el sistema sigue siendo el mismo y funcionando igual. Sigue existiendo un exceso de capital financiero que necesita hacer negocios y sacar beneficios sobre una economía que pesa cada vez menos. Pensemos que el Producto Interior Bruto del mundo entre 1986 -la época de Reagan y Thatcher, que es cuando comienza la desregulación financiera- y poco antes de la crisis de 2008, creció un 3%, pero el capital financiero lo hizo más de un 80%. Esto significa que vivimos en una realidad brutal.
Por último, hemos sufrido una pandemia de Covid, que probablemente no es la última, porque tampoco estamos poniendo remedio a las causas que había detrás. La Organización Mundial de la Salud, de alguna manera, ya previó en un informe del 2018 que si no se ponían los medios necesarios estábamos en peligro de que viniera una pandemia de tipo zootónico, que significa que serían contagios de animales a personas y que seguramente se traduciría en una infección de carácter respiratorio y pulmonar que podría llevarse a una parte importante de personas por delante porque no teníamos antídoto. Y esto es lo que pasó. Conocíamos entonces siete familias de coronavirus, tres letales y las otras cuatro inocuas. La última letal fue la del COVID-19. Por tanto, muy optimistas no podemos ser.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el nazismo y el fascismo fueron derrotados. Ahora parece que vuelven a asomarse. ¿Le preocupa?
Me preocupa mucho porque, en primer lugar, parece haberse producido como una especie de olvido, de no recuerdo de lo que sucedió. Olvidar el nazismo es permitir el surgimiento del neofascismo. Efectivamente, hemos olvidado demasiado pronto el pasado y sus consecuencias y estamos aceptando discursos y mensajes que son realmente repugnantes y, más aún, peligrosos. Eso tiene que ver con varias cosas. Una entronca directamente con la reacción que hubo a los atentados del 11 de septiembre, que fue intentar contraponer libertad y seguridad y, claro, reducir libertades pensando que así estaremos más seguros es un error porque nadie puede garantizar la seguridad absoluta. Nos podemos encontrar con personas que en un momento dado enloquecen por un trastorno psíquico y entran en una escuela y empiezan a cargarse niños y maestros, quizás porque en algún momento tuvieron un problema de bullying en aquella escuela y eso les causó un trauma.
Hay, después, determinados grupos que actúan desde la clandestinidad y el secretismo total y los descubrimos cuando hay un atentado del Estado Islámico como el de Moscú hace poco. Y así, un largo etcétera.
La seguridad absoluta es imposible de conseguir. Sin embargo, hemos ido reduciendo los espacios de libertad y, además, hemos ido reduciendo también los espacios de información. Cada vez la información nos llega más contaminada, por fake news, por muchas noticias impactantes que en el fondo no es que sean fake news, pero que tampoco aportan nada. Todo esto está contribuyendo a una desculturalización generalizada y, por tanto, aunque no se le da suficiente importancia, cuando los informes como el PISA indican que existe una baja comprensión lectora, eso es muy grave. Si hay una baja comprensión lectora ya no quiere decir sólo que la gente no lee, o que le cuesta más, sino que cada vez están entrando con más fuerza los discursos más simples posibles, que son, en definitiva, los que abren las puertas a la extrema derecha: los inmigrantes provocan la delincuencia, los inmigrantes nos roban el trabajo, etcétera. Hasta que llega un señor con una motosierra que dice que lo recortará todo y curiosamente gana las elecciones argentinas. O aquí tenemos a una persona con una capacidad intelectual digamos, para ser generosos, poco brillante, que ha sacado a tres eurodiputados con un discurso totalmente aberrante.
En las elecciones europeas nos decían primero que daba mucho miedo el ascenso de la extrema derecha. Luego, que ha crecido pero menos de lo que se temía. ¿Cómo lo ve?
En las elecciones europeas ha habido una subida de la extrema derecha, esto es indudable. Lo que no ha habido es la ola que pronunciaban algunos medios y algunos analistas. De hecho, el bloque central de la Unión Europea, al menos el que ha estado gobernando o poniéndose de acuerdo en las dos últimas legislaturas -populares, socialdemócratas y liberales, que ahora se llaman Renovar Europa- vuelve a estar por encima de los 400 escaños y pico. Teniendo en cuenta que la mayoría absoluta son 361 escaños, tiene una mayoría sobrada para seguir poniéndose de acuerdo. Y aún nos quedarían grupos con los que podrían llegar a acuerdos, por ejemplo en cuestiones climáticas, como el de los Verdes o el que incluye a ERC y el BNG. Y también nos quedaría La Izquierda, con quien es más difícil llegar a acuerdos, donde están la Francia Insumisa y otros grupos.
Ha habido un ascenso de la extrema derecha y es difícil evaluar exactamente su porcentaje hasta que no sepamos dónde se inscriben los que no pertenecen a ninguna de las familias europeas porque son partidos nuevos o porque no se han definido. En los no inscritos, en la legislatura anterior estaba Junts, por ejemplo. De los no inscritos existe una parte importante que son independientes o partidos de extrema derecha pequeños. Podemos pasar, a lo sumo, a un entre 20 y 22%, sumando los votos de Identidad y Democracia y los de los Conservadores y Reformistas, que son las dos familias que agrupan a la extrema derecha y tienen un 18,6%, y los que se puedan apuntar de los no inscritos. Ocupan entre una quinta y una cuarta parte del Parlamento Europeo.
¿Es mucho?
Es mucho. Lo que ocurre es que su capacidad operativa es mínima, porque aquí sí que sigue funcionando un cierto cordón sanitario respecto a la extrema derecha, aunque Ursula von der Leyen ha hecho aproximaciones a Giorgia Meloni. […] Antes de las elecciones, cuando parecía que la extrema derecha no sólo crecía sino que podía provocar un vuelco, Von der Leyen intentó una aproximación a Meloni, diciendo que lo había hecho muy bien, que estaba dispuesta a pactar o considerar a todos aquellos grupos que fueran pro-OTAN, pro-democracia, pro-Europa, lo que era una alusión indirecta a la primera ministra italiana.
Por otro lado, hay que reconocer que Meloni ha tenido un cierto éxito, porque ha conducido bien una cumbre del G7, que tenía unos líderes europeos y estadounidense en horas bajas. Macron tiene elecciones en unos días y le pueden ir mal, no porque gane la extrema derecha necesariamente sino porque el país se ha fraccionado en un frente de izquierdas y otro de derechas y su partido ha quedado en medio con cada vez menos apoyos, según parece. Por tanto, tendrá cohabitar con un frente de izquierdas o con un frente de derechas. Olaf Scholz ha quedado en tercer lugar. Alternativa por Alemania ha pasado por delante de los socialdemócratas. Ya fuera de la Unión Europea, en Reino Unido habrá elecciones con un descrédito total del gobierno tory. Y también Biden, que era el otro gran líder que asistía al G7 tiene unas elecciones en noviembre con muchos números de perderlas. Fíjate que son siete países y he citado cuatro.
Y si gana Trump en esas elecciones, la cosa aún se complica más, ¿no?
Hay algunas cuestiones que Trump ha percibido bien; otra cosa es cómo intenta arreglarlas. Por ejemplo, que el gran competidor de Estados Unidos es China, que es algo que ahora ya empieza a decirse y que incluso Europa ha reaccionado ante lo que considera unas prácticas comerciales poco lícitas, con dumping, financiando las exportaciones para reventar precios y llegar a vender por debajo del coste de producción. Europa ha reaccionado con los coches eléctricos y acaba de imponer un arancel de un 30% a la importación de coches eléctricos chinos, porque salen mucho más baratos, y no es que en origen sean más baratos, es que el gobierno chino, para entrar en los mercados europeos, está financiando las exportaciones. Por tanto, detrás de algunas cosas que Trump hizo había una cierta visión.
El problema de la Unión Europea es que no tiene una política exterior ni interior cohesionada como para mediar o influir en el resto del mundo
Antoni Segura i Mas
Tampoco sacralicemos al personaje, porque no lo merece en absoluto. No se pueden hacer las cosas como las hacía él, imponiéndolas, rompiendo con todos. Lo que sí seguramente tendremos, si gana Trump, es una política aislacionista típica del Partido Republicano. Podría decaer el apoyo de Estados Unidos a Ucrania. De hecho, la última ayuda ya costó mucho sacarla adelante porque el Partido Republicano se negaba a aprobarla.
El retorno de Trump puede provocar un terremoto en política internacional. ¿Cómo pararlo? No lo sé. Las encuestas le dan como favorito y es dudoso que la justicia lo pare antes de las elecciones. Ha sido declarado culpable de treinta y cuatro delitos que no puede amnistiar, ni siquiera si es presidente, porque el juicio ha sido de estado, no federal, y, por tanto, sólo el estado puede echarse atrás o decretar un indulto. Pero no le prohíben presentarse a las elecciones y ser presidente, porque no creo que comporten en ningún caso pena de prisión. Es grave porque pone panza arriba la concepción geopolítica del mundo que hemos tenido hasta ahora. El orden liberal que surge de la Segunda Guerra Mundial, que ha mantenido la gobernanza en estos últimos ochenta años y pico, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y, sobre todo, Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se podrían democratizar. Las dos grandes instituciones económicas podrían dar cabida de forma más consistente a las nuevas potencias económicas. El problema es que en el Banco Mundial y en el Fondo Monetario Internacional todavía tienen mucho peso algunos países europeos, hoy claramente en decadencia y que ya no representan lo que representaban cuando se crearon estas instituciones y, por contra, a la hora de tomar decisiones están poco representados o infra-representados países como India o China.
¿Qué consecuencias tiene esta situación?
Conlleva algo que creo que nos está marcando un poco el presente y que todavía marcará más el futuro, que es que, bajo el liderazgo de China y con el apoyo muchas veces de la India, se están generando una serie de instituciones alternativas a las del orden liberal. El gran cinturón de la Ruta de la Seda -que son las grandes inversiones chinas en Asia, en África y aunque queda fuera de ese cinturón teórico en América Latina también- y la creación del nuevo Banco de Desarrollo para ayudar los países con más problemas, están jugando el mismo papel que tenían las instituciones surgidas en Bretton Woods en el 44, que es cuando se empieza a ordenar la posguerra. Esto puede cambiar mucho las reglas del juego.
Los chinos están comprometiendo la ayuda o están proporcionándola a muchos países sin el discurso que suele dar Occidente, un discurso que desde el Sur global se percibe como cínico, que es decir que para tener la ayuda tienen que respetar los derechos humanos, las libertades, los valores democráticos, etc. China, evidentemente, esto no lo dice ni es un elemento que imponga o que condicione el hecho de que proporcione ayuda a determinados países. El discurso que está haciendo Occidente no es el que aplica. Pruebas tenemos muchas. La más reciente, las últimas resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas diciendo a Israel que detenga la ofensiva -incluso una fue aprobada porque Estados Unidos no la vetó- y la respuesta de Netanyahu fue que al día siguiente bombardeó Gaza con mayor intensidad. Cuando actúan así otros países, digamos más débiles, la respuesta de Occidente es inmediata y envía tropas, les declara una guerra o suspende todo tipo de ayuda. China esto no lo hace. Tiene unas excelentes relaciones comerciales con un país como Irán, por ejemplo, que es un país embargado por Occidente. Y Rusia, igual. Por tanto, aquí tenemos un problema porque no sólo se está produciendo el descrédito de nuestras instituciones, de nuestro sistema de gobernanza, sino que se está generando un modelo alternativo.
Un modelo alternativo basado en un partido único.
Y en una dictadura. Por tanto, nos estamos jugando el futuro. Afortunadamente, está la India, que con todos sus defectos, las castas y tal, sigue siendo la mayor democracia en número de votantes del mundo. No quiere decir que votar necesariamente sea un acto democrático, porque también se ha votado en Rusia y en muchos países que no son democráticos. India cumple los cánones básicos de lo que entendemos por un estado democrático. Otra cosa es que gane Modi, que lidera un partido nacionalista hindú muy radical que está tomando medidas contra las minorías musulmanas y, en India, cuando hablamos de minorías estamos hablando de millones y millones de personas. Estamos en un momento en el que deberíamos hacer una profunda reflexión desde Occidente, no porque yo defienda el modelo occidental liberal, que evidentemente tiene muchos defectos y ha hecho muchas cosas mal. Lo que sí digo es que el modelo que está teniendo éxito en muchos países del Sur global no es mejor que el que planteamos nosotros. Otra cosa es que nosotros, por una vez, deberíamos dejar de ser cínicos y creer realmente en los valores que decimos que defendemos y que queremos proyectar: ??creer en los valores democráticos, creer en los derechos humanos, creer en los derechos civiles, no hacer las barbaridades que hemos hecho muchas veces, en las guerras de Afganistán o de Irak, con la desatención de los palestinos y lo que está sucediendo en Gaza, etcétera.
En el libro hace un análisis amplio del período de guerra fría. ¿Volvemos a estar en guerra fría, después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia?
Creo que no y daría algunas razones. La guerra fría, obviamente, tenía muchos inconvenientes, muchos aspectos negativos, pero también tenía algunas ventajas. Por ejemplo, en términos de conflictos, la guerra fría suponía cierta seguridad porque de algún modo estaban regulados, controlados. Detrás de cualquier conflicto de la guerra fría siempre encontrabas una o ambas potencias. Esto significa que había unas normas, no escritas, pero las había. Cuando hablo de esta cuestión siempre pongo el ejemplo de la guerra de Vietnam. Fue brutal pero a nadie se le ocurría que podía haber un atentado en Barcelona relacionado con la guerra de Vietnam.
Hoy, esta afirmación no la podemos hacer porque estamos ante nuevas formas de guerra; ya no son guerras simétricas, en el sentido de un estado contra otro estado. El Vietcong, en definitiva, no dejaba ser un estado, aunque fuese una guerrilla que actuaba en el sur, pero en el norte había un estado. Hoy, esto no es así, lo que está generando unos niveles de inseguridad en parte acentuada por el discurso de la extrema derecha. Si existe inseguridad es que necesitamos políticas fuertes de armamento, de beligerancia, de control de la sociedad para evitar la subversión. Éste es el discurso que está haciendo la extrema derecha -cuando es una extrema derecha que tiene discurso porque hay otra que no tiene ni discurso, más allá de las tonterías-.
¿Putin no ha reavivado la guerra fría?
Putin ya no representa lo que representaba la Unión Soviética, en términos de poder económico e incluso militar. Todavía puede jugar en el tablero mundial con políticas de fuerza por su disuasión nuclear, pero por lo demás, le queda poco en relación con la Unión Soviética. Miremos la guerra de Ucrania. Existe una gran diferencia en capacidad demográfica. A las guerras van soldados que proceden de la población. Ucrania comienza a estar en una situación desesperada. Rusia tiene unas reservas inmensas de población en edad de ir a la guerra respecto a Ucrania. Era impensable que la Unión Soviética se enzarzase en una guerra en Ucrania y que fuese incapaz de conquistarla en más de dos años, como está ocurriendo. Es cierto que se empantanó en Afganistán, pero aquella fue una guerra más similar a las que tenemos ahora.
Una característica de los conflictos posteriores a la guerra fría es que la guerra convencional la gana quien tiene mayor capacidad de fuego y quien tiene más control aéreo, pero después se pierden las ocupaciones. Es exactamente lo que nos ha pasado en Afganistán, y digo «nos» porque España formaba parte de la coalición de más de cuarenta países que participó en esa guerra. Es, en cierta medida, lo que ha pasó en Irak, donde dejamos un estado semifallido. Es lo que ocurrió en Libia, donde no llegamos a intervenir directamente pero se convirtió en un estado totalmente fallido. Pero no es el caso de Ucrania porque Rusia tiene en frente a otro ejército, no una insurgencia, y no ha podido con él. Recordemos esa columna de sesenta kilómetros al principio, que parecía que tenía que llegar a Kiev en 15 días. Incluso cometió algún error estratégico brutal, como no considerar que una columna de sesenta kilómetros de vehículos preparados para la guerra, tanques, etcétera, necesita suministro y alimentación para la gente que viaja en este convoy. Tuvieron que dar marcha atrás, no pudieron superar el freno que supuso el ejército ucraniano, y es una guerra que en lugar de durar un par de semanas, como supongo que había imaginado Putin y que los ucranianos los recibirían con los brazos abiertos, es una guerra que dura ya dos años y pico, que cada vez se asemeja más a la Primera Guerra Mundial. Es una guerra de trincheras, estática, donde la aviación y los drones están jugando un papel importante.
La desaparición de la Unión Soviética sacudió más el tablero geopolítico mundial que los atentados del 11-S
Antoni Segura i Mas
Y, después, hay otros elementos que visibilizan esa debilidad de Rusia. No deja de ser raro que esté utilizando drones iraníes y de Corea del Norte, que no son precisamente paraísos de la tecnología. Rusia tiene graves problemas tecnológicos. Ha perdido el tren del avance tecnológico. Alemania tiene un Producto Interior Bruto superior al ruso, aunque Rusia es el estado más extenso del mundo y, teóricamente, con mayores posibilidades de utilizar sus recursos. Pese a que Putin intenta seguir presentando a Rusia como una gran potencia, ha quedado muy retrasada respecto a las grandes potencias reales que siguen siendo Estados Unidos, que lo es China y que probablemente en un futuro no muy lejano lo será la India. Y si tuviera la convicción política de que lo es, podría serlo la Unión Europea.
¿No tiene esa convicción?
La tercera potencia económica del mundo es ya la Unión Europea. Y de lejos. El problema de la Unión Europea es que, a diferencia de China y Estados Unidos, no tiene ni una política exterior ni una política interior cohesionada como para mediar o influir en el resto del mundo. Lo vemos en los conflictos que tenemos cerca de nosotros. ¿Quién es decisivo en la guerra de Gaza para parar a Israel? Estados Unidos. Si Estados Unidos no cambia de política respecto a Israel, Netanyahu, mientras pueda aguantar la contestación interna que tiene y que empieza a ser muy fuerte, seguirá bombardeando a Gaza. Y nosotros no tenemos ninguna capacidad de mediación. Y no la tenemos porque, como entidad política, seguimos siendo muy débiles.
¿El mundo sería muy diferente hoy si no hubiera habido los atentados del 11-S del 2001 en Estados Unidos?
Pienso que si no hubieran sido éstos, habrían sido otros. Que se entienda lo que diré porque soltado así parece un poco brutal. Que los ataques fueran en Nueva York y Washington tenía una razón de ser simbólica porque Al Qaeda cuidaba mucho y cuida aún mucho la repercusión mediática de sus acciones. Hacer atentados en Nueva York y Washington suponía, por primera vez en la historia de Estados Unidos desde que es independiente, que sufriese un ataque dentro de su territorio continental, porque Pearl Harbor era otra cosa, está en unas islas en medio del Pacífico. El 11-S fue dentro de Estados Unidos y cometido por un poder o grupo foráneo. La única guerra que sufrió después de la que tuvo con los británicos por la independencia, en el siglo XVIII, fue la guerra civil, una cuestión interna, y cuando se comió después un pedazo de México rápidamente. Al Qaeda no apareció en ese momento. Ya había hecho atentados importantes en las embajadas estadounidenses de Kenia y Tanzania, en agosto del 98, con más de 200 muertos, y contra un barco estadounidense militar en Adén, donde murieron una veintena de marines, con una lancha suicida cargada de explosivos. Al Qaeda, al menos para los expertos en estos temas, ya era una organización conocida y era previsible pensar que intentaría algo grande. Sí provocó, aparte de todo el efecto mediático, una reacción errónea por parte de Estados Unidos, que es contestar con dos guerras -Afganistán, primero, e Irak después- que sirvieron de muy poco respecto a lo que era Al Qaeda y que, en cambio, la dio a conocer y consiguió una proyección que hasta entonces no tenía.
Después de 2001, todo el mundo sabe qué es Al Qaeda. Antes de 2001, y pese a que existía desde mediados de los 80, prácticamente casi nadie la conocía. Por tanto, sí, evidentemente el mundo cambió, pero no tanto como en 1989-91. El cambio importante es la desaparición de la Unión Soviética, que eso sí mueve, sacude de forma brutal, todo el tablero geopolítico mundial. El 11 de septiembre lo único que hizo fue evidenciar unas políticas que ya estaban gestándose por parte de los neoconservadores. Bush hijo toma posesión de la presidencia en enero del 2001. Y en la primera conferencia que dio Condoleezza Rice, que es su asesora en política exterior, dice que no están para arreglar el mundo, en una clara referencia a Clinton, que se había pasado sus dos mandatos intentando arreglar crisis en Somalia, los Balcanes, Kosovo, Israel, Palestina, etcétera, sino que su intención es fortalecer internamente a Estados Unidos. Es el American First, que no es ningún descubrimiento de Trump, sino era el eslogan que utilizó ya Reagan en los años ochenta. Es decir, el mundo ya se espabilará, nosotros vamos a consolidar nuestro poder internamente. Ocho meses después llega el 11 de septiembre y esta política salta por los aires y se pasa no ya a intentar arreglar el mundo sino a convertirse en la policía que debe frenar la violencia en ese mundo cargado de conflictos. Lo que pasa es que eso tampoco ha sido ninguna solución sino que, por el contrario, nos ha complicado mucho más aún la vida y nos ha llevado a guerras absurdas.
¿Fue un error invadir Afganistán?
Es difícil encontrar una guerra más absurda que la de Afganistán. Las guerras, normalmente, se definen por sus objetivos, más allá de los fallecidos y la destrucción. ¿Cuál era el objetivo explícito de invadir Afganistán? Expulsar a los talibanes. Habéis dado cobijo a Osama Bin Laden y a la dirección de Al Qaeda y, por tanto, acabaremos con vosotros. Pasan veinte años, miles de muertos, sobre todo afganos, también occidentales, los países que forman la coalición internacional pierden un elevado número de militares, y, ¿cómo acaba la guerra? Pues saliendo, dejando a los talibanes de nuevo en el poder. ¿De qué han servido estos veinte años de guerra?
Y ahora tenemos la guerra en Gaza
Es otra guerra que políticamente está perdiendo Estados Unidos y que le está planteando interiormente cada vez más problemas. El ataque del 7 de octubre es evidentemente injustificable. Podemos entender por qué lo hizo Hamás, cuál es el razonamiento que hay detrás: que la causa palestina se está quedando sola. Tras los acuerdos de Abraham, que es la última iniciativa de Trump, Marruecos, Emiratos Árabes, Bahrein y Sudán, reconocen el estado de Israel y establecen relaciones con él. Marruecos y Sudán son casos distintos. Emiratos Árabes y Bahrein no mueven un dedo si Arabia Saudí no les da su consentimiento. Además, en septiembre se anuncia que Arabia Saudí está a punto de concluir también un acuerdo de paz con Israel, en esa línea de restablecimiento de relaciones diplomáticas. Los acuerdos de Abraham recogían que los palestinos recibirían una ayuda de 50 millones de dólares para mejorar su nivel de vida, pero seguirían existiendo los territorios ocupados. La sensación en algunos dirigentes de Hamás y en muchos palestinos es que si Arabia Saudita también acaba reconociendo a Israel se han quedado totalmente solos. Entonces intentan dar un puñetazo sobre la mesa, pero un puñetazo de ese estilo no se puede hacer. Te puedes enfrentar a soldados enemigos, a los que tú consideras del enemigo, pero lo que no tiene ningún tipo de justificación ni es tolerable desde ningún punto de vista es que te cargues a 1.200 civiles. Menos tolerable es que la respuesta sea 36.000 palestinos muertos.
El término “guerra fría” no le parece, pues, adecuado
Pienso que no, aunque aparentemente hay una oposición entre Rusia y Estados Unidos, porque el gran pulso de este nuevo mundo que está surgiendo es entre Estados Unidos y China, y Rusia juega un papel secundario. Estados Unidos está en descenso si las cosas no cambian, y China en ascenso. Y Europa, que no sabe, no dice, y que debería saber y decir. Yo creo que sí tiene un papel que jugar si no se dedica sólo al business y al crecimiento económico, que va relativamente bien a pesar de las crisis que tenemos. España tiene indicadores positivos desde el punto de vista económico. Cataluña, dejando a un lado el turismo, que creo que es un modelo equivocado porque es pan para hoy y quizá hambre para mañana, tiene unas exportaciones que están siendo competitivas. Sé que se habla de una nueva guerra fría pero creo que no la hay y, si se produce, no será entre Estados Unidos y Rusia, ni entre Europa y Rusia. ¿Putin puede traernos problemas? Sí, puede traernos problemas.
Putin ya no representa lo que representaba la Unión Soviética, en términos de poder económico e incluso militar
Antoni Segura i Mas
Pero no tenemos capacidad de mediación, por ejemplo en Palestina. Parece que no tenemos mucho que decir y que tampoco nos harán caso. Sí que hemos hecho algo que a mí me parece importante, que es el reconocimiento del estado palestino. Sobre el terreno no se soluciona nada y, es evidente que seguirán habiendo refugiados, los 750.000 colonos israelíes en Cisjordania, el problema de las fronteras, el de la capitalidad de Jerusalén, el de la seguridad tanto de Israel como de Palestina… Todo esto seguirá existiendo, pero habremos puesto en igualdad política a los dos actores del conflicto. Y de cara al futuro y ante unas posibles negociaciones es un paso importante aunque, tal y como está la situación, el modelo de los dos estados es literalmente imposible. Es un paso importante si tenemos en cuenta que hay mucho más de cien países que han reconocido el estado palestino.
Describe el mundo de hoy en el libro. ¿El mundo de mañana existirá o una tercera guerra mundial extinguirá la Humanidad?
El libro termina de forma muy pesimista.
El epílogo lo dedica a “la vida y la banalidad del mal”.
La banalidad del mal es un concepto que utiliza Hannah Arendt en su libro Eichmann en Jerusalén es una recopilación de crónicas que hizo cuando seguía el juicio a Eichmann. El título original era La banalidad del mal pero tuvo que cambiarlo por el alud de críticas que recibió. Ella observa que Eichmann no es consciente de que ha hecho daño, forma parte de un engranaje, una máquina que funciona por sí sola, automáticamente, y se limita a hacer lo que le han encomendado con la mayor eficacia posible. Nos viene a decir que el mal no tiene conciencia moral de que lo que hace está bien o está mal, simplemente lo hace. Sólo hay un mamífero capaz de matar a sus hermanos de especie sin que esto tenga que ver con la cadena alimentaria. Sólo los humanos matan no por necesidades de supervivencia sino que somos capaces de hacerlo por territorio, por cuestiones filosóficas supuestamente éticas; incluso podemos inventarnos motivos para matar.
Vivimos en un mundo que está en una crisis climática que si no hacemos algo, y yo creo que ya vamos tarde, puede llevarnos al desastre; un mundo en el que se inician guerras que es muy difícil a veces ver cuáles son sus objetivos. Ucrania, ¿por qué? ¿Por que Putin se siente amenazado? Esto no tiene consistencia. Un país puede escoger a sus amigos y enemigos como le dé la gana ysi Ucrania quiere formar parte de la Unión Europea y quiere entrar en la OTAN es un problema de Ucrania, no de usted. Además, Putin ha logrado lo que pretendía evitar. Hace cuatro días, en Europa estábamos hablando de la autonomía estratégica, es decir, que la OTAN está muy bien que esté ahí, pero que Europa por sí sola debe tener mecanismos de defensa. Macron vino a decir que la OTAN estaba prácticamente moribunda. Lo que ha conseguido Putin es que Suecia y Finlandia hayan entrado en la OTAN y que otros países que están a la espera estén urgiendo su entrada. Por una serie de hechos tenemos el peligro de que estalle una guerra, y si es nuclear, las consecuencias no serán como las de las anteriores. Puede ser el fin de la humanidad. Puede ocurrir. ¿Es grave? Relativamente. Nosotros somos la excepción, no somos la norma en el universo. El universo es un conjunto de estrellas que tienen piedras grandes que giran a su alrededor. Nuestra diferencia es que hay alguien que lo explica, pero no es lo normal. En todas las piedras que dan vueltas a nuestro sol, sólo hay una en la que hay alguien que lo explica, que es la Tierra. En el resto de estrellas, no hay nadie que lo cuente. La naturaleza y el universo seguirán siendo los mismos que hasta ahora, sin nosotros. Esto, en el fondo, es un grito de alerta. Si no queremos que sea así, quizás reaccionemos y hagamos algo.
Desculturizacion generalizada. Que acertado!
Lo que no considero acertado es llamar democracia al sistema capitalista occidental, expoliador, genocida y cínico, la peor y con mucha diferencia de todas las dictaduras.
Eso de la viga en el propio ojo….
La «dictadura» rusa, sea leninista, sea putinista, siempre será dictadura. Ya le han adjudicado la etiqueta por toda la eternidad.
«Rusia desde 1991 ha participado en cinco operaciones militares fuera de su territorio.
EEUU lo ha hecho en 215.
Los junta-letras al servicio de los poderosos
Acusan a Moscú de imperialista»(Eduardo Luque)
El ataque del 7 de octubre, injustificable? La que faltaba…que se están quedando solos los palestinos?
A pesar de la interesada desinformación y represión ejercida por la dictadura capitalista/sionista y sus lacayos, estudiantes y sociedades de todos los países del mundo nos hemos puesto en pié en apoyo al mártir pueblo palestino.
«Si eres neutral en situaciones de injusticia has elegido el lado del opresor, decía Desmond Tutú.
Bendito país, Sudáfrica, el primero que denunció el genocidio sionista ante la Corte Penal Internacional.
«Los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia obligaron a Putin a intervenir» y ésto lo ha tenido que decir el papá Francisco, una persona sensata, sensatez y franqueza que se echa de menos en la mayoría de los intelectuales.