Opinión

El atrasismo

"Hoy, el populismo reaccionario, al que podemos llamar atrasismo, diría que tirar una cabra desde el campanario es una tradición que merece ser defendida y que los progres no tienen derecho a decirles lo que tienen que hacer. Vamos a la edad de la penumbra", reflexiona el periodista y escritor Jorge Dioni López.

SILAS STEIN / DPA / REUTERS

MANGANESES DE LA POLVOROSA tuvo cierta fama hace unos veintitantos años porque sus jóvenes tenían la tradición de tirar una cabra por el campanario. La iglesia no era muy grande y el animal siempre se levantaba. Lo sé porque contemplé esa escena varias veces cuando era niño. Manganeses está al lado de mi pueblo y mi abuelo me llevó alguna vez a lo que se llamaba la fiesta del Salto de la Cabra. Lo admitíamos como algo normal porque la normalidad es un concepto que lo admite todo. Concretamente, todo lo que ha visto desde siempre hasta que alguien te hace dudar.

Casi nadie se cuestionaba nada hasta que el debate llegó desde fuera. No recuerdo el origen, pero la opinión de que quizá era una barbaridad comenzó a extenderse. Durante unos años, se incorporaron mejoras, como una lona de protección civil para recibir a la cabra o la presencia de un veterinario, pero la idea de que tirar una cabra desde un campanario era una brutalidad acabó siendo mayoritaria y, finalmente, la tradición murió. Estuve presente en el último Salto de la Cabra. Este proceso es lo que conocíamos como progreso.

Lo contrario se llama atraso y es una visión que cada vez tiene más adeptos. En la actualidad, no tengo ninguna duda de que habría amplios grupos sociales, medios de comunicación y partidos políticos que convertirían el lanzamiento del animal en un símbolo de las tradiciones que hay que defender y la falta de libertad que el poder globalista nos quiere imponer. Se harían camisetas, se publicarían artículos y, desde la Junta de Castilla y León, se crearía la Fundación del Salto de la Cabra, seguramente presidida por un intelectual de los que defiende que hay que acabar con el Estado.

De una manera simplificada, podemos establecer que existe algo llamado pensamiento progresista y algo llamado pensamiento conservador. La historia de la humanidad es el conflicto entre estos dos modos de ver. El pensamiento progresista quiere ampliar el mundo, desea redistribuir los bienes materiales y ampliar los sujetos de derecho mientras que el pensamiento conservador opta por dejar las cosas como están e, incluso, acumular y restringir. Es decir, el segundo quiere mantener la fuerza de los fuertes mientras que el primero trata de limitarla y, si se puede, repartirla. La tensión entre estas dos visiones puede ser más o menos explícita y recorre la historia.

Durante siglos, el progresismo exploraba y proponía mientras que el conservadurismo contenía y asentaba. En ocasiones, el primero aceleraba en estallidos sociales o, ya en la modernidad, procesos revolucionarios. El segundo respondía con oleadas represivas o, ya en la modernidad, movimientos reaccionarios que no sólo contenían, sino que echaban la vista hacia atrás. El movimiento pendular, sin embargo, siempre terminaba ofreciendo avances: ampliación de los sujetos de derecho y redistribución de los bienes materiales.

Eso cambió a finales del siglo pasado. El punto y aparte suele situarse en los años ochenta, pero el giro se dio unos años antes. Los grandes empresarios estadounidenses habían creado fundaciones para tratar de cambiar el modelo fiscal redistributivo y descubrieron que es complicado proponer directamente la modificación de algo que funciona. La clave era aprovechar las grietas sociales para ir introduciendo una desafección más profunda. Por ejemplo, a través de las políticas de agravio. Mira, ese grupo se beneficia de ayudas que podrías tener tú. Mira, ese grupo que se beneficia de ayudas te puede quitar el trabajo. Y, además, te desprecia. Mira, esa gente que dice que no tiene nada se compra televisores con el dinero de tus impuestos. Es más sencillo confirmar los sesgos que rebatirlos, aunque eso sea potencialmente dañino para la sociedad en su conjunto. ¿Sociedad? La sociedad no existe. La cuña agranda las grietas de clase, género, raza o generación para que reine la desconfianza necesaria para instalar un modelo competitivo.

Esas fundaciones también llegaron a la conclusión de que había que dejar de ir por detrás del pensamiento progresista, ya que esto le proporcionaba la superioridad moral de la proposición. Había que tener una actitud más proactiva y cuestionar más abiertamente el modelo de ampliación de derechos. Se podía lograr con esas mismas políticas de agravio entre grupos sociales que, además, permitía reforzar la propuesta económica. El patriarcado o la segregación son pequeños sistemas de bienestar informales para ciertos grupos y defenderlos permite desmontar los formales.

El pensamiento conservador dejó de serlo y comenzó a abrir su propio camino. La proactividad lo convirtió en reaccionario sin que hubiera enfrente ningún pensamiento revolucionario. El pensamiento progresista cambió su función y dejó la exploración para tratar de sostener lo existente. Primero, cedió en la redistribución económica. Después, en la ampliación de derechos, asentando las posiciones reaccionarias. Por ejemplo, en el trato a las personas migrantes. Después, iremos todos los demás, comenzando por las mujeres.

Hoy, el populismo reaccionario, al que podemos llamar atrasismo, diría que tirar una cabra desde el campanario es una tradición que merece ser defendida y que los progres no tienen derecho a decirles lo que tienen que hacer. Vamos a la edad de la penumbra. Buen viaje.

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Comentarios
  1. Las corridas de toros para niños llegan al Procurador del Común.
    Ecologistas en Acción de León se congratula de que el Procurador del Común haya admitido a trámite la queja por la novillada, celebrada en León el pasado 24 de febrero, que fue presentada como una clase práctica de lidia dirigida a niños y adolescentes.
    Este espectáculo taurino (novillada sin picadores) no fué reconocido como tal por las autoridades competentes del Ayuntamiento y la Junta, encargadas de su autorización y supervisión. Por tanto, cabe suponer que se realizó de manera clandestina, sin las preceptivas medidas sanitarias y de seguridad. Es decir, con riesgos añadidos para las personas menores de edad que participaron como toreros y como público.
    La entrada fue gratuita, por lo que la asociación ha solicitado, a la Comisión de Transparencia, información de la subvención recibida de la Consejería de Cultura promotora del evento: una actividad itinerante de las escuelas de tauromaquia, regadas con dinero público por el Consejero, D. Gonzalo Santonja Gómez, que ha hecho de su afición a las corridas de toros una prioridad cultural en Castilla y León.
    Al respecto, no nos cansaremos de recordar la recomendación que el Comité para los Derechos del Niño de Naciones Unidas hizo al Gobierno de España en 2018, instándole a prohibir la participación de las personas menores de edad en los espectáculos taurinos.
    Finalmente, aprovechamos esta nota para animar a todas las personas sensibles, que rechazan y se avergüenzan de la mal llamada “fiesta nacional” a firmar y difundir la ILP #NoEsMiCultura

  2. La crueldad como diversión
    APNAL-Ecologistas en Acción denuncia las actividades taurinas celebradas durante las fiestas patronales de Vinaròs (Castellón) con actos de toros embolados y actividades taurinas para menores.
    Durante el mes de junio y sus fiestas patronales de San Juan y San Pedro, el municipio de Vinaròs ha permitido y promovido diversas actividades taurinas, para todas las edades, basadas en el maltrato animal. Toros embolados en la plaza de toros y correcalles con carritos con cabezas de toro han pseudoeducado a la ciudadanía.
    ,Lo del toro embolado es de una crueldad mayúscula y además, con presencia de menores. Recordemos que embolar con fuego consiste en inmovilizar al toro por la cabeza que está amarrada con cuerdas contra un pilón de madera. Para poder controlar al toro y llevarlo hasta la plaza de toros, es tirado por el otro extremo de la cuerda usando la fuerza de quienes componen la cuadrilla de emboladores. Es habitual que en este momento el toro sufra caídas y bruscas sacudidas de cabeza. También es habitual que el toro se enrede con la cuerda por lo que el proceso muchas veces termina siendo aún más largo y angustiante. Una vez inmovilizado, se le acopla en los cuernos unos herrajes de metal en cuyos extremos se colocan unas bolas impregnadas con un líquido o sustancia inflamable, capaz de mantener el fuego ardiendo durante un tiempo prolongado. A continuación se prenden estas bolas y se corta la cuerda que lo sujeta, para que el toro pueda correr en la zona acotada para ello. Es una de las formas más crueles de festejo que podíamos inventar. El único fin de embolar un toro es el de exhibir a un animal que por lo general causa asombro y admiración por su tamaño, expresión y movimientos, incorporando el fuego como un elemento más de vistosidad y emoción que contribuye a que la actividad sea un poco más espectacular y entretenida. Los toros embolados sirven también como exhibición de las habilidades de los propios emboladores y para demostrar su valentía.
    Las muertes por embolada ocurren, por lo general, como resultado de brutales golpes que el propio toro puede darse contra muros de piedra, árboles, vallas de metal u otros elementos del mobiliario urbano, cuando trata de deshacerse con desesperación de las bolas de fuego que lleva sujetas en la cabeza. También pueden morir por infartos a causa del estrés, agotamiento, quemaduras, ceguera, etc.
    Tal como indica la Ley 26/2018, de 21 de diciembre, de la Generalitat Valenciana, sobre derechos y garantías de la Infancia y la adolescencia en su Artículo 70.1:
    «Las personas menores de edad no podrán participar ni asistir a competiciones deportivas o espectáculos cuyo reglamento contemple la producción de daños físicos o psíquicos sobre personas o animales, o puedan implicar riesgos para la salud o seguridad del menor.»
    Presenciar violencia real hacia los animales, como una forma de entretenimiento, es deseducar la empatía y normaliza la violencia. Una sociedad emocionalmente sana no puede querer eso.
    Exponer a las niñas y a los niños a la violencia real, a la tortura y muerte en directo, es ejercer violencia psicológica sobre ellos. Les dice a las claras que la sensibilidad, el cuidado y la empatía no son valores reales de nuestra sociedad. Decir que un torero es valiente, es mantener un esquema patriarcal de dominación de unas personas sobre otras a través de la violencia. El valor no tiene nada que ver con la dominación, ni con el maltrato, ni con sentirnos por encima de los demás. El verdadero valor es el de abrir fronteras, el valor del amor sin poseer, el valor de cuidar.

  3. No des ideas, Jorge, que el mundo está lleno de bestias de dos patas que son, con mucho, las más bestias.
    Y cómo va a haber otra cosa con el ejemplo de máxima bestialidad, genocida, que dan los amos del mundo y los gobiernos títeres, en lugar de apostar por la paz, por el entendimiento, por la cooperación, quieren armas, guerras y muertes; pero no envían a sus hijos a morir.
    La Lagarde ésa y otros mandatarios internacionales en edad de jubilación todos ellos, hace tiempo que están pidiendo a lxs mayores que nos muramos pronto pues el sistema no se puede mantener; pero ellos no dan ejemplo, ellos no se quieren morir….
    Por lo visto el covid se quedó corto.
    Cuando sólo ves y respiras violencia, crueldad, insolidaridad e individualismo, la irracionalidad y la bruticie se expandirán más. Eso es precisamente lo que quieren los amos del mundo, y los miles o millones de descerebrados en su salsa, sin sacar conclusiones.
    Todo se empezó a torcer para mal en el mundo desde el momento en que sus enemigos, con malas artes, consiguieron tumbar a la URSS y la genocida dictadura del capital se hizo la dueña del mundo.
    Para que dejáramos de creer en el ideal socialista, nombraron a la nefasta Tahtcher pregonera universal de que no había alternativa al capital.

  4. No es atraso ni progreso, es cultura. En el Neolítico nadie tiraba cabras de los campanarios porque no había campanarios.

  5. Los opuestos que no se complementan son cosa del pensamiento occidental, lleno de teleología y subjetivismo, y es molesto para el análisis conceptual.
    El progreso como si fuera un bando absoluto y contrapuesto a la moderación, separada del progreso y tambien absoluta en sí es una quimera del análisis. El progreso de la eugenesia es también cuestión política, por ejemplo. ¿Deberían los progres, sin importar los argumentos que se utilize, sólo porque supone a priori un avance moral, pertenecer al bando sin debate y reflexión? ¿Son malos los de derechas porque no quieren «el progreso»?
    Entonces si progreso es alcanzar una moralidad autoconsciente, ¿por qué es mejor tener la posibilidad de acceder a un vientre de alquiler que adoptar niños de madres violadas? Preguntémosle a un bioconservador y a un transhumanista, a ver quién tiene más moral.

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