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Jaume Duch: “Las elecciones europeas tendrán un significado y unas consecuencias muy diferentes a las anteriores”
Tras el Brexit, la pandemia y la guerra de Ucrania, el director general de Comunicación del Parlamento europeo vislumbra unas elecciones donde la pertenencia a la Unión no será un tema de debate. Hasta la ultraderecha, que va a aumento, es hoy menos euroescéptica.
Este artículo se ha publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.
SISCU BAIGES // Jaume Duch es director general de Comunicación del Parlamento europeo desde febrero de 2017 y su portavoz desde 2006. Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona, ganó las oposiciones a funcionario del Parlamento europeo en 1989, con el número 1 de su promoción. En 1990 se incorporó a la secretaría general de la institución. En julio de 2006 fue nombrado director de Medios de Comunicación y once años después se ocupó de la Dirección General de Comunicación. Si hay alguien que conoce cómo funciona la Eurocámara y su historia reciente es él.
El 9 de junio vivirá las séptimas elecciones europeas desde que entró a formar parte del engranaje que hace funcionar el Parlamento europeo. ¿Serán muy distintas las elecciones del 9 de junio de las que vivió usted hace 30 años?
Sí, son muy distintas porque la Unión Europea es muy distinta. En el año 1994 todavía era la Comunidad Europea de 15 países, con muchas menos competencias, todavía no había Tratado de Lisboa. Ahora son 27 países de una Unión mucho más fuerte, de hecho mucho más integrada, mucho más política, una Unión que decide cosas que tienen que ver con la vida real de los ciudadanos, en muchos aspectos, no sólo económicos. Esto hace que estas elecciones, por tanto, sean muy distintas de las de 1994 o 1999. De hecho, son incluso diferentes de las de 2019, porque estos últimos cinco años han pasado muchas cosas. Y en función de estas cosas y de todo lo que nos viene, estas elecciones tendrán un significado y unas consecuencias muy distintas a todas las anteriores.
En 1994, la participación fue de cerca del 56,6%. En 2019 fue de 50,6%, seis puntos menos, aunque supuso una cierta mejora en relación a elecciones anteriores. ¿Los ciudadanos europeos dan la importancia que se merece al Parlamento europeo?
Las encuestas dicen que sí y, de hecho, en 2019 la participación subió nueve puntos. La participación cayó en 2004, cuando entraron los países de Europa central y del este, en los que por razones históricas la gente vota poco o votaba poco. En 2019 esto empezó a cambiar. En Rumanía, en Polonia hubo aumentos muy fuertes de la participación, y, al mismo tiempo, este aumento llegó prácticamente a todas partes. En 22 países de Europa subió la participación en 2019. Por tanto, más que compararlo con hace 30 años, que es esta Comunidad Europea de 15 países, comparo con 2014 o 2019. Las encuestas también nos dicen que la gente tiene en ese momento un nivel de confianza en las instituciones europeas más alto que nunca, históricamente. Se nota claramente el efecto Brexit, se nota el efecto COVID, todo lo que la Unión Europea hizo, empezando por las vacunas y terminando por el Next Generation. Se nota, también, la guerra en Ucrania. Todo esto ha hecho no sólo que la Unión Europea tenga más visibilidad sino también más credibilidad, y esto se refleja en las opiniones sobre el propio Parlamento Europeo y sobre la importancia de ir a votar.
En Cataluña la participación en las europeas de 2019 fue del 64,2%, y en el conjunto de España del 60,7%. ¿Somos de los que creemos más eso de participar en Europa?
En 2019 las elecciones europeas en España tuvieron lugar al mismo tiempo que las municipales y las autonómicas en muchas comunidades. Esto, evidentemente, hizo subir la participación. Esta vez, en 2024, las elecciones europeas llegan solas. Veremos si mantenemos el mismo nivel de participación sin elecciones locales y autonómicas. Normalmente, España está en la media del voto europeo, ni demasiado arriba ni demasiado abajo. También debe decirse que ha habido momentos en que los catalanes votaban en las europeas menos que el resto de España. Espero que esta vez eso no ocurra, porque la europeidad o el europeísmo deben demostrarse todos los días, evidentemente, pero también el día de las elecciones.
Antes se solía decir que los partidos enviaban al Parlamento Europeo a políticos veteranos que habían cumplido su ciclo político nacional. ¿Esto ya no es así?
No. Ahora, de hecho, si te fijas es un poco lo contrario. Al Parlamento Europeo llegan muchos diputados y diputadas jóvenes, o bastante jóvenes, que, al cabo de un tiempo o una vez han hecho carrera aquí, se marchan a su país para ir, por ejemplo, al gobierno. No para ir al Parlamento nacional pero sí para ir al gobierno. Si cogemos la lista de primeros ministros, de ministros de Asuntos Exteriores o de ministros de otras carteras, verías que cada vez hay más que previamente han pasado por el Parlamento Europeo. Esto es bueno, al igual que también es bueno que gente que tiene mucha experiencia en la política nacional venga al Parlamento Europeo, porque al final la política nacional y la europea van ligadas. Es muy difícil entender la política nacional si no sabes de qué va la política europea, y es muy difícil entender la política europea si no tienes en cuenta las políticas nacionales. En este momento, para ser un buen ministro de cualquier estado miembro debes saber cómo funciona Europa, y por tanto, haber pasado por el Parlamento Europeo es un plus muy importante.
¿Por qué deberían ir a votar los ciudadanos el 9 de junio?
Por qué nos jugamos mucho en los próximos años. El mundo se ha complicado mucho y muy rápidamente, y de una manera que no teníamos prevista. Ya no estoy hablando sólo del COVID-19, estoy hablando sobre todo de la guerra en Ucrania que no es sólo una guerra en Europa sino también una guerra contra Europa, contra nuestro modelo de sociedad. Estamos hablando de un mundo en el que no sólo Rusia sino también China juegan un papel complicado. Estamos hablando de un mundo en el cual no sabemos hacia dónde irán los Estados Unidos después de las elecciones presidenciales de noviembre. Un mundo donde la multilateralidad, la globalización comienza a tener problemas serios. Y en este mundo, la única manera que tenemos, si queremos, de proteger nuestra forma de hacer las cosas, nuestro bienestar, la paz, el sistema democrático, de respeto de los derechos, etcétera, es haciéndolo como europeos. No podemos hacerlo sólo cada uno por su cuenta, debemos hacerlo como europeos. Esto significa que necesitamos una Unión Europea fuerte, una Unión Europea que funcione bien y una Unión Europea que pueda tomar decisiones importantes. Y por eso las elecciones europeas, esta vez, se han convertido en unas elecciones realmente cruciales.
La gente tiene que ir a votar el día 9 de junio porque nos jugamos mucho en los próximos años»
Tradicionalmente, Europa la ha gobernado una mayoría formada por socialistas y conservadores. Ahora, según los sondeos, esta mayoría clásica podría ser superada por otra, formada por conservadores y partidos más de derechas, más de extrema derecha. ¿Puede pasar?
Dependerá del resultado. Dependerá de quién vote y de qué vote. Durante todos estos años, efectivamente, buena parte del trabajo del Parlamento Europeo se ha hecho en base a una coalición central, que es la coalición histórica de la integración europea: democristianos, socialdemócratas, socialistas, liberales, y después los verdes en algunos casos. Es verdad que, en paralelo a esta mayoría, en los últimos años también existía una mayoría de centro izquierda; es decir, que, en ocasiones, según lo que hicieran los liberales, se mantenía esta coalición central o había decisiones o votaciones que se tomaban en base a una coalición de centro izquierda. Ahora, las encuestas dicen que, en principio, esa coalición de centro izquierda no sumaría y que, en cambio, podría sumar una coalición de centro derecha. El resultado de las elecciones nos dirá fundamentalmente si se puede seguir trabajando con esta mayoría central, que, insisto, es la mayoría proeuropea histórica, o si en vez de tener un Parlamento que se va un poco más hacia la izquierda, irá hacia la derecha. Esto lo debe decir la gente que vote y sólo lo sabremos cuando se cuenten los votos.
La extrema derecha había sido tradicionalmente eurófoba, bastante refractaria a Europa. Sin embargo, ahora parece que los partidos de esta línea ideológica prefieren entrar en Europa, dirigirla…
Hay muchas extremas derechas. No sólo una. Hay extremas derechas o derechas extremas, algunas claramente eurófobas, otras más bien euroescépticas, y algunas algo más pragmáticas a veces, por ejemplo porque tienen funciones de gobierno o porque están en una coalición gubernamental en su país y eso les obliga a mirar la realidad de frente. Es verdad que desde hace varios años, y creo que aquí tienen mucho que ver el Brexit y el Covid, y en algunos países ahora tiene mucho que ver la guerra en Ucrania, la gente ha decidido que no es el momento de salir de la Unión Europea, que no tendría sentido salir de un paraguas que funciona, y sobre todo cuando llueve. De algún modo, los partidos se han tenido que reorientar, reposicionar en función también de lo que la gente acepta o no acepta, y eso ha hecho que partidos de la extrema derecha, pero también algunos partidos de la extrema izquierda que históricamente eran contrarios a la Unión Europea, digan ahora: “no proponemos irnos de la Unión Europea, pero proponemos cambiarla desde dentro, proponemos renacionalizar sus políticas, proponemos volver a dar más poder a los estados miembros y menos a las instituciones de Bruselas”. Ya es otro lenguaje. Es partir de la aceptación de la realidad, que es que hay una mayoría muy clara de gente que no quiere ni oír hablar de irse de la Unión Europea.
¿El Brexit ha influido mucho? ¿Se ha notado mucho? ¿Cómo?
Sí, porque el Brexit es la cristalización de lo que significa salir de la Unión Europea. Si el Brexit hubiera sido favorable a los británicos, quizás ahora tendríamos otros países con gente diciendo “quizá deberíamos hacer lo mismo que ellos”. No lo creo porque, insisto, la pandemia y la guerra también han hecho un trabajo muy clarificador desde ese punto de vista. Pero podría haber ocurrido. En cambio, la constatación es que, a quien le está yendo mal a causa del Brexit es a los británicos. De hecho, los británicos marchando de la Unión Europea lo que han hecho es ir contracorriente, contracorriente de la lógica y contracorriente de la historia. En 2019 esto ya creó una cierta movilización electoral. Parte del aumento del voto en 2019 tiene que ver con el Brexit. Y, durante estos años se ha sumado a una serie de causas por las que ahora te encuentras con que los eurobarómetros te dan porcentajes de apoyo a la Unión Europea mucho más altos que nunca, algo que quizás en España se nota menos, porque España siempre ha sido un país donde estas mayorías han existido, pero si vas a comparar resultados de Suecia, de Dinamarca, de Finlandia, de los países bálticos, de Holanda o de Austria, de hace diez años y de ahora, verás que existe una diferencia favorable a la Unión Europea muy grande, que es el producto de cómo la Unión Europea ha ido haciendo frente a todas estas crisis.
Igual vuelven los ingleses. Se lo repiensan…
Los ingleses no sólo se fueron de la Unión Europea, sino que lo hicieron dando un portazo. Y no era necesario. Se hubieran podido ir sobre la base de la negociación de un acuerdo de cooperación que hubiera permitido mantener al Reino Unido dentro de ciertas políticas como, por ejemplo, educativas, de apoyo a la ciencia e investigación, de juventud, el programa Erasmus… Podían marcharse sin irse del todo. Hay países que no son miembros de la Unión Europea, como Noruega, que tienen ese vínculo con la Unión Europea. Pero, por las razones que sean, Reino Unido decidió irse por completo. Ahora tengo la sensación no de que vuelven pero sí de que empiezan a llamar por teléfono, por decirlo de alguna manera, diciendo “hombre, nos gustaría, si fuera posible, colaborar con este programa o con ese otro, financiar la parte que nos corresponda y volver, por tanto, a formar parte de la comunidad científica, de la comunidad educativa, de la comunidad de intercambios juveniles…”. Esto ya es positivo en sí mismo. Volver a entrar son palabras mayores. Creo que este debate en Reino Unido se evitará y tampoco veo en la Unión Europea un interés especial por volver a abrir esta cuestión.
El Brexit, el COVID-19 y la guerra en Ucrania han hecho que mucha gente haya decidido que no tiene ningún sentido abandonar el paraguas de la Unión Europea»
¿La presencia de eurodiputados catalanes perseguidos por la justicia española ha provocado muchas tensiones en el día a día del Parlamento Europeo?
Tensiones en el día a día, no. En el Parlamento Europeo existen muchas realidades, muchos países. Nosotros conocemos nuestra realidad, pero hay otras, a veces también muy complicadas. Es verdad que en un principio hubo una etapa en la que algunos de estos diputados no eran reconocidos como tales, después hubo una sentencia del Tribunal de Justicia que permitió reconocerlos y se normalizó la situación. Pero el funcionamiento del Parlamento ha sido el normal de siempre.
¿El aumento del número de países de la Unión debería comportar cambios en su forma de funcionar? Que cada país tenga un comisario en una Unión ampliada parece poco práctico.
De hecho, ya se realizó una reforma que reducía el número de comisarios. Lo que ocurrió es que después se aprobó una excepción para volver a dar un comisario a cada país porque no había voluntad política por parte de ningún país de ceder el suyo. Eran sobre todo los países pequeños los que querían mantener su comisario, porque es una manera de igualarse a los grandes, algo que también se puede entender. Pero es verdad que si pensamos en la próxima ampliación, que es uno de los grandes temas de la nueva legislatura, y de la siguiente probablemente, y pensamos en una Unión Europea que puede pasar a 32, 33 o 35 estados miembros, primero es muy difícil imaginar una comisión de 35 comisarios, prácticamente imposible, pero es que sobre todo es muy difícil imaginar un consejo de ministros que en temas importantes en materia de política de seguridad, política fiscal, políticas económicas o monetarias, decida por unanimidad. Esto sería la paralización de la Unión Europea. Y, por tanto, en paralelo al proceso de ampliación, no sólo tendrán que prepararse los nuevos países para entrar en la Unión Europea, sino que también la propia Unión deberá prepararse, y eso exigirá reformas importantes y reformas que, si todo va como debe ir, harán avanzar un poco más en el camino de la integración.
En cuanto a la guerra de Ucrania, ¿cómo ha afectado al Parlamento? La guerra continúa y no hay síntomas de que pueda acabar pronto…
Es la gran prioridad desde febrero de 2022, y lo será hasta que esta guerra acabe y, además, debe acabar bien; es decir, con Ucrania pudiendo mantener, primero, su integridad territorial y después su capacidad de decidir lo que quiere hacer, que es entrar en la Unión Europea y convertirse en un país europeo, con todos los derechos y obligaciones correspondientes. ¿Por qué es tan importante esta guerra? Porque, como decía antes, no es sólo una guerra contra Ucrania. Desde el punto de vista territorial, hoy por hoy, sólo es una guerra contra Ucrania, no sabemos lo que puede ser después. Pero, desde el punto de vista ideológico, desde el punto de vista de lo que son las guerras, de las campañas de desinformación, es una guerra contra el continente, y es fundamentalmente una guerra contra el modelo de la Unión Europea, contra el modelo de unidad de países que funcionan a base de compartir soberanía, respetar libertades, respetar la democracia, respetar valores, respetar minorías. Todo esto es lo que está en juego en esta guerra. La Unión Europea toma tan en serio esta guerra no sólo por la solidaridad con Ucrania, que es fundamental, sino también porque no es sólo contra los ucranianos, también contra nosotros.
Teme que en estas elecciones europeas haya injerencias de Rusia para influir a través de las fake news, las redes sociales…
No es que lo temamos, es que lo vemos todos los días, desde hace meses, y va creciendo. Hay campañas muy bien organizadas de desinformación. En muchos casos vienen de Rusia; no sólo, pero en muchos casos vienen de Rusia. Son campañas que buscan primero influir en el debate y polarizarlo, hacer que la gente debata en los extremos, en vez de buscar posiciones que les permita discutir tranquilamente y entenderse. Segundo, simplificar la realidad hasta convertirla en lo que no es. Y tercero, y yo creo que esto es muy importante, poner en duda las propias elecciones: “Las elecciones no sirven para nada, no hace falta que votes, las elecciones están trucadas, el resultado ya se sabe y lo decidirán unos cuantos, y el proceso de voto, en realidad, no es fiable”. Todo esto ya circula, y circula desde hace tiempo. También hay campañas más ideológicas: “La Unión Europea lo decide todo, y te está esclavizando, tú ya no puedes decidir nada, esto está en manos de cuatro…”. Y hablan de George Soros y cosas que a veces en España todavía nos suenan a música muy rara, pero que en otros países están muy presentes en la discusión pública. Ya lo estamos viendo, y probablemente en los próximos días y semanas que quedan hasta las elecciones lo seguiremos viendo.
Parecía que las instituciones europeas eran inmunes a la corrupción, pero en este mandato del Parlamento europeo ha habido algún escándalo de este tipo.
Sí, tuvimos un caso que mediáticamente tuvo mucha repercusión, lo que se ha llamado Qatargate, que en su día fue un golpe a la imagen del Parlamento Europeo, pero que ahora ya no tiene ningún tipo de incidencia. En las encuestas, cuando preguntas por la imagen del Parlamento Europeo, el Qatargate ya no sale, y la imagen es ahora mejor de la que era hace cinco años. ¿Por qué? Porque ya hemos visto un poco lo que era y lo que no era el Qatargate. Al final, no era un problema sistémico del Parlamento Europeo, era un caso de corrupción de un grupito muy concreto de personas, unas dentro y otras fuera del Parlamento. Hay muchas ramificaciones preocupantes, como la participación de estados terceros. Aquí lo que ha jugado mucho a nuestro favor es que, prácticamente desde el primer día, Roberta Metsola, la presidenta del Parlamento, propuso un programa de 14 medidas para reforzar el sistema de reglas internas y de controles de la institución para evitar tanto cómo sea posible que algún tipo de situación similar se pueda reproducir en el futuro. Ambas cosas –el hecho de que al final el Qatargate no era tan grande como parecía y las medidas que se han tomado– yo diría que lo han anulado.
Las medidas adoptadas por las instituciones europeas para combatir la emergencia climática han provocado el rechazo de sectores del campesinado en varios países. ¿Cómo debería enfrentarse este conflicto?
Es un conflicto difícil de resolver porque estamos hablando de 27 países diferentes y los problemas de los campesinos no son los mismos en países como el nuestro, donde existe uno de sequía e incluso de desertificación, que los que pueda tener un campesino de Austria o de Alemania. A partir de ahí, lo que tendremos que conseguir en los próximos años es compatibilizar cosas que, si no se hacen bien, pueden tener efectos negativos. Está claro que se debe seguir luchando contra el cambio climático y que esto no puede ralentizarse. Debemos cumplir los plazos y hacer todo lo posible para intentar reducir este efecto sobre el clima porque, entre otras cosas, quien probablemente saldrá perdiendo más si no lo reducimos son los propios agricultores y ganaderos, que son las primeras víctimas de este cambio climático en muchas zonas de la Unión. Pero, al mismo tiempo, la agricultura, aunque sólo emplea al 8% de la población, tiene un impacto muy grande en la forma de hacer funcionar nuestra sociedad y también de proteger el medio ambiente. ¿Cómo hacemos compatibles los intereses de los agricultores y la supervivencia del sector agrícola o agropecuario en la Unión Europea con la necesidad de seguir avanzando en la lucha contra el cambio climático? Éste es uno de los grandes retos de los próximos años que va ligado al tema de las energías renovables y la política de reindustrialización de la Unión que tiene que ver con la autonomía estratégica. Todo esto probablemente requerirá unos programas de financiación que permitan hacer que ambas cosas sean compatibles y que nadie salga perdiendo.
Si tuviera que decir tres o cuatro cosas que ha hecho bien el Parlamento Europeo en este último mandato, ¿qué citaría?
Hay muchas. ¡Esta legislatura se han aprobado en torno a 350 leyes europeas! Diría, fundamentalmente, todas las leyes que regulan los servicios y mercados digitales, porque aquí nos jugábamos el futuro no sólo de la propia economía sino de la protección de la intimidad de las personas, y debían evitarse los excesos del mundo digital. Relacionado con ello, haber sido capaces de aprobar la primera ley en el mundo sobre inteligencia artificial. Éste es un paso muy importante desde el punto de vista legislativo y es una señal también muy importante frente a la industria de la inteligencia artificial. Creo que también pueden ponerse en la lista de las grandes consecuciones temas que tienen que ver con la igualdad de género y la protección de las mujeres. Es una cuestión que en España está más resuelta que en otros países y, por tanto, la legislación europea ayudará mucho en estos países. Y el pacto migratorio. Sé que hay gente que piensa que se ha quedado corto y la hay que piensa que se ha ido demasiado lejos, pero creo que es mucho mejor llegar a las elecciones y a la próxima legislatura con todo un paquete de medidas en materia de política migratoria ya aprobados que no tener que empezar de nuevo la legislatura negociando o discutiendo esta cuestión desde el principio.
Haber aprobado la primera ley en el mundo sobre inteligencia artificial es un gran paso legislativo y una señal muy importante de cara a la industria del sector»
Aquella Europa federal, esos Estados Unidos de Europa que suenan tan bien, ¿serán realidad algún día?
Espero que sí. Lo que veo, después de pasar muchos años aquí, es que Europa avanza al mismo tiempo por caminos distintos. En estos últimos años, el reforzamiento de la Unión Europea se ha realizado a la vez por el método comunitario, que es federal, y por el método intergubernamental. Hay decisiones, por ejemplo, el tema de las vacunas que han sido tomadas por los gobiernos y que después ha gestionado la Comisión Europea. Pero también hemos visto, por ejemplo, el Plan Next Generation, que es un plan basado en la movilización de 750.000 millones de euros que la Comisión Europea fue a buscar al mercado de la deuda como representante de los Estados miembros que aceptaron participar de forma común en esta búsqueda de capital. Ésta es una medida fundamentalmente federal. Al final, la necesidad-virtud hace que la Unión Europea siga avanzando porque tiene que hacer frente a realidades y necesidades que antes no estaban previstas. Algunas veces esto se hace por la vía de los gobiernos y otras se hace por la vía de las propias instituciones, de la Comisión y del Parlamento. Espero que en los próximos años avancemos más por esta segunda vía que por la intergubernamental pero también entiendo que hacer avanzar al mismo tiempo a 27 países, 27 sociedades que deben adaptarse de algún modo, no es fácil. Pero si miro la situación ahora y la comparo con hace diez, veinte o treinta años hemos hecho muchísimo camino.
Un nivel de confianza más alto que nunca en las instituciones europeas? No puede ser que haya tanto desinformado, tanto manipulado por ahí.
Hoy no se hace política, hoy se obedece a los dictados del capital.
El mundo nos lo han complicado ustedes, la Europa del capital y sus aliados con su OTAN y con sus guerras.
Ya no me molesto en leer más mentiras.
Otro manipulador más.
Un eurocrata. No dice nada determinante.
Hay quienes dicen fin de la soberania
Mas regionalizacion controlada x ue
.Militarismo
Banca con dragui antiguo goldam sachs
Menos democracia y clarudad
Regionalizacion de las actividades. Si a Polonia le toca agricultura… adios los demas. Si a Alemania cochex…
Manifiesto ‘No la militarización y no en la guerra. Por una Europa de la distensión, la paz y la seguridad compartida’
En la víspera del inicio de campaña electoral de las elecciones europeas 2024, grandes organizaciones, coordinadoras y entidades referentes, que reúnen entre todas a cientos de colectivos y miles de personas asociadas, han constatado que:
La historia nos enseña que los momentos de militarización son siempre el preludio de la guerra, y por ella llevan años preparando el marco de justificación. En 2014, los países de la OTAN acordaron incrementar sus presupuestos de defensa hasta el 2% del PIB. Desde la UE se ha impulsado el miedo a una posible invasión de Rusia a Europa para que la población apoye su política de rearme y militarización. La desprendida militar europea de 2023 ha ascendido a un total de 374.000 millones €, la segunda mayor del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos, y casi 4 veces la de Rusia (100.000 millones €).
La Unión Europea está aplicando una absurda Política de Disuasión Militar: quiere mostrar a su adversario que dispone de mayores capacidades destructivas, que su poder es muy superior y que el adversario debe desistir de atacar. Esta política suicida conduce inevitablemente a una escalada de tensión, a una carrera armamentista ya una espiral belicista.
Aumentar el gasto en defensa significa disminuir los recursos para luchar contra el cambio climático, la reducción de las desigualdades y la equidad de género, la salud, la armonización de salarios o derechos de toda la ciudadanía.
Por todo ello, las organizaciones firmantes proponen a los partidos ya las instituciones:
Apostar por la distensión que active el desarme, abra sus puertas al diálogo ya la confianza mutua con el objetivo de desescalar los conflictos mediante la negociación y la cooperación.
Impulsar una política exterior orientada a la paz con la mediación, diplomacia, defensa de los derechos humanos o intervención civil en conflictos para construir la paz.
Fomentar espacios para la elaboración de políticas de paz, defensa civil y de seguridad no armada. Potenciar la reconversión industrial militar civil.
Promover activamente una paz ambiental con políticas claras de descarbonización justas y seguras que minimicen y reparen los daños que afectarán a las generaciones futuras.
Impulsar políticas que incidan en la mejora de la vida diaria de las personas, con su implicación y participación.
Entre las organizaciones que impulsan el manifiesto hay defensa de los derechos humanos, la cooperación internacional y la paz, como Lafede.cat, Centro Delàs, Fundipau, NOVACT, UNIPAU, Escuela de Cultura de Pau UAB, Desmilitarizamos la Educación , Justícia i Pau, Mujeres x Mujeres, Coalición Cataluña por la Paz, Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU, WILPF, aturemlesguerres.cat… Y también de otros sectores sociales como Consejo de Asociaciones de Barcelona, ??Ecologistas en Acción Cataluña, Comunidad Palestina, Ca la Dona, Legado Jaume Botey, Basta Complicidad con Israel, Federación de Casales de Jóvenes de Cataluña, Campaña por el fin del Comercio de armas con Israel, UGT Cataluña.
Antes de la presentación, el manifiesto ha reunido ya un centenar de adhesiones de ámbitos sociales muy diversos, entre los cuales: Fundación Catalunya Voluntaria, ACAT, Comité Solidaridad Oscar Romero de Barcelona, ??GOAC, Entrepueblos, Cristianismo y Justicia, Grupo de Trabajo de Periodismo de Paz del Colegio de Periodistas de Cataluña, XES (Red de Economía Solidaria), Proceso Constituyente o las más recientes, como Rebelión o Extinción Barcelona, ??la Assemblea Catalana per la Transició Ecosocial.
En el ámbito catalán, entre las entidades que también impulsan el manifiesto, cabe destacar las Coordinadoras de ONG de Girona y de Tarragona, la Federación de la Red de Cooperación al Desarrollo del Sur de Cataluña, y en España destacan AIPAZ – Asociación Española de Investigación para la Paz, Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo-España, Comisión General Justicia y Paz, Mujeres de Negro contra la Guerra Madrid, Fundación Cultura de Paz, Movimiento Por la Paz Vasto, MOC de Valencia, Coordinadoras de ONGD (Valenciana, Galega, Principado de Asturias), Asambleas antimilitaristas de Canarias y de Madrid, Ongi Etorri Errefuxiatuak (Plataforma Social en Defensa del derecho a migrar).