Opinión

El contexto (o la importancia de contar toda la historia)

«Contar la verdad, pero solo una parte de la verdad, es una manera de descontextualizar los hechos muy popular en política», escribe Thilo Schäfer

Ilustración: RAPA

Este artículo forma parte del especial ‘Paren las máquinas’, publicado en #LaMarea100. Puedes conseguir la revista completa aquí.

Mentiras, bulos y manipulaciones han formado parte de la política y de los juegos de intereses a lo largo de la historia, aunque han ganado una dimensión insólita con la llegada de las redes sociales. Otro cambio significativo se produjo el 22 de enero de 2017. Ese día, Kellyanne Conway, asesora del recién estrenado presidente Donald Trump, explicó a los medios la diferencia entre la declaración oficial de que la investidura de Trump había sido la más multitudinaria jamás vista y las imágenes que desmentían claramente esta versión. Conway justificó la discrepancia diciendo que la Casa Blanca había aportado «alternative facts».

Ese concepto de «hechos alternativos» simboliza como pocas expresiones lo que está ocurriendo, mucho más que las denostadas fake news. Esta noción viene a decir que no hay una realidad objetiva. Todo el mundo cree los hechos que quiere creer, los que le convengan o concuerden con su visión o ideología. Así, durante la pandemia, mucha simplemente negaba la misma existencia del coronavirus. Circulaban teorías de la conspiración que achacaban la tragedia a un diabólico plan maestro capitaneado por Bill Gates y otros personajes.

Los bulos intencionados presentan el mayor riesgo para las democracias en la actualidad. Es importante luchar contra la profusión de blogs, bots y cuentas que se dedican a desorientar a la sociedad, pero es un trabajo de Sísifo intentar cerrar todos estos sitios, pues brotan como setas. Es preferible que la ciudadanía sepa distinguir entre este tipo de noticias anónimas -por llamarlas de alguna forma- y los medios de comunicación profesionales. Pero, ¿cómo se distinguen y, más importante aún, quién debería hacerlo?

La declaración de guerra del presidente Sánchez a lo que llama «seudomedios» es altamente problemática. Es más o menos fácil destapar, denunciar y castigar una noticia totalmente inventada y que no se sostiene en evidencia alguna. Sin embargo, en la prensa existe un amplio abanico de formas de contar lo que pasa para cumplir un objetivo, sea éste meramente periodístico (hacer la historia más atractiva o llamativa) o político (lo que en el argot se conoce como «darle un enfoque al tema»).
Un forma de hacer esto es contar la verdad… pero solo en parte. Esa manera de descontextualizar los hechos es muy popular en política. Por ejemplo, achacarle al gobierno de turno la explosión de los precios en los últimos años sin mencionar las condiciones geopolíticas, con la guerra en Ucrania al fondo. Además, los medios de comunicación, en todos los países, suelen ser bastante ombliguistas y tampoco se molestan demasiado en poner los problemas nacionales en un contexto internacional. Todo es relativo, pero a la ciudadanía le ayudaría mucho conocer el contexto para poder comprender lo que está pasando.

Las quejas de Sánchez, que motivaron su inédito receso de cinco días para reflexionar, tienen que ver con otra práctica tan habitual como sensible en la prensa: establecer una relación causal sin evidencias más allá de la mera sospecha o la coincidencia temporal. En el caso de las informaciones sobre las actividades profesionales de Begoña Gómez, se puede discutir si es conveniente o no que la esposa del presidente se codee con empresarios de Air Europa, pero, de momento, ninguna de las informaciones publicadas indica que se haya enriquecido personalmente. En El Confidencial, el medio que destapó la historia, se dice que la aerolínea ayudaba a «fomentar la carrera profesional» de Gómez.

La verdadera sospecha, y es lo que llevó al juez de Madrid a abrir diligencias previas, es el posible tráfico de influencias. Air Europa fue rescatada por el Gobierno. Es revelador que las propias informaciones periodísticas se cuiden mucho de no establecer una relación directa entre las actividades de Gómez y las decisiones que tomaba el gobierno que preside su marido. Se habla de que los contactos con Air Europa simplemente coincidieron en el tiempo con el proceso del rescate. ¿Es eso suficiente prueba de tráfico de influencias?

Aquí entra en juego, una vez más, el contexto. Si Air Europa hubiera entrado en turbulencias por una mala gestión propia, requiriendo la ayuda estatal, se podría justificar algo la sospecha de trato favorable. Pero el rescate se produjo en plena pandemia, que se cebaba en particular con el sector del transporte aéreo. Gobiernos de todo el mundo salvaron sus aerolíneas nacionales con miles de millones de euros. En Alemania, por ejemplo, el Estado entró en el capital de Lufthansa. Lo que insinúan las informaciones periodísticas, la oposición y el juez de Madrid, es que Air Europa hubiera quebrado de no ser por los contactos previos de sus dirigentes con Begoña Gómez.

Los que aseguran que estamos ante un caso de corrupción insisten en que todas las informaciones sobre los contactos de Gómez con Air Europa y otras empresas son ciertas, y que ni ella ni el Gobierno lo han desmentido. Como no lo han hecho, la información será correcta, sostiene la acusación. El tráfico de influencias siempre es muy difícil de demostrar, pero por lo menos deberían existir motivos con una mínima credibilidad para relacionar unos hechos con otros. Si no fuera así, acabaríamos dándole crédito a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, cuando relaciona la prohibición de los toros en Cataluña con la sequía.

Los bulos, fake news o hechos alternativos son difíciles de combatir, pero son igualmente peligrosas las informaciones ciertas sin contexto.

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Comentarios
  1. Dónde están las democracias Thilo?
    En un occidente sometido por las leyes del capital desde luego que no.
    En un occidente manipulado, desinformado y adormecido desde luego que no.
    Todos deberíamos reflexionar sobre el significado de la democracia y posiblemente llegaríamos a la conclusión de que aún se las espera.
    El sistema capitalista es la dictadura más genocida, medioambiental y humanamente, de todas las dictaduras y total para beneficio de unos pocos no para beneficio del bien común.
    Esta dictadura además con su incesante mantram consumista ha conseguido vaciar de valores, de ideales, de sabiduría, de reflexión a las masas, y cuando se carece de todo ésto, los fake news, alternative facts y demás basura difundida por medios de derecha/ultraderecha, fieles sirvientes del capital, tienen todas las de triunfar, al menos en principio, como se está viendo hoy día.

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