Opinión
Israel, Gaza y la desinformación
¿Gaza está en guerra con Israel o más bien este país y su ejército, uno de los más potentes del mundo, está cometiendo una brutal masacre, un genocidio?, se pregunta Fernando Luengo
Continuamente se nos advierte, para que estemos prevenidos, de que Rusia y los «enemigos de Europa» están dispuestos a trabajar a favor de la intoxicación informativa. Noticias falsas o tendenciosas, bulos, medias verdades… desinformación, en definitiva, que confunda y dé alas a la desafección, que debilite las instituciones y que condicione el voto.
En la antesala de las elecciones al Parlamento Europeo, las cuales ya están cerca, esta advertencia debe ser interpretada como que las críticas al denominado proyecto europeo podrían ser interpretadas como entregar munición al adversario, que, sin el menor escrúpulo, va a utilizar. La consigna del statu quo es contundente: cerremos filas para reivindicar más Europa, aunque ello se traduzca, como ya está sucediendo, en un significativo aumento del gasto militar; aunque la Europa actual se haya convertido en un engranaje más de la política agresiva de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y de Estados Unidos; aunque la Europa realmente existente nada tenga que ver con la Europa social y solidaria que se nos prometió.
No tengo ninguna duda de que en la refriega política y electoral en la que estamos inmersos casi de manera permanente todo vale; los debates de fondo, los que afectan a las mayorías sociales, ni están ni se les espera. Las redes sociales, el principal altavoz del que disponen los que están instalados en estas prácticas y la principal vía de información de la gente, ganan protagonismo.
Pero no se trata sólo de las redes sociales. ¿Y la prensa supuestamente seria? Me pregunto dónde se encuentra ese raro espécimen. Un ejemplo, entre otros muchos. Leyendo una edición reciente de El País encuentro la siguiente cabecera: «Guerra entre Israel y Gaza»; a continuación, un texto en el que se ofrecen al lector los acontecimientos más recientes de esa supuesta guerra.
El mensaje es claro como el agua y no debe pasarnos desapercibido: hay una guerra entre dos Estados o entre dos territorios que justificaría ese titular equidistante y tramposo. Porque, ¿Gaza está en guerra con Israel o más bien este país y su ejército, uno de los más potentes del mundo, está cometiendo una brutal masacre, un genocidio, contra la indefensa población gazatí? Población que, no olvidemos, desde hace décadas ha estado sufriendo un cerco y un continuo hostigamiento por parte del ejército de Israel y que ha visto cómo los colonos de ese país se han apoderado, con el apoyo de ese ejército y vulnerando continuamente los tratados internacionales, de una parte importante de su territorio. Gaza era y es una inmensa cárcel.
¿Acaso, con ese y otros titulares y textos que encontramos en la prensa seria, no estamos ante una burda y cruel falsificación de la realidad? Así lo pienso. De esta manera, esos medios de comunicación están creando continuamente opinión pública, en este caso a golpe de titulares que cuelan el mensaje de que no estamos asistiendo a una invasión de Gaza por Israel, sino a una guerra donde hay dos contendientes que comparten responsabilidad, tanto en su desencadenamiento como en su eventual finalización.
En esas estamos. Entretanto, el genocidio avanza; son ya decenas de miles -imposible disponer de una evaluación precisa- los asesinados; los que no matan las bombas y los disparos, mueren por el hambre y la enfermedad. Escuelas, hospitales, edificios, infraestructuras básicas… todo destruido. La estrategia de la aniquilación.
La denominada comunidad internacional se mueve entre el apoyo descarado a Israel -que continúa recibiendo armas de Estados Unidos, Alemania y de otros países europeos-, las declaraciones más o menos protocolarias de algunos gobiernos (el nuestro, por ejemplo) y de diversas instituciones, que no detienen la invasión, pero si levantan una cortina de humo detrás de la cual tan sólo encuentro toneladas de hipocresía e inacción. ¿Y la calle? Hay manifestaciones, algunas muy numerosas, y más recientemente las todavía incipientes protestas de nuestros universitarios. Todo ello insuficiente. ¿No deberían movilizar los sindicatos a los trabajadores?
A estas alturas, con la enorme tristeza y angustia del que, desde la distancia, ve que el genocidio avanza implacable, sólo me pregunto una cosa ¿dónde están las medidas concretas contra Israel? La respuesta es: no existen.
«Una Bandera Roja sobre Tel Aviv», Victor S. Benedico Güell), 9 mayo, 2024.
Escribo esto mientras acabo de ver una parte del desfile de la Victoria del 9 de mayo. Rusia celebra la derrota del nazismo que tal día como hoy hace 79 años se rindió ante el Ejército Rojo. “Ya estamos con la propaganda prorrusa de los comunistas” pensarán algunos al leer el comienzo del texto. Pero no hay nada más alejado de la propaganda y más apegado a la memoria colectiva antifascista que agradecer al pueblo ruso su heroica victoria frente a la mayor barbarie irracional y asesina que ha conocido el mundo. Los campos de concentración, los bombardeos indiscriminados, la esclavitud en masa de prisioneros de guerra y el genocidio contra judíos, comunistas, gitanos u homosexuales fue frenado por la Unión Soviética. El 70% del ejercito nazi, máxima expresión de organización y eficacia, del desarrollo tecnológico, de la ciencia militar puesta al servicio del terror, fue derrotado por la Unión Soviética.
La verdadera propaganda, que se define así por su indiscutible éxito, es la de Hollywood y es la de la Unión Europea que criminaliza e invisibiliza toda la cultura e historia rusa. Cultura e historia que por cierto están indisolublemente unidas a la del resto de pueblos del continente. La propaganda triunfante es la oleada rusófoba en la que vivimos desde 2022. Cualquier persona, cualquier ser humano que tenga un mínimo de conciencia ya no socialista o comunista, si no simplemente progresista, humanista o democrática debe reconocer que fue el pueblo ruso quien venció al nazismo. El reconocimiento de los hechos históricos así como acontecieron es memoria y no propaganda.
La icónica bandera roja ondeando sobre el Reichstag en un Berlín en llamas es el símbolo de la victoria frente a la barbarie. A muchos, a muchas y no solo a militantes de la izquierda en occidente, si no a muchos y a muchas a lo largo del mundo lo que sucede hoy en Palestina les recuerda a la barbarie nazi. Los más valientes países que se atreven a alzar la voz frente al mayor aliado del imperio han interpuesto una denuncia por genocidio. El término genocidio, exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad, cuya definición es elaborada precisamente porque en ninguna de las lenguas del ser humano habíamos encontrado palabra para designar la política nazi de extermino vuelve a resonar en el presente.
Hoy, ahora, al otro extremo de nuestro Mar Mediterráneo un ejército dominado por el odio irracional aplica sistemáticamente una política de exterminio sobre el pueblo palestino. Otra vez uno de los mayores y mejores ejércitos del mundo, con tecnología punta conseguida a través de sus aliados occidentales, con una sociedad que les apoya mayoritariamente, enajenados de cualquier realidad política ha entrado en una escalada genocida. Todos y todas sabemos que la cuestión palestina no empieza el 7 de octubre de 2023, si no en 1948. Pero hoy el estado de Israel se ha despojado de cualquier tipo de excusa. No hay ya pinkwashing o Eurovisión que oculte la cruda realidad. El estado de Israel es lo más parecido a la Alemania nazi que hayamos conocido: un campo de concentración de 1,5 millones de personas en el que no se deja entrar ni agua, ni comida ni combustible ni material sanitario, fosas comunes de mujeres, niños y ancianos con muestras de tortura, hospitales, escuelas y universidades destruidos sistemáticamente, 15.000 niños y niñas asesinados y un largo y duro etcétera. Le escuché hace poco a un amigo que son peores que los nazis. Los nazis, me decía, por lo menos intentaron ocultar al mundo su genocidio, por lo menos la solución final era un plan secreto pero los sionistas muestran orgullosos sus acciones al mundo a través de Tik Tok.
Por eso hoy viendo el Desfile de la Victoria encabezado por la bandera que los soldados soviéticos alzaron sobre las ruinas del III Reich he pensado en lo necesario que es para el género humano que una bandera roja ondee sobre Tel Aviv. Hoy la causa palestina es la causa de la humanidad.
El asesinato de 143 periodistas en Gaza no conmueve a la Falsimedia internacional.
La Oficina de Prensa en Gaza informó hoy que al menos 143 periodistas y trabajadores del sector de comunicación fueron asesinados por el Ejército israelí desde el comienzo de su guerra el 7 de octubre último. El ejército israelí también atacó y destruyó a decenas de sedes de instituciones de la prensa. Sin embargo, los medios occidentales y la enorme mayoría de periodistas no parecen consternados por el hecho. La presencia financiera de Israel y el sionismo en muchas corporaciones de prensa internacionales (matrices de cientos de medios) genera en los periodistas miedo a perder el empleo y ni se manifiestan ni hay un repudio general al gobierno de Netanyahu.
FREE ASSANGE, LIBERTAD PABLO GONZALEZ YAGÚE, ellos no son delincuentes, sino testigos de sus crímenes.
STOP THE GENOCIDE AGAINST PALESTINIAN JOURNALISTS
Frente a la barbarie, movilizarse es un deber: claves para la solidaridad propalestina, Karla Pisano.
Gran parte del genocidio palestino puede explicarse a través de las dinámicas internas de las oligarquías sionistas y de su proyecto de expansión territorial. Sin embargo, la magnitud y persistencia de este genocidio sólo puede entenderse a la luz de una comunidad internacional implicada en una guerra interimperialista que, más aún en un contexto de escasez de ganancia, pugna por el control de los recursos y de los mercados internacionales. Siguiendo las directrices de la OTAN y al servicio de los intereses geopolíticos de EEUU Europa se está rearmando.
La posibilidad de que la guerra se extienda a otros territorios de Oriente Medio o de que surjan nuevos focos es una opción cada vez más cercana. De nada sirve rechazar el genocidio y al mismo tiempo alimentar las políticas de rearme… El genocidio no es una excepcionalidad; el capitalismo ha sido siempre potencialmente genocida: sin remilgos morales extermina pueblos enteros, manda a morir en el frente a poblaciones proletarias… y sólo en determinadas circunstancias aísla la barbarie de sus causas y la achaca a desviaciones momentáneas.
Debemos construir un movimiento amplio de solidaridad con palestina, que responda rápida y contundentemente al genocidio. Pero que lo haga en oposición al oportunismo y a las falsas posiciones antes mencionadas:
1) Frente al respaldo simbólico, debemos exigir, como mínimo, la ruptura de toda relación diplomática, económica y militar con Israel.
2) Frente a quienes condenan “toda violencia” debemos solidarizarnos con la resistencia palestina.
3) Frente a los proponen terceras vías imposibles, sólo hay dos opciones: o el genocidio y la expulsión del pueblo palestino, o la destrucción del estado de Israel y la construcción de un estado palestino libre, socialista, laico, con libertad de culto y retorno de los refugiados
4) Y frente a los hipócritas que quieren enmascarar el carácter imperialista y asesino del capitalismo y su colaboración con las potencias imperialistas, debemos decir NO a la escalada bélica, NO al rearme de Europa, NO a la OTAN.
https://insurgente.org/karla-pisano-frente-a-la-barbarie-movilizarse-es-un-deber-claves-para-la-solidaridad-propalestina/