Sociedad
Facu Díaz: “Sólo puedes hablar con libertad cuando dependes de ti mismo”
El comunicador y cómico se muestra sorprendido de la "repercusión y expetación" en torno a su nueva gira junto a Miguel Maldonado
Facu Díaz es un comunicador y cómico uruguayo residente en España, aunque más bien podríamos decir que reside en Twitch, la plataforma de autoproducción de contenidos audiovisuales donde todas las mañanas retransmite su programa Buenos días in the morning. También se hace hueco en redes como X (antes Twitter), en la que ha sido protagonista de más de una polémica por su ácida crítica a la ultraderecha y a algunos medios tradicionales.
Facu, tus inicios se remontan a La Tuerka y la pregunta es casi obligada. ¿Cómo es Pablo Iglesias como jefe?
Fue un jefe bastante ausente porque cuando empezamos, también empezaba a nacer Podemos. Pero la poca interacción que hubo con él fue bastante positiva. Hay que reconocer que nosotros tuvimos siempre la libertad de hacer lo que quisimos, muchas veces en contra de los intereses de su propia organización política. Y él lo entendía como algo que iba en el cargo y que podía ser hasta saludable. No sé si 10 años después seguirá pensando lo mismo.
Después recalaste profesionalmente en Late Motiv?, en Movistar+, donde denunciaste censura en chistes sobre la extrema derecha. ¿Sólo se puede ser crítico desde la autoproducción?
Sólo puedes hablar con total libertad cuando dependes únicamente de ti mismo. En mi caso, la autoproducción es la única manera de estar 100% sin ataduras. No es casualidad que, de vez en cuando, a veces a mi pesar, me viralice con comentarios que tienen que ver con algunos tabúes de la industria. Pero no es más que el privilegio que me da el hecho de no depender de ninguna gran compañía.
Tienes un humor muy político que parece que no cabe en los medios tradicionales y hay denuncias –como en tu vídeo sobre los cómicos censurados por parte de Pablo Motos– que quizá no llegarían al gran público si no fuera por Internet. En contrapartida, Motos tiene una audiencia de millones de espectadores filtrando ideas políticas en el entretenimiento. ¿Cómo entiendes esta dualidad?
Hay quienes han estado repitiendo esa idea de que no se meten en política, cuando en realidad sí lo hacen. Se dice mucho esto de que a veces no tomar partido es una manera de posicionarse. Yo creo que esto ha estado pasando durante mucho tiempo en determinados formatos de televisión como El Hormiguero. Pablo Motos y compañía han decidido que su programa se convierta en la punta de lanza de la ideología reaccionaria a través del entretenimiento. Es una decisión que han tomado y que va en sintonía con los intereses de su cadena. Pero se está dando un pasito más en asuntos que antes se trataban con un poco más de discreción y que sólo los analistas eran capaces de apreciar. Ahora creo que está a la vista de todos: un programa como El Hormiguero es ya un lugar donde se crea opinión y se emite mucha opinión.
¿Qué proyectos tienes entre manos actualmente?
Tengo Twitch y el streaming como base. Es una oportunidad para tener una especie de trabajo fijo mientras uno desarrolla proyectos en paralelo.
¿Cómo definirías el contenido que haces?
Bueno, yo en Twitch hago una cosa que creo que es muy parecida a la radio. Creo que tiene la similitud por esa cosa del acompañamiento, de estar de fondo mientras la gente hace otras cosas. Y permite esto porque es un contenido donde voy comentando un poquito la actualidad, a veces a través de la broma y de la chanza, pero a veces de forma más seria. Son dos horas al día en las que tengo total libertad para encarrilar la mañana como me apetezca y hablar con la gente, que es una de las claves de Twitch.
¿Se puede vivir de Twitch?
En Twitch, al contrario que en otras plataformas, no es necesario ser masivo para para poder ganar un dinero. Y eso es una oportunidad para mucha gente que no somos superestrellas pero que somos profesionales del entretenimiento.
Entre tus otros proyectos está la gira con Miguel Maldonado.
Sí, empezó en enero y va a ser muy grande. Llevábamos un tiempo sin actuar juntos y esperábamos algo de repercusión y expectación, pero desde luego no tanta. Hemos agotado entradas en la mayoría de sitios y hemos tenido que ampliar aforos en muchas ciudades. Estamos muy contentos.
Has creado un dúo casi clásico, donde ocupas el rol de Carablanca, el serio, junto a un Augusto, que sería Miguel Maldonado. Curiosamente es el cómico, Miguel, el que más espacio está teniendo en medios mainstream. ¿Crees que tiene algo que ver tu ácida crítica política?
Yo jamás me aventuraría a vincular mis opiniones políticas a mi ausencia en los medios. Eso sería sacar conclusiones muy precipitadas. Podría caer incluso en una especie de discurso autocomplaciente en el cual yo considero que soy válido para estar en los medios, pero lo que ocurre es que hay un poder oculto que no quiere que yo trabaje. Hay espacio para todos y mi lugar es Internet.
Es verdad que mi relación con los medios es un poco más distante, pero también lo entiendo. He tomado una serie de decisiones sobre mi manera de comunicar y asumo las consecuencias. No como una derrota, sino como lo que tiene que pasar cuando uno hace lo que hago yo. Y no me parece mejor ni peor que lo que hacen otros comunicadores o cómicos.
Hablas de ese poder oculto que no existe. Pero hay figuras del pensamiento conservador que sí lo creen. Lo llaman «cultura de la cancelación».
Todo esto de la cancelación responde a una suerte de movimiento de la derecha mundial para darle la vuelta al tablero y ubicarse ella misma como la respuesta rebelde a una izquierda que es el statu quo, que no te deja hablar en libertad o hacer lo que hacías antes. Es una estrategia muy simple, pero ha funcionado bastante bien. En el progresismo hay gente que también ha comprado esa idea. Yo creo que lo que ha cambiado es que ahora hay consecuencias por lo que uno dice. La comunicación es bidireccional, y tanto derecho tiene alguien a decir una barrabasada como miles de personas a señalárselo. No hay nada más libre que la gente optando por dar la espalda a los que discriminan y dañan a través de su supuesta libertad.