Economía
Arranca la temporada turística mientras se mantienen las desigualdades en muchos puestos de trabajo
El sector del turismo mantiene unas dinámicas adquiridas que fomentan la precariedad del trabajador como forma de lograr la rentabilidad
Este artículo se ha publicado originalmente en ‘La Fàbrica Digital’. Puedes leerlo en catalán aquí.
ÀNNIA MONREAL | Camas hechas y aseos limpios, mesas paradas, curiosidades históricas para amenizar las explicaciones, atención descansada para afrontar otro día al volante o la caja preparada para empezar a vender tickets en una taquilla. Fragmentos de trabajo, de vida, de las 471.400 personas que hoy, en Catalunya, se dedican al turismo. Uno de los principales motores de la comunidad y responsable, en parte, de la buena situación que respira la economía catalana actual, con las previsiones en Semana Santa y el verano al alza.
1,4 millones de visitantes extranjeros han pasado por Cataluña el pasado mes de enero, un 11% más que en enero de 2023. Han hecho un gasto medio de 1.095,6 millones de euros, un 8% más que el pasado año. Y los ingresos por habitación disponible en los establecimientos hoteleros catalanes han subido hasta los 59,2 euros, un 16% más que 2023, según el balance de actividad turística del primer mes de 2024.
El pasado año cerró con cifras récord para muchos grupos hoteleros, el sector del camping, la restauración, las aerolíneas o las compañías de cruceros. Se han recuperado y superado los datos anteriores a la pandemia, «pero no hemos aprendido nada», lamenta Júlia Martí, investigadora del Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG). «Volvemos a basar la recuperación económica en el turismo, un sector muy intensivo en mano de obra y en el que la única manera de obtener beneficios es a través de las condiciones laborales».
Nocturnidad sin pluses, festivos sin complementos, cambios de horario sin aviso, jornadas que se alargan indefinidamente, escasa prevención de riesgos laborales, agotamiento, frustración e incumplimientos reiterados de los contratos a cambio de un salario medio inferior al del resto de empleos. «El sector turístico ha romantizado la precariedad», afirma José Antonio Donaire, profesor de la facultad de Turismo de la Universidad de Girona (UdG), director del Instituto de Investigación en Turismo y coordinador del Pacto Nacional por un Turismo Responsable. El propio empresariado “se sorprende de que haya gente que entre en el sector sin aceptar estas condiciones de trabajo”, continúa.
Una industria con características especiales
“No creo que el sector sea psicópata”, comienza a explicar Ernest Cañada, miembro de Alba Sud e investigador postdoctoral de la Universidad de las Islas Baleares, “sino que la reducción de costes es una de las estrategias básicas por la naturaleza de actividad y por las transformaciones del sector”. “El sector turístico es un sector de baja especialización y bajo valor añadido en producción, con variaciones de temporada, con mucho trabajo de atención al cliente (y con franjas muy elevadas de irregularidad). No es sorprendente que el trabajo esté mal pagado y sea discontinuo y precario”, sostiene Antonio Russo, catedrático del departamento de Geografía de la Universidad Rovira i Virgili (URV) y coordinador del proyecto europeo de investigación SMARTDEST. Óscar Casanovas, profesor y director académico del grado de Turismo del CETT, pone el contrapunto: “Tradicionalmente, se identifica el mercado laboral turístico con determinados puestos de trabajo que no lo representan, como los trabajos del sector de la restauración y la limpieza . Pero gestores culturales, creadores de contenido, creadores de productos turísticos, gestores públicos en el ámbito turístico, guests relations… también son sector turístico. ¿Precariedad? Quizás sí, pero probablemente menos”.
Varios motivos explican la débil situación laboral de los trabajadores del ámbito turístico, según los académicos consultados. Por un lado, la estacionalidad: son trabajos en los que, en pocos meses, es necesario ganar dinero para todo el año, lo que justifica la sobrecarga horaria y otros excesos laborales, si bien en ciudades como Barcelona la estacionalización ha desaparecido y el turismo es constante durante los 365 días. Por otro lado, el peso del empresariado familiar, con formas de hacer ya superadas y sin sindicación por parte de los trabajadores. Y, sobre todo, porque el sector se basa en el uso de mano de obra extensiva para acumular capital. La competitividad se ha logrado, demasiadas veces, no mediante la mejora del servicio, sino a costa de empeorar las condiciones laborales de los trabajadores. También hay que sumar la poca formación que se pide (el 27,4% de los trabajadores sólo tiene estudios primarios y el 56,5% estudios secundarios, según el análisis del Observatorio del Trabajo y Modelo Productivo correspondiente al cuarto trimestre de 2023), el uso marginal de tecnología y cómo la reducción de costes puntúa de cara a los inversores, una de las tendencias en aguamento desde la crisis de 2008.
El sector es consciente de ello y lo permite, como pone de manifiesto el documento Compromís Nacional per un Turisme Responsable, con 67 empresas turísticas y asociaciones empresariales adheridas, entre otras entidades: “Las empresas e instituciones relacionadas directa e indirectamente con el turismo manifiestan su compromiso por mejorar la calidad del empleo. Este compromiso se centra en siete objetivos: (a) unas retribuciones salariales justas; (b) la mejora de la organización y la estructura horaria; (c) la erradicación de las formas atípicas del trabajo; (d) la reducción progresiva de la estacionalidad turística; (e) el compromiso activo de todos los actores por preservar la salud integral de las personas trabajadoras y la promoción de los hábitos saludables en los centros de trabajo, además de políticas preventivas con perspectiva de género; (f) la generalización de los planes de igualdad en todas las empresas tal y como prevé la legislación, y (g) la adecuación o implantación de un protocolo de acogida de los trabajadores y trabajadoras inmigrados en el sector turístico, en colaboración con las administraciones públicas”. La Fábrica Digital se ha puesto en contacto con el Gremio de Hoteles de Barcelona y con ConfeCat, que han declinado participar en este reportaje.
«Todo se ha desvirtuado mucho, aunque el sector está funcionando muy bien», indica Paco Galván, responsable de Hostelería de CCOO Catalunya. «El convenio de hostelería es amplio y no es un mal convenio, pero no se hace cumplir», reconoce. “Ahora, las cargas de trabajo son mayores, es así desde después de la pandemia. Se han roto muchas normas que había y trabajar por dos”. En la misma línea habla Vania Arana, portavoz del sindicato Kellys Barcelona: “La temporada 2024, que ha comenzado con el Mobile World Congress, ha arrancado de forma desastrosa por nosotras. La carga de trabajo ha aumentado. Y el verano será peor“. Calculan que el coste de limpiar y dejar lista una habitación de hotel será de unos 0,60 euros, cuando ahora ronda los 0,80 euros. «No debemos ganar por habitación, nos deben pagar por jornada laboral», reclama.
La mala situación de las camareras de pisos es una de las más flagrantes en el sector turístico. Gracias a la organización y la lucha de las Kellys, estas trabajadoras han alzado la voz y se han ganado a la opinión pública, pero hay abusos laborales que todavía se mantienen, sobre todo en los casos de “trabajadoras que no hablan el idioma, con hijos y preferentemente africanas ”, señala Arana.
Con la última reforma laboral, el convenio sectorial ha vuelto a primar por encima del de empresa, los costes laborales de externalizar se han equiparado a los de no hacerlo y la figura del trabajador fijo-discontinuo ha limitado la sucesión de contratos temporales, aspectos que, en principio, deberían beneficiar a los trabajadores del turismo. De las 471.400 personas que hoy trabajan en el ámbito turístico en Cataluña, el 53% tiene un contrato indefinido y el 47% restante uno temporal (el 35%, de un mes o menos), recoge el último informe del Observatori del Treball i Model Productiu. «Aún es pronto para valorar cómo está funcionando el contrato fijo-discontinuo», considera el sindicalista Galván. «Garantiza mejores condiciones al trabajador, pero cuesta que se vaya implementando». Vania Arana no está de acuerdo: “Nos hacen contratos como fijos-discontinuos, pero resulta que no tenemos el trabajo asegurado cuando vuelve a haberlos”.
Dificultad para cubrir vacantes
«La industria turística no quiere ver el problema que tiene», explica Gilda Hernández-Maskivker, doctora en turismo y ocio y directora de la cátedra de Turismo, Sostenibilidad e Innovación del IQS-Universitat Ramon Llull. «Aún piensa en el turismo como un trabajo 24/7, con esfuerzo, vocación y dedicación, pero después los sueldos no son ninguna maravilla». Mientras, y desde hace dos años, se suceden los anuncios y noticias sobre la falta de trabajadores en la restauración o en los alojamientos hoteleros. “¡Claro que no encuentran gente!”, exclama Hernández-Maskivker. “Paga bien, ofrece flexibilidad laboral, conciliación, motivación y cuida a los trabajadores”, argumenta.
Son aspectos que tanto el IQS como el CETT aseguran transmitir a los estudiantes. “Se enseña. Y se hace de forma reflexiva, constructiva pero crítica y, a la vez, determinada. Los sesgos de género, las problemáticas ligadas a la maternidad/paternidad en el entorno laboral, el derecho a la desconexión digital… Creo poder decir que se pone todo sobre la mesa con el convencimiento de que los profesionales que formamos, en un futuro, serán influencers en el mejor de los sentidos“, explica Óscar Casanovas. Para las prácticas de los grados también buscan alianzas con empresas que respeten los derechos laborales, algo no siempre fácil, admite Gilda Hernández-Maskivker.
Sean o no estudiantes de turismo, las generaciones más jóvenes están plantando las ofertas laborales del ámbito turístico. Son más exigentes con sus derechos laborales, establecen líneas rojas, por lo que esquivan las proposiciones y se van hacia la logística o el comercio, aseguran diversas fuentes. «Hasta que la ley no obligue al sector a cambiar no lo hará», afirma la directora de la cátedra de Turismo, Sostenibilidad e Innovación. «O cuando la presión social sea muy fuerte», añade.
Los caminos que el llamado turismo sostenible y el turismo responsable han abierto, más conscientes y respetuosos con el medio ambiente y las comunidades locales, son la solución al problema para algunos, aunque las mejoras laborales se escriben con tinta casi invisible. “Mientras las medidas para mejorar las condiciones laborales sean voluntarias, esto no va a ninguna parte”, dice la investigadora Júlia Martí. «Es necesaria una acción coordinada de todas las administraciones para que los controles sean más claros». «Las inspecciones de trabajo se quedan cortas, porque el sector es muy grande», explica el profesor Donaire. «Además, el empresariado ha incorporado al negocio las posibles sanciones«, destaca.
«HIJOS DEL PUEBLO» te oprimen cadenas….
Sólo que tuvieramos un 5% de valor de aquellos anarquistas….
https://www.youtube.com/watch?v=_Fbz2A2u1hs
A LAS BARRICADAS
https://www.youtube.com/watch?v=7_Pk6VjZlho