Opinión | Política

¿Qué hace una izquierda como tú con un capitalismo como este?

"La izquierda, incluso la amable si tal cosa fuera posible, también debe estar orientada al combate tanto en términos estratégicos como tácticos", propone el escritor Constantino Bértolo

La vicepresidenta Yolanda Díaz y el ministro Ernest Urtasun en una manifestación en apoyo a Palestina. ÁLVARO MINGUITO

Este artículo forma parte de la revista #LaMarea99. Puedes conseguirla aquí.

La izquierda, decimos, pero ¿cuál sería el contenido concreto del concepto? Porque también decimos: las izquierdas. Y entonces, quizá, la descripción fuera más fácil, pues se trataría de ir dando sitio a todas aquellas formaciones políticas que reclaman tal denominación, desde el PSOE hasta la CNT pasando por Bildu, BNG, Izquierda Unida, Más Madrid, Podemos y, aun estando en dinámica de formación, ese Sumar con vocación de aglutinar y acaso centralizar la llamada «izquierda a la izquierda del PSOE», partido que, durante un tiempo vio negada o cuestionada su ubicación en la izquierda.

Cabría acoger la denominación que Enzo Traverso propone al entender la izquierda como el conjunto de «los movimientos que tratan de cambiar el mundo con el principio de igualdad en el centro de su programa». Unas izquierdas insertas en ese gran relato del movimiento de emancipación de la clase obrera donde, todavía hoy, cabe distinguir dos actitudes a la hora de enfrentarse al Capital: por un lado, las formaciones reformistas cuyas estrategias, aun cuestionando el capitalismo, se orientaban hacia el logro de una gestión más igualitaria del reparto de las plusvalías a las que el sistema da lugar, y otras, más radicales o revolucionarias, poniendo en cuestión la propiedad de los medios de producción de donde esas plusvalías se extraen.

Según Traverso, la caída del muro de Berlín y el posterior derrumbe de la URSS provocaron, o acentuaron, en las izquierdas europeas un «estado de desánimo» y de singular melancolía o abatimiento que, traducido a nuestro ámbito político, tuvo una primera versión –el desencanto– en los inicios de una Transición donde el pragmatismo cuasi neoliberal de los gobiernos del PSOE, la entrada en la OTAN y el ingreso en el Mercado Común oficializaban y parecían confirmar el fin de la lucha de clases; si bien, organizaciones como el Partido Comunista trataron, vía Izquierda Unida, de dar testimonio y presencia electoral a la memoria de una cultura marxista que había venido defendiendo propuestas de transformación o cambio radical.

15-M: la Revolución ha venido y nadie sabe cómo ha sido

El resurgimiento, entre nosotros, de los nuevos ánimos revolucionarios no pareció brotar de la entristecida tradición marxista, aun cuando su emergencia procede de un temblor en la infraestructura económica: la crisis de 2008. Ésta, al hipotecar y precarizar vidas y horizontes, dio lugar a una creciente e inesperada sacudida social que encontraría su clímax en las manifestaciones del 15-M, más próximas a la indignación que a la subversión, pero que alteran el campo político protagonizado por un bipartidismo donde, los programas y proyectos de los dos partidos hegemónicos, PP y PSOE, si bien flotaban en atmósferas culturales diferentes, en la práctica del día a día apenas introducían variaciones significativas de orden económico o social.

Aquellas inesperadas convulsiones, desde su espontaneidad de origen, fueron evolucionando y favoreciendo la creación de un espacio insólito que, al canalizar aquel «asalto a los cielos» que la indignación parecía hacer posible, acabaría por facilitar el nacimiento, entre otras iniciativas, de un partido, Podemos, donde, poco después y paradójicamente, irían a desembocar, ya en sede parlamentaria, aquellas consignas primigenias del «No nos representan», «Lo llaman democracia y no lo es» o «Nuestros sueños no caben en vuestras urnas». Así surgió en 2014, hace apenas una década, aquel Podemos que estuvo a punto de adelantar en escaños al PSOE para, más tarde, entrar en un proceso de decadencia y división que le llevaría hasta su minoritaria presencia en el actual parlamento, aunque sus escasos votos le concedan más relevancia de lo que los simples números podrían indicar.

Con todo, la experiencia de Podemos como ejemplo o prototipo de la izquierda permite rastrear muchas de las características de la corriente ideológica que, abandonando las claves del marxismo más tradicional, mantiene como objetivo aquel «cambiar el mundo con el principio de igualdad en el centro de su programa». Una experiencia que, más allá o más acá de Podemos, encontramos en el proyecto en marcha de Sumar, el movimiento que ahora tomaremos como paradigma de esa nueva izquierda.

Valga recordar que, al plantear sus «raíces», la organización dirigida por Yolanda Díaz señala que «el movimiento 15-M de 2011, junto con las huelgas generales convocadas por los sindicatos contra la reforma laboral y del sistema de pensiones, fueron la fuerza impulsora de dicho proceso, al que además otorgaron un sentido ideológico inequívocamente igualitarista, democratizante y antioligárquico». Nada extraño si se considera el papel relevante que en estas nuevas izquierdas obtienen las teorías del populismo de Laclau y Chantal Mouffe o las fuertes discusiones que alrededor del concepto de valor en Marx tienen lugar en el campo de un posmarxismo que ve inútil su aplicación en marcos sociales donde el sector servicios ocupa más del 60% de la actividad económica, y donde la complicidad creciente del mundo del trabajo pone en cuestión el peso y el papel del proletariado en tanto sujeto revolucionario.

¿Propiedad, clase, proletariado?

Escoger al «movimiento Sumar» como exponente representativo de aquello que la izquierda actual presupone incorpora un grado de simplificación o insuficiencia bastante arriesgado del que debo disculparme. Sería suficiente con asomarse al Manifiesto Programa elaborado recientemente por la Federación madrileña del PCE y comprobar la utilización de conceptos como lucha de clases, marxismo-leninismo, explotación, confrontación capital-trabajo, conciencia de clase, superación del sistema capitalista o propiedad de los medios de producción, para preguntarse cómo, asumiendo tales categorías, la larga tradición comunista puede integrarse en la dinámica de una organización en cuya ponencia la palabra propiedad solo aparece dos veces, el concepto de clase social ninguna, y las referencias a los desposeídos y subalternos parecen ocupar el lugar del proletariado en las tradiciones marxistas de emancipación.

Considero, sin embargo, pertinente y válida, por representativa, para nuestros propósitos esta elección de Sumar como espejo del Estado, disposición y expresión de esa izquierda progresista que propone «construir un ciclo virtuoso (?) de reformas profundas, estructurales», impulsa la libertad en favor de la soberanía individual y quiere en definitiva «contribuir a crear un lugar de participación amable y democrático», donde el feminismo, la ecología, la cuestión de los cuidados, el laborismo del siglo XXI (?), la lucha por un nuevo paradigma de libertad e igualdad, el desafío plurinacional, el reequilibrio territorial, la justicia social y climática, la Declaración Universal de los Derechos Humanos o la atención a las nuevas tecnologías conformarían un todo transversal «con el objetivo fundamental de producir sociedad, hacer el país que necesitamos articulando un movimiento popular amplio, plural y arraigado en la sociedad».

¿Una izquierda amable? No, gracias

Ahora bien, todos estos buenos propósitos que la nueva izquierda propone –«Una nueva cultura política que pueda permitirse ser amable, pueda permitirse ser acogedora y que a la vez haga esfuerzos por convertir esos principios en hechos, no en palabras»–, en la realidad concreta política y social, apenas tienen un alcance que vaya mucho más allá de la batalla por la ocupación dominante en el espacio electoral, aunque, cierto también, que en todo ese conjunto de organizaciones, desde el PSOE a Sumar pasando por Izquierda Unida, no faltan declaraciones donde las metas electoralistas, la toma de los poderes ejecutivo y legislativo y la entrada en las instituciones públicas, autonomías, diputaciones, ayuntamientos, se verían complementadas por la actividad «en las calles». Y no faltan testimonios –mareas, manifestaciones, mítines, repartos– de tal actividad, si bien no deja de ser llamativo que, al respecto, esa izquierda no haya derogado la famosa Ley Mordaza, que fue promulgada por la derecha en el poder, precisamente, para poner estrechos límites a cualquier posible acción de masas.

Curioso y sorprendente es que la amabilidad –«Una nueva cultura política no para vencer, sino para habitar»– y la paciencia –«Que el poco a poco de cada día sea una transformación enorme»– elegidas como táctica /marketing para la arribada al poder por la vía electoral se está proponiendo cuando la derecha, que nunca ha sufrido momentos de melancolía, ha puesto en marcha un cuadro de acciones en las que no duda en asaltar calles, amenazar sedes de partido, atrancar autopistas y carreteras o batallar en juzgados y demás instituciones a su alcance, hasta un punto que toma aires de enfrentamiento civil. Ante situaciones semejantes, cabe preguntarse si la amabilidad democrática, el poco a poco, el marketing editorial y las reconversiones semánticas pueden resultar fuerza suficiente para garantizar ese amable avance hacia la igualdad si se dieran circunstancias contrarias a esa «conversación» democrática en la que se nos propone participar.

Esta nueva izquierda insiste en decirnos que no hay que mirar hacia el pasado, pero, sinceramente, uno mira hacia atrás y recuerda los chantajes «democráticos» de la UE a Syriza, o el sangriento derrumbe de la vía democrática del Chile de Allende. Ganar el Parlamento con «vocación de destruir las relaciones capitalistas de producción» (PCM), desarrollar «de forma sistemática procesos de democracia deliberativa en las iniciativas de alto impacto en la acción de gobierno» (PSOE), «empujar por un ciclo virtuoso de transformaciones que alteren la correlación de fuerzas, democratizando el Estado y la economía, así como generando más confianza de los subalternos en sus propias fuerzas» (Sumar), no nos parecen propósitos y estrategias suficientes para arrebatar el Poder a los actuales dueños de nuestras vidas, de nuestros salarios. La izquierda, incluso la amable si tal cosa fuera posible, también debe estar orientada al combate tanto en términos estratégicos como tácticos. Estaría bien deliberar sobre esto.

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Comentarios
  1. Esquerra Republicana de Catalunya. Por qué le dicen izquierdas cuando quiere decir nazismo?
    Ni un voto de la gente de izquierdas para este partido nazi.
    Han votado en contra de romper relaciones con Israel y también contra la suspensión del acuerdo de asociación entre la UE y el estado sionista.
    Suficiente para no darles en lo sucesivo credibilidad y consideración alguna a sus discursos políticos
    Too much.

  2. …Las organizaciones adheridas a la «Campana unitaria: Por una Escuela Pública y Laica. Religión fuera de la Escuela», denunciamos la sumisión de los gobiernos a los intereses de la jerarquía católica, que en su ansia por mantener una influencia que no se corresponde con el sentir mayoritario de la sociedad, se ha convertido en el principal obstáculo para que la escuela pública sea el eje vertebrador de nuestro sistema educativo.
    Por todo ello, exigimos al Gobierno que cumpla sus compromisos y proceda a la derogación de los Acuerdos concordatarios con el Vaticano y aquellos suscritos con otras confesiones religiosas, como única forma de avanzar hacia una escuela pública y laica, científica y libre de dogmas, no segregadora y donde se respete la libertad de conciencia del alumnado y la privacidad de las familias en lo que se refiere a sus ideas y creencias….
    https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/20/03/2024/los-privilegios-de-las-confesiones-religiosas-amenazan-el-futuro-de-la-escuela-publica/

  3. CNT AIT colonne durruti 1936 film complet en francais
    https://www.youtube.com/watch?v=EH-pm-V45ZY
    ————————————————–
    Los guerrilleros antifascistas españoles: héroes en Francia y bandoleros en España.
    Guerrilleros españoles héroes en Francia…
    Hace unos días nos hemos encontrado con la noticia de que Celestino Alfonso es el primer español inscrito en el Panteón de París, el lugar que homenajea a las personas ilustres de la historia de Francia. Celestino fue un guerrillero español, que luchó en la resistencia francesa, que fue detenido y fusilado por los nazis. El Estado francés, con un gobierno de derechas, ha homenajeado así a los extranjeros que combatieron, y muchos murieron, por liberar a Francia de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. No es difícil, al visitar Francia, ver y comprobar los numerosos monumentos y reconocimientos que tienen los españoles que habían luchado contra Franco, y que, tras su victoria, pasaron a Francia y allí siguieron luchando por la liberación de este país. Algunos de estos combatientes, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, pensando que contarían con el apoyo de las democracias vencedoras, se internaron en España con el objetivo de tratar de derrotar a la dictadura.
    “Bandoleros” en España. La historia que nos contaron al revés
    La dictadura franquista hizo todo lo posible por presentar a los resistentes antifranquistas como “bandoleros”, para quitar el componente político de estos luchadores y presentar ante la población civil como grupos de delincuentes que había que exterminar. Se trataba de restar puntos de apoyo a estos grupos entre la población civil y generar el rechazo de la población, a la vez que se justificaba el asesinato o la detención de los componentes de estos grupos y sus apoyos. Esta idea que durante tantos años impuso la dictadura caló entre la población durante décadas de miedo y represión. Hasta tal punto llegó esta práctica, que aún hoy encontramos a personas -y lo que es más triste, algunos familiares- que se creyeron esa versión e, incluso, justifican la violencia ejercida por el régimen franquista, así como la muerte y desaparición de estas personas en fosas clandestinas….
    https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/guerrilleros-antifascistas-espanoles-heroes-francia-bandoleros-espana

  4. Realmente tienes razón al poner de relieve que Podemos representó el espíritu de indignación de la gente en aquel 15M de hace 10 años, y que lo convirtió en un adversario formidable para los representantes políticos, económicos, judiciales y mediáticos que conformaban el status quo. Sin embargo, despachas su ulterior declive con una simple alusión a la ‘luchas internas’ que padeció.
    Y esto es inexacto y falaz. El triunfo meteórico que experimentó provocó terror en sus adversarios, quienes desplegaron toda su energía para aniquilarlo. Esta incluyó un fenómeno primordial: la compra y posterior corrupción de miembros importantes del partido o vinculados al mismo, que lo traicionaron, conspiraron contra él y finalmente, junto con los poderes mencionados antes, lo aplastaron aplicando una pinza colosal. Solo mencionaré a algunos, porque es necesario que no los olvidemos, para hacer honor a la verdad y para que la vergüenza los acompañe allá donde los lleve su miserable historia: Errejón, Bescansa, Carmena, Colau, Garzón y Yolanda Díaz. Estas personas -pestilentes donde las haya- son lo máximo en lo que a caballos de Troya se refiere, pero hay más, aunque son tan despreciables que ni me voy a molestar en señalarlas. Tan solo un inciso, para recordar a una especie de periodista, que está corroído por el rencor y el resentimiento. Se llama Antonio Maestre y colabora con el enemigo público número uno de Podemos y del propio Periodismo _per se_.
    Un saludo.

  5. No hay que mirar hacia el pasado, igual que dicen PP y VOX; cada parte por motivos distintos.
    A los de esta peculiar izquierda les diría que no desprecien la sabiduría de los experimentados antepasados, sobre todo porque el ser humano somos muy dados en tropezar en la misma piedra.
    También les pediría que no utilicen estas peligrosas palabras (no hay que mirar al pasado) ya que pueden confundir y llevar a equívocos.
    Esta «izquierda» tiene que tener en cuenta que cuando el pasado está sin limpiar, como sucede en este país, es obligatorio mirarlo y limpiarlo, entender de dónde venimos para comprender dónde estamos y construir un futuro con cimientos firmes y sanos. Es nuestra asignatura pendiente.
    Los herederos de golpistas, genocidas y dictadores siguen con total impunidad al mando del timón, ellos escribieron el guión de la historia a su conveniencia y el país está escorado a la derecha, la mentalidad del país sigue siendo franquista aunque muchos lo quieran esconder; pero a las pruebas me remito, y todo ello debido a que aquí vivimos en una impostura, aquí aún no se ha hecho la VERDAD, la JUSTICIA y la REPARACION aunque sólo sea moral, desde el golpe de estado del 36 hasta nuestros días.
    Sólo Camboya tiene más desaparecidos que este país.
    Mucho decir que vivimos en una democracia; pero los auténticos demócratas, los que supieron morir por ella, aún están esperando a que llegue para que los rescate de cunetas y descampados.

  6. No hay que mirar al pasado cuando estamos en paz con él; pero no es el caso de este país.
    «de aquellos polvos vienen estos lodos».
    En mayor parte la causa de que este país esté escorado a la derecha, de que este país en su fuero interno siga sintiéndose franquista, aunque muchos lo escondan; pero a las pruebas me remito, es debido a que los amos de España, los que organizaron y apoyaron el golpe del 36, los genocidas de la guerra y de la dictadura, sigan siendo a día de hoy los mismos e impunes amos de España, los dueños del guión de la historia que escribieron a su conveniencia y los que cada día nos repiten que, por la concordia nacional, no hay que mirar al pasado. Pero mientras glorifican a sus mártires, los demócratas que dieron su vida en defensa de la legalidad, las libertades y los derechos del pueblo siguen como apestados en las cunetas y descampados del país, poniendo los impunes genocidas vencedores todas las trabas y mala voluntad no ya para reparar su honor sino para darles sepultura digna. Sólo Camboya tiene más desaparecidos que España.
    CONOCER EL PASADO, PARA COMPRENDER EL PRESENTE, Y PODER CONSTRUIR UN FUTURO PARTIENDO DE CIMIENTOS FIRMES Y LIMPIOS, es necesario. Está pendiente que se haga VERDAD, JUSTICIA y REPARACION en este país.
    Es obligatorio mirar al pasado y limpiarlo porque «de aquellos polvos tenemos hoy estos lodos».

  7. Y dónde están Rubén todxs lxs de las plazas? El tiempo pone cada cosa y a cada uno en su sitio. Fueron flor de un día?
    Hay gente que viene militando desde incluso antes de la Transición y aún sigue al pié del cañón.

  8. Muy buen análisis. Lástima que no se haga referencia a las estrategias de división que usa el capital contra la clase trabajadora, sea del sector servicios o de donde sea.

  9. Pues mira, no. El 15M fue un hermoso despliegue de energía ciudadana enfocado a pararle los pies a la oligarquía dominante. Para ello contó con la tradición de búsqueda encarnada en distintos movimientos sociales, pero también con un precioso componente intergeneracional.
    Podemos ya fue un intento de canalizar ese descontento potencialmente revolucionario, al tiempo que servia para restar fuerzas y protagonismo a una Izquierda Unida que amenazaba con sobrepasar al PSOE. ¡En qué ha quedado!
    Es curioso que los mismos que entoces pregonaban la transversalidad («Ni de izquierdas ni de derechas, los de arriba frente a los de abajo») ahora se consideran paladines de esa vieja «izquierda». De hecho, el actual Podemos está cayendo en todo aquello que, solo 10 años atrás, echó en cara a Izquierda Unida.

  10. La izquierda radical, la verdadera izquierda, son los anarquistas, que por eso tiene el sistema tanto empeño en hacerlos pasar por terroristas, son los que más sangre derramaron contra el francofascismo desde el golpe del 36.
    También los comunistas; pero no los del PCE. Los comunistas radicales están encarcelados desde hace decenas de años y un silencio sepulcral ha extendido el sistema sobre ellos.
    Respecto a Podemos, mucho ruido, pues el propio sistema los publicitó al máximo, lo que nunca hizo con IU, con la intención de acabar con esta formación que personas con valía tenía. Pero la estrategia se le fue de las manos al sistema cuando Podemos empezó a coger relevancia. Podemos también pecó de oportunismo y de soberbia cuando entró en política. En lugar de decir: compañeros, venimos a unirnos, dijeron: apartarnos, pitufos, que no sabéis hacer nada. IU tenía en aquellos momentos mejores perspectivas que nunca.
    Las «izquierdas» gubernamentales cada vez se van «descafeinando» más. Sirva la distinción que la revista de negocios y finanzas Forbes concedió recientemente a Yolanda Díaz, que se debe interpretar con que la consideran colega.

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