Opinión
El método Óscar Puente: sabemos quién gana al final
"Dejemos los insultos más o menos ingeniosos a la derecha más populista y populachera, que está fagocitando a la derecha sensata", escribe José Ovejero
No voy a negar que a veces me produce placer leer los tuits del ministro de Transportes y alguna de sus respuestas más feroces a los medios y políticos de la derecha. Quizá porque también me produce rabia leer una y otra vez los insultos zafios y las bravuconadas de, por ejemplo, Rafael Hernando o Isabel Díaz Ayuso Ayuso o Miguel Tellado o Hermann Tertsch. ¿No era hora de que alguien les enfrentase con sus mismas armas? ¿No es justo que ante las amenazas y las vejaciones, también de la prensa de las cloacas, alguien les dé su propia medicina? ¿No es divertido ver lloriquear a esos hipócritas cuando alguien les devuelve el golpe?
No hacerlo, se argumenta, supone dejar el terreno libre a la rabia y la mezquindad de quien considera la política el arte de arrojar inmundicia al contrario. Callar, en esas circunstancias, o responder de forma mesurada, podría significar que solo los más ruidosos se hagan hueco en las noticias y que la cordura quede enterrada por las invectivas y los disparates. Ayuso y su esbirro Miguel Ángel Rodríguez -¿o es al revés?- son maestros en llamar la atención cada día con algún despropósito o insulto, con el resultado de que también cada día ocupan la primera plana de los periódicos con sus banalidades ponzoñosas, desalojando de ella a la auténtica política, más compleja, menos tuiteable, que es gestión, imaginación, programación… y también conflicto, pero sobre los contenidos reales de la acción de Gobierno y de oposición.
En mi mundo, el de la literatura, a primera vista más tranquilo y menos miserable que el de la política, me he encontrado en un par de ocasiones con algún escritor que me ha difamado o insultado gravemente. Mi primer impulso siempre ha sido el de dar una respuesta contundente, mordaz, feroz; responder al insulto con insulto, al agravio con agravio, ridiculizar al contrario. Al fin y al cabo, tenemos una tradición -a la que se remiten los autores más rabiosos- que se remonta nada menos que a Quevedo, Góngora, Cervantes y Lope, de zaherir, con ingenio y brutalidad, al rival literario. Sin embargo, siempre me he frenado en el último momento. No por miedo -las rivalidades literarias, aunque alguno se las tome tan en serio, son inocuas y, a menudo, algo infantiles-, sino porque no me siento a gusto peleando en el estercolero, mientras que sé que otros lo disfrutan, es su hábitat natural. Aunque me lanzara al combate y, en el mejor de los casos, venciera, de todas maneras acabaría pringado de estiércol.
En política sucede algo parecido, pero con consecuencias más graves. Es muy desagradable soportar lo soez, lo zafio, las mentiras, las insidias de políticos y periodistas que han hecho de todo ello su forma de vida. Pero entrar en ese combate es aceptar sus términos; da igual lo justa que sea tu causa, las formas y el lenguaje -tan importante para un escritor como para un político- pueden pervertirla. De una confrontación así sales siempre envilecido.
Y no estoy hablando solo de una cuestión de elegancia o de moderación. Es que entrar al trapo en ese tipo de escaramuzas le hace el juego a quien no tiene nada que ofrecer salvo ruido. Yo no querría a un Jiménez Losantos de la izquierda. La mezquindad solo tiene sentido cuando tu programa es mezquino. Si no tienes argumentos, es lógico que intentes desviar la atención con aspavientos para que nadie note el vacío. Sucede como en esos partidos de fútbol en los que un rival débil se lanza al juego sucio para desquiciar al contrario; si lo consigue y lo arrastra a las patadas y las zancadillas, a las peleas, a las interrupciones, tiene una posibilidad de ganar.
Dejemos los insultos más o menos ingeniosos a la derecha más populista y populachera, que está fagocitando a la derecha sensata. La izquierda no tiene nada que ganar en esa pelea. Por mucho que la tentación sea fuerte, salvo la satisfacción momentánea de devolver el guantazo, lo único que se consigue es afianzar la sensación -siempre beneficiosa para la derecha- de que todos los políticos son iguales. No se trata de poner la otra mejilla, sino de golpear donde de verdad duele: con hechos, con datos, con políticas progresistas y valientes. Y que ladre o gruña quien no sepa hacer otra cosa.
La oposición aragonesa en bloque pide la dimisión de Nolasco por «normalizar» los discursos de odio.
PSOE, CHA, Podemos, IU y Aragón-Teruel Existe exigen a Azcón el cese de su vicepresidente por sus declaraciones xenófobas «impropias de su cargo como representante de toda la ciudadanía aragonesa». También han presentado una solicitud de comparecencia del presidente del Ejecutivo ante el veto reiterado de Nolasco para rendir cuentas en las Cortes.
Han comparecido de forma conjunta en rueda de prensa para poner de relieve la «gravedad de normalizar discursos del odio». Lo han hecho en referencia a las declaraciones de Alejandro Nolasco, vicepresidente primero del Gobierno de Aragón y líder de la ultraderecha en Aragón, en las que rompió un folleto del Ramadán y vertió proclamas islamófobas y xenófobas contra la comunidad musulmana. Y no era la primera vez.
«Decimos ¡Basta ya! junto al resto de fuerzas políticas»
«Nos hemos unido cinco de los ocho partidos que componen el arco parlamentario. Toda la oposición al unísono exigimos que cese esta situación grave y preocupante. Aragón es tierra de pactos, de convivencia, de moderación y de diálogo y desgraciadamente eso se ha olvidado para dar paso a la crispación y el insulto», ha lamentado Mayte Pérez para recordar que Nolasco «se ha negado ya tres veces a comparecer en el Pleno sobre sus reiteradas declaraciones sobre inmigración que realiza, como él mismo ha confirmado, como vicepresidente del Gobierno de Aragón». «Si él se niega a rendir cuentas, el presidente Azcón tiene la obligación de hacerlo y que de una vez diga si le secunda y si va a mantener como representante de todos los aragoneses a una persona que difunde y alienta los discursos de odio», ha incidido Pérez. La portavoz socialista también ha anunciado que tras estas iniciativas parlamentarias, su partido se reserva «ejercer otras acciones extraparlamentarias si no se da respuesta en el ámbito político a estas cuestiones».
(Arainfo)
O como les dijo Labordeta: ,»A LA MIERDA, ustedes están acostumbrados a mandar y a hacer callar, y les jode que otros también hablemos». Labordeta tenía autoridad moral para hablar así, era una persona con valores y los que mandó a la mierda no le llegaban ni a la altura del tacón del zapato.
Pero hay derecha sensata en este país, si son herederos de un golpe de estado, de una dictadura, si fueron ellos que se cocinaron la transición para seguir impunemente al mando del timón?.
No le falta razón al excelente artículo, eso querrían los de juego sucio, llevarnos a su terreno; pero ellos son maestros del juego sucio, de la canalleria, del cinismo, de la desfachatez, de lo más falso y ruin y en ese terreno tendríamos todas las de perder.
Me pregunto: saben valorar los súbditos, mayormente manipulados, de este país el valor de la educación, de la ética, del buen ejemplo o lo confunden con el dicho de que quién calla otorga?.
Dicen que cada país tiene lo que merece. En este, como decía Antonio Machado, de 10 cabezas, nueve embisten y una piensa.
Koldo opinará lo mismo, sin duda.