Política
El PP vuelve a ganar en Galicia con mayoría absoluta, el BNG lidera la oposición y el PSOE se desploma
Sumar y Podemos se convierten en fuerzas irrelevantes en Galicia, muy alejadas del objetivo de entrar en el parlamento
Quinta mayoría absoluta del Partido Popular en Galicia, que no ha acusado el cambio de mando en la comunidad, por lo que Alfonso Rueda se mantendrá en el Pazo de Raxoi durante la próxima legislatura. Quien fuera presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, planteó estas elecciones como una reválida de su propio liderazgo al frente del PP tras no lograr la presidencia del Gobierno español, y los gallegos y las gallegas le han concedido su visto bueno.
Algunos sondeos auguraban un fuerte castigo para los conservadores, que finalmente solo han perdido dos escaños respecto a las anteriores elecciones, un descenso que quedará diluido tras lograr mantenerse en la presidencia de la Xunta, con mayoría absoluta, 15 años después de recuperarla.
Los populares logran más del 47% de las papeletas y superan, también en votos, a la suma de la segunda y la tercera fuerza, BNG y PSdeG-PSOE, respectivamente. El recuento del voto extranjero podría provocar el baile de algún escaño pero no pondrá en jaque la mayoría del PP.
Complicada se presenta la estrategia de comunicación política del PSOE para explicar sus resultados. Los de José Ramón Gómez Besteiro se desploman en unas elecciones en las que ni su propio candidato creyó nunca que la victoria fuese posible, ya que no ha dejado su escaño en el Congreso de los Diputados. Una falta de liderazgo que ha provocado la pérdida de cinco escaños por parte de los socialistas, que vivirán la próxima legislatura como tercera fuerza política con solo nueve diputados, el peor resultado de su historia en la comunidad.
Gómez Besteiro ha admitido no haber obtenido los votos esperados, pero ha dejado entrever que ocupará su sillón en el parlamento gallego para hacer oposición a Rueda.
La líder de la oposición, sin embargo, será Ana Pontón, del BNG, quien se ha erigido tras estos comicios como el principal nombre de la izquierda en Galicia. La nacionalista, como apuntaban las encuestas, ha llevado a su partido a la segunda posición con 25 escaños (seis más que en 2020), muy por delante de los socialistas. Sin embargo, la presidencia de la Xunta todavía tendrá que esperar para ser ocupada por una mujer.
Los populistas de Democracia Ourensana (DO), por su parte, han entrado en el parlamento con un diputado gracias a la concentración del voto en la provincia de Ourense, donde el pasado mes de mayo lograron revalidar la alcaldía de la capital.
Los movimientos entre bloques, sin embargo, han sido mínimos: la izquierda (PSdeG-PSOE y BNG) consigue un escaño más que en la anterior legislatura. En el de la derecha, el PP pierde dos, pero uno de ellos se compensa con el ganado por DO.
Debacle en Sumar y Podemos
La formación de Yolanda Díaz, Sumar, y la de Ione Belarra, Podemos, concibieron estas elecciones como un pulso entre ambos partidos en la competición por el liderazgo de la izquierda transformadora. Lejos de salir reforzados, estos comicios han demostrado que ambos son absolutamente irrelevantes en Galicia, donde la hegemonía del BNG en ese espacio es imperturbable. Para lograr un diputado, necesitaban superar la barrera del 5% en alguna de las provincias, una cifra a la que ni siquiera se han acercado. Ha sido en Pontevedra donde Sumar ha logrado su mejor resultado: un 2,4%.
La candidata de Sumar, Marta Lois, ha reconocido los «malos resultados»: «Sumar Galicia no ha sido capaz de lograr los objetivos que teníamos por delante», ha reconocido.
Podemos, por su parte, queda convertido en una fuerza marginal (apenas un 0,25% de voto), superado a nivel autonómico por el PACMA. Los primeros análisis, sin embargo, demostrarían que la falta de unión de la izquierda no ha sido decisiva en estas elecciones.
Vox, aunque logra más votos que la suma de ambos partidos, tampoco entra en el parlamento, el único de todo el país en el que no tiene representación.
Yo creo que el problema de Galicia es el mismo que tenemos en Aragón: demasiados animalicos de costumbres.
La buena noticia es el ascenso del BNG donde hay personas muy válidas, idealistas y honestas. Me alegro, se lo merecen.
Galicia siempre ha sido feudo de la derecha; pero mira Vox no ha sacado ningún voto. Esta gente aún sigue teniendo fidelidad al ministro franquista Fraga Iribarne, el de «la calle es mía».
Que le da la derecha a los gallegos de a pie?
Da la sensación de que los rojos (y los progres) no andamos faltos de optimismo (incluso quizá vamos un poco sobrados).
Ahora solo falta que nos apliquemos en eso del pragmatismo y la buena organización y que (los de a pie) dediquemos un mínimo esfuerzo a entender como funcionan los procesos electorales.
Porque, aunque la legislación básica es única (Ley Orgánica del Régimen Electoral General), lo cierto es que dicha Ley (que, como el ungüento amarillo vale para casi todo: Generales, Municipales y Europeas), no es aplicable a las elecciones autonómicas en las que cada comunidad tiene la suya propia.
Viene esto a cuento de que, pese al mimo y delicadeza con el que la prensa afín (progre e independiente) viene calificando los resultados de las de ayer, a mi juicio se trató de un revolcón en toda regla.
Y, si no, basta con coger una calculadora y sumar votos.
Y se comprobará que, incluso contabilizando como “progres” los 1.542 votos de ECG (que no sé quienes son) y los 1.470 de PUM+J, la suma de los votos progresistas es de 715.103 (48,87%) frente a los 748.296 (51,13%) de PP, Vox y Democracia Ourensana.
Y eso supone un claro retroceso frente a los datos de 2020 en los que la progresía sumó 871.990 votos (57,12%) y las derechas tan solo 654.559 (42,88%).
Y lo demás, nunca mejor dicho: “Son gaitas” y paños calientes para calmar el escozor de los profetas y analistas, o los optimistas como un servidor.
Puestos a hacer de necesidad virtud, cabe pensar que, por lo menos, el Sr. Feijóo va salvar (de momento) el cuello y parece un rival menos temible que la valkiria madrileña que hoy debe andar más escocida que algunos de nosotros.
Ahora nos queda ver que ocurre con las vascas (cuando las convoquen) y la europeas del 9 de junio.
Entretanto, tranquilidad, buenos alimentos y menos narcisismo y cainismo, en nuestras propias casas.
Saludos.