Internacional
Y así nació ‘el salvador’ de El Salvador
Bukele ha revalidado su cargo como presidente de El Salvador, donde es considerado casi un dios por acabar con las pandillas. Diferentes organizaciones denuncian sus medidas autoritarias contrarias a los derechos humanos.
«Finalizamos el domingo 04 de febrero, con 0 homicidios en el país». Así cerró la noche electoral la Policía Nacional Civil de El Salvador: con un tuit con dos fotos de estadísticas en blanco. Sobre el cielo oscuro del Palacio Nacional, un espectáculo de drones luminosos, antes incluso del recuento oficial, conformaba la N de Nayib. Y en las redes sociales, el vídeo de la cantante Dalesta repetía el estribillo de su canción una y otra vez: «Un día 24 / en el mes de julio / nace de una mujer en 1981. / Era un niño sano / el mejor de la escuela / soñaba ser grande / salvar el mundo / esa era su idea. Y luchó / su padre lo empujó / se volvió el presidente más querido de la nación. / Y llegó / sus promesas cumplió / también se convirtió en el salvador de El Salvador».
Nayib Bukele, tras convertir en constitucional la reelección de un presidente, ha vuelto a revalidar su cargo al frente de El Salvador, un país de 6,3 millones de habitantes. Según los primeros datos del escrutinio, ha alcanzado el 76% de los apoyos, frente al segundo partido, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que no llega al 7%. Él se atribuyó más del 80% sin esperar los resultados del Supremo.
«El Salvador abre las puertas de par en par para los ciudadanos de todos los países del mundo. Queremos que vengan, que nos visiten, que nos conozcan. Queremos ser sus amigos, sus aliados, sus socios. Lo que no vamos a hacer es sus lacayos. Y no es simplemente porque tenemos ese derecho, que lo tenemos, sino también porque nosotros ya probamos sus recetas durante 50 años y nunca funcionaron», afirmó durante su primer discurso tras los comicios.
Se refería con ello a las críticas que está recibiendo, desde dentro y desde la comunidad internacional, sobre su particular modo de combatir el crimen y las pandillas, mediante un estado policial autoritario con denuncias de violaciones de derechos humanos y detenciones arbitrarias. Hasta el momento, ha enviado a prisión a más de 70.000 personas y, con su reelección, podrá continuar con el estado de excepción implantado.
El pasado abril, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) llamó a Bukele a restablecer la vigencia de los derechos y garantías suspendidas durante los últimos 12 meses en el marco del régimen de excepción instalado en el país por motivos de seguridad ciudadana: «La CIDH urge al Estado respetar los derechos humanos en la adopción de las medidas para la prevención, control y respuesta a la criminalidad, así como a investigar, procesar y sancionar las actividades delictivas».
El peligro de contagio en América Latina
Estas medidas, además, como muestra el tuit de la Policía Nacional y como alertan diferentes especialistas, invitan a ser adoptadas en otros países de la región acorralados por la violencia, pero con realidades mucho más complejas. “Solamente podría darse en Estados autoritarios sin separación de poderes, con gran capacidad carcelaria y con un control estatal efectivo sobre los centros penitenciarios, algo alejado de la realidad latinoamericana”, explicó Tiziano Breda, investigador experto en América Latina del Istituto Affari Internazionali, en este reportaje.
España, y la prensa en general, está entre las principales obsesiones del presidente salvadoreño: «Yo no le creo nada al The New York Times. Nosotros no estamos sustituyendo la democracia, porque El Salvador nunca tuvo democracia. Esta es la primera vez en la historia que El Salvador tiene democracia. Y no lo digo yo, lo dice el pueblo, que la definición de democracia, la real, no la inventada por las élites, es demos y kratos, el poder del pueblo. No lo dice la élite, o la ONG o el periódico Lo País», afirmó con la misma expresión de burla que algunos dirigentes de extrema derecha emplean en España para referirse al diario El País.
Con 42 años, un look moderno de camisetas y gorras, muy pegado a las redes sociales, Nayib Bukele es hijo de un empresario de origen palestino ya fallecido. Su salto a la primera línea política comenzó cuando fue elegido alcalde de Nuevo Cuscatlán en 2012, donde la N puede verse por todos lados. “El Salvador tenía un cáncer con metástasis. El 85% del territorio estaba dominado por las pandillas. Hicimos cirugía, quimio, radioterapia y vamos a salir sanos, sin el cáncer de las pandillas. Resolvimos lo que nos estaba matando. Lo que viene ahora para El Salvador es un periodo de prosperidad», ha asegurado.
Con la desaparición de pandilleros en el día a día, Bukele ha logrado una aprobación mayoritaria en el país latinoamericano y que sea visto como una especie de dios. O, como dice la canción, el salvador de El Salvador.
En América Latina, la semana ha estado marcada por dos noticias:
(El Salto)
La mala: la victoria con un 85% de los votos de Nayib Bukele, el presidente salvadoreño que detuvo al 1% de la población, a la que niega los derechos más básicos, se ha saltado la constitución para asegurar su reelección y se ha convertido en un ejemplo para gobiernos y partidos de todo el mundo.
La buena: el Congreso argentino tumbó la Ley Ómnibus por la que el presidente argentino, Javier Milei, pretendía obtener poderes extraordinarios para poder privatizar empresas del Estado y desregular la economía sin tener que depender del Parlamento y el Senado, donde apenas tiene un puñado de escaños.
Quien conozca un poco América Latina, sabe bien que la delincuencia es la norma en muchas regiones. Recorrer tramos largos en carro en muchas zonas de México resulta sumamente peligroso, pues los asaltos son la norma. Parar en un semáforo en la hondureña San Pedro Sula es algo que casi nadie hace, pues te pueden volar el cráneo para quedarse con el coche. Andar por muchos barrios caraqueños una vez anochecido es algo que nadie osaría hacer tampoco, pues la posibilidad de ser víctima de un robo es casi absoluta. Las clases medias más pudientes se parapetan en sus condominios, con sus «watchimen» armados que los vigilan y con todo tipo de medidas de seguridad.
Si se visitan muchos de estos países, más allá de los paraísos turísticos bunkerizados, la realidad es que el miedo a la delincuencia y la impotencia frente a todo tipo de mafias es la norma. En todas las familias hay historias de asesinatos, robos o asaltos. Es unos casos se habla de narcoestados, pues son los cárteles del narcotráfico los que dominan la política, controlando las elecciones y los propios cuerpos de policía. En otros se asiste a la retirada total del Estado, siendo los grupos delincuentes los que organizan la vida comunitaria (especialmente en los barrios de favelas de muchas ciudades brasileñas).
Ante este panorama, creo que es necesario que los Estados actúen de manera contundente contra las mafias y creo que en El Salvador se está actuando de forma correcta. Meter en la cárcel a los delincuentes es una tarea inexcusable. Recuperar la calle para la gente es una obligación. Vivir sin miedo, aunque sea dentro de la pobreza, es un objetivo que nadie debería rechazar.
Pero la tarea no está exenta de riesgos y de retos. ¿Qué hacer con los detenidos? No creo que sea fácil ni en muchos casos posible su reinserción. ¿Cómo evitar que sean encarcelados individuos inocentes? Creo que el Estado debería hacer un esfuerzo, con fiscales especializados, para evitar injusticias. ¿Cuánto tiempo ha de durar el Estado de Excepción? Es difícil de calibrar al futuro, pero en función de cómo evolucione la situación debería ponerse fecha de caducidad al mismo en un breve plazo. ¿Volverán a resurgir las maras? Es una posibilidad muy real, ante la que siempre se debería actuar de forma muy contundente. Y por último ¿Cómo conseguir dar un futuro a los sectores sociales más desfavorecidos? Es una tarea más difícil que la mera eliminación de las maras. Exigiría repartir la riqueza de forma más equitativa y combatir la corrupción. Si la izquierda que en su día fue revolucionaria no consiguió gran cosa (el FMLN en su versión socialdemócrata abandonó cualquier veleidad de cambio real), la derecha es evidente que no va a priorizar el erradicar la pobreza y la exclusión.
De momento, si la gente vota de forma entusiasta y masiva a Bukele es porque tiene motivos más que sobrados para hacerlo. El Salvador de hoy no tiene nada que ver con el de hace unos pocos años. Las imágenes de miles de pandilleros sometidos y humillados son brutales e impactantes, pero para la gran mayoría de los salvadoreños son liberadoras y gratificantes. Muchos de ellos han visto cadáveres chorreando sangre en la aceras y han sufrido todo tipo de extorsiones en su vida cotidiana por esos mismos pandilleros. Por estas razones, de momento, el apoyo a Bukele es incuestionable.
La extrema derecha aplaude en todos los rincones.
El gobierno de El Salvador ha encarcelado a más de 75.000 personas, según datos oficiales, El 90% de los habitantes están a favor del régimen de excepción, y que el 97,7% del país cree que la delincuencia se redujo tras la entrada en vigor de la medida. Hace unas horas, en las urnas, así lo han manifestado la inmensa mayoría de salvadoreños.
Desde distintas instancias se ha denunciado en reiteradas ocasiones “malos tratos y tortura, violaciones flagrantes al debido proceso, desapariciones forzadas y la muerte de al menos 132 personas bajo la custodia del Estado”.
Uno de los problemas que está enfrentando el país es la apuesta de su presidente por el Bitcoin. La criptodivisa, convertida en moneda de curso legal en El Salvador, ha agudizado la inestabilidad financiera de la ya débil economía del país, que ha llegado a situarse al borde de la quiebra.
La propia agencia Moody’s volvió a calificar la deuda pública salvadoreña como de bono basura,
La histórica guerrilla del FMLN que supo enfrentarse a la oligarquía y el imperialismo es hoy un pálido recuerdo. Su giro a la socialdemocracia y la corrupción interna no les permite superar el 4,5% de los votos, El expresidente Mauricio Funes (2009-2014) del FMLN enfrenta en ausencia siete procesos penales, mientras que su sucesor, también del FMLN, Salvador Sánchez Cerén (2014-2019) está siendo procesado por lavado de dinero y peculado en un caso que investiga el destino de 183 millones de dólares de gastos reservados de la Casa Presidencial. (Insurgente.org)
Copio y pego de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Artículo 2
1. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza,
color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición.
2. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio
de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo
administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.
Artículo 3
Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Artículo 4
Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas
sus formas.
Artículo 5
Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Artículo 7
Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a
igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal
discriminación.
Artículo 11
1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su
culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias
para su defensa.
Artículo 12
Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de
ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o
ataques.
Artículo 13
1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
Artículo 17
1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.
2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.
Artículo 18
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad
de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y
colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
Artículo 19
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a
causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de
fronteras, por cualquier medio de expresión.
Artículo 26
habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos
respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a
los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre
todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las
Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.
Artículo 28
Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades
proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.
Artículo 30
Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a
una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los
derechos y libertades proclamados en esta Declaración.
Antes de hablar de Derechos Humanos conviene leerse el documento.